AL TÉRMINO DE LA SEGUNDA SESIÓN DEL PERÍODO SEXTO DE LA ASAMBLEA DE EXPERTOS DEL LIDERAZGO (1)
En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.
Al-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salat wa-s-salam ala sayyídina wa nabíyina Abil-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa álihi-t-tayibini-l-atharín wa sahábahi-l-muntayabín wa man taábahu bi-ihsán ila yaumi-d-din (2).
Doy la bienvenida a los honorables caballeros aquí presentes, queridos hermanos, miembros en activo de la importante Asamblea de Expertos, y expreso mi agradecimiento por las extensas y detalladas palabras pronunciadas en esta reunión por el Sr. Bushehrí para explicar el curso de los asuntos en dicha Asamblea. Entre los asuntos que él ha dicho y referido citando a la Asamblea, los hay importantes; muy importantes son esas cosas que ha dicho. Ojalá puedan ustedes demandarlas, darles seguimiento y, Dios mediante, que las cosas se hagan.
La consideración que he preparado hoy para compartir con sus señorías es, de manera resumida, que la Asamblea de Expertos es conceptualmente, en los términos definidos por la Constitución y el sistema político, una de las instituciones más revolucionarias de la República Islámica. Lo que quiero decir con más revolucionarias es «más vinculadas a la Revolución Islámica». En ese sentido es una de las instituciones más revolucionarias de la Revolución. La razón de que digamos que es de las más revolucionarias es el papel de la Asamblea en la selección del Liderazgo. Ese es un papel de gran importancia, es un papel único y, a Dios gracias, la Asamblea de Expertos está —y debe estar— preparada para desempeñarlo. Me gustaría decir unas palabras al respecto.
En la estructura y en la forma general del sistema islámico, la función del Liderazgo es principalmente mantener la orientación hacia el objetivo de la Revolución. Esa es la principal responsabilidad del Liderazgo. La Revolución vino con un objetivo. Por supuesto, todas las revoluciones tienen objetivos, objetivos fundamentales sobre la base de los cuales cambian la organización de la vida de arriba abajo. Si queremos resumir el objetivo de la Revolución Islámica, se trata de hacer realidad el tawhid en la vida de la gente del país. En el aspecto epistémico y conceptual, el tawhid es algo que puede ampliarse en función del nivel de comprensión y conocimiento de los individuos. Ese concepto debe hacerse realidad en la vida de la sociedad. El tawhid debe hacerse realidad en la sociedad, porque en el tawhid está toda la religión. El principio y la totalidad de la religión está en el tawhid. Ese es el objetivo de la Revolución, si bien eso requeriría ser discutido y explicado, para lo cual no es este el lugar.
Para que la sociedad islámica se acerque a ese objetivo y se cree una sociedad de tawhid, son necesarios ciertos esfuerzos y existen ciertos obstáculos. En la progresión hacia ese objetivo, se presentan siempre ciertos obstáculos. Existen motivaciones para impedir esa progresión; esa motivación existe. Esas motivaciones tienen como propósito no dejar que la Revolución y la República Islámica progresen hacia su objetivo, avancen hacia él y tengan éxito; pretenden detenerlas y, si acaso, hacerlas retroceder, aunque ese retroceso y esa situación reaccionaria de antes se presenten con nuevos ropajes, pero siendo lo mismo. Existen motivaciones para ello. En otras revoluciones, esas motivaciones las vimos y tuvieron éxito. Lograron impedir que esas revoluciones alcanzaran sus objetivos, dando la vuelta a su trayectoria. Por ejemplo, en la Gran Revolución francesa —que fue una de las mayores revoluciones cerca de nuestros días—, aún no habían transcurrido quince años desde el inicio de la Revolución cuando se restableció y se mantuvo tal cual la situación anterior, es decir, la de un gobierno monárquico, despótico y dictatorial. Todo aquel movimiento popular, el movimiento de los célebres pensadores franceses, los esfuerzos y luchas del pueblo, las pérdidas humanas, las matanzas, los enfrentamientos… todo aquello quedó de hecho en nada, ¡destruido en menos de quince años! Exactamente lo mismo sucedió de peor manera con la Revolución Soviética, que fue también una gran revolución: la Gran Revolución Soviética. Allá fue igual. También allá pasaron menos de diez años antes de que aquellas presunciones, las cosas que decían, aquella justicia que se atribuían y aquella supuesta democracia especial comunista de la que hablaban desaparecieran por completo. Llegó al poder un dictador, un rudo matón como Stalin, y aquello se acabó. En otras palabras, ese es un peligro que existe para todas las revoluciones.
En el Noble Corán se presta atención a esa cuestión y se advierte sobre ella, y no una sola vez ni dos, sino acaso en decenas de ocasiones se habla en las nobles aleyas del Corán — tanto a propósito de los creyentes como dirigiéndose a los propios infieles— sobre las vueltas atrás y los retrocesos a la misma situación de la que habían conseguido liberarse y salvarse. En algunos casos, se advierte a los infieles de que están siguiendo el mismo método del pasado. La siguiente aleya está en la sura At-Tauba («El arrepentimiento»): Fa-stamtáatum bi-jiláqikum kama-stámtaa-l-ladina min qáblikum bi-jiláqihim wa judtum ka-l-ladi jadu (3). Eso supone hacer y repetir las mismas cosas que se hacían en el pasado, y se lo echa en cara. Les dice que están manteniendo la misma situación de antes. También, en la siguiente aleya de la sura Ibrāhīm (Abraham): Wa-ndiri-n-nas yauma yaatíhimu-l-adab (4), que luego llega al punto en que dice: wa sakántum fi masákini-l-ladina dálamu-nfúsahum wa tabáyana lákum kayfa faalna bihim wa darabna lákumu-l-amzal (5). Hay amenazas y advertencias dirigidas incluso a los creyentes en numerosas aleyas coránicas, de las que yo traigo aquí anotadas dos o tres: Ya áyuha-l-ladina ámanu an tutí’u-l-ladina káfaru yaruddúkum ala-a’qábikum fatanqálibu jasirín (6). Esta está en la bendita sura Āle ‘Imrān («La familia de ‘Imrān»): si se descuidan y los obedecen a ellos, ocurrirá una ridda, un retroceso, una vuelta atrás. Lo advierte el Corán. Ya áyuha-l-ladina ámanu an tutí’u fariqan mina-l-ladina utu-l-kitaba yaruddúkum baada imánikum kafirín (7). Esta está igualmente en la bendita sura Āle ‘Imrān. En la bendita sura Al-Baqara («La vaca»), dice: Wa la yazaluna yuqatilúnakum hatta yaruddúkum an dínakum inna-statá’u (8). O esta otra sublime aleya, que está también en la bendita sura Al-Baqara: Wadda kazirun min ahli-l-kitabi law yaruddúnakum min baadi imánikum kuffaran (9). Es decir, que la cuestión de los retrocesos, las detenciones y las vueltas atrás no es cuestión baladí; es una cuestión de inmensa importancia de la que se ocupa el Corán. De hecho, en la realidad del mundo histórico que nos es cercano a nosotros, vemos también algunos casos, como lo vimos también en el pasado.
Bien, pues para impedir eso [esa regresión] hace falta un elemento. En el sistema islámico, ese elemento es el Liderazgo. Esa desviación habría de ser impedida por el Liderazgo. Esto es de gran importancia. Es de gran importancia. De manera que la importancia de la Asamblea de Expertos reside en ser quien se ocupa de designar al encargado de esa importantísima misión; de ser quien se ocupa de designar el Liderazgo. Ahí reside la importancia de este cónclave. Por eso decimos que [la Asamblea de Expertos] es de las [instituciones] más revolucionarias. Conceptualmente, su función es esa. Por supuesto, la aplicación es posible que sea diversa; que a veces se cumpla con esa función y a veces, no. Del mismo modo que puede ser que el Liderazgo a veces pueda y, a veces, no pueda. Claro que, en el caso del Liderazgo, no cabe imaginar que «no quiera». La cuestión es poder o no poder.
Aquí hay otra cuestión importante en relación con la responsabilidad de la Asamblea de Expertos, y es que esa designación por parte de la Asamblea de Expertos significa que el avance del sistema islámico no se detiene; que en él no hay interrupción. Existe una Asamblea de Expertos que determina a la siguiente persona, por lo que esa sucesión seguirá produciéndose con fuerza, con poderío y con plena capacidad. Esa es la idea y el significado del estado de preparación y de la presencia de la Asamblea de Expertos. De faltar esa persona que hay, la Asamblea de Expertos actuará de inmediato y determinará a la siguiente persona. Es así.
Bien, aquí hay una cuestión marginal que resulta también de extrema importancia, y es que esos reemplazos muestran que el sistema islámico y la Revolución Islámica no dependen de las personas. Las personas poseen funciones, tienen misiones que deben cumplir; poseen papeles importantes que han de desempeñar, pero el sistema no depende de ellas y puede seguir su camino, incluso si la persona designada no está entre ellas. Eso lo expresa Dios Altísimo en relación con el Supremo Profeta, con la mayor y más importante figura del universo: ¿A-fa-in mata au qútila-nqalábtum ala-a’qábikum? (10). Figúrense, esa sublime aleya es de la batalla de Uhud, es decir, en el año 3 de la Hégira. Dios Altísimo hace descender esa noble aleya, lanzando así una advertencia a la gente. El tono de la aleya es inculpatorio, es un tono de reprobación: Cuando ustedes se sobresaltan y dicen ciertas cosas ante el rumor de la muerte del Profeta, si falta el Profeta, ¿inqalábtum ala-a’qábikum? Lo que hay ahí es una admonición coránica. Imaginen ahora que no se trate del tercer año del Profeta; que el sistema islámico aún no ha adquirido solidez ni ha conseguido todavía las capacidades necesarias y el Profeta desaparece de entre ellos. En tales circunstancias, Dios Altísimo no acepta que la gente vuelva atrás. ¿Inqalábtum ala-a’qábikum? Tal es la importancia de que el retroceso y el detenimiento no dependan de las personas.
Bien, esas son las importantes tareas que corresponden a la Asamblea de Expertos. De esto que hemos dicho resumidamente se desprende la importancia de la Asamblea de Expertos. Naturalmente, esa importancia impone una gran responsabilidad a esta Asamblea, y es que debiera extremar el cuidado y la atención al realizar la selección. Debe ponerse el máximo cuidado y atención. En la Constitución se estipulan para el Liderazgo ciertos requisitos que están claros. Uno de los más importantes es la íntima y firme creencia en el camino y el objetivo de la Revolución. Esa creencia debe existir. Y para que alguien sea digno de esa responsabilidad, debe poseer la disposición de avanzar por ese camino de modo constante, infatigable e ininterrumpidamente. Se debe identificar eso en las personas y hacer una elección. Y esto es lo que quería decirles sobre la Asamblea de Expertos.
En estos días se cumple el arbaín, el cuadragésimo día del martirio de un gran muyahid de nuestros tiempos —auténtica y verdaderamente, un gran e infatigable muyahid de nuestros tiempos—, el mártir Seyed Hasan Nasralá (Dios le conceda Su favor, Dios eleve su rango, Dios incremente su retribución). Se cumple su cuadragésimo día, y nosotros honramos su memoria. Honramos la memoria del mártir Haniyeh, del mártir Safi al-Din, del mártir Yahya al-Sinwar, del mártir Nilforushán y de los demás mártires de la Resistencia. Hubiera querido decirlo al principio de mi plática; lo digo ahora. Honramos también la memoria de los mártires de esta Asamblea, el mártir Raisí (Dios le conceda Su favor) y el mártir Al-e Hashem (Dios le conceda Su favor), y pedimos a Dios los más altos grados para todos esos honorables mártires.
Esos grandes hombres a los que he nombrado, el mártir Nasralá y el resto de los queridos mártires de estos días dieron verdaderamente dignidad al Islam, dieron al Frente de la Resistencia dignidad y le dieron capacidad y fuerza redobladas todos ellos; todos estos a los que he nombrado, cada uno en una medida y de una manera. Nuestro querido Seyed ascendió a los elevados rangos de los mártires, obteniendo así lo que deseaba, pero dejó aquí un recuerdo perdurable, que es Hezbolá. Gracias a la bravura, a la clarividencia, al aguante y a la formidable confianza en Dios que él poseía, Hezbolá creció, experimentó un crecimiento extraordinario y se convirtió verdaderamente en una organización a la que un enemigo pertrechado con todo tipo de armas materiales, discursivas, propagandísticas, mediáticas, etc., no ha podido vencer ni podrá, Dios mediante, vencer. En tal entidad, en tal fenómeno transformó Seyed Hasan Nasralá a Hezbolá.
Ahora, por supuesto, la participación obvia y manifiesta de Estados Unidos es conocida. El gobierno de Estados Unidos tiene verdaderamente las manos manchadas de sangre. Con los crímenes que se han perpetrado en Gaza y en Líbano, Estados Unidos es obviamente cómplice, como todos saben ya hoy. Antes se decía a modo de análisis, pero ahora ya lo ven todos. Lo mismo, con algunos de los países europeos. Lo que yo subrayo es que esas luchas que hoy, gracias a Dios, continúan con fuerza —tanto en Líbano como en Gaza, en Palestina— conducirán inevitablemente a la victoria del frente del bien, a la victoria del Frente de la Resistencia. Es eso lo que esperamos y, a juzgar por lo que uno entiende por el conjunto de los acontecimientos y siente por la promesa divina, ese es un resultado que parece seguro.
En primer lugar, por la promesa divina. Los acontecimientos de estos días son un ejemplo perfecto de la siguiente sublime aleya: Údina li-l-ladina yuqátaluna bi-ánnahum dúlimu wa inna-l-Laha ala násrihim la-qadir / Al-ladina újriyu min diárihim bi-gayri haqqin il-la an yaqulu rábbuna-l-Lah wa-law la daf’u-l-Lahi-n-nasa báadahum bi-baadin la-húddimat sawámi’u wa bía’u wa salawatun wa masáyidu yúzkaru fi-ha-smu-l-Lah kaziran (11). Atacan iglesias, atacan hospitales, atacan mezquitas… En fin, es realmente un ejemplo perfecto [de la aleya]. Tenemos ese «y si no hubiera defendido a unas personas por medio de otras», ¿con qué resultado? La continuación de la aleya, el resultado, es como sigue: Wa-la-yansuranna-l-Lah man yansúruhu inna-l-Laha la-qáwiyun aziz (12). Con ese énfasis que hay en la frase. Eso de la «defensa de unas personas por medio de otras» se refiere a que el opresor sea repelido por el oprimido, a que el usurpador invasor sea repelido mediante la lucha de los muyahidines por la causa de Dios. El resultado es ese: «Ciertamente, Dios auxilia a quienes Lo auxilian». Bien, pues esa es la promesa divina. En otras palabras, es una orden divina y no es lícito dudar ante ella. No es lícito dudar de la promesa divina. Es una promesa hecha por Dios Altísimo. Y hasta ahora, así ha sucedido.
Por un lado, está eso: las aleyas del Corán y la promesa divina; y por otro, nuestra experiencia. Durante todos estos años, en estos cerca de cuarenta años, treinta y tantos años, Hezbolá forzó una vez al régimen sionista a retirarse de Beirut; otra vez, lo forzó a retirarse de Sidón; otra vez, lo forzó a retirarse de Tiro; y otra vez, evacuó por completo el sur del Líbano, las ciudades, los pueblos y las tierras altas del Líbano de la aciaga presencia del régimen sionista. En otras palabras, que progresivamente esa capacidad de Hezbolá ha ido aumentando de manera constante. Ha pasado de ser una pequeña agrupación de muyahidines por la causa de Dios a una gigantesca organización que tiene tal fuerza, que tiene tal capacidad que es capaz, en distintas ocasiones, de obligar a retroceder a un enemigo que está pertrechado de armas militares, de armas propagandísticas, de armas políticas y de armas económicas, y apoyado en la intervención de los grandes crápulas y calaveras del mundo, como son esos mismos presidentes de Estados Unidos y demás, y derrotarlo. Esa es nuestra experiencia, vista por nosotros mismos. Y esa misma experiencia se ha repetido en el caso de la Resistencia palestina. Ellos, desde el año 2009 hasta hoy, han tenido conflictos con el régimen sionista en nueve ocasiones y han salido victoriosos las nueve veces.
Y también hoy se ha impuesto la Resistencia palestina al régimen sionista, en contra de lo que ve en las apariencias la persona superficial. Porque lo que buscaba el régimen sionista era erradicar a Hamás, y no ha podido. Ha masacrado a todas esas personas, ha mostrado al mundo entero su horrendo rostro, ha demostrado a todos su malignidad, se ha condenado, se ha aislado, ha causado el martirio de los dirigentes de la Resistencia, de los resistentes de Hamás, pensando que con ello Hamás estaba acabado, y mientras tanto Hamás sigue luchando, sigue combatiendo. Lo que eso significa es la derrota del régimen sionista. Lo mismo, con Hezbolá. Hezbolá es igual: es fuerte. Ahora algunos, en el propio Líbano y en otros sitios, creyendo que Hezbolá se ha debilitado, han abierto la boca para hablar mal de las cosas que hace Hezbolá. Están equivocados, es una ilusión: Hezbolá es fuerte y está combatiendo. Es cierto, ya no están entre ellos figuras destacadas e importantes como Seyed Hasan Nasralá o Seyed Hashim Safi al-Din y demás, pero, a Dios gracias, está presente la organización con sus hombres, con su fuerza espiritual y con su ánimo, y el enemigo no ha podido vencer a esa organización ni, Dios mediante, podrá vencerla; y el mundo y la región verán el día, Dios mediante, en que el régimen sionista sea derrotado por esos muyahidines por la causa de Dios. Espero que todos ustedes, respetables caballeros, vean si Dios quiere ese día.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
Notas
(1) Al comienzo de la reunión, celebrada al término de la segunda sesión del Período Sexto de la Asamblea de Expertos del Liderazgo, realizaron sendas intervenciones el ayatolá Mohammad Alí Movahhed Kermaní y el hoyatoleslam Seyed Hashem Hoseiní Bushehrí, presidente y vicepresidente primero de la Asamblea, respectivamente.
(2) Alabado sea Dios, Señor de los Mundos. La paz y las bendiciones sean con nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mústafa Muhammad, su familia excelsa y purísima, sus compañeros selectos y quien los siga en benevolencia hacia el Día de la Recompensa.
(3) «Habéis disfrutado de la vuestra como disfrutaron de la suya los que os precedieron, y os habéis dado a la frivolidad como ellos se dieron a la frivolidad» (Sagrado Corán, 9:69).
(4) «Advierte a la gente de un día en que vendrá a ellos el castigo» (Sagrado Corán, 14:44).
(5) «¿Y habitasteis en los mismos lugares que quienes se oprimieron a sí mismos y os informamos claramente de lo que hicimos con ellos y os pusimos ejemplos?» (Sagrado Corán, 14:45).
(6) «¡Oh, los que creéis! Si obedecéis a aquellos que no creen, harán que volváis hacia atrás y os convertiréis en perdedores» (Sagrado Corán, 3:149).
(7) «¡Oh, los que creéis! Si obedecéis a un grupo de los que recibieron la Escritura [Sagrada], conseguirán que, después de haber creído, regreséis a la incredulidad» (Sagrado Corán, 3:100).
(8) «Y no cesarían de combatiros hasta apartaros de vuestra fe, si pudieran» (Sagrado Corán, 2:217).
(9) «Muchos de entre las gentes de la Escritura [Sagrada] desearían, por pura envidia, que volvierais a la incredulidad después de haber creído» (Sagrado Corán, 2:109).
(10) «¿Acaso si muere o es matado volveréis a vuestras creencias anteriores?» (Sagrado Corán, 3:144).
(11) «Se ha dado permiso a quienes son atacados, por haber sido oprimidos. Y, en verdad, Dios tiene poder para auxiliarlos. / Aquellos que han sido expulsados de sus hogares sin derecho, solo por haber dicho “Dios es nuestro Señor”. Y si Dios no hubiera defendido a unas personas por medio de otras, habrían sido destruidos monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se menciona mucho el nombre de Dios» (Sagrado Corán, 22:39-40).
(12) «Ciertamente, Dios auxilia a quienes Lo auxilian. En verdad, Dios es fuerte, poderoso» (22:40).