En su discurso durante la conmemoración del 27 aniversario del fallecimiento del Imam Jomeini, el Líder Supremo enfatizó que el noble Imam Jomieni era fiel a Dios, fiel a las personas, fiel a los objetivos y fiel al camino que conduce a estos objetivos; y respecto al carácter devoto del Imam Jomeini, manifestó: «él era un siervo benevolente de Dios, era humilde y un hombre de oración».
 
Su Eminencia destacó la tercera característica del Imam Jomeini, diciendo: «el Imam era un ''Imam revolucionario'' y esta característica es la principal causa de la ira de las potencias materialistas».
 
El Líder Supremo de la Revolución Islámica afirmó que las potencias mundiales le temen a la palabra «revolución» y al espíritu revolucionario del pueblo iraní, y agregó: «la razón principal para el ejercicio de presiones sobre la nación de Irán a lo largo de estos años bajo diferentes pretextos, incluyendo la cuestión nuclear y los derechos humanos, es el espíritu revolucionario de la nación iraní y el sistema islámico».
 
El Ayatolá Jamenei dijo que Irán salió del control de las potencias mundiales después de la Revolución de 1979 y se convirtió en un sistema islámico que sentó un precedente inspirador para las naciones, y agregó: «la principal cuestión es que el Imam revolucionario rescató al país de muchos atolladeros, incluyendo el pantano de la dependencia, la corrupción política, la corrupción moral, la humillación internacional; el atraso científico, económico y tecnológico, y la actitud de amo-esclavo de Estados Unidos y Gran Bretaña. Asimismo, provocó una tremendo cambio en el rumbo del país y la nación».
 
Su Eminencia reiteró que el noble Imam Jomeini cambió el rumbo del país hacia los grandes objetivos, es decir, el «gobierno de la religión de Dios», y agregó: «el gobierno de la religión de Dios consiste en la realización de una auténtica justicia social, erradicación de la pobreza y la ignorancia, la erradicación de la opresión y vicios sociales, el establecimiento del sistema de valores islámicos; garantizar la salud física, moral y espiritual; el desarrollo científico del país, así como garantizar la identidad y la dignidad nacional, el esplendor y el poderío internacional y activar las potencialidades del país».
 
El Líder Supremo reiteró que el Imam Jomeini empujó al país hacia estos objetivos gracias a la bendición de la Revolución Islámica, y reiteró: «a pesar de que la consecución de estos objetivos requiere de tiempo y esfuerzos, estos son realizables y el único requisito para su realización es moverse en el camino de la Revolución y el espíritu revolucionario».
 
El Ayatolá Jamenei refiriéndose a la patología del avance del movimiento del sistema islámico, dijo: «desde del fallecimiento del noble Imam, siempre que hemos actuado revolucionariamente, hemos hecho progresos y cada vez que hemos descuidado el espíritu revolucionario y el movimiento combatiente, nos hemos quedado atrás y hemos fallado».
 
Dirigiéndose a las personas de todos los estratos, Su Eminencia dijo: «podemos marchar en este camino de una forma revolucionaria, en dicho caso, el progreso es absoluto. Pero también podemos marchar de manera diferente, y bajo tales condiciones, nos encontraremos con un destino atroz y la nación iraní y el Islam recibirán una bofetada».
 
El Líder Supremo dijo que la Revolución Islámica es una riqueza sobresaliente y exclusiva de la nación iraní, y afirmó que para conquistarla el pueblo pagó un elevado costo, sin embargo se obtuvieron al mismo tiempo grandes beneficios. Elucidando los criterios del espíritu revolucionario, el Ayatolá Jamenei explicó cinco indicadores principales.
 
Su Eminencia señaló que el primer indicador del espíritu revolucionario, es «el compromiso con los valores y principios», y agregó: «la creencia en el Islam genuino frente al Islam estadounidense es el punto principal de este primer indicador».
 
«El Islam estadounidense tiene dos ramas: el ''Islam reaccionario'' y ''Islam secular'', ambos apoyados por la arrogancia [Mundial]», agregó. El Líder Supremo de la Revolución Islámica se refirió a la creencia profundamente arraigada del papel fundamental del pueblo como otro principio de la Revolución, y afirmó: «en el sistema islámico, el voto, demandas, objetivos e intereses del pueblo son esenciales. Y creer verdaderamente en ello, es un requisito del espíritu revolucionario».
 
«El apoyo a los estratos más desfavorecidos y débiles, junto con el apoyo a los oprimidos del mundo», es otro de los valores resaltados por el Ayatolá Jamenei en su explicación del primer indicador del espíritu revolucionario.
Su Eminencia señaló que el segundo indicador del espíritu revolucionario, es la «elevada voluntad y aspiración por el progreso y alcanzar los ideales», y agregó: «bajo ninguna circunstancia, debe uno renunciar a la consecución de los grandes objetivos de la Revolución y el pueblo o conformarse con el statu quo».
 
El Líder Supremo de la Revolución Islámica manifestó que el tercer indicador del espíritu revolucionario es «el compromiso con la independencia», y lo explicó desde las -tres- perspectivas política, cultural y económica.
 
«El verdadero significado de la independencia política es que no seamos engañados por los diversos métodos de los enemigos y tenemos que proteger la independencia nacional, regional e internacional en cualquier circunstancia», agregó.
 
El Ayatolá Jamenei dijo que la invitación del enemigo para la cooperación en la resolución de los problemas globales es una invitación a la asistencia y la participación a jugar en el campo que ellos han esbozado para resolver los asuntos que tienen en lista», agregó.
 
Asimismo, el Su Eminencia subrayó la gran importancia de la «independencia cultural y económica».
El Líder Supremo dijo que la «economía de resistencia» es la única opción para la realización de la independencia económica.
 
A continuación, el Ayatolá Jamenei se refirió a «la sensibilidad ante el enemigo» como el cuarto indicador del espíritu revolucionario. «Al igual que en el frente de batalla, todos los movimientos del enemigo deben ser monitoreados y analizados, sus objetivos deben ser identificados y el antídoto necesario debe ser preparado meticulosamente para contrarrestar los posibles venenos de las actividades del enemigo», enfatizó.
 
Su Eminencia dijo que la hostilidad de Estados Unidos contra la Revolución Islámica de Irán era intrínseca, y agregó: «Las potencias hegemónicas revelan su naturaleza a través del belicismo, el apoyo al terrorismo, la represión a los buscadores de la libertad y el despotismo hacia los palestinos oprimidos. Y el sistema islámico no puede permanecer en silencio y ser indiferente ante tales represiones».
 
El Líder Supremo de la Revolución Islámica comparó la ayuda directa de Estados Unidos al invasor del pueblo yemení con su participación en el bombardeo y matanza de personas inocentes, y enfatizó: «en virtud de las enseñanzas del Islam, no se debe permanecer en silencio ante estos crímenes».
 
Resumiendo esta parte de su discurso, el Ayatolá Jamenei manifestó: «cualquier individuo y cualquier corriente que trabaja para el Islam y en nombre del Islam estará cometiendo un gran error si confía en Estados Unidos, y [lo único que] recibirá será una bofeteada».
 
«En los últimos años, algunas corrientes islámicas en la región cooperaron con los estadounidenses con el pretexto de la "sabiduría política" y "táctica", pero ahora están pagando el precio por confiar en el Gran Satán», agregó.
 
Su Eminencia se refirió a Gran Bretaña como otro de los enemigos realmente malos de la nación iraní, y agregó: «los británicos nunca han dejado su malevolencia contra la nación iraní».
 
Posteriormente, el Líder Supremo explicó el último indicador del espíritu revolucionario, es decir, «la piedad religiosa y política», diciendo: «la piedad religiosa significa hacer esfuerzos y tener cuidado de la realización de todos los objetivos que el Islam ha determinado y demandado para la sociedad». «Si hay piedad religiosa, habrá piedad política», enfatizó Su Eminencia.
 
En la parte final de su discurso ante las miles de personas que se habían reunido para renovar su lealtad a los ideales del Imam Jomeini, el Ayatolá Jamenei ofreció varios consejos importantes, el primero de los cuales fue «considerar al Imam un ejemplo perfecto».
 
El segundo consejo de Su Eminencia fue «no olvidar la experiencia adquirida en las conversaciones nucleares». El tercer consejo del Líder Supremo de la Revolución Islámica fue sobre la «unidad de los tres poderes del Estado».
 
El cuarto consejo del Ayatolá Jamenei fue «ver la confrontación con Estados Unidos como un frente de guerra». Y el último consejo del Su Eminencia para la nación y los funcionarios del gobierno fue «tener plena confianza en la promesa de la ayuda de Dios y estar seguro de que el futuro pertenece al pueblo y a los jóvenes de Irán, a pesar del disgusto y consternación de los enemigos».
 
Previo al discurso del Ayatolá Seyyed Ali Jamenei, Líder Supremo de la Revolución Islámica, el nieto del Imam Jomeini, el Huyatulislam Hassan Jomeini -quien también es el director del mausoleo del Imam Jomeini, dijo que la Revolución Islámica es una revolución divina y popular.