En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
La alabanza sea para Dios, el Señor del Universo, y que las bendiciones y la paz sean con nuestro señor y Profeta, Abûl Qâsim Al-Mustafâ, Muhammad, y con los más excelentes y puros de su familia, los elegidos de Ahl-ul Bait, en especial, Baqîatul•lâh, el Remanente de Dios en la Tierra.
Dice Dios, el Prudente, en Su Libro: «En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso. ¿Acaso no ves cómo Dios ejemplifica una palabra noble con un árbol noble cuyas raíces son firmes y cuyas ramas se encuentran en el cielo, que da sus frutos de tanto en tanto con la anuencia de su Señor? Dios brinda ejemplos a las personas; tal vez así reflexionen» .
Han pasado diecisiete años desde que este refulgente sol se ha ocultado de los horizontes de nuestras miradas.
Han pasado diecisiete años desde esa noche y día llenos de congoja en los que el pueblo de Irán se sumió en el duelo.
Nuestro querido Imam ya no está frente a nuestros ojos y su cuerpo ya no está con nosotros, pero la realidad del Imam, el pensamiento del Imam, el espíritu del Imam, las clases del Imam y la escuela del Imam permanecen en medio de nuestra nación y en medio de la comunidad islámica...
Este árbol excelente -tal como fue recitado en esta noble aleya coránica- ha extendido sus ramas y hojas a lo largo y ancho del ámbito de la vida de la comunidad islámica, y día tras día se arraiga cada vez más y se vuelve más firme. Esta «palabra noble» y «árbol noble» es la «República Islámica» cuyo fruto es el despertar y lucidez en el mundo islámico y la gloria, grandeza y progreso de nuestros países y nuestra gente. Nuestra nación ha recolectado dulces frutos de este árbol noble, dulces frutos que son vitales para un pueblo.
El primer punto es que nosotros éramos una nación desconocida que seguía las políticas de los poderes foráneos; una nación pasiva frente a las decisiones de los Estados influyentes; un día fue EE.UU., antes lo había sido Inglaterra, otro día lo había sido Rusia... Pero este árbol noble nos convirtió en uno de los pueblos más determinantes del mundo y uno de los países y naciones más influyentes de la región. Ello es reconocido por nuestros propios enemigos.
Nosotros éramos una nación resignada al fracaso que no conocía ni creía en nuestras propias fuerzas internas, y que tenía los ojos puestos en el brillo y relumbre de los foráneos y se sentía seducida por ello..., pero este árbol excelente nos convirtió en una nación con inventiva, con confianza en sí misma y que tiene cosas nuevas para decir en diferentes terrenos.
Los dulces frutos de este árbol excelente hoy los conforman miles de investigadores y analistas, miles de sabios y científicos, miles de pensadores y manos calificadas en diferentes esferas y ámbitos, tanto en humanidades, como en las ciencias experimentales, en las cuestiones sociales y en las políticas y religiosas. Hoy, somos un país con una población mayormente joven, motivada, llena de fe y poseedora de todas las condiciones para el desarrollo.
Los frutos de este árbol noble son factibles de ser observados en todo el mundo islámico. Los musulmanes del mundo se han despertado y se han reencontrado con su propia identidad islámica; ellos sienten orgullo y grandeza por su condición de musulmanes.
En los países islámicos los corazones de los jóvenes, los universitarios, los intelectuales, y los pensadores en general se encuentran atraídos por los propósitos islámicos, creen en el valor de los mismos y realizan esfuerzos por ello. Por las bendiciones de este árbol noble, en el mundo islámico los pueblos se han reencontrado con su identidad real y su propia identidad nacional e islámica, y a pesar de haber estado por muchos años en las garras de poder de las superpotencias, han sentido su propia fuerza.
Hoy, Palestina es ejemplo de ello. También lo es Irak. El norte de África tiene numerosos ejemplos. El Líbano es un ejemplo. Los valores, el Islam y la independencia son prometedores en estas naciones que llenas de esperanza y motivación se esfuerzan por ello. Esos son frutos de ese mismo árbol noble que pudo cultivar ese gran hombre, ese siervo correcto, mediante su levantamiento y con las características que le eran exclusivas.
El segundo punto es que: el factor principal del avance y éxito de nuestro gran Imam (r.a.) estriba en que tenía fe con todo su ser y con toda su alma en una realidad coránica, y se esforzó con todas sus fuerzas en pro de ello.
Ese principio coránico es ese mismo expresado en la noble aleya que dice: «Si es que auxiliáis a Dios, Él os auxiliará, y afirmará vuestros pasos» . En muchas otras aleyas se hizo mención y se puso énfasis al respecto: si es que auxiliáis a Dios, Él también os brindará Su auxilio; si dais un paso en el camino de Dios, Él os llevará decenas e incluso cientos de pasos adelante.
Éste es un principio coránico y una realidad; una ley divina. El auxilio a Dios significa el auxilio a Su religión.
La religión de Dios no consiste sólo en las cuestiones de pureza e impureza y las acciones religiosas aparentes. La religión de Dios conforma el programa para la felicidad del ser humano tanto en este mundo como en el Más Allá. Este programa así como garantiza el desarrollo y elevación espiritual de las sociedades humanas, asimismo garantiza la revivificación de las potencialidades intelectuales y desarrolla su personalidad y capacidades.
La religión de Dios, así como considera la espiritualidad, también considera la vida mundanal del ser humano y tiene un programa para la felicidad del ser humano. Amîr Al-Mu'minîn ‘Alî (a.s.) en el libro Nahÿ al-Balâgah define el propósito del envío del Noble Profeta del Islam de la siguiente manera: «... para extraer para ellos los tesoros ocultos de los intelectos», esto es, para suscitar las capacidades latentes en las personas y hacerlas efectivas.
En la salutación de la Ziarat Arba‘în para el Señor de los Mártires (Imam Husein, la paz sea con él) leemos: «... para que salve a Sus siervos de la ignorancia y de la perplejidad de la desviación». El levantamiento del Imam Husein (a.s.) fue precisamente para eliminar las nubes de la ignorancia y la negligencia de los horizontes de la vida del ser humano y convertir a las personas en sabias conduciéndolas hacia la guía real.
El auxilio de Dios Altísimo en realidad significa que demos pasos para vivificar las tradiciones divinas, que dejemos huella en la naturaleza y la sociedad; que dejemos huella en vías de despertar las naturalezas primigenias (fitrah) de las personas; que nos esforcemos por salvar al ser humano de la serie de factores que producen la desdicha y la miseria. Ese es nuestro auxilio a la religión de Dios.
El fallecido Imam (r.a.) empleó esta realidad coránica para salvar y liberar a su propio país y pueblo, y de esa manera «auxilió a Dios», realizó su levantamiento y actuó. Dios Altísimo, a su vez, le auxilió y brindó bendición a su movimiento, de manera que a cada paso suyo le respondió con cien pasos. En relación al auxilio que nosotros mismos realizamos por la religión, si es que lo comparamos con el auxilio que Dios realiza, la proporción es de uno a cien, uno a mil o incluso mayor. Nosotros damos un paso, pero cuando el auxilio de Dios, Glorificado Sea, nos abarca, en realidad nos empuja cien o mil pasos hacia adelante. Por ello, la diferencia entre nuestro auxilio y el brindado por Dios es muy grande.
Para salvar un país son necesarios millones de factores, acciones y reacciones; factores naturales, factores humanos, factores internacionales, factores políticos y económicos, etc. La suma de esos factores debe ponerse en actividad para que una nación pueda realizar una transformación en su modo de vida. Esos factores no están en manos de nosotros los seres humanos y no se relacionan directamente con nuestra voluntad, pero cuando nosotros procedemos a «levantarnos por Dios», Dios, Glorificado Sea, hace que con un sólo movimiento nuestro se originen miles y millones de movimientos, acciones y reacciones en el espacio de la vida social y se produzcan las transformaciones. Exactamente como sucede en la naturaleza.
Ustedes entierran un pequeño gajo en la tierra. Ustedes sólo pueden hacer eso, que no es mucho, pero mediante millones de acciones y reacciones en la tierra, en la constitución de la misma planta, en el espacio y en el aire, esa rama se convierte en un gran árbol; da ramas, hojas y frutos; y en relación a esa primera situación, se ha topado con cientos y miles de cambios. En proporción a todas esas acciones y reacciones, el acto realizado por ustedes no es nada; pero si ustedes no realizan ese mismo acto insignificante de poner ese gajo en la tierra, todas esas acciones y reacciones no llegan a producirse.
El Imam realizó ese «levantamiento por Dios» (qiâm lil•lâh) y él mismo entró a escena con todo su ser, trayendo a la misma al pueblo mediante su clamor, su esfuerzo y soportando contrariedades. Con ese movimiento y con esa firme determinación, Dios Altísimo dispuso que esos millones de factores, acciones y reacciones tuvieran lugar, y lo que sucedió se asemejó a un milagro; esto es, la conformación de un régimen basado en el Islam en un punto estratégico y delicado. Fue a causa de ese movimiento del Imam, que por supuesto fue blanco de la hostilidad e inquina de todos los poderes autoritarios a lo largo y ancho del mundo, que esa realidad, contrariamente a la opinión de éstos, llegó a concretarse.
El tercer punto es que en nuestra revolución existe una realidad sorprendente que le brinda a esta revolución un estado excepcional, y que consiste en que las leyes de las ciencias sociales respeto a las revoluciones dicen que: las revoluciones, así como tienen un ascenso y una cúspide, también tienen un declive, al igual que una piedra que ustedes arrojan; mientras la fuerza de su brazo se encuentre tras la piedra, se moverá contra la fuerza de gravedad, pero cuando esta fuerza sea menor a la de gravedad, dicha piedra volverá en dirección de la atracción natural de la gravedad.
Esas leyes dicen que mientras el entusiasmo y la motivación revolucionaria se encuentran en la gente, las revoluciones se dirigen hacia adelante y alcanzan su cima, y después ese entusiasmo y excitación, y ese causante del movimiento hacia adelante paulatinamente comienza a mermar, y en algunos casos se torna contrario a la dirección inicial, y de esa manera las revoluciones caen y vuelven sobre sus pasos. Según este mismo análisis, todas las grandes revoluciones del mundo que conocemos en la historia de los últimos doscientos años son factibles de encajar con esta teoría; pero la Revolución Islámica es una excepción a este análisis sociológico.
En la Revolución Islámica, el antídoto contra el declive de la revolución fue dispuesto en la revolución misma. Muchas veces hemos expresado que la materialización de la revolución se encuentra en su condición de «República Islámica» y en la «Constitución de la República Islámica». Los autores de la Constitución, quienes tomaron clases del Imam (r.a.) y de su escuela, dispusieron en la misma el factor de la permanencia de la Revolución, que es: aferrarse a las disposiciones islámicas y brindar legitimidad a la ley a condición de que ésta se base en el Islam. Ello, y el tema del liderazgo.
Hace unos cuantos años, en una comparación entre el régimen de la República Islámica y el régimen de la ex-Unión Soviética -que los norteamericanos y los occidentales pudieron disolver, anhelando poder llevar a cabo ese mismo proceso en relación a la Revolución Islámica- yo dije que las diferencias entre estos dos sistemas son tales que no pueden ser juzgados en bases a una misma ley.
En el sistema de la República Islámica, la base del movimiento está en aferrarse a los principios. Eso que se considera la fuente de la legitimidad de este sistema, esto es, la potestad o soberanía divina que se traslada al sabio jurisconsulto (wilâiat al-faqîh), tiene la condición de que el mismo se aferre a las normas divinas.
Si es que aquel que asume la posición de liderazgo no se circunscribe a los valores islámicos y a las leyes islámicas, ya sea en lo teórico o en la práctica, pierde la legitimidad y ya no será obligatorio para nadie obedecerle, e incluso ya no será lícito hacerlo. Ello fue establecido en la misma Constitución, esto es, en el documento básico de la Revolución. Es por esto que si ustedes reparan hoy en las señales de hostilidad y la inquina de los enemigos de la Revolución Islámica, encontrarán que el principal blanco de dicha hostilidad se dirige precisamente a esos dos o tres principios relacionados a ese factor garantizador y protector de la Revolución.
Por ello, esta Revolución es inquebrantable, esta Revolución no es indestructible, esta Revolución no se detendrá de su marcha y movimiento, puesto que la nuestra es una sociedad creyente y religiosa, y la religión y la fe islámica han penetrado en lo más profundo del alma de la gente, y en todos los estratos de la sociedad. El pueblo cree en la religión en el verdadero sentido de la palabra. Por eso, aquello que forma parte de los valores religiosos es preciado para la gente, y en opinión de la misma, su resguardo y protección, lo cual figura en la Constitución, es un deber.
Ahora ustedes están observando dieciséis años después del fallecimiento del Imam y veintiséis años después de la victoria de la Revolución Islámica, que asume un gobierno cuyo lema principal es seguir los valores del Islam, la revolución y la justicia, y la gente coincide con su opinión, espíritu, deseo y marcha.
A pesar de que los enemigos, los opositores y los resentidos internacionales contra esta nación, esta revolución y el régimen de la República Islámica, piensen de otra manera respecto a este país, nosotros conocemos bien a nuestra propia gente. Esta gente, en sus elecciones, actividades y lemas, muy claramente muestra su propia realidad, su propio espíritu y su propia orientación, que es esa misma profunda orientación islámica.
El cuarto punto es que el capital que el Imam acopió para el país y el pueblo, es un capital histórico y vital. Este capital y valiosa provisión es nuestra independencia política y nuestra autoconfianza nacional, nuestra autoconfianza cultural, la profunda fe de nuestra gente, la valentía de la nación y de nuestros funcionarios frente a las amenazas del enemigo y el hecho de no caer bajo el engaño de sus elogios y seducciones. Éstas son lecciones que nuestro querido Imam, con su cálido aliento, su propio método y su conducta, enseñó a nuestro pueblo a lo largo de diez años, y el ambiente de nuestro país se encuentra repleto de esas valiosas enseñanzas.
No debemos destruir esa gran reserva. No debemos negociar con esa provisión. Tampoco debemos dejar estancada esa valiosa reserva y capital, ni hacerlos parte de nuestro consumo político diario; sino que debemos proteger esa provisión con completa minuciosidad y cuidado, y construir el futuro del país y nuestra historia mediante los frutos de esa reserva y capital.
¡Queridos míos! Nuestro país ha ingresado en la marcha del desarrollo y el progreso, y con nuestra gran Revolución y nuestro régimen de República Islámica, ha salido de ese estado de letargo y languidez que le fue impuesto por décadas. En nuestro país tenemos tanto abundantes riquezas naturales como muy valiosos recursos humanos.
Hoy, para cualquier actividad científica e investigativa sobre las diferentes ciencias que quiera llevarse a cabo en este país, los profesores e investigadores pueden encontrar decenas, cientos y miles de mentes preparadas para ocuparse en esa tarea. Hoy, en esta misma cuestión de la tecnología nuclear -que es una cuestión actual tanto para nuestro pueblo como para el mundo-, a pesar de que no teníamos precedentes, ni pedimos prestado nada a los demás, pudimos reunir cientos de jóvenes creyentes, pensadores y capaces, de mente activa y con poder de ingenio y dinamismo, para que pudieran sobrellevar sobre sus hombros esta pesada carga por nuestra nación y llevarla adelante. En todos los sectores es de ese mismo modo.
Las riquezas naturales y los recursos humanos en nuestro país son abundantes. Los anteriores gobiernos prepararon el terreno en muchos aspectos y hoy en día también, por la gracia de Dios, tenemos al frente un gobierno de trabajo, esfuerzo y lucha, y se debe aprovechar al máximo los terrenos preparados anteriormente. Se deben compensar las carencias anteriores y aprovechar al máximo la armonía y unidad de este grandioso y agradecido pueblo, de manera que nuestro país, que se encuentra en el camino del desarrollo y el progreso, siga yendo hacia adelante, atraviese los diferentes recorridos, y se aproxime a la cumbre de la vida, puesto que es un derecho del pueblo de Irán. En cuanto a lo necesario para construir nuestro futuro:
Primero: Fortalecer la fe religiosa, la cual conforma el pilar básico, puesto que sin la fe religiosa -que tiene raíces profundas en este pueblo- no se habría logrado nada ni se lo lograría después.
Segundo: La Justicia, la cual conforma la necesidad más grande del ser humano. La Justicia debe ser como un estandarte enarbolado en manos de los responsables de los tres poderes y los funcionarios del país, y deben marchar en pro de la misma.
Tercero: Todos deben tomar seriamente el tema del conocimiento y ser consecuentes al respecto, puesto que es la fuente de fortaleza de la nación. Un país cuya gente no se aprovecha de la ciencia jamás obtendrá sus derechos. No se puede mendigar el conocimiento a los demás. El conocimiento surge del interior, es endógeno. Las capacidades de un pueblo deben activarse para que el mismo sea sabio, en el verdadero sentido de la palabra.
Cuarto: Además de lo anterior, lo que prepara el terreno para beneficiarse de la fe, la justicia y el conocimiento, es la unión nacional y la armonía a lo largo y ancho del país. Si no hay armonía en el país, no se podrá aprovechar ni el conocimiento, ni la fe, ni tampoco la justicia se afianzará en la sociedad.
Hoy, los enemigos de este pueblo, otorgan la mayor recompensa a quien pueda desestabilizar estas bases, combata la fe de la gente y debilite en los corazones del pueblo la fe en Dios, la fe en la gente, la fe en el camino adoptado y la fe en el éxito. El fallecido Imam (r.a.) tenía fe en esas cuatro cosas: fe en Dios, fe en la gente, fe en este camino y fe en un éxito seguro final.
La fe en estas cuatro cosas se encuentra en los corazones de la gente y es lo que los lleva a movilizarse, razonar y a marchar hacia adelante. Aquellos que debilitan la fe en Dios, en la gente, en el camino y en el éxito, están trabajando para los enemigos, y el enemigo da la mayor recompensa a estas personas.
Asimismo, aquellos que están en contra de la actividad científica del país, aquellos que quieren alejar a las universidades, los centros de investigación, y los centros académicos de la ciencia y la investigación, trabajan para el enemigo. El enemigo está dispuesto a dar la mayor recompensa a estos individuos. Es para el enemigo que trabajan aquellos que actúan contra la seguridad nacional y laceran la unidad nacional bajo el nombre de «apoyo a las diferentes etnias del país». Lo que quieren es desestabilizar la unidad de los iraníes; la gente de estas etnias son todos iraníes y todos son leales a Irán, considerándose todos iraníes y enorgulleciéndose de ello.
Es deber de los organismos responsables identificar correctamente a los enemigos de la nación. Deben conocer a los colaboradores del enemigo que se encuentran entre la gente, deben conocer la orientación procurada por los enemigos y de esa manera defender los derechos del país, defender la seguridad de la nación, y defender las investigaciones académicas y el progreso científico. Esa es la responsabilidad del organismo pertinente.
Un último punto: Tanto los responsables como cada una de las personas, los estudiosos políticos, los eruditos académicos, la gente de las hawzas (escuelas religiosas), los universitarios, los empleados públicos y todos los demás estratos sociales, absolutamente todos, debemos proteger este árbol noble que el gran Imam (r.a.) plantó y al cual Dios Altísimo dotó de bendiciones extendiendo de tal forma sus ramas y hojas. Ésta es una obligación de todos. Todos deben considerar suya a la Revolución y al país. Todos deben considerar propio al sistema de la República Islámica. Todos conforman la comunidad de la República Islámica.
Nosotros consideramos «extraño» y fuera de este círculo a quien trabaja para el enemigo. Aquel que acepta al Imam, al camino del Imam y al testamento del Imam, le consideramos «nuestro». Aquel que le importa la independencia de Irán y se mantiene comprometido con ello, es «nuestro». Aquel que procura la grandeza de esta nación y su progreso científico, es «nuestro». Los «extraños» son aquellos que desean el dominio de Norteamérica, son aquellos que en su propia casa trabajan para el ladrón que está al asecho y actúan en su provecho. «Extraño» es aquel que repite las palabras y propósitos de los enemigos de esta nación.
Aquel que expresa las palabras de la nación, aquel que habla en nombre de esta nación, aquel que es hostil a los enemigos de esta nación, aquel que da pasos en pro de los intereses de esta nación en el ámbito que sea, es uno de los soldados de la República Islámica.
Aquellos que intencionalmente rompen la unidad con la palabra o con la acción y se movilizan en la dirección deseada por el enemigo, se han dispuesto en las filas contrarias a la República Islámica. Por supuesto que los «nuestros» estén atentos, y que no se descuiden, puesto que a veces se observa a algunos de los «nuestros» que por descuido o ignorancia -o excepcionalmente por cobardía- caen bajo la influencia de inquinas personales, y realizan acciones propias de un «extraño». Estas personas deben estar despabiladas.
Esta nación se ha movilizado. Esta nación se ha levantado. Esta nación ha recorrido una parte muy importante de su camino. Esta nación ha mostrado su fuerza a sus enemigos. Esta nación es esa misma contra la que hace veintisiete años atrás todos los aparatos del imperialismo mundial se aprestaron, resolvieron y conspiraron en su contra, pero no pudieron derrotarla ni avasallarla.
Esta nación es digna de que la persona luche, se esfuerce y trabaje por ella. Este país tiene la capacidad de gloria y grandeza. Este país puede alcanzar su histórico lugar de irradiar luz a todo el mundo. Hemos trabajado en ese sentido y esta nación ha atravesado un camino difícil, y asimismo con esfuerzo puede llegar al final del mismo.
Diré algunas palabras en relación a la propaganda de los enemigos:
Estos juegos propagandísticos contra la nación de Irán y el gobierno de la República Islámica, impulsados en el mundo con toda mala intención por los norteamericanos, los medios sionistas de comunicación y los imperios informativos dependientes del sionismo, siempre ponen énfasis en unos cuantos puntos, y repiten continuamente su charlatanería, para, tal vez así, movilizar el ambiente mundial en contra del gobierno de la República Islámica y la nación de Irán. Esos puntos son:
Primero: ¡Que existe consenso mundial contra Irán!
Segundo: ¡Que Irán es una amenaza mundial!
Tercero: ¡Que Irán procura construir bombas y armas atómicas!
Cuarto: ¡Que Irán quebranta los derechos humanos!
Todas esas actividades propagandísticas del enemigo se basan en esas cuantas frases y son esas mismas las que repiten de diversas maneras y con diferentes engaños. Por supuesto, la verdad es muy clara tanto para nuestra nación como para muchos perspicaces del mundo, pero igualmente en forma breve diré algo al respecto.
No existe ningún consenso contra Irán. Eso es una mentira de los norteamericanos y de sólo unos cuantos aliados de EE.UU. en el mundo. Ciento dieciséis países no-alineados apoyaron la valiente actividad nuclear de Irán; la Organización de la Conferencia Islámica ha apoyado a Irán; los países independientes, todos han apoyado a Irán.
Incluso aquellos que a causa de las presiones de EE.UU. y por formalidad con los norteamericanos a veces se vuelven mediadores para trasmitirnos las palabras de aquellos, éstos mismos en voz baja nos dicen: «¡Los norteamericanos nos pidieron decir esto, pero no es lo que nosotros opinamos!». Los países del mundo, aquellos que quieren garantizar su propio futuro, todos ellos están en desacuerdo en que la tecnología nuclear sea el monopolio de tan solo unos cuantos países del mundo.
El hecho de que ningún país tenga el derecho a obtener tecnología nuclear, esto es, hasta dentro de unos veinte años todos los diferentes países del mundo, para garantizar su energía, deban mendigarla a unos cuantos países occidentales y europeos, y pedirles a ellos energía para poder administrar su propia vida, ¿quién?, ¿qué país?, ¿qué nación? ¿qué funcionario honesto de un país, está dispuesto a aceptar eso?
Hoy nuestra nación ha dado pasos en esta vía y ha sido precursora, y valientemente se mantiene en la misma. Las naciones del mundo no tienen absolutamente ningún motivo en contra de ello como para alegar que entre ellas existe ese ‘consenso'. Ese es sólo un consenso entre unos cuantos países monopolistas en lo político, y el consenso de éstos no tiene ningún valor. Las naciones y los países del mundo apoyan y aprueban, de palabra y de corazón, a la nación de Irán y el accionar del gobierno de la República Islámica en este sendero.
Los pregoneros norteamericanos y sionistas dicen que ¡Irán conforma un peligro mundial! Irán no es una amenaza para ningún país; y todos saben que la realidad respecto a Irán es ésta. Nosotros no hemos amenazado a ninguno de nuestros vecinos. Mantenemos relaciones buenas y de hermandad con todos los países de esta región. Las relaciones de nuestro país y nuestra nación con los países europeos es una relación sana y buena, y en el futuro, cuando el gas desempeñe un papel más preponderante para garantizar la energía, estas relaciones con Europa mejorarán aún más, puesto que necesitan de nuestro gas.
Nuestras relaciones con el mundo árabe es fraterna y buena, y nuestra cuestión más importante en la sociedad árabe es la de Palestina. Nosotros expresamos aquello que ellos tienen en su corazón en relación a esta cuestión, y la ponemos de manifiesto explícitamente. Nosotros tenemos una postura muy transparente y clara en relación a la cuestión palestina, una postura que les agrada con todo su ser, y sienten orgullo de que nosotros la expresemos.
Todos los funcionarios de los países árabes quieren eso mismo, si bien a causa de algunas exigencias no pueden manifestarlo de manera tan explícita como nosotros lo hacemos. Nuestras relaciones con los diferentes países de esta zona, de Asia y otras regiones del mundo, son fraternas. Ellos conocen el derecho de Irán, su rol y su influencia y brindan importancia a ello.
Nuestras relaciones con Rusia también son buenas. Los rusos bien saben qué habría sido de ellos si en Irán hubiera habido un Estado adepto a EE.UU.
Nosotros tenemos intereses comunes con ellos; en Asia Central, en Oriente Medio y en esta misma región tenemos intereses comunes. Nosotros no tenemos problema alguno con el mundo. Nosotros no somos ninguna amenaza para el mundo, y eso el mundo lo sabe. Los norteamericanos con su juego propagandístico quieren confundir el tema para la opinión pública mundial. Por supuesto que no pudieron y no podrán hacerlo.
El siguiente tema de ellos es que ¡Irán procura tener una bomba atómica! Esas son palabras incoherentes, erradas y una burda mentira. Nosotros no necesitamos de una bomba atómica. Nosotros no tenemos ningún blanco ni objetivo donde poder utilizar una bomba atómica. Nosotros consideramos la utilización de armamento nuclear como contrario a las normas del Islam. Eso ya lo hemos explicado claramente.
Nosotros consideramos que imponer a nuestra nación el gasto para construir armamento nuclear y resguardarlo sería absurdo y sin sentido. La construcción de tal armamento y su preservación implica un gran gasto y nosotros de ninguna manera consideramos permitido que tal gasto se le imponga a la gente. Nosotros no necesitamos eso.
Nosotros no estamos, como los norteamericanos, motivados a dominar el planeta, como para querer tener el poder de ejercer la fuerza contra el mundo y para ello necesitemos de bombas atómicas. Nuestra ‘bomba atómica' y nuestro ‘poder explosivo' son nuestra fe y nuestros jóvenes y gente que perseveraron en los más dificultosos frentes con total fuerza y toda su fe, y asimismo lo seguirán haciendo. Detrás de esta propaganda mentirosa y de la elaboración de estas mentiras, se encuentran los aparatos políticos y propagandísticos de los norteamericanos y junto a ellos los sionistas que les ayudan. Todo lo que hay al respecto está vinculado a ellos.
Quiero decir dos o tres cosas a los funcionarios norteamericanos, a ese grupo que hoy tiene en sus manos la administración de EE.UU. e invoca liderar el mundo. ¡Ojala prestaran atención! ¡Ojala razonaran! ¡Ojala comprendieran! Les digo:
Compárense ustedes mismos con nuestro gobierno. Comparen nuestro presidente con el de ustedes. Su gobierno hoy dentro de EE.UU. es el más detestado en la historia de los EE.UU. Eso fue anunciado al mundo en sus mismos sondeos. Hoy, el gobierno que está a cargo en EE.UU., según la misma gente, es el más detestado en la historia de ese país. Ustedes comparen eso con nuestro gobierno, el cual es uno de los más queridos en estos últimos cien años desde la época del movimiento constitucionalista (a principios del siglo XX) hasta hoy.
En cada lugar del mundo al que llega su presidente -el señor Bush-, se encuentra con diferentes manifestaciones en su contra, de parte de la gente y el aborrecimiento de ésta. Así sucede en Europa, así es en Asia, es así en África; en Latinoamérica los gobiernos llegan al poder mediante sus consignas anti-norteamericanas.
Vean ustedes hoy: En Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, en muchos países de Latinoamérica, los candidatos a la presidencia dicen consignas anti-norteamericanas y la gente les da su voto. ¡¿Qué más detestable que eso?! La gente de EE.UU. no tiene seguridad de parte de su propio gobierno en cuanto a sus llamadas telefónicas comunes. Esto es, no confían lo suficientemente en su propia gente como para permitirles realizar llamadas telefónicas libremente. Los teléfonos son controlados de manera legal: ¡Dispusieron una ley que permite controlar cualquier teléfono!. Esa es la situación de ustedes.
Compárense con nuestra situación dentro del país. Compárense con los viajes de nuestros funcionarios. Compárense con el viaje de nuestro presidente a Indonesia, y los viajes de nuestros anteriores presidentes al Líbano, Sudán, Pakistán y otros lugares, y vean qué entusiasmo y afición fueron demostrados por la gente de estos países en relación a los presidentes de la República Islámica de Irán.
¿Por qué no comprenden eso? ¿Por qué no lo reconocen? Según ustedes mismos en Irak han gastado trescientos mil millones de dólares para poder instalar un gobierno que esté supeditado y obediente a las órdenes de ustedes, pero el pueblo de Irak fue porfiado y no pudieron hacerlo (por supuesto, esos trescientos mil millones es lo que ellos mismos reconocen, pero probablemente hayan gastado mucho más que eso). En Palestina ustedes realizaron todo su esfuerzo para impedir que el gobierno de Hamas llegase al poder, pero no pudieron.
El pueblo palestino, a pesar de ustedes, eligió al gobierno de Hamas. Realizaron diversas presiones al Estado palestino desde diferentes ámbitos, pero el pueblo palestino por la porfía de ustedes más se solidarizó con este gobierno. Altos comisionados del Ministerio de Relaciones Exteriores de EE.UU. viajaron al Líbano y permanecieron en Beirut unos cuantos meses, para ver si así tal vez pudieran tener al Líbano en sus garras y debilitar la resistencia en ese país, y lograr un Líbano partidario de Israel, pero no pudieron. La gente del Líbano fue porfiada respecto a ustedes. En todas partes sucede lo mismo. ¿Por qué el señor Bush no reconoce que con su comportamiento ha hecho a EE.UU. detestable para el mundo, y asimismo a su nación? ¿Por qué no reconoces que te has vuelto débil? ¿Por qué no reconoces que tu filo en el mundo se ha desgastado? ¡¿Después de esto sigues amenazando?!
Comparen el mensaje de nuestro presidente al presidente de EE.UU. con el mensaje grosero e improcedente de los norteamericanos -mensaje que fue divulgado en el mundo hace unos días-, que se sale de todo comportamiento diplomático y fue un desborde de necia soberbia, lleno de amenazas y palabrería sin sentido. Ustedes, si es que pudieran dañar a la República Islámica, no habrían perdido ni un minuto en estos veintisiete años. Un ex Ministro de Relaciones Exteriores de EE.UU. dijo explícitamente «tengo que extirpar de raíz a la nación de Irán». Pero él ya está en su tumba, en tanto el pueblo de Irán progresó día tras día.
¡Ustedes hablan de derechos humanos! ¡Ustedes hablan de luchar contra el terrorismo! Un Estado que tiene en su historial prisiones como las de Guantánamo y Abu Guraib y crímenes como los de Hadizah y los últimos perpetrados en Kabul, y decenas y centenas de otros ejemplos, ¡cómo se atreve a hablar de derechos humanos.
Ustedes para amenazar a Irán dicen que «nosotros podemos hacer algo para garantizar el flujo de energía en la región». Se equivocan completamente respecto a Irán. Sin duda alguna, el flujo de energía en la región se enfrentaría a un serio peligro. Sepan esto, y que ustedes nunca podrán garantizar la energía en la región.
Nosotros no comenzamos guerras. Nosotros no estamos en guerra con ningún gobierno. Nosotros tenemos elevados valores y queremos utilizar toda nuestra fuerza para alcanzarlos, y ello consiste en construir un Irán en el que esté garantizada la felicidad material y espiritual de esta nación y que pueda ser un ejemplo para otras naciones (y el resto de las naciones lo saben porque también se esfuerzan por lo mismo). Nosotros queremos poner a funcionar en su lugar correspondiente y de una forma correcta a este gran país y a esta gran riqueza humana y natural que Dios Altísimo depositó en manos de este pueblo y sus funcionarios, y sacar a esta nación del menosprecio del que fue objeto en estas cuantas centurias.
Esta nación se siente orgullosa, se siente vigorosa, y tiene derecho a sentirse así. Esta nación tiene grandeza y poder, sólo que tanto los aparatos del despotismo como los corruptos gobiernos dictatoriales y sus perversos, malévolos y malintencionados patrocinadores extranjeros, nos mantuvieron atrasados. Hoy nuestra nación es una nación libre. Nosotros queremos marchar por ese camino con fuerza, con los ojos abiertos y con unión nacional, sin tener nada contra nadie. No somos un peligro para nadie, pero estamos comprometidos con nuestros valores, estamos comprometidos con nuestros intereses nacionales, y aquel que los amenace verá la aspereza de la furia de esta nación.
¡Dios mío! Aquello que dijimos, aquello que escuchamos, disponlo para Ti y por Tu causa. ¡Acéptalo de nosotros! ¡Afírmanos en Tu sendero! ¡Disponnos entre Tus siervos correctos y justos! Purifica y haz que sean sinceros nuestras intenciones y nuestros corazones. Brinda un preciado lugar al fallecido Imam Jomeini entre Tus amigos y siervos justos. Resucita a nuestros mártires junto a los mártires del comienzo del Islam. Libera a las naciones musulmanas de las dificultades y la humillación. Apoya día a día a la nación de Irán en el camino lleno de bendiciones que ha adoptado. Haz que el sagrado corazón del Imam de la Época -que nuestras almas sean sacrificadas por él- se encuentre complacido y satisfecho de nosotros. Brinda éxito y apoya a los funcionarios que sirven a la gente. Derrota a los enemigos de esta nación y haz que su mal vuelva sobre sí mismos.