En agosto de 1945, Estados Unidos mató en un instante con una bomba a 100 000 personas en la ciudad de Hiroshima. 100 000 personas murieron en la primera hora después de que se arrojara aquella bomba sobre Hiroshima. Además, decenas de miles de personas más murieron o quedaron lesionadas de manera gradual por los efectos de la bomba atómica.

Tres días más tarde, lanzaron otra bomba sobre la ciudad de Nagasaki y mataron de forma instantánea a 50 000 personas.

Decían que con ello querían poner fin a la guerra.

Se les preguntó: «Si querían ustedes poner fin a la guerra, bastaba la primera bomba. ¿Por qué lanzaron la segunda?». Y la respuesta es: «La primera bomba estaba fabricada con uranio. La segunda, con plutonio. Queríamos probarla».

¡Fíjense! Para probar una bomba, acaban en un instante con la vida de 150 000 personas y las matan. Esa es la naturaleza del ejército arrogante, sin fe, sin Dios. Así es el ejército carente de moral.