En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso

La alabanza es para Dios, Señor de los Mundos, y vayan los rezos y la paz con nuestro maestro Abulqásim al-Mustafa Muhammad y su excelsa y pura familia, en especial lo que queda de Dios en la tierra, el Imam del Tiempo.

Sean ustedes muy bienvenidos, queridos hermanos y abnegados trabajadores de la importantísima y crucial Fuerza Aérea del Ejército de la República Islámica de Irán. Agradezco las palabras del excelentísimo comandante de la Aviación, así como los poemas y la actuación del grupo de canto. Muy buenos.

Este acto se celebra desde hace años en esta fecha para conmemorar un acontecimiento asombroso e inolvidable. Gracias a Dios, ustedes los jóvenes se han criado en una atmósfera en la que no les resulta muy fácil imaginar la situación de entonces. En época pahlaví, el Ejército del Aire era uno de los cuerpos más cercanos al centro del poder, a la corte y a los estadounidenses. De manera que tenemos que aprender de aquel suceso, porque contiene lecciones y enseñanzas.

La primera lección a la que es bueno que prestemos atención es que el régimen idólatra del shah recibió un golpe de donde menos lo esperaba, igual que dice Dios en el Corán de los judíos Banu Nadir: «Pero Dios vino a ellos por donde menos lo esperaban» (Sagrado Corán, 59:2). Dios el Altísimo los atacó desde un flanco que no se esperaban. Aquella Fuerza Aérea, con los mandos tan supeditados que tenía y en las circunstancias particulares que mantuvo siempre durante aquel periodo ―con su conexión estrechísima a los norteamericanos, a su dirigencia, a sus centros de formación, etc.―, de repente, en el momento más crítico, intervino a favor de la Revolución; primero, el 19 de bahmán (8 de febrero), cuando fueron a visitar al imam Jomeiní y se pusieron a sus órdenes. Luego, manteniéndose firmes frente a otra parte del Ejército que los atacó, con los sorprendentes sucesos de aquellos días, que no sé si se han registrado en detalle en algún sitio para la propia Fuerza Aérea. Si no, debe registrarse lo que sucedió en la base de Teherán, la acometida que sufrieron y cómo la gente los defendió. Esta es una de las cuestiones de hoy: Dios el Altísimo golpea al enemigo por donde menos lo espera. Esa es una parte del asunto.

En el extremo opuesto, los creyentes se fortalecieron de un modo que no esperaban. Es lo que en el léxico y la cultura islámicos, en nuestra literatura religiosa, se llama rizq la-yuhtasab: «Y a quien sea temeroso de Dios Él le dará una salida / y hará que le llegue la provisión por donde menos lo espera» (Sagrado Corán, 65:2-3). Quienes se hacían cargo de la lucha no imaginaban que iban a recibir el tan inmenso logro de que parte de los núcleos más determinantes del Ejército de aquellos días se pusiera al servicio de la Revolución y jurara lealtad al imam.

Esta es una de las lecciones del 19 de bahmán. Debe formar parte de nuestros cálculos hoy día. Lo que quiero decirles es eso: deben saber que existe la posibilidad de que el enemigo reciba un golpe que no espera, y de que a ustedes, que son siervos de Dios que creen en Él y se sitúan en el camino recto, les llegue algo en forma de rizq la-yuhtasab que no se esperen. A mi juicio, es fundamental que tengamos presente que los sucesos del mundo no obedecen todos a cálculos materiales y mundanos. Forma parte también de los cálculos que, a veces, Dios el Altísimo crea un atajo y propicia un movimiento de ese tipo.

Otra cuestión es la de la confianza en las promesas divinas. En varios puntos del Corán, Dios el Altísimo promete con claridad y de manera explícita que, si alguien se esfuerza en el camino de Dios y de la religión, Él lo ayudará. Es una promesa divina. En un lugar, dice: «Ciertamente, Dios auxilia a quienes Lo auxilian» (Sagrado Corán, 22:40). En esa expresión de la-yansuranna-l-Lah hay varios signos de enfatización, cuyo sentido es recalcar y subrayar que Dios el Altísimo auxilia a quienes auxilian a la religión de Dios y a Él. Así que eso es una promesa ―una promesa divina― en la que hay que confiar. En aquel día 19 de bahmán, pese a haber ocurrido aquello y haberse visto cómo un grupo del Ejército iba y juraba lealtad a la Revolución, aún había gente que no estaba segura, no lo veía claro ni tenía esperanza en que aquello tuviera éxito. Pero el imam Jomeiní tenía seguridad en las promesas divinas. Tanto él como quienes seguían su pensamiento, su juicio y su camino sabían que el cumplimiento de esa promesa era seguro, y no dejaron que se perdiera el impulso. Cuando hay seguridad y esperanza en el futuro, no se deja que el movimiento se ralentice. Es importante que el ser humano sepa que Dios el Altísimo es fiel a lo que promete. Esta es otra aleya del Corán: «¿Y quién es más leal a sus pactos que Dios?» (9:111). Nadie es más leal que Dios el Altísimo a la promesa que da. Dios el Altísimo ha hecho una promesa y la cumplirá.

Bien, esto no atañe solo a las cuestiones personales, sino también a las sociales y del común. Cuando una sociedad creyente, un colectivo creyente o una fuerza aérea creyente alcanzan tal seguridad, convierten las amenazas en oportunidades con su firmeza de voluntad. Bien, pues ahora han informado de que hemos reparado no sé cuántas unidades de aviones de guerra o de pasajeros: se hecho una renovación a fondo y se han fabricado en gran cantidad. ¿Cuándo empezaron a ser posibles estas cosas para nuestra Fuerza Aérea? Pues cuando esta dejó de esperar nada de los demás. Esos otros amenazaron y dijeron que no hacían las entregas ni vendían ni daban autorizaciones. Nuestras compras y artículos militares siguen estando en los almacenes de las compañías armamentísticas de EE. UU. Deben de seguir ahí, porque no nos los han entregado. Ya lo que hayan hecho con ello no lo sé, pero lo más gracioso es que hace unos años nos querían cobrar el almacenaje. Hay una mercancía que han cobrado, no la entregan ¡y piden el coste del almacenaje! Lo que quiere decir eso es que se supone que la República Islámica no debe tener la capacidad de administrar una fuerza aérea funcional. Pero, ¿cuál ha sido el resultado? Que nuestra Fuerza Aérea, que en aquella época no podía ni reparar una pieza de tal caza o tal avión ―no tenía derecho a repararlas―, ahora fabrica el avión entero; es decir, que se ha convertido la amenaza en una oportunidad. El peligro se ha transformado en beneficio. Y esa es la cualidad de un sistema caracterizado por la fe.

Cuando observan ustedes el conjunto del país, es igual. Nosotros hemos estado sometidos a embargos desde el principio de la Revolución y, en estos últimos años, esos embargos se han intensificado. Ellos mismos se jactan de haber impuesto a la República Islámica las sanciones más duras existentes. Este bloqueo es un crimen, en el verdadero sentido de la palabra. Es un crimen lo que están cometiendo. Es una gran amenaza que la opinión pública mundial condena, porque no se trata de un bloqueo del propio EE. UU., sino de un bloqueo forzado por Washington a otros: los distintos organismos estadounidenses tratan de mantener un contacto permanente con las empresas, las compañías, con personas de todo tipo y con los gobiernos para que no hagan tratos con Irán. Así se llega a un bloqueo por todos los flancos. Que puedan hacerlo realidad o no es otra cuestión, pero es en lo que están trabajando, y es realmente una acción criminal.

Pero este mismo bloqueo puede ser una oportunidad y, de hecho, ya nos ha creado muchas. En adelante, igualmente, puede proporcionarnos una gran oportunidad. Si nosotros los responsables actuamos con inteligencia, puede librar a la economía del país de mantenerse sobre la base del petróleo, cortar el cordón umbilical que une al petróleo la economía. La causa principal de nuestros problemas económicos es esa, la dependencia al petróleo, que ha hecho que no se preste tanta atención, a la hora de que el país obtenga ingresos, a los recursos humanos ni al dinamismo interior, a los diversos talentos y capacidades nacionales. Nos despreocupamos, porque vendemos petróleo y los ingresos del país están garantizados. Esa es la causa principal de los problemas del país. Si logramos hacer lo dicho, habremos podido sacar la mejor oportunidad posible de la amenaza enemiga, que es este bloqueo.

De hecho, ellos lo entienden ―al menos, los inteligentes de entre ellos―. De los que están desorientados y no se dan cuenta no tenemos nada que decir, pero los inteligentes son conscientes de ese punto. Un servidor ha visto cómo en algunos informes se recomienda que no se deje a Irán experimentar la economía sin petróleo. Entre ellos mismos se dice que no hay que dejar que Irán experimente la economía sin petróleo, sino facilitar una puerta trasera, aunque no se quiten los embargos, para que Irán no quede desconectado de la renta de los hidrocarburos, porque si eso sucede se dedicará a desarrollar una economía no petrolera. Ellos son conscientes de eso y lo aplican. Nosotros los responsables debemos estar alerta. Los responsables del país ―en particular, los responsables económicos― deben estar alerta. Por lo tanto, las lecciones importantes del 19 de bahmán son la confianza en las promesas divinas, la expectativa del rizq la-yuhtasab o provisión inesperada y alentar a una presencia y una acción constantes, que son motivo de auxilio divino.

En aquel mismo 19 de bahmán (8 de febrero) y unos días antes, EE. UU. movilizó todos sus medios. Enviaron a Teherán a un alto mando militar, Huyser, y mantuvieron contactos en la cúpula por si podían hacer algo, ya fuera un golpe de Estado u otra cosa, para cerrar el paso a la Revolución y detenerla. Fueron muchísimas las tentativas que llevaron a cabo, pero pese a todo ello la nación triunfó y ellos fueron derrotados. Esto fue gracias a la confianza en las promesas divinas. Hoy en día, es cierto, sus operaciones y sus instrumentos se han vuelto más complejos. De eso no cabe duda. Los enemigos operan hoy día con mayor complejidad, pero también lo hacemos nosotros. Hoy día, gracias a Dios, tanto en la estructura política del país como en la militar, en la técnica y en distintos sectores del país se realizan tareas completamente calculadas, precisas, racionales, sofisticadas y en curso de mejora, y esta misma sofisticación ha podido, gracias a Dios, garantizar la profundidad estratégica del país y bloquear al enemigo.

Lo que quiero decirles a ustedes ―en especial, a los jóvenes― es que realicen las tareas necesarias para fortalecer la Fuerza Aérea del Ejército de la República Islámica con ilusión en el corazón y la vista puesta en el futuro con esperanza plena. Que cada cual considere el lugar en el que está el punto fundamental, el centro de todo, y saque adelante con minuciosidad la labor que tiene encomendada, ya sea relativa a aspectos técnicos, de vuelo, de organización o al resto de tareas importantes que hay. Necesitamos que el país se refuerce en todos los ámbitos, y uno de ellos es el militar. Nosotros no pretendemos amenazar a nadie. Cuando insistimos en el poderío militar y lo recomendamos no es para amenazar a ningún país ni a ninguna nación. No es para amenazar, sino para evitar amenazas, para preservar la seguridad del país. Si uno es débil, el enemigo se ve alentado a hostigarlo, mientras que si uno es fuerte el enemigo no osa acercarse. Hagámonos fuertes para que no haya guerra. Hagámonos fuertes para que se terminen las amenazas del enemigo. Tanto ustedes como la Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica y los organismos industriales del Ministerio de Defensa relativos al equipamiento, y a la gestión de recursos humanos y a las numerosas labores que ocupan a un conjunto como el de ustedes deben esforzarse al máximo para poder, si Dios quiere, por la gracia de Dios, llegar al punto que requiere una sociedad soberana, libre y digna. Mi esperanza en ese sentido es total.

Desde el principio de la Revolución hasta hoy, un servidor ha mantenido un contacto de máxima cercanía con la Fuerza Aérea, colaborando con sus mandos y sus altos responsables. Hoy día, gracias a Dios, la Fuerza ha progresado mucho. Se han dado grandes pasos y se han realizado grandes tareas. En la actualidad, la Fuerza Aérea de la República Islámica y del Ejército de la República Islámica dispone de un personal extremadamente competente y capaz. Yo he visto que algunos de sus jóvenes realizan grandes labores y, a Dios gracias, la Fuerza está repleta de capacidad, de talento y de potencial para el progreso. Dios mediante, hagan ustedes un uso óptimo de esa capacidad y, Dios mediante, háganse cada día más fuertes. Un servidor pedirá por su parte a Dios que incremente sus logros día a día.

Y sepan ustedes que el enemigo de la nación iraní está condenado al fracaso. La razón es que el enemigo de la nación iraní camina por una senda descarriada y vana. Si los presidentes de EE. UU. del pasado disimulaban las cosas que hacían con ciertos disfraces, ahora están mostrando totalmente a las claras y sin esconderse sus corrupciones, sus extravíos, su belicismo, su incitación a la discordia y su codicia de bienes y posesiones de otros. Se trata de una vía vana: la vía de Satanás. Y esa vía diabólica es la misma a la que se refiere Dios: «Esos son a quienes Dios maldijo y no encontrarás quien auxilie a quien Dios maldice» (Sagrado Corán, 4:52). Aquel a quien Dios maldice y aleja de Sí no hallará auxilio ni auxiliador. Esa es la realidad. Pero ustedes sí tienen quien los auxilie, que es Dios Todopoderoso y Sabio, y si Dios quiere Él los auxiliará y hará que alcancen su objetivo.

Quiera Dios depararles el éxito y Su aprobación a todos ustedes, y que avancen ustedes cada día más.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.