Las circunstancias en las que se produjo el acontecimiento de Al-Ghadir ponen de relieve la naturaleza integradora y previsora del Islam, así como las cualidades requeridas para dirigir la Umma islámica, es decir, los rasgos que caracterizaron al Príncipe de los Creyentes. Su santidad el Imam Alí (con él la paz y las bendiciones) fue el paradigma de la piedad y, con una total fidelidad a la religión, siguió el camino de la verdad y la obediencia a Dios. Lo caracterizaban también el conocimiento, la sabiduría, la prudencia, la fuerza de voluntad y la firmeza de su determinación.

La designación del Imam Alí (con él la paz y las bendiciones) como sucesor del santo Profeta del Islam (la paz con él y con su familia) tuvo además un aspecto simbólico, y sentó las bases del liderazgo de la Umma islámica para los tiempos posteriores a la vida del santo Profeta (P). Al-Ghadir muestra esa realidad.

Nosotros, musulmanes chiíes y seguidores de la familia del santo Profeta (P), agradecemos a Dios Todopoderoso que nos haya hecho conscientes de esa realidad y haya iluminado nuestros corazones para que la aceptemos como la gran bendición divina que es.

Con todo, hay un punto al que deben prestar atención los seguidores de la familia del santo Profeta (P), así como el conjunto de los musulmanes, y es que el significativo acontecimiento de Al-Ghadir ―signo de la grandeza y la naturaleza integradora del Islam― no debe ser usado como pretexto para debilitar el Islam.

Yo tengo el deber de advertir a la nación iraní y a todos los musulmanes del mundo de que los enemigos están intentando hacer de las circunstancias de Al-Ghadir un pretexto para fomentar conflictos, guerras y derramamientos de sangre fratricidas, mientras que el acontecimiento de Al-Ghadir puede ser una fuente de solidaridad y hermandad entre los musulmanes, y ayudar a promover la unidad del mundo islámico.

En la actualidad, potencias arrogantes están haciendo cuanto pueden por crear división en el mundo islámico. Lo han tratado de otras maneras, pero fracasaron. Como han visto ustedes, los Estados Unidos de América han saboreado la derrota en las varias invasiones que han acaudillado en el oeste de Asia. No han podido alcanzar sus objetivos ni en Irak, ni en el Líbano, ni en Afganistán ni en Palestina, y pese a haber hecho gastos ingentes y fracasado en todos esos lugares, ahora están saboreando la amargura de la derrota. Hace un tiempo —tres o cuatro años— éramos nosotros quienes señalábamos esta realidad, pero ahora son los dirigentes norteamericanos quienes la admiten.

Puede que sean capaces de suprimir por distintas vías el Despertar Islámico, que ha sido inspirado por la bandera que enarbola la República Islámica de Irán. Una de esas vías es presentar a la República Islámica de Irán como una «república chií», a fin de colocarla frente a la gran comunidad sunní. Ese es un complot muy peligroso, que sus políticos (de Occidente) están tratando hoy en día de llevar a la práctica.

Nosotros debemos hacer cuanto podamos para impedir que esas potencias arrogantes alcancen sus objetivos. Todos los musulmanes deben ser conscientes de ello y no bajar la guardia. Todo nuestro pueblo —las élites, los eruditos y el clero abnegado y diligente— debe tener extremo cuidado de no decir ni hacer nada que pueda favorecer esa trama de nuestros enemigos.

La comunidad chií debe seguir su camino con aplomo y dignidad. No renunciaremos a la divisa «Toda alabanza se debe a Dios, que nos creó entre quienes se adhieren a la Velayat del Príncipe de los Creyentes». Nos mantendremos fieles a la Velayat de su santidad, el Imam Alí ibn Abi Tálib (con él las bendiciones), que es una gran bendición divina; es más, no nos pelearemos con quienes no se aferren a esa firme soga, puesto que ese es el deber de la comunidad chií. Lo que quieren los enemigos es que riñamos entre nosotros.

La comunidad sunní tiene un deber similar; nuestros hermanos sunníes deberían ser conscientes del hecho de que los enemigos buscan sembrar cizaña y provocar un conflicto fratricida, y de que no se contentarán con menos que eso. ¡Sean ustedes (hermanos sunníes) testigos de lo que están haciendo los enemigos en Bagdad y en otras ciudades de Irak! Alientan explosiones en mezquitas y otros lugares sagrados chiíes, e incitan a matar gente inocente.

 

Ayatolá Jameneí, 8 ene 2007