Con motivo de rendir homenaje al secretario general de Hezbolá, el martir Seyed Hasan Nasralá, y también el primer aniversario de la operación Tormenta de Al-Aqsa (1).

Primer sermón

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Wa-l-hamdu li-l-Lahi rabbi-l-alamín wa-s-salatu wa-s-salamu ala sayyídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-arazeyn. Al-Lahumma inni ahmaduka wa-staínaka wa-stágfiruka wa atawakkul alayk. Wa-s-salamu ala aímmati-l-muslimín wa humati-l-mustad’afín wa hudati-l-mu’minín. Qala-l-Lah taala: Wa-l-mu’minuna wa-l-mu’minatu báaduhum awliá’u báadin ya’muruna bi-l-ma’rufi wa yanhawna ani-l-múnkari wa yuqimuna-s-salata wa yu’tuna-z-zakata wa yuti’una-l-Laha wa rasúlahu ulá’ika sayarhamúhumu-l-Lahu inna-l-Laha Azizun Hakimun (2).

Invito y exhorto a todos los hermanos y hermanas, así como a mí mismo, a mantenerse en el temor de Dios, en la divina taqwa. En nuestras palabras y en nuestros actos, cuidemos de no exceder los límites de Dios. Es eso lo que significa taqwa.

En esa aleya que he recitado se plantea la importante cuestión del vínculo entre creyentes, vínculo y conexión al que en el léxico coránico se le da el nombre de wilaya: la mutua wilaya entre los fieles. La idea aparece en varias aleyas del Corán. En esta, se presenta la misericordia divina como resultado de esa wilaya, de esa interconexión: Ulá’ika sayarhamúhumu-l-Lah (3). Es decir, si ustedes los musulmanes mantienen entre sí el vínculo, la relación, la colaboración y la empatía, los alcanzará la misericordia de Dios. Luego dice: Inna-l-Laha Azizun Hakimun (4). La sublime aleya se termina con el recuerdo de la gloria y la sabiduría divinas, acaso porque la misericordia divina sea acorde en este caso a la gloria y a la sabiduría de Dios; porque la misericordia de Dios incluya todo tipo de virtudes descendidas de Dios a sus siervos. Todas las bendiciones, todas las gracias, todos los sucesos de la vida son misericordia de Dios. Sin embargo, en esa sublime aleya, esa misericordia se corresponde con la gloria y la sabiduría. Por gloria divina, por ‘izza divina, se entiende el dominio del poder de Dios sobre todo el mundo de lo existente. Sabiduría divina, hikma divina, es la solidez, la firmeza de todas las leyes de la Creación. Quizá haya querido [Dios] en esa aleya llevar nuestra atención hacia que, si los musulmanes se unen y se ponen de acuerdo unos con otros, tendrán tras de sí la gloria y la sabiduría divinas; podrán beneficiarse del poder omnímodo de Dios, podrán beneficiarse de lo que implican las tradiciones de Dios, las leyes divinas.

Pues bien, ¿qué significa esto de wilaya? Significa vinculación e interconexión de los musulmanes entre sí. Esa es la política del Corán para los musulmanes. La política del Corán para los musulmanes consiste en que las naciones musulmanas, los grupos musulmanes sean solidarios unos de otros, ya que Él ha prometido a los pueblos musulmanes: si son ustedes solidarios entre sí, eso hará que tengan el respaldo de la gloria de Dios. En otras palabras, superarán todos los obstáculos, vencerán a todos los enemigos. La sabiduría divina los respaldará. Es decir, que todas las leyes de la Creación operarán en el sentido de su progreso. Esa es la lógica del Corán, la política del Corán.

En el lado opuesto a esa política está la política de los enemigos del Islam, es decir, de los arrogantes y los agresores del mundo. Su política es dividir para reinar. Su modo de operar se basa en causar división. Esa política de la división la han aplicado en los países islámicos con todo tipo de artimañas hasta el día de hoy y siguen manteniéndola, enturbiando los corazones de los pueblos islámicos unos para con otros. Pero hoy los pueblos han despertado. Hoy es el día en que la Umma puede vencer esa artimaña de los enemigos del Islam y de los musulmanes.

Yo les quiero decir que el enemigo del pueblo iraní es el mismo que el del pueblo palestino, el mismo que el del pueblo libanés, el mismo enemigo que el del pueblo iraquí, el mismo que el del pueblo egipcio, el enemigo del pueblo sirio, el enemigo del pueblo yemení. El enemigo es uno, si bien los métodos del enemigo difieren en los diferentes países: en un caso, nuestros enemigos persiguen esa política con guerra psicológica; en otro, con presión económica; en otro, con bombas de dos toneladas. En un caso, por las armas; en otro, con sonrisas. Pero la sala de mando está en un único lugar; las órdenes se reciben de un único lugar; la orden de ataque a las poblaciones musulmanas, a los pueblos musulmanes, se recibe de un único sitio. Si esa política tiene éxito en un país —es decir, que conduce a la dominación de ese país—, una vez que ese país ya no los preocupa, van por otro. Los pueblos no deben permitirlo.

Todo pueblo que quiera no verse afectada por el paralizante asedio del enemigo debe desde el principio abrir los ojos, estar despierto. Cuando vea que el enemigo va por otro pueblo, ha de considerarse asociado a ese pueblo oprimido, ayudarlo y colaborar con él para que el enemigo no tenga éxito allá. Si lo tiene, irá por el siguiente lugar. Nosotros los musulmanes hemos hecho caso omiso de esa realidad durante muchos años y hemos visto los resultados. Hoy no debemos ya ignorarlo. Debemos estar alerta. Debemos apretarnos bien el cinturón para la defensa, el cinturón de la aspiración a la independencia, de la dignidad, desde Afganistán hasta Yemen, desde Irán hasta Gaza y Líbano, en todos los países y pueblos islámicos. Este es el primer asunto que quería exponerles hoy.

Hoy mis palabras van sobre todo dirigidas a los hermanos libaneses y palestinos, que están en apuros, y se las diré en el siguiente sermón. El segundo asunto es que los preceptos del Islam en materia de defensa dejan claro cuál es nuestro deber —tanto los preceptos del Islam en defensa, como nuestra propia Constitución y las leyes internacionales—. Esas mismas leyes en cuya redacción nosotros no tuvimos influencia alguna, pero, incluso en esas mismas leyes, esto que les voy a decir es uno de los postulados indiscutibles, y es que todo pueblo tiene derecho a defender su tierra, su casa, su país y sus intereses frente al agresor. Lo que esto significa es que la nación palestina tiene derecho a alzarse frente a un enemigo que se ha apoderado de su tierra, ha ocupado su casa, destruido sus cultivos y arruinado su vida. El pueblo palestino está en su derecho. Esa es una zona consolidada, como corroboran hoy las leyes mundiales.

¿De quién es Palestina? ¿Quiénes son el pueblo de Palestina? ¿De dónde vinieron esos ocupantes? El pueblo de Palestina tiene derecho a alzarse frente a ellos. Ningún tribunal, ningún organismo, ninguna organización internacional tiene derecho a reprender al pueblo palestino por oponerse al régimen usurpador sionista. ¡No tienen derecho! Y quienes ayudan al pueblo palestino están cumpliendo con su deber. Nadie tiene derecho, conforme a ninguna ley internacional, a reprender al pueblo libanés, al Hezbolá libanés, por apoyar a Gaza y el levantamiento del pueblo de Palestina. Es su deber, lo tenían que hacer. Además de ser un mandato islámico, lo dictan la razón y la lógica internacional, mundial. Los palestinos están defendiendo su tierra; esa defensa es legítima y es también legítimo ayudarlos.

Por tanto, todos esos ataques y la Tormenta de Al-Aqsa (5), que se llevó a cabo el año pasado en estos mismos días, son acciones correctas, conformes a la lógica y a la ley internacional, y son los palestinos quienes estaban en su derecho. La tenaz defensa del pueblo palestino por los libaneses es tanto parte de ese mandato como es legal y es también racional; es lógica, es legítima y nadie tiene derecho a censurarlos por acometer esa defensa. Y la brillante acción de nuestras Fuerzas Armadas hace tres noches fue también una acción plenamente legal y legítima (6). Lo que hicieron nuestras Fuerzas Armadas fue el mínimo de los castigos al régimen usurpador sionista por los asombrosos crímenes de ese régimen, de un régimen sanguinario, de un régimen bestial, del perro rabioso de Estados Unidos en la región. Cualquiera que sea el deber que incumba a la República Islámica en este ámbito, lo cumplirá con fuerza, con severidad y con contundencia. En el cumplimiento de ese deber, ni nos demoramos ni nos precipitamos. Fíjense bien: ni demora ni precipitación. No caeremos en la precipitación. Lo que a juicio de los decisores militares y políticos sea lógico, sea sensato, sea correcto, se hará a su debido tiempo, como se ha hecho y como, si resulta necesario, se volverá a hacer.

En el segundo sermón se tratarán las cuestiones de Líbano, siendo los destinatarios del sermón nuestros hermanos árabes de los países de la región.

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Wa-l-asri * Inna-l-insana la-fi jusrin * il-la-l-ladina ámanu wa-ámilu-s-salihati wa tawasu bi-l-haqqi wa tawasu bi-s-sabri (7).

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Segundo sermón

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso

Alabado sea Dios, Señor de los Mundos, y vayan los rezos y la paz con nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad y su familia pura, en especial con el Príncipe de los Creyentes; su amada Fátima al-Zahra al-Marzia; Al-Hasan y Al-Husain, maestros de los jóvenes del Paraíso; Alí ibn al-Husain Zain al-Abidín; Muhammad ibn Ali al-Baqir; Yaafar ibn Muhammad as-Sadiq; Musa ibn Yaafar al-Kadim; Ali ibn Musa al-Riza; Muhammad ibn ali al-Yawad; Ali ibn Muhammad al-Hadi; Al-Hasan ibn Ali az-Zaki al-Askari; y al-Huyya ibn al-Hasan al-Qaim al-Mahdi, con todos ellos las bendiciones de Dios.

He visto necesario rendir homenaje en el rezo del viernes de Teherán a mi hermano querido, motivo de orgullo para mí, rostro amado en el mundo islámico, elocuente lengua de los pueblos de la región y resplandeciente gema del Líbano, Seyed Hasan Nasralá (Dios le conceda Su favor), y dirigir a todos ciertas observaciones.

El destinatario de este sermón es todo el mundo islámico, pero son destinatarios especiales los pueblos queridos de Líbano y Palestina. Estamos todos, en el martirio del Seyed querido, afligidos y en duelo. Es esta una gran pérdida que nos ha sumido en un verdadero duelo. Eso sí, nuestro duelo no implica abatimiento, desasosiego ni desesperanza. Es como el duelo por el Señor de los Mártires, Husain ibn Alí (la paz sea con ambos): vivificante, formativo, estimulante y esperanzador.

El cuerpo de Seyed Hasan Nasralá no está entre nosotros ya, pero su verdadera persona, su espíritu, su camino y su expresiva voz siguen y seguirán entre nosotros. Él fue el estandarte en alto de la Resistencia frente a rapaces demonios despiadados; fue una lengua elocuente en valiente defensa de los oprimidos; fuente de consuelo y de osadía para los combatientes y para quienes aspiran a la justicia. Su estimación y su influencia se habían extendido más allá del Líbano, de Irán y de los países árabes, y ahora su martirio acrecentará esa influencia.

Su más importante mensaje para ustedes, el leal pueblo libanés, en su vida en este mundo, tanto en las palabras como en los actos, fue que no desesperen ni se azoren por perder a figuras eminentes como el imam Musa Sadr, Sayyid Abbas al-Musawi y los demás; no duden del camino de la lucha; incrementen sus esfuerzos y su capacidad; redoblen su cohesión; resistan frente al enemigo invasor, agresor, reforzando su fe y su confianza en Dios, y hagan que fracase.

¡Queridos míos! ¡Leal pueblo de Líbano! ¡Ardorosos jóvenes de Hezbolá y de Amal! ¡Hijos míos! También hoy es eso lo que quiere nuestro Seyed mártir de su pueblo, del Frente de la Resistencia y de toda la Umma.

El vil y abyecto enemigo, al no poder infligir daño sustancial a las sólidas estructuras de Hezbolá, de Hamás, de Yihad Islámica o de las demás organizaciones que combaten por la causa de Dios, ven la señal de su victoria en el asesinato, en la destrucción, en los bombardeos, en las matanzas de civiles y en sumir en el duelo a personas desarmadas. ¿Cuál es el resultado? El resultado de tal conducta es la acumulación de ira; una mayor motivación de la gente; el surgimiento de más hombres, más jefes, más líderes y más personas dispuestas a dar la vida; el estrechamiento del cerco en torno a ese lobo sanguinario y, por fin, la eliminación de esa ignominiosa entidad del ámbito de lo existente, Dios mediante.

¡Queridos! Los corazones en duelo hallan paz en el recuerdo de Dios y en la súplica de Su ayuda, las ruinas se reconstruyen y el aguante y resiliencia de ustedes les reportarán honor y dignidad.

El querido Seyed estuvo treinta años a la cabeza de una ardua lucha. Levantó a Hezbolá paso a paso: «Son como un sembrado en el que germinan sus semillas, crecen y se ensanchan y fortalecen en su tallo, sorprendiendo a los sembradores. Y con ello Él enoja a los que descreen. Y Dios ha prometido, a quienes de ellos crean y realicen buenas obras, perdón y una recompensa inmensa» (Sagrado Corán, 48:29).

Con el discernimiento del Seyed, Hezbolá creció de modo sensato y natural, pacientemente, etapa tras etapa, y exhibió en diversos momentos al enemigo los efectos de su existencia al hacer retroceder al régimen sionista: «Da su fruto en toda época, con permiso de su Señor» (Sagrado Corán, 14:25).

Hezbolá es verdaderamente el árbol bueno. Hezbolá y su heroico dirigente mártir son la esencia de las virtudes históricas y de la identidad de Líbano.

Nosotros los iraníes conocemos Líbano y sus excelencias desde tiempos remotos. Personas como el mártir Muhammad ibn Makki al-Ámili, Alí ibn Abd al-Ali al-Karaki, el mártir Zayn al-Din al- Ámili, Husain ibn Abd al-Samad al-Ámili, su hijo Muhammad Baha’ al-Din —conocido como sheij Bahaí— y otros más, entre los hombres de ciencia y de religión, beneficiaron a Irán con las bendiciones de su desbordante conocimiento durante los siglos VIII, X y XI de la Hégira, con los imperios de los Sarbedar y safaví.

Es deber nuestro y de todos los musulmanes cumplir con el deber para con Líbano, herido y ensangrentado. Defendiendo a Gaza, con su Yihad por la Mezquita de Al-Aqsa y asestando golpes al inicuo régimen usurpador, Hezbolá y el Seyed mártir avanzaron por la senda de un servicio vital prestado a toda la región, a todo el mundo islámico. La insistencia de Estados Unidos y sus cómplices en preservar la seguridad del régimen usurpador es una tapadera de la mortífera política que consiste en convertir al régimen en instrumento de ellos para hacerse con el control de todos los recursos de la región y emplearlos en grandes conflictos mundiales. Su política es hacer del régimen la puerta de exportación de la energía de la región al mundo occidental, así como la puerta para las importaciones de mercancías y tecnología occidentales de la región, lo que supondría garantizar la existencia del régimen usurpador y la dependencia de toda la región respecto de él. El atroz y temerario comportamiento del régimen con sus bombardeos se debe a que codicia esa situación. Esta realidad nos hace entender que todo golpe infligido al régimen por parte de cualquier persona o grupo que sea es un servicio a toda la región e incluso a toda la humanidad.

Con toda certeza, ese sueño sionista y estadounidense es una fantasía vana e irrealizable. El régimen no es sino el árbol malo «arrancado de la tierra», presentado por la veracidad divina como «sin estabilidad» (Sagrado Corán, 14:26). Ese pérfido régimen carece de raíces y es artificial e inestable, y tan solo se mantiene en pie a duras penas gracias a las inyecciones de ayuda de Estados Unidos. Pero tampoco eso durará mucho, con el permiso de Dios.

Prueba evidente de esta afirmación es el hecho de que, tras un año ya gastando muchos miles de millones de dólares en Gaza y Líbano y contando con ayuda plena de Estados Unidos y de varios Estados occidentales más frente a unos miles de hombres en armas, de combatientes por la causa de Dios cercados e impedidos de recibir cualquier tipo de ayuda del exterior, el enemigo ha fracasado, siendo su única habilidad bombardear casas, escuelas, hospitales y centros de población desarmada. Hoy, gradualmente, la criminal banda sionista ha llegado también a la conclusión de que jamás vencerá a Hamás y Hezbolá.

¡Pueblo resistente de Líbano y Palestina! ¡Audaces combatientes! ¡Paciente y agradecido pueblo! Estos martirios, esta sangre derramada no debilitará su movimiento, sino que lo hará más sólido. Con el Irán islámico, en unos tres meses del verano de un solo año, en 1981, fueron asesinadas decenas de destacadas y eminentes figuras nuestras, una de las cuales fue una gran personalidad como Seyed Mohammad Beheshtí; otras, un presidente de la República Islámica como Rayaí y un primer ministro como Bahonar; ulemas como los ayatolás Madaní, Qoddusí, Hashemineyad, etc. Cada uno de ellos era un pilar de la Revolución a nivel nacional o local, y sus pérdidas no fueron cosa baladí. Pero la Revolución no se detuvo, no retrocedió, sino que se aceleró.

Tampoco hoy retrocederá la Resistencia de la región con esos martirios. La Resistencia vencerá. La Resistencia de Gaza asombró al mundo. Honró al Islam. En Gaza, el Islam se ha interpuesto frente a toda maldad, toda iniquidad. No hay ninguna persona noble de espíritu que no salude esa resistencia y maldiga a su despiadado y sanguinario enemigo.

La Tormenta de Al-Aqsa y todo un año de resistencia en Gaza y Líbano ha llevado al régimen usurpador hasta el punto de que su principal afán es el mantenimiento de su propia existencia —es decir, el mismo afán que tenía el régimen en los primeros años tras su aciago nacimiento—. Lo que esto significa es que la Yihad de los hombres en armas de Palestina y Líbano ha logrado hacer que el régimen sionista retroceda setenta años.

La principal causa de guerra, inseguridad y atraso en esta región es la existencia del régimen sionista y la presencia de Estados que dicen buscar un ambiente de paz y tranquilidad en la región. El problema fundamental de la región son las injerencias extranjeras. Los gobiernos de esta región son capaces de establecer en ella paz y bienestar. Hacen falta el esfuerzo y la lucha de los pueblos y de los gobiernos para alcanzar esa gran y salvífica meta. En este camino, Dios ayuda a los caminantes: «Y, en verdad, Dios tiene poder para auxiliarlos» (Sagrado Corán, 22:39).

Sea la paz de Dios con el dirigente mártir Nasralá, con el heroico mártir Haniyeh y con el honorable general Qasem Soleimaní.

Notas

1) Los sermones de este rezo se pronunciaron en el gran oratorio de Teherán.

2) «Sea toda alabanza para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época. ¡Oh, Dios! Yo Te alabo, Te pido ayuda, Te pido perdón y me encomiendo a Ti. Sea la paz con los imames de los musulmanes, los protectores de los desheredados y los guías de los fieles. Dijo Dios Altísimo: “Y los creyentes y las creyentes son amigos y protectores los unos de los otros. Ordenan lo que es bueno y prohíben lo que es malo y hacen la oración, dan el impuesto religioso y obedecen a Dios y a Su Mensajero. Es con ellos con quien Dios será misericordioso. En verdad, Dios es poderoso, sabio” (Sagrado Corán, 9:71)».

3) «Es con ellos con quien Dios será misericordioso» (Idem).

4) «En verdad, Dios es poderoso, sabio» (Idem).

5) El sábado 7 de octubre de 2023, los grupos de la Resistencia palestina iniciaron una vasta operación denominada Tormenta de Al-Aqsa, en cuyas primeras horas se mató, hirió o capturó a un elevado número de sionistas.

6) Alusión a la operación Promesa Veraz 2, realizada el 1 de octubre de 2024 en respuesta a los martirios de Ismail Haniyeh, Seyed Hasan Nasralá y el general de división mártir Abbás Nilforushán, así como a los brutales ataques a Gaza y a la zona beirutí de Dahiya. En la operación se atacaron objetivos de seguridad y militares del régimen sionista en los territorios ocupados con decenas de misiles.

7) «En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso. / Juro por la época / que, en verdad, el ser humano va hacia su perdición, / excepto aquellos que creen y realizan buenas acciones y se aconsejan unos a otros la Verdad y se aconsejan unos a otros la paciencia» (Sagrado Corán, 103:1-3).