En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso. (1)

Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, pura y selecta, guía de los venerados bien guiados infalibles, en especial para el Imam de la Época.

Esta gran reunión de todos los años tiene un objetivo importante y necesario para la nación iraní, que es renovar el recuerdo del ilustre imam [Jomeiní] y beneficiarnos de sus lecciones para el avance del país, para su administración y para la persecución de los elevados objetivos de la Revolución; igualmente, aprovechar las lecciones del imam que tenemos a nuestro alcance y a nuestra disposición en sus discursos y en sus escritos, como también beneficiarnos de las distintas dimensiones de la eminente personalidad sin igual del imam, cada una de las cuales es una lección para nosotros.

También hoy quisiera decir unas palabras y exponer algunos asuntos desde la perspectiva del ilustre imam, desde el punto de vista del ilustre imam, sobre dos cosas importantes que han sucedido desde junio del año pasado hasta hoy. De esas dos cosas, una es la cuestión de Palestina, que hoy es la principal cuestión a nivel mundial, lo que comenzó con un grandioso ataque popular cuyas consecuencias atraen la atención del mundo hasta el día de hoy, convirtiéndola en cuestión principal del mundo.

La otra es el amargo suceso de la pérdida de nuestro querido y valioso presidente (2), que es también un acontecimiento de gran envergadura. El martirio de nuestro presidente y sus acompañantes tiene consecuencias tanto en el ámbito interno del país como en el panorama mundial, y ha de considerarse uno de los sucesos importantes de la historia de la Revolución. Quiero que observemos esos dos asuntos y hablemos de ellos desde el punto de vista del imam, y luego, por supuesto, les diré si Dios quiere algunas palabras sobre las elecciones y sobre ese deber general y nacional que nos atañe en relación con ellas.

Entre lo más sobresaliente de lo que vemos en las lecciones y los planteamientos del imam, está lo referente a Palestina. Ya desde el primer día del Movimiento Islámico, el ilustre imam hizo hincapié en la cuestión de Palestina, habló sobre ella, hizo una previsión de futuro y dio ciertas orientaciones a los pueblos musulmanes y al propio pueblo palestino. Lo que hace cincuenta años o más había predicho ya el imam sobre el futuro de Palestina se está haciendo hoy realidad paulatinamente. Esa clarividencia del imam en la cuestión de Palestina es algo de suma importancia, como luego explicaré. Por supuesto, esa clarividencia, esa visión de futuro y esa precisión en la percepción de los acontecimientos del imam no se limitaban a Palestina. En muchos asuntos corrientes e importantes del país, la visión del imam —la visión precisa y clarividente del imam— se hizo realidad ante los ojos de quienes lo habían escuchado, y los ejemplos abundan. Un caso es de aquellos primeros días del Movimiento. En aquellos días en que el Movimiento Islámico daba sus primeros pasos bajo el liderazgo del ilustre imam y en que el régimen del Tagut reprimía con severidad y crueldad absolutas cualquier movimiento en la Fayziya de Qom, en las calles de Qom, en Teherán… en tales circunstancias, siendo los combatientes un número reducido y la parte contraria un régimen tiránico y despiadado, él se dirigió a nosotros, que éramos entonces jóvenes seminaristas, y nos dijo: “Estos pasarán y ustedes perdurarán” (3). Por aquel entonces había personas que eran buenos analistas, gente con estudios en las distintas cuestiones de los países y sus luchas, etc., que se extrañaban de semejantes palabras, pero eso dijo él y eso mismo sucedió.

Otro ejemplo es de finales de la bendita vida de aquel ilustre hombre y son las cosas que escribió en la carta al presidente de la Unión Soviética (4), que forman parte de los dichos memorables de la historia. En aquella época, estando la Unión Soviética en el apogeo de su esplendor y su prestigio, él dijo que podía oír el ruido que los huesos del régimen comunista hacían al romperse. Nadie entonces imaginaba tal situación. Él lo dijo y no tardó mucho en acontecer lo que había predicho.

Esa es la perspectiva y la visión con la que el imam [Jomeiní] abordó la cuestión palestina: lo que resumía las conclusiones y el deseo del gran imam respecto de Palestina era que no se depositaran los anhelos en las negociaciones de contemporización. Que no se abrigaran anhelos, que no se tuvieran esperanzas en poder, mediante negociaciones de contemporización, resolver el problema de los palestinos y llegar a un punto justo en la cuestión de Palestina. Eso es en resumen lo que decía el imam. Él creía que debía ser el propio pueblo de Palestina el que conquistara sus derechos en el campo de la acción y obligara a retroceder al enemigo, al régimen sionista, lo debilitara, y que todos los pueblos del mundo y, en especial, los Estados musulmanes debían apoyar a los palestinos. Él siempre repetía que, si los pueblos entraban en acción y los propios palestinos se ponían manos a la obra y actuaban… si eso sucedía, el régimen sionista se vería obligado a retroceder. Eso hoy en día ha sucedido ya, como ahora explicaré.

En la Tormenta de Al-Aqsa, los palestinos salieron a la palestra, actuaron, entraron en acción y acorralaron al enemigo en un rincón del campo de batalla en el que no tiene ninguna vía de escape ni manera de salvarse. Sí, Estados Unidos apoya al régimen sionista, como lo apoyan muchos Estados occidentales, pero todos admiten y reconocen que las circunstancias que se han creado para el gobierno sionista son circunstancias que no dejan al régimen vía de escape. Permítanme que dé algunas explicaciones aquí sobre ese grandioso movimiento del pueblo palestino.

En los sucesos de la Tormenta de Al-Aqsa hay dos puntos fundamentales a los que debe prestarse atención; dos puntos fundamentales, trascendentales. Uno es que esa operación Tormenta de Al-Aqsa acontecida el pasado 7 de octubre era exactamente lo que necesitaba la región. Nuestra región necesitaba esa operación. Fue la respuesta a una gran necesidad de la región que ahora explicaré. El segundo punto es que esa operación asestó un golpe decisivo al régimen sionista; un golpe para el que no hay remedio alguno y por cuyo efecto el régimen sionista sufre trastornos de los que no se salvará.

En cuanto al primer punto que mencionaba, la operación Tormenta de Al-Aqsa se produjo exactamente en el momento en que la región la necesitaba. La explicación es que había un vasto plan general diseñado por Estados Unidos, junto con elementos sionistas, con sus secuaces y con algunos gobiernos de la región, conforme al cual iban a cambiar las relaciones y ecuaciones regionales; se ajustaría la relación del régimen sionista con los Estados de la región de acuerdo con los deseos del propio régimen sionista, lo que implicaría el dominio del régimen sobre la política y la economía de toda Asia Occidental, e incluso todo el mundo islámico. Habían diseñado un vasto programa que daría ese resultado y habían impulsado ese plan con muchos preparativos. Estaba detrás del plan Estados Unidos, estaba Inglaterra, estaba la comunidad de los sionistas del mundo y cooperaban seriamente en ese plan algunos gobiernos de la región. El plan había llegado a sus momentos finales; no faltaba nada para que ese plan y el plan de largo plazo llegaran a la fase de puesta en práctica. En tan delicado momento comenzó el ataque de la Tormenta de Al-Aqsa, echando por tierra todos los planes del enemigo. La tormenta del 7 de octubre canceló un plan diseñado minuciosamente por el enemigo y, con la situación sobrevenida en estos ocho meses, no hay apenas posibilidad de que consigan volver a relanzarlo. Se ha hecho algo importante.

Cuando ustedes ven al régimen sionista atacar con esa intensidad y esa crueldad a la gente indefensa de Gaza, se trata de una reacción de cólera del régimen por la cancelación de ese plan. Cuando ustedes ven al gobierno de Estados Unidos ayudar a cometer esos crímenes ante los ojos del mundo entero, se trata de la reacción de cólera de ellos por la cancelación de un plan que habían trazado con mucho esfuerzo. Tal es el milagro que hizo la Tormenta de Al-Aqsa. Esa Tormenta de Al-Aqsa ocurrió en el momento justo, en el instante justo. Claro está que un servidor no puede afirmar si los diseñadores de la Tormenta de Al-Aqsa eran conscientes de la magnitud de lo que estaban haciendo o no —yo no lo sé—, pero la realidad es que eso que ellos hicieron es algo cuyo lugar nada hubiera podido ocupar. Con la operación Tormenta de Al-Aqsa, desbarataron una gran confabulación internacional para la región de Asia Occidental y la anularon. Ese es el primer punto.

Y en cuanto al segundo punto, hemos dicho que la operación Tormenta de Al-Aqsa fue un golpe decisivo al régimen sionista; fue un golpe irreparable, que colocó al régimen sionista en una vía al final de la cual no hay otra cosa que su derrumbe y su destrucción. Sobre esa parte del asunto hemos hablado mucho. Desde el principio en que se produjo la Tormenta de Al-Aqsa hasta ahora, son muchas las ocasiones en que hemos hablado de esta cuestión (5). Hoy quiero hablar sobre ella por boca de otros. Dejo a un lado de momento mis propios pareceres y me permito exponerles las opiniones de personas que no nos son afines en enfoque y orientación.

Todos los analistas occidentales, tanto los europeos como los estadounidenses e incluso los conectados al propio régimen sionista piensan que, en esta operación, con toda su impostura y sus exhibiciones de fuerza, el régimen ha sufrido una severa derrota. Presten atención. Dicen ellos que, ocho meses después de la Tormenta de Al-Aqsa y pese a todo ese esfuerzo suyo, el régimen sionista no ha alcanzado ninguno de sus objetivos de mínimos siquiera. Eso lo dicen los analistas occidentales, y más allá de eso, un analista occidental dice incluso: “La Tormenta de Al-Aqsa es un acontecimiento que puede cambiar el siglo XXI”. Esa es la opinión de un célebre analista occidental. No quiero mencionar sus nombres, pero el juicio de un analista occidental afamado es que la Tormenta de Al-Aqsa puede cambiar el siglo XXI. Otro analista occidental dice: “La Tormenta de Al-Aqsa cambiará el mundo”.

Un analista sionista de cuestiones de seguridad, conectado al propio régimen sionista, dice que entre los jefes y los altos responsables del régimen hay confusión, hay vértigo. No saben qué es lo que tienen que hacer. Dice: “Si se publica en los medios de comunicación el contenido de las discusiones y discrepancias entre las autoridades israelíes, cuatro millones de personas se irán de Israel”. ¡Repatriación! Eso muestra el nivel de vértigo, de confusión y de azoramiento que hay entre las autoridades israelíes. Presten atención, que esto es muy importante. Dice un historiador israelí: “El proyecto sionista está dando sus últimos alientos”. Esto lo dice un analista e historiador sionista: “El proyecto sionista está dando sus últimos alientos. Estamos en el principio del fin del régimen sionista. El ejército ha fracasado en la protección de la sociedad judía en el sur y el norte de Israel”. Un ejército que decía estar entre los más fuertes del mundo ha sido derrotado dentro de su propio territorio. ¿Y quién lo ha derrotado? ¿Un Estado fuerte? ¡No! Los grupos de la Resistencia. Lo ha derrotado Hamás, lo ha derrotado Hezbolá. Esos lo han derrotado. Eso es la Tormenta de Al-Aqsa. Dejemos ahora esto a un lado; lo que tenemos ante nuestros ojos, lo que estamos presenciando es que la cuestión de Palestina se ha convertido en la principal cuestión del mundo. Eso es muy importante. Durante muchos años, lo que intentaba la propaganda oficial de los medios vinculados a Estados Unidos y a los acaudalados centros sionistas era hacer que el nombre de Palestina y la causa palestina fueran desvaneciéndose y paulatinamente cayeran en el olvido. Años intentaron que a la gente se le olvidara que una vez hubo algo llamado Palestina. Gastaron dinero para conseguirlo. Hoy, a pesar de ellos, la cuestión principal del mundo es Palestina. En las calles de Londres, en las plazas de París y en las universidades de Estados Unidos se corean consignas a favor del pueblo palestino y en contra del régimen sionista. Y Estados Unidos, ante el consenso global de los pueblos del mundo, no tiene más remedio que permanecer pasivo y, tarde o temprano, se verá obligado a dejar de apoyar a los sionistas.

Por supuesto, las tragedias de Gaza, los desconsoladores sucesos de Gaza, los ataques a gente indefensa, la matanza de cerca de quince mil niños o más, parte de ellos bebés, parte lactantes… esas tragedias existen. Son el coste que está pagando el pueblo palestino por su salvación, al tiempo que se mantiene en pie, resiste y defiende a los héroes y combatientes de la Resistencia. Pese a todos esos problemas y dificultades, el pueblo palestino no se echó atrás, no dio la espalda; defiende a la Resistencia, gracias a la bendición de la fe islámica y la creencia en las aleyas del Corán. Esto es muy importante.

Lo cierto es que el régimen sionista hizo un cálculo erróneo, un análisis erróneo de las capacidades del grandioso Frente de la Resistencia. Hoy en día, existe en nuestra región un gran frente llamado Frente de la Resistencia, y ese frente dispone de muchas capacidades. El régimen sionista incurrió en una equivocación a la hora de comprender esa realidad; erró. El régimen sionista se lanzó él mismo dentro de un pasadizo sin salida en el que saldrán a su encuentro, una tras otra, sucesivas derrotas y, por el poderío y la fuerza divinos, no hallará la manera de salvarse de ese pasadizo. El régimen sionista se está derritiendo hoy gradualmente ante los ojos de las gentes del mundo; se está terminando. Eso las gentes del mundo lo están viendo. Por supuesto, en la propaganda dicen cosas, pero lo cierto es eso. Ellos mismos lo saben, como lo saben muchos de los políticos del mundo, lo entienden muchos pueblos y lo ha entendido el pueblo de Palestina. Esto es lo concerniente a la primera cuestión de la que habíamos dicho que íbamos a hablar hoy, la cuestión de Palestina y la Tormenta de Al-Aqsa.

El segundo suceso importante es el desgarrador martirio del apreciado, querido y laborioso presidente de la República Islámica y sus acompañantes, todos ellos personas de valía. Entre los que conocí de cerca, está el Sr. Al-e Hashem (q. e. p. d.), competente, dinámico y campechano imam del rezo de los viernes de la ciudad de Tabriz y representante del Liderazgo en la importante provincia de Azerbaiyán Oriental que establecía vínculos cordiales, vínculos de afecto y vínculos profesionales con los jóvenes, con los universitarios, con los artistas, con los deportistas y con todo el mundo. Era una personalidad verdaderamente valiosa. Estaba el Sr. Amir Abdolahián (q. e. p. d.), ministro de Asuntos Exteriores dinámico, trabajador, dotado de espíritu de iniciativa, negociador capaz. Un servidor vio en algunos casos las actas de las negociaciones que él mantenía: un negociador capaz, inteligente y respetuoso de los principios y los fundamentos. Así eran los que yo conocía de cerca, y en cuanto a los demás, tanto el gobernador provincial de Azerbaiyán como el hermano que era agente de protección del presidente y esas tres queridas personas que eran los oficiales de vuelo, eran todos, según dicen quienes los conocían, personas competentes, distinguidas y piadosas. Su pérdida supone un verdadero perjuicio para el país.

Y nosotros, ¿cómo debemos actuar frente a esta calamidad? Eso es lo importante. Voy a iluminar la charla sobre esta gran pérdida con esa sublime aleya que dice: Wa la taqulu li-man yúqtalu fi sabili-l-Lahi amuat bal ahyá’un wa lakin la tash’urún (6). No den por muertos a aquellos que son matados en la senda de Dios; están vivos. En torno a esa aleya, tanto antes de ella como después, no es cuestión de acciones militares, de guerra, de combate, etc. No puede afirmarse que el significado de ese man yúqtalu fi sabili-l-Lah sea morir en el campo de batalla; no hay nada en la aleya que lo indique. En la aleya Āle ‘Imrān (La familia de ‘Imrān), wa la tahsabanna qútilu… (7), ahí sí. Esa aleya se inscribe en las cuestiones del Yihad, pero esta, no. Esta es general: quienquiera que resulte muerto en la senda de Dios. Senda de Dios es la senda del servicio a la gente; senda de Dios es la senda de la acción de Yihad para la gente; es la senda de la administración de un país islámico; es la senda del avance de la República Islámica. El querido Sr. Raisí y sus acompañantes hallaron la muerte en la senda del avance del país, en la senda del servicio a la gente, en la senda de la elevación de la República Islámica. Por tanto, esa aleya los engloba. No los consideren muertos, bal ahyá’un, “pues están vivos” —la misma locución que hay respecto de los mártires—. Por tanto, nosotros los consideramos “mártires del servicio”, como dijo la gente. Esas expresiones “mártir de la República” y “mártir del servicio” surgieron del corazón del pueblo. Eso es algo muy valioso.

En definitiva, esta ha sido una calamidad ciertamente grave para el país. Permítanme que diga unas palabras sobre nuestro difunto presidente y también unas palabras sobre la gente, nuestro pueblo, y cómo este ha reaccionado a este suceso. Ahí hay una lección. Debemos aprender de los acontecimientos. Estos acontecimientos son una lección para nosotros.

Sobre nuestro querido presidente (que Dios lo tenga en Su misericordia), todos han reconocido que era un hombre trabajador, un hombre de acción, un hombre servicial, un hombre afable y sincero. Eso lo han reconocido todos. Trabajaba día y noche. En el servicio al país, llevó el listón a un nuevo nivel. Nosotros ya habíamos tenido antes figuras que prestaron servicios, pero no hasta esa cota, no con ese volumen, con esa calidad, con esa lealtad ni con esa laboriosidad, día y noche. El Sr. Raisí, que en paz descanse, ha dejado el listón a un nuevo nivel en materia de servicio a la nación. En asuntos exteriores, aprovechó las oportunidades de manera óptima. Todo ese dinamismo exterior y esos viajes al extranjero han tenido para el país valiosas consecuencias y bendiciones, tanto para el día de hoy como para el mañana del país. Hizo a Irán más grande y más sobresaliente a ojos de las figuras políticas mundiales. En sus discursos y sus declaraciones en el extranjero, definió y dio a conocer correctamente la Revolución Islámica y a la nación iraní, y por eso hoy hablan de él las figuras políticas y lo presentan como una personalidad destacada. Eso, para mí, que he estado dedicado largos años a los asuntos exteriores, es algo nuevo y valioso. Su manera de dirigir entre sus compañeros era un estilo particular acompañado de cordialidad. Era afable y cordial en su trato con sus compañeros, con los ministros y con los directivos gubernamentales. Reconocía la dignidad y la respetabilidad de la gente. Ofrecía espacio a la gente, a los jóvenes, para que expresasen sus opiniones. Respetaba la honorabilidad de las personas. Confiaba en los jóvenes y los alababa. A las personas que lo habían tratado mal, él las trataba con dignidad. Ni siquiera daba una respuesta agresiva, desagradable o airada a quienes lo habían insultado. Del mismo modo, marcaba con franqueza los límites frente a los enemigos de la Revolución. Si hablaba de personas adversas, opuestas y hostiles a la Revolución, no lo hacía con ambigüedad; hablaba con franqueza y establecía límites claros. No confiaba en las sonrisas del enemigo. Todo eso es valioso, son lecciones. Cada uno de esos aspectos es un modelo a imitar para nuestros políticos, para nuestros futuros presidentes, para quienes ocupan un puesto de confianza de la nación.

Tras la pérdida de ese ser entrañable, yo vi como en casi todos los diarios, en toda la prensa, en internet y personas diversas de distintas corrientes hablaban de sus servicios prestados y de su esfuerzo constante, lo alababan, lo elogiaban. Me dio pena; me dio pena por Raisí. Estando él en vida, [algunos de ellos] no se dignaban decir ni una palabra de aquello. Estando él en vida, veían esas cualidades sobresalientes, pero las ocultaban o incluso decían lo contrario y lo zaherían. Por supuesto, él no solía responder, pero a veces venía a verme y se quejaba un poco. Quiera Dios Altísimo conceder grados elevados a ese valioso y entrañable hombre. Quiera Dios elevar el grado de todos aquellos que lo acompañaban y dar paciencia a sus familias. Esto, en cuanto a lo relativo a las personas de esos seres queridos.

Ahora, en lo que toca a la gente: en mi opinión, el capítulo concerniente a la gente es un capítulo notable. Fue una gran desgracia, y ¿cómo actuamos frente a una gran desgracia? ¿Cómo se reacciona frente a las desgracias, ya sean personales o nacionales? Una manera de reaccionar consiste en que, frente a la calamidad, uno se deprima, se aísle y, en definitiva, sea derrotado por la calamidad y pierda la esperanza. Esa es una forma de reaccionar frente a las calamidades.

Otro modo de reaccionar a las calamidades es mantenerse firmes ante ellas; en definitiva, eso mismo a lo que se alude en el Corán como sabr [paciencia, aguante]. Sabr significa mantenerse firme ante las calamidades; ser pacientes e incluso, además de ser pacientes, hacer de la calamidad una oportunidad, actuar con heroísmo, lograr resultados gratos a partir de un acontecimiento penoso. El pueblo iraní escogió esta segunda opción. El pueblo de Irán actuó con heroísmo frente a ese penoso suceso. Esas inmensas concentraciones, esa heroicidad extraordinaria del pueblo de Irán en la despedida de esos seres queridos ha sido una de esas acciones sobresalientes del pueblo iraní.

Durante los años de la Revolución y después de ella, nuestro pueblo ha realizado muchas grandes obras. Una de ellas fueron las dimensiones épicas del duelo por sus seres queridos, como el mártir Soleimaní, el mártir Raisí y los demás. Esas concentraciones de millones de personas en Teherán, en Mashad, en Tabriz, en Qom, en Rey —dos días seguidos—, en Zanyán, en Maragué, en Nayafabad, en Biryand… esas inmensas concentraciones que formó la gente, esas epopeyas, son un signo de que a este pueblo no lo derrotan tales calamidades, sino que ante ellas crecen su resiliencia y su motivación.

En esas multitudes enfervorecidas había ciertos mensajes. Uno de ellos era que el pueblo de Irán está motivado, es incansable, se mantiene firme, está vivo y, ante los distintos acontecimientos, saca a la luz su presencia y su motivación. Otro mensaje son las conexiones, apegos y vínculos emocionales que existen entre la gente y los altos funcionarios del país, justo al contrario de lo que pretende hacer creer el enemigo. Algo que dijeron sin cesar los enemigos en el exterior y que, lamentablemente, repitieron también algunos dentro del país es que “la República Islámica ha perdido su capital nacional”. No es así; cuando a un pueblo le es arrebatado su presidente y la gente sale por millones a las calles, eso es capital nacional. Tal cosa no la hay en ningún lugar del mundo.

Eso no se ha visto en ningún lugar del mundo, en ningún otro país. Ha habido presidentes de países a los que la gente quería y por los que, cuando murieron, la gente los lloró. Un servidor recuerda algunos casos, pero no son comparables a lo que ha sucedido aquí. Aquí la gente salió a la palestra con una grandeza sin parangón. No hay nada semejante en ningún lugar del mundo. Eso es por la conexión entre la gente y los responsables, por la relación entre la gente y los dirigentes. Luego, el del ilustre imam fue un caso aparte. Lo que sucedió en el fallecimiento del imam es otra historia. Aquello fue una verdad distinta. Pero esa es la manera en que actúa la gente con esos responsables que tienen cerca, como Soleimaní o como Raisí.

Otro mensaje de esas concentraciones es que la gente apoya los lemas de la Revolución. Eso no lo pueden ocultar, porque el difunto Raisí, que en paz descanse, repetía abiertamente las consignas de la Revolución y las encarnaba. Cuando la gente lo alaba y le profesa respeto está, en realidad, mostrando su apego a los lemas de la Revolución, puesto que esos lemas se manifestaban en él.

Otro tema es que la gente valora lo que hacen sus servidores. Eso deben saberlo los responsables y prestarle atención. No vayan a figurarse los responsables que, si prestan un servicio, a la gente se le va a olvidar. No, la gente lo sabe, lo entiende y lo aprecia. Eso es un aliciente para servir.

Estas importantes ideas surgidas de las multitudes populares tendrán efecto en las ecuaciones políticas de la región; serán influyentes en el esclarecimiento y la distribución del poder en la región. Que los grandes analistas políticos y las figuras políticas del mundo observen y vean que ese es el pueblo de Irán, con esa motivación, con ese entusiasmo, con esa presencia, con esa disposición, con esa manera de estar en la acción. Eso refleja ante el mundo ciertas realidades de Irán y de los iraníes.

Otro tema más que es también importante es que, pese a la pérdida de su presidente, el país ha podido mantener por completo la calma y la seguridad.

Bien, ¡queridos hermanos y hermanas! Esto es lo que tenía que decir. Permítanme que añada unas palabras sobre las elecciones. Los comicios que tenemos ante nosotros suponen una gran tarea y son un fenómeno que conllevará muchos logros. Estas elecciones que tenemos ante nosotros, si Dios mediante se celebran bien, con grandeza y con esplendor, serán un gran logro para la nación iraní. Si, después de ese trágico incidente, la gente se une y elige al próximo responsable con un número de votos elevado, eso tendrá un reflejo extraordinario en el mundo. Por eso, estas elecciones son muy importantes. Esta gesta electoral complementa la gesta de la despedida de los mártires; esta tarea completa la que realizaron ustedes antes al despedir a los mártires. Para poder preservar sus intereses en la compleja ecuación internacional, consolidar su profundidad estratégica y hacer que afloren y eclosionen sus capacidades naturales y humanas, dar alegrías al pueblo y ser capaces de cerrar las brechas en la economía y la cultura, el pueblo de Irán necesita un presidente activo, trabajador, informado y que crea en los principios de la Revolución.

Escuchen un último consejo de un servidor. En esta inmensa movilización que se está llevando a cabo, en la venidera competición electoral entre los candidatos, la moral debe regir las conductas. Las difamaciones, las calumnias y los insultos no ayudan a que avancen las cosas y suponen además un desdoro para la nación. La liza electoral es una liza de dignidad y heroísmo, una arena para competir por servir, no el campo de una batalla por el poder. Los hermanos que entran en la contienda y la competición electorales han de considerar esto un deber. Que ellos cumplan con su deber, y quiera Dios Altísimo guiar los corazones de la gente hacia la mejor opción y, si Dios quiere, se elegirá un presidente digno para la nación iraní.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) En el inicio del acto, celebrado junto al sepulcro purificado del imam Jomeiní (q. e. p. d.), pronunció unas palabras el hoyatoleslam Seyed Hasán Jomeiní, custodio del Santuario del Imam Jomeiní.

(2) Referencia al siniestro del helicóptero que transportaba al hoyatoleslam Seyed Ebrahim Raisí, presidente de la República Islámica; al Sr. Hoséin Amir Abdolahián, ministro de Asuntos Exteriores; al hoyatoleslam Seyed Mohammad Alí Al-e Hashem, representante del Líder en la provincia de Azerbaiyán Oriental; al Sr. Malek Rahmatí, gobernador provincial de Azerbaiyán Oriental; al general de brigada Seyed Mehdí Musaví, comandante de la Unidad de Protección de la Presidencia de la República Islámica; al general segundo de brigada Seyed Taher Mostafaví, piloto; al general segundo de brigada Mohsén Daryanush, piloto; y al teniente coronel del cuerpo técnico Behruz Qadimí. El siniestro ocurrió el 19 de mayo de 2024 en las inmediaciones de Varzaqán, en la provincia de Azerbaiyán Oriental, y ocasionó el martirio de todos ellos.

(3) Mensaje a los seminarios de Qom, Mashad y Teherán (16/04/1967). En Sahifé-ye emâm (vol. 2, p. 130).

(4) Mensaje al Sr. Mijaíl Gorbachov (01/01/1989). En Sahifé-ye emâm (vol. 21, p. 220).

(5) Entre otras, en la Cuarta Ceremonia Conjunta de Graduación de Cadetes de las Escuelas de Oficiales de las Fuerzas Armadas de la República Islámica de Irán (10/10/2023), en el encuentro con estudiantes en vísperas del Día Nacional de la Lucha contra la Arrogancia Mundial (01/11/2023) y en el encuentro con un grupo de basiyíes de todo Irán con ocasión de la Semana del Basich (29/11/2023).

(6) “Y no digáis de aquellos a quienes mataron en la senda de Dios que están muertos, pues están vivos, aunque vosotros no os deis cuenta” (2:154).

(7) Wa la tahsabanna-l-ladina qútilu fi sabili-l-Lahi amuatun (Sagrado Corán, 3:169): “Y no creáis en absoluto que aquellos que han sido matados en la senda de Dios están muertos”.