Les diré de los Estados Unidos que, desde noviembre de 1964, cuando el régimen instalado por Washington en Irán desterró a nuestro querido imam Jomeiní, hasta noviembre de 2019, en que estamos, no ha cambiado en absoluto. Aquel EE. UU. es el mismo de ahora. Aquella misma bestialidad sigue hoy día en él. Aquella dictadura mundial o internacional de EE. UU. sigue también. Ya en aquellos días, EE. UU. era un dictador internacional que tenía gendarmes en distintas regiones del mundo. El gendarme de esta región ―el esbirro en esta región― era Mohammad Reza Pahlaví. En otros lugares eran otras personas. Hoy en día, aquella dictadura sigue existiendo ―claro está, con métodos renovados y con herramientas más modernas―. Aquella misma bestialidad, aquella misma dictadura internacional, aquella maldad, aquella misma ignorancia de todo límite y toda frontera. EE. UU. sigue siendo el mismo EE. UU. Sí, es cierto, hoy se ha vuelto más débil. EE. UU. es más débil que en 1964, pero al mismo tiempo se ha hecho también más salvaje y más ruin. Eso es EE. UU.

Estados Unidos ha sido hostil a Irán. A lo largo de la historia de la relación entre ambos países, EE. UU. siempre ha sido hostil a Irán, incluso con el régimen de la tiranía idólatra tagutí. Esa hostilidad norteamericana se tradujo antes de la Revolución, en el año 1953, en el derrocamiento por golpe de Estado de un Gobierno popular. Un agente estadounidense vino a Teherán con una maleta llena de dólares, se fue a la embajada inglesa, se escondió allí y desde ese lugar empezó a repartir dinero en dólares. Contrataron a una serie de personas y organizaron un golpe de Estado con el que derribaron al Gobierno nacional. Cierto es que aquel Gobierno tuvo también parte de culpa, por haber confiado mucho en Estados Unidos. Ese fue su fallo. Pero el golpe lo dieron ellos. Formaron en el país un Gobierno corrupto que les estuviera supeditado. ¿Qué mayor hostilidad que esa? Tomaron el control de nuestras Fuerzas Armadas, de nuestro petróleo, de las medidas que se adoptaban en nuestro país y de nuestra cultura ―un control total―. Y esa situación perduró desde el año 1953, cuando ocurrió el Golpe del 28 de Mordad (19 de agosto), hasta la Revolución, es decir, el año 1979. Así fue esa hostilidad con Irán y con su pueblo en ese período.

Y, después de la Revolución, ya se sabe: hasta el día de hoy han sido todo amenazas, embargos, difamaciones, problemas fabricados o penetración en el país. Han hecho el mal a Irán y a los iraníes sin cesar. Hay quienes tergiversan la historia, como hacen los propios norteamericanos. A mí me hizo una entrevista un periodista conocido en su época de Estados Unidos en las Naciones Unidas ―aquel año en que fui como presidente de la República― y situó el principio de las diferencias entre Irán y EE. UU. en lo de la embajada, el Nido de Espías. «Desde que los jóvenes de ustedes fueron y tomaron la embajada ha habido problemas entre Irán y EE. UU.», decía. Eso es un falseamiento de la historia. Las cosas no son así. Las diferencias entre el pueblo iraní y EE. UU. empezaron con el Golpe del 28 de Mordad e incluso antes de él, aunque con el golpe del año 1953 llegaron a su cénit. Fueron ellos quienes se comportaron de modo miserable, cometieron una ruindad sometiendo a la nación iraní a un régimen corrupto y subordinado con un golpe de Estado. No es cosa baladí. Este país sufrió durante largos años la opresión de un régimen supeditado a Estados Unidos, de manera que el origen de las hostilidades está en aquel 28 de mordad, el 19 de agosto de 1953. Aunque antes hubo ya programas ―los de Harry Truman, que es de la época de nuestra adolescencia y de los que yo recuerdo más o menos que se presentaban con gestos amistosos, pero en el fondo eran hostiles―, es desde los sucesos del 28 de mordad que todo quedó claro y transparente. Los estadounidenses entraron en acción y, en un país soberano en el que había un Gobierno nacional que era muy popular y que había confiado en ellos ―Mosaddeq confió en los estadounidenses y sufrió las consecuencias―, dieron un golpe de Estado e instauraron un régimen corrupto, ruin, opresor y despiadado. Fue en aquellos días cuando tomó forma en los corazones del pueblo iraní su propia postura de corazón respecto a Estados Unidos.

Miren, nuestro gran imam Jomeiní dijo en un discurso en el año 1963 ―es decir, diez años después del golpe de Estado del 28 de mordad, y cuando había empezado la lucha islámica popular― que nadie en el mundo entero era tan odioso a ojos del pueblo iraní que el presidente de EE. UU. Esto lo dijo el imam en el año 63, y eso muestra el conocimiento que tenía el imam: conocía a su pueblo y sabía que las cosas eran de esa manera.

3/11/2019