Durante esta reunión el Líder Supremo dijo que la democracia religiosa está basada en la Wilayat de Dios. Él subrayó la importancia de las dos principales funciones de la Asamblea, a saber la legislación y supervisión, en pro del fortalecimiento de la convergencia de las tres ramas del gobierno.

El Ayatolá Jamenei consideró la sumisión a Dios y el sentido de responsabilidad ante Dios, como los factores más significativos, y agregó: «Si los responsables del orden se proveen de un sentido de responsabilidad y compromiso, todas las diferencias de opiniones y todas las tendencias lógicas convergerán en un ambiente de calma y seguridad y los problemas serán resueltos»

El Líder Supremo consideró el desarrollo espiritual del hombre como el objetivo final de la República Islámica: «La constitución de una sociedad islámica, con un sistema justo, es un objetivo intermedio que prepara el terreno para el logro del objetivo final que es el desarrollo espiritual del hombre».

El Líder Supremo de la Revolución Islámica dijo que una verdadera comprensión de lo deberes divinos y el valiente y decidido cumplimiento de dichos deberes junto con la tranquilidad de corazón son factores resultantes de la aceptación de Dios y la adhesión de cada uno al ambiente divino, tranquilizador y bendecido, y agregó que «esos deberes se vuelven mucho más importantes cuando el hombre llega al estatus de legislador.»

El Líder Supremo describió a la República Islámica como un claro grito de protesta contra la marcha ciega de las potencias dominantes que tienen por objetivo el pisotear a la humanidad y a la justicia, y recordó que «el único camino para el desarrollo de la influencia espiritual de este llamado salvador radica en la correcta propaganda, es decir en la construcción de un sistema justo de acuerdo a los pensamientos islámicos, porque la expresión y el mensaje del Imam Jomeini y la República Islámica son naturalmente atractivos e influyentes.»

El Ayatolá Jamenei agregó que la autoridad divina constituye el fundamento y el principio básico de la doctrina islámica y que Dios ha dejado a los hombres el derecho de confiar esta autoridad a una o varias personas; es así como en la Constitución de la República Islámica de Irán los procedimientos de aplicación de esta autoridad y concesión de este derecho, es decir las elecciones, están perfectamente definidos; y esto constituye el pilar fundamental profundamente arraigado y la verdadera creencia en la democracia religiosa.

El Líder Supremo ha señalado que existen diferencias ideológicas entre los actuales sistemas y democracias del mundo y el sistema islámico, y señaló que «en la perspectiva islámica, la Wilayat no pertenece más que a Dios y que dicha autoridad no se puede aceptar ni aplicar sino por medio de los principios divinos definidos en el Islam y determinados en la Constitución, a partir de los datos del libro sagrado y de la tradición; en este contexto la delegación de una nación se convirtió en una especie de autoridad que proviene de la Wilayat divina, y por lo tanto se vuelve necesario la ejecución de leyes legisladas.

De acuerdo al Ayatolá Jamenei, para resolver las diferencias de gustos y puntos de vista son necesarias las decisiones comunes entre los tres poderes. «En los casos donde hay diferencias de opinión acerca de las facultades, se puede resolver a través de la cooperación entre los dignatarios de las tres ramas, así como dirigiéndose a la Constitución y aprovechando las ideas de las elites y los expertos y de aquellos que de acuerdo a la Constitución, son considerados como los intérpretes de esta Ley».

Por otra parte, el Líder Supremo aconsejó a los diputados que eviten los ser influenciados por personas influyentes, subrayando el hecho de que los miembros del MaÅ·lis deben preservar la autonomía que la Constitución les ha dado en materia de toma de decisiones.

El Líder de la República Islámica agregó: «Causar la disensión entre las tres ramas y perturbar la unidad entre el conjunto de la administración del país fueron parte de los antiguos y grandes deseos de los enemigos de la nación iraní. Este objetivo del que nos debemos cuidar a veces lo persiguen de manera explícita, o -como en la actualidad- de una de una manera tácita pero seria».

Además, su eminencia aconsejó a los diputados de la VIII MaÅ·lis a mantenerse fieles al pueblo y continuar asiduamente sus relaciones con la gente, y señaló que «en el sistema de la República Islámica nadie, ni ningún funcionario debe contribuir a la formación de una nueva clase aristocrática, es por esta misma razón que todos los funcionarios, incluidos los diputados, deben entrar a la palestra, mantenerse puros y resistir perfectamente ante las malvadas tentaciones intrínsecas».