Durante el encuentro, su Eminencia señaló que la Defesa Sagrada es una fuente de orgullo para la nación de Irán.

El Líder Supremo señaló que la experiencia de la Defensa Sagrada demostró que teniendo fe en Dios y una férrea voluntad es posible -a pesar de las presiones y dificultades económicas- resistir ante la arrogancia de las potencias hegemónicas.

El Ayatolá Jamenei manifestó que gracias a la resistencia de la nación iraní durante los ocho años de la incursión del régimen iraquí, varias personalidades influyentes tanto de los países islámicos como en los no islámicos se convencieron de que es posible luchar incluso con las manos vacías.

Su Eminencia, enfatizó que la nación iraní debe prestar atención a las realidades y lecciones de la Defensa Sagrada, pues son una cultura dinámica que de ser percibida correctamente, beneficiarán a la nación iraní y al futuro del país.

Asimismo, el Líder Supremo explicó que el amplio frente militar que Occidente, Oriente y sus aliados de la región, constituyeron para hacerle la guerra a Irán durante la Defensa Sagrada, tenía como objetivo debilitar y mancillar la reputación del sistema islámico.

El Ayatolá Jamenei manifestó que el frente de la arrogancia quería causarle problemas internos a la República Islámica, para de esa manera preparar el terreno para derrocar su aún joven sistema, y agregó: «Pese a ello fueron incapaces de lograr su objetivo, gracias a la gallarda resistencia de la nación iraní y el sistema islámico».

Al final, su Eminencia refiriéndose al alto costo material y espiritual de dicho periodo, señaló que no obstante los daños sufridos, los avances y logros de la nación iraní durante la Defensa Sagrada son muy valiosos.

En la República Islámica se le denomina «Defensa Sagrada» a los ocho años de guerra impuesta por el ex régimen baasista de Sadam Husein, contra la nación iraní, entre 1980 y 1988.