Excelentísimo señor Araqchí, en sus recientes viajes a los países de la región —elogiados por el Líder de la Revolución—, ha mantenido usted importantes encuentros con los dirigentes de dichos países. ¿Qué advertencia ha transmitido usted en dichos encuentros sobre una eventual colaboración de ellos con el régimen sionista para amenazar a Irán?

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso. Bien, en estos viajes hemos expuesto con franqueza las posiciones definitivas de la República Islámica de Irán respecto de las cuestiones de la región, de su autodefensa y de la defensa del Eje de la Resistencia, así como la firme determinación de la República Islámica, que continuará a conciencia el camino tomado en apoyo al pueblo palestino y frente al régimen sionista. También, que de estas vicisitudes ha habido muchas a lo largo de las casi cuatro últimas décadas, sin que ello afectara en lo más mínimo a la resolución y la voluntad de la República Islámica de Irán. Asimismo, se les ha explicado a todos ellos la capacidad de Irán para defenderse a sí mismo, así como la capacidad de Irán para infligir golpes en reciprocidad a quienes alberguen intención de agredir a Irán, y que es mejor que nadie trate de poner a prueba la voluntad de autodefensa del pueblo iraní y de la República Islámica de Irán. Este es el mensaje que se ha transmitido a todos esos países. Y junto al mensaje, la necesidad de reducir la tensión y crear relaciones de buena vecindad.

Les hemos dicho que, del mismo modo que la República Islámica de Irán es hombre de guerra, en la relación con sus vecinos es hombre de paz. Nosotros no queremos tensión; no suponemos ninguna amenaza para nuestros propios vecinos en la región del golfo Pérsico ni más allá. El caso del régimen sionista va aparte, como es caso aparte el de las potencias de fuera de la región, pero en la política de vecindad iniciada con el pasado gobierno del mártir Raisí, nosotros hablamos completamente en serio y, por tanto, en estos viajes hemos promovido una diplomacia totalmente integral que creo que ha mostrado sus resultados.

Señor ministro, ¿cuáles son los límites de la determinación de la República Islámica a la hora de proteger los intereses y la integridad territorial del país? ¿Surtirán efecto en una atenuación del castigo al régimen agresor ciertas insinuaciones y exhortaciones hipócritas a la contención?

Yo pienso que hemos demostrado que no existe límite alguno en nuestra determinación de defendernos. Esto lo demostramos tanto en los ocho años de guerra con el régimen de Saddam como al afrontar las hostilidades de Estados Unidos durante años en el pasado. Al hacer frente a los embargos de Estados Unidos y en todo incidente que se ha producido, hemos demostrado que no nos fijamos ningún límite en la defensa de nuestro pueblo. Defenderemos esta tierra, nuestra patria, no ya palmo a palmo, sino centímetro a centímetro. Defenderemos los ideales de la República islámica, que respaldamos en su totalidad. Creo que esto lo ha visto el mundo entero. El último ejemplo fueron las operaciones Promesa Veraz 1 y 2, que se ejecutaron de forma decidida, asumiendo con poderío todas sus consecuencias la República Islámica de Irán y el pueblo de Irán.

Una última pregunta, doctor Araqchí: ¿Cuál fue la influencia de las operaciones Promesa Veraz 1 y 2 a la hora de reforzar la capacidad diplomática del país y de que la diplomacia disponga de más recursos?

Mire usted, la diplomacia se apoya en los elementos de poder del interior. Por supuesto, la propia diplomacia puede también generar poder, pero el avance de la diplomacia depende de cuál sea el elemento de poder, dentro del país, sobre el que descansa esa diplomacia. El respaldo que tienen los diplomáticos es, digamos, el poder o la fuerza internos. Y esa fuerza interna puede ser fuerza militar, puede ser fuerza económica, puede ser fuerza política o puede ser fuerza discursiva —los discursos generados por la República Islámica son uno de los elementos de su poder, junto, por supuesto, a su industria de defensa y de su armamento de defensa propio—. Es todo eso lo que envía al diplomático al escenario con fuerza y da, digamos, poder a la diplomacia para que pueda hacer avanzar sus objetivos. Además, en su mismo movimiento, la propia diplomacia puede también generar poder; es decir, puede convertirse ella misma en un elemento de poder del país. Y ya las operaciones Promesa Veraz 1 y 2 fueron una manifestación plena de la fuerza para la autodefensa de la República Islámica de Irán, que a mi juicio es y será, Dios mediante, un motor que impulse y lleve hacia delante nuestra política exterior.

Gracias, muy amable.

No hay de qué.