En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso

Los congresos de homenaje a los mártires son algo que se celebra en muchas ciudades del país y en muchas provincias, y los ejemplos son conocidos tanto de ustedes como de un servidor. Sin embargo, esta iniciativa de ustedes consiste en homenajear a los combatientes. Es algo muy positivo. Entre los combatientes que lucharon e hicieron el Yihad, algunos resultaron heridos, mientras que otros sufrieron muchísimas penalidades y las aguantaron. Muchos de ellos no han recibido atención de la sociedad, pese a que no hay diferencia entre el sacrificio que hicieron esos combatientes y el que hicieron los mártires. Tanto unos como otros fueron al frente, pero en el caso de unos el obús explotó sin que la metralla los alcanzara, mientras que a los otros sí los alcanzó. Esa es toda la diferencia. Claro está que los mártires son objeto de una gracia especial por parte del Creador, gracia que por el momento no se extiende a quienes no han recibido el martirio. Es posible que más adelante lo reciban en retribución de sus esfuerzos, como de hecho ha habido combatientes de la Sagrada Defensa que, años después, cayeron mártires a resultas de los daños sufridos en ese periodo. Con todo, el combatiente reviste el valor que tiene en sí el combate, que es un valor por sí mismo que debe enaltecerse.

Si un país, una sociedad, carece de espíritu de preparación personal para resistir frente al error y perseverar en la vía de la verdad y la justicia, esa sociedad perecerá; no en el sentido de desaparecer, de resultar aniquilada por completo, sino que perderá el honor, la dignidad, la soberanía y la capacidad de apoyarse en su propia voluntad, y otros la dominarán, ya se trate de déspotas o de injerencias extranjeras. Ese espíritu de resistencia es de extrema importancia, y nuestros combatientes han demostrado que lo tienen. Con todo, un servidor se permite recomendar que lo preserven dentro de sí y para sí mismos. Es una pena que se pierda tal depósito divino. Hay quienes durante la Sagrada Defensa ―cuando eran jóvenes entusiastas y llenos de vitalidad― avanzaron en ciertos terrenos, pero después reclamos diversos los atrajeron hacia otras direcciones. Es una lástima, porque supone en verdad la pérdida de un valor auténtico, de un depósito y de un tesoro. Si Dios Altísimo concede a alguien el logro de realizar algo grande, esa persona debe estar agradecida en permanencia por ese favor divino. Y ese agradecimiento se consigue persistiendo en esa vía; de no hacerlo, no se consigue. Por lo tanto, un servidor respeta, honra y rinde homenaje a los queridos combatientes que se esforzaron durante la Sagrada Defensa, pero les recomienda que traten de preservar ese espíritu en sí mismos. Preserven dentro de sí mismos ese espíritu de defensa de la verdad y la justicia, de lucha en el camino de Dios y de volcar la propia vida, la existencia y las oportunidades de la vida en el camino de la verdad y la justicia. Ojalá que Dios el Altísimo haga descender sus bendiciones sobre su gente.

Quiera Dios hacer descender sus bendiciones sobre ustedes, incrementar sus éxitos y darnos a todos nosotros la suerte de poder continuar avanzando por el camino de los mártires y los combatientes, si Dios quiere.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

 

Notas

1) Al inicio del encuentro, realizaron sendas intervenciones el hoyatoleslam Seyed Mohammad Musaví, imam del rezo colectivo de los viernes de Jomeinishahr, y el general Mochtabá Fadá, comandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica en la provincia de Isfahán.