Al comienzo de la ceremonia, el Ayatolá Jamenei rindió un homenaje a los mártires de la Guerra Impuesta y se reunió en torno a las tumbas de ocho mártires anónimos sepultados en el recinto de la Academia.

Ayatolá Jamenei dijo que las Fuerzas Armadas de la República Islámica eran las fuertes murallas del país, las cuales están sostenidas por la gente.
El Líder Supremo consideró a las Fuerzas Armadas como uno de los más importantes factores del poder nacional y agregó que este poder se multiplica cuando se hace acompañar de la fe y el poder espiritual.

«Hoy en día, gracias a sus valientes y creyentes jóvenes, la República Islámica goza de un poder sin precedentes en el mundo», señaló su Eminencia.

Ayatolá Jamenei continuó diciendo que las Fuerzas Armadas iraníes no muestran su grandeza solamente con el poder de su armamento, sino que también a través de su poder espiritual que es utilizado en defensa de los valores divinos y humanitarios.

«Los ejércitos de las potencias del mundo son los medios para oprimir a otras naciones, mientras que el de Irán se sacrifica por los valores islámicos y debido a su resistencia en los frentes gana la victoria absoluta y final», declaró.

El Comandante de las Fuerzas Armadas se refirió a la victoria de los jóvenes creyentes libaneses sobre las fuerzas excesivamente armadas del régimen sionista y agregó que esta victoria significa la supremacía del poder espiritual sobre los poderes materiales.

«Todas las Fuerzas Armadas deben reconocer este gran privilegio», declaró Ayatolá Jamenei. «Los enemigos que pensaban que la República Islámica se derrumbaría ante sus presiones, hoy admiten que la República Islámica esta más poderosa que nunca.»

Al final de la ceremonia, el Líder Supremo entregó presentes a los maestros, a los comandantes más destacados y a miembros de varias familias de mártires. Asimismo, los representantes de los graduados recibieron sus diplomas y charreteras.