Queremos la liberación de Palestina, no la de una parte de Palestina. Todo plan que tenga como objetivo dividir Palestina está excluido. El plan de los dos Estados, bajo la cobertura en apariencia justa del «reconocimiento de la membrecía del Estado palestino en la ONU», no es más que una forma de ceder ante los dictados sionistas y reconocer al estado sionista en la tierra palestina. Equivale a pisotear los derechos del pueblo palestino, ignorar el derecho histórico de los refugiados palestinos e incluso poner en peligro los derechos de los palestinos que residen en los territorios de 1948. Implica el establecimiento definitivo de ese tumor canceroso y una amenaza constante para la Umma islámica, en especial en la región. Significa la continuación de sufrimientos que han durado décadas y la indiferencia por la sangre de los mártires. Cualquier plan de operaciones debe basarse en el principio de que toda Palestina pertenece al pueblo de Palestina. Palestina es la tierra que se encuentra «entre el río y el mar», sin excluir un solo palmo. No debe pasarse por alto que será el pueblo palestino, como ya lo ha demostrado en Gaza, el responsable de administrar mediante su Gobierno electo los asuntos de cada parte de Palestina que haya liberado, sin olvidar nunca el objetivo final. La realización de este propósito sublime requiere sobre todo actos y no palabras, trabajo serio y no exhibicionismo, paciencia y perspicacia y no gestos apresurados e inconstantes. Debemos mantener nuestros ojos clavados en horizontes distantes y avanzar paso a paso con voluntad, confiando en Dios y con esperanza.