Su eminencia el ayatolá Jameneí alabó a los devotos jóvenes revolucionarios y declaró: «Esfuércense todo lo que puedan, ¡sigan adelante! Piensen también todo lo que puedan, y lleven sus pensamientos a la práctica».

«Hágannos ver en nuestro país a un inmenso grupo de jóvenes de la generación de la Revolución islámica que vaya más allá de lo que pueden concebir las mentes humanas ordinarias en materia de nivel de comprensión, de gestión, de servicio, de creación de justicia y de lucha contra la discriminación, y que deba ser tomado como ejemplo», declaró el líder de la Revolución islámica al manifestar su aprobación a la labor de los voluntarios.

Sobre la necesidad de extender las actividades de voluntariado y el servicio a los demás, el ayatolá Jameneí dijo: «A ustedes los ha traído aquí el discurso del movimiento del Yihad. Debemos hacer que ese discurso se generalice. Hay gente que no sufre privación alguna, ni material ni corporal, y que sin embargo está privada del servicio a quienes sí sufren privaciones. Hay que servirlos a ellos».

Los estudiantes revolucionarios y dedicados al Yihad del voluntariado pasan todos los años su tiempo libre en las provincias desfavorecidas del país, con el objetivo de eliminar la privación y ayudar a los desfavorecidos de la sociedad. Son personas comprometidas, formadas y dispuestas a trabajar para servir a quienes lo necesitan en esas provincias desfavorecidas y poco dotadas. Dado que, en el Islam, el servicio a los desfavorecidos y los desamparados sin esperar nada a cambio es un tipo de Yihad, de esfuerzo en el camino de Dios, estos grupos han llegado a ser conocidos como «grupos de Yihad».