Absténganse de trivialidades y asuntos secundarios. Lo que yo veo —y por desgracia no es algo ni de este año ni del anterior— es que, desafortunadamente, en la mayoría de los períodos nos hemos entretenido mucho con cuestiones accesorias. Ahora, con la aparición del espacio virtual, lo que acarrea el espacio virtual y asuntos similares, esas cuestiones accesorias y trivialidades se multiplican. Manténganse cuanto puedan al margen de esas cosas.

Es una gran desgracia para el país; una fuente de ingresos fácil, se saca el petróleo del pozo y se vende a tal precio. ¡Qué ingreso tan fácil, sin coste alguno! Desde el principio, con los Gobiernos anteriores, nos acostumbramos a hacer eso, y ha acabado perjudicándonos; de verdad que al final nos ha perjudicado. Hay países en los que no se produce ni una sola gota de petróleo, que buscando encontraron otros caminos, caminos mejores que los han beneficiado.

El petróleo no lo controlamos nosotros, no lo controlan los productores de crudo; ya lo ven ustedes. No solo a causa del bloqueo, que es algo fortuito. Incluso cuando no hay embargos, el petróleo está controlado por los grandes consumidores del mundo. Lo controlan Estados Unidos, Europa y los suyos. Controlan la fijación de precios y los distintos procesos con conspiraciones y ofensivas. De manera que es algo que el país tiene que resolver.

En la economía del país, hay factores económicos que son considerados propulsores. Si entran en movimiento, entra en movimiento todo el conjunto de la actividad económica. Uno es, por ejemplo, la vivienda. Si el sector de la vivienda entra en movimiento y comienza a funcionar, él mismo pone en funcionamiento otros sectores importantes de la economía del país.

Otro es la agricultura, otro el del automóvil, otro las empresas basadas en el conocimiento y otro los electrodomésticos. Todos ellos son propulsores de la economía de cualquier país. Hay que apoyarse en ellos. Los distintos organismos que se encargan de esos sectores deben esforzarse al máximo y trabajar. Si esos propulsores entran en movimiento, el funcionamiento de la economía en su conjunto será totalmente diferente.

La idea que tenemos de los productores no es correcta. El conjunto de la Administración y los responsables del país, déjenme decirles, debe mirar a la persona que produce como a un combatiente. ¿Acaso no dicen que estamos en guerra económica? ¿Quién es el combatiente en esa guerra? Pues la persona que fortalece la economía nacional, y la economía nacional se fortalece fundamentalmente con la producción. De manera que miren al productor como a un combatiente.

Lo he dicho muchas veces en estas reuniones que organizamos con ustedes, con el gabinete, en sesiones económicas en las que muchos de ustedes han estado presentes. He señalado muchas veces que un productor, para hacer algo, para empezar algo, es como si tuviera que pasar por las siete pruebas. Y digo siete, pero en realidad a veces son setenta las pruebas que tiene que pasar. Leyes, reglamentos, normativas… Viene un organismo y dice tal cosa, viene otro y quiere tal otra, viene otro más, permisos… ¿Qué falta hace? De esto hay que ocuparse seriamente.

La prosperidad económica del país, el progreso económico del país, ¿qué objetivo tienen? El objetivo es poder garantizar la justicia social en la sociedad, erradicar la pobreza, que el enriquecimiento del país esté al servicio de la eliminación de la pobreza y su erradicación; o, si no, miren: ahora mismo el país más rico del mundo es Estados Unidos. Allá viven varios millones de personas bajo el umbral de la pobreza. Muchos mueren en la calle, en cualquier esquina, de hambre, de frío o de calor. Eso nosotros no lo queremos. Que un país sea meramente rico no es lo que en el Islam se tiene en mente y se desea. La riqueza tiene que estar al servicio de erradicar la pobreza, al servicio de que haya más justicia. Con esa idea y ese planteamiento es como hay que actuar.

En el ámbito de la cultura —los señores que se ocupan de asuntos culturales que presten mucha atención—, estamos frente a un ataque por todos los flancos. Hay un frente inmenso que nos está atacando en la esfera cultural. Esto se puede ver en lo que dicen entre líneas. Nosotros ya lo sabíamos, pero gracias a Dios ahora lo dicen a las claras, que no se puede vencer a la República Islámica y el dominio del Islam por las armas de guerra o con el bloqueo económico, sino que lo efectivo es el trabajo cultural y la penetración cultural. Que hay que cambiar las mentes, trabajar sobre los cerebros, excitar los deseos. Ahora ya lo dicen a las claras.

Realmente al enemigo no hay que temerlo. Este enemigo que tenemos frente a nosotros no ha aparecido hoy. Ese enemigo ha estado ahí desde el primer día, el primer día de la Revolución. Si Estados Unidos, Europa, la antigua Unión Soviética y las demás potencias pudieran hacer algo contra la República Islámica, ya lo habrían hecho.

Ya ven ustedes que no han podido. Bien, sí, han creado molestias, pero se han desprestigiado a sí mismos y han demostrado que no pueden, que han sido incapaces de tener éxito en su enfrentamiento con el sistema de la República Islámica y con el dominio del Islam en este país. Es verdad que se han retrasado en cierta medida nuestros planes, que ha habido perturbaciones, que nos han surgido algunos problemas, ¡es cierto! Pero el progreso no se ha detenido. Hemos avanzado, hemos seguido adelante. Hay que ver dónde está ahora la República Islámica y dónde estaba el año anterior o el otro… La diferencia es abismal desde el punto de vista del avance, de nuestra capacidad de acción, de nuestras capacidades en distintos ámbitos, tanto en el plano político como en el militar y en otros de la economía del país.

El país ha progresado y el enemigo no puede hacer nada contra ello. Por lo tanto, no teman al enemigo. Lo que no han podido hacer en estos primeros cuarenta años, Dios mediante tampoco lo podrán en los próximos cuarenta, y esos siguientes cuarenta años serán mejores para nosotros que los cuarenta primeros, y peores para ellos. Tengan la seguridad de ello. No lo duden.

Estoy disgustado por Cachemira. Los señores del Ministerio de Asuntos Exteriores no están aquí, pero realmente al pueblo musulmán de Cachemira se lo está violentando. Se los somete realmente a presión. Debería aplicarse una política justa a ese noble pueblo que vive allá, por parte del Gobierno de la India. También es cierto que nuestras relaciones con el Gobierno indio son buenas, pero esperamos eso de ellos. Por otra parte, les diré que esto es obra de los ingleses y su perfidia.

Es una herida que abrieron los ingleses en el subcontinente indio en 1947. Ya entonces, cuando estaban saliendo de allí, y el subcontinente se partió en dos, India y Paquistán. Fue en aquel comienzo cuando abrieron esa herida y la dejaron allí, a propósito, para que no sanara y hubiera siempre problemas, desavenencias y disputas entre esos dos países. Bueno, pues estas son las consecuencias, esta presión que sufre la gente.