El Ayatolá Jamenei agregó: «Este sabio inocente ni había incitado a la gente a tomar las armas ni había tramado un complot secreto; lo único que hizo fue criticar abiertamente [al régimen saudita] y ordenar el bien y prohibir el mal, como producto de su fervor religioso».

El Líder Supremo de la Revolución Islámica describió el martirio del Sheij Nimr y el derramamiento injusto de su sangre como un error político del gobierno de Arabia Saudita, y agregó: «Dios Todopoderoso no hará caso omiso de la sangre de los inocentes y la sangre derramada injustamente tendrá pronto un efecto contraproducente para los políticos y gestores de este régimen».

Su Eminencia criticó el silencio de los autoproclamados «defensores de la libertad, la democracia y los derechos humanos», así como su apoyo al régimen saudita que derrama la sangre de los inocente por el tan solo hecho de ser criticado o de que se proteste en contra suyo, y reiteró: «Los países musulmanes y el mundo en general debe sentirse responsables de este asunto».

Asimismo, el Ayatolá Jamenei se refirió al hostigamiento y tortura al pueblo bahreiní a manos de las fuerzas militares sauditas y la destrucción de sus casas y mezquitas, así como a los más de 10 meses de bombardeo a los civiles yemeníes como otros ejemplos de los crímenes del régimen saudita, y señaló: «Aquellos que se preocupan sinceramente por el futuro de la humanidad y los derechos humanos y la justicia deben darle seguimiento a estos temas y no permanecer indiferentes ante a esta situación».

«Ciertamente, el mártir Sheij Nimr se beneficiará de la gracia de Dios y sin duda alguna el peso de la venganza divina caerá sobre los opresores, que han usurpado su vida y esto es motivo de consuelo».