Zainab al-Kubra (P) es un importante modelo histórico a imitar que muestra la trascendencia de la presencia de una mujer en los sucesos más importantes de la historia humana. Cuando se dice que, en el día de Ashura, en Kerbala, la sangre triunfó frente a la espada —que realmente así fue—, la causante de ese triunfo fue Zainab al-Kubra (P). En realidad, en Kerbala la sangre se acabó. La acción militar terminó con la aparente derrota de las fuerzas de la Justicia, y lo que transformó esa derrota aparente en una victoria permanente y decisiva fue el comportamiento de Zainab (P). El papel que asumió ella (…) pertenece a la historia reciente, no a los pueblos de la antigüedad. Es un acontecimiento vivo y palpable; uno contempla a Zainab al-Kubra (P), apareciendo en escena con una grandeza brillante y espectacular, haciendo que los enemigos —que en apariencia habían ganado la batalla, masacrado a todos sus oponentes y ocupado el trono de la victoria— se sintieran humillados en el propio centro de su poder, en su palacio califal. Ella los cubrió para siempre de ignominia y convirtió su victoria en derrota. Eso es lo que hizo Zainab al-Kubra (P). Demostró que es posible convertir el recato y la castidad femeninos en un gran combate glorioso.