Su Eminencia consideró «un factor imprescindible» el «diálogo y la interacción» para «disipar las ambigüedades y lograr el entendimiento».

«Las amargas realidades del mundo, como la guerra, el hambre y la violación de los derechos de las personas tienen sus raíces en factores como las ansias de poder y las exigencias de más, por tanto todo esfuerzo y labor dirigida a solventar estos problemas debe tener como criterio principal la consigna de reivindicación de la justicia y de la lucha contra la injusticia.», agregó.

El Líder Supremo calificó de «algo muy bueno, importante y necesario» el «intercambio de ideas, la continuidad de los encuentros, el diálogo y la mutua expresión de las realidades de los acontecimientos, lo cual de seguro desempeña un gran papel en la generación de confianza entre los pueblos y las naciones; pero estas actuaciones no son suficientes ni eficaces para poner freno a la desagradable naturaleza de los que ansían el poder en el mundo ni para dar fin a las actuales calamidades que hacen sufrir al ser humano, por lo que se deben tener en cuenta otros factores.»

El Líder enumeró algunas de las injusticias que se han arraigado en la misma historia de la humanidad y, haciendo alusión a las «horribles matanzas que se perpetran contra los pueblos de Irak, Afganistán y Palestina», sentenció retóricamente a modo de interrogante: «¿Acaso estas dolorosas calamidades ocurren por malentendidos y porqué no hay comprensión entre ambas partes o se deben a otras cuestiones como las ambiciones y las injusticias?»

El Líder Supremo se respondió a sí mismo hablando de factores históricos como «el duro y violento colonialismo de Occidente en diferentes partes del mundo y el trato humillante dado a los musulmanes y a otros pueblos» a la vez que se refirió a la necesidad de «compensar estos desmanes» y aclaró que «no consideramos culpable a la nueva generación de Occidente por lo que hizo la anterior generación, pero las autoridades actuales de las potencias occidentales, al igual que sus antecesores, procuran dominar el mundo y pisotear los derechos de las demás naciones.»

Ayatolá Jamenei aprovechó la conversación con estos líderes para proponerles a las gentes de buena voluntad y a aquellas personalidades que «trabajan de verdad para resolver los problemas del mundo» que «condenen puntual y explícitamente la injusticia en cualquier parte del planeta que la vean y trabajen en serio en la ardua tarea de distinguir al justo del injusto.»

Por su parte, el ex primer ministro de Noruega y líder de Iglesia Protestante de su país abordó las cada vez «mayores fricciones entre Occidente y el Mundo Islámico» y declaró: «El trato de humillación de Occidente para con los musulmanes y el que aquel presente una mala imagen del Islam influyen en estos problemas, pero el diálogo y el entendimiento mutuo pueden mermar los malentendidos.»

El ex premier noruego condenó el ataque a Irak de Estados Unidos del que opinó que «después de un lustro de ocupación ya ha quedado claro que no había en ese país armas de destrucción masivas.»

También Jorge Sampayo, ex presidente de Portugal y delegado del secretario general de la ONU en el Diálogo de Civilizaciones tomó la palabra en este encuentro con el Ayatolá Jamenei para decir que «creemos que Irán, dado su historia, sus valores y su importancia, es capaz de jugar un papel clave en un entendimiento profundo de los pueblos y los gobiernos y para construir un mundo mejor.»

Sampayo se sumó también a la condena expresada por Bondevik al ataque de Estados Unidos a Irak y apoyó la tesis «acertada y correcta» de Ayatolá Jamenei sobre la injusticia.