En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso

El día 22 de Jordad del año 1388 (12 de junio del 2009) se convirtió en una página dorada del libro del destino de Irán, del cual nuestro pueblo ha escrito cada línea con su elevada fuerza de voluntad y su firme determinación, y que está dispuesto a preservar con su sabiduría y resistencia.

La participación del 85 por ciento del pueblo en las urnas de votación durante los pasados comicios, es un claro indicio de la solidaridad, entusiasmo y determinación que tiene esta antigua y orgullosa nación hacia el fruto de sus esfuerzos en los últimos treinta años. Y también es un indicio de la esperanza e ilusión que la nación guarda en su corazón en relación con su perfección y exaltación y respecto a la eliminación de sus imperfecciones y fallas.

Todo ello depende de la misericordia y la bondad de Dios, Prudente y Poderoso, que tanto este insignificante e incapaz siervo como todos los corazones conscientes y humildes debemos apreciar, así como también hemos de prosternarnos en agradecimiento ante Él, el Magnánimo y Amado.

El voto determinante y sin precedentes del pueblo al respetable presidente electo, es un voto a todas las cualidades con que supo adornarse el noveno gobierno en sus cuatro años de administración. Y lo cual pone en evidencia las inclinaciones y tendencias de la abrumadora mayoría de la nación. Es un voto a la bendita y grandiosa dialéctica de la Revolución Islámica.

Es un voto a la lucha contra la arrogancia y para la valiente resistencia ante las potencias imperialistas del mundo. Es un voto a la lucha contra la pobreza, corrupción, discriminación, y a la lucha contra la aristocracia. Es un voto a un estilo de vida sencillo y cercano al pueblo y a la asistencia a los débiles y oprimidos, es un voto al trabajo y al continuo e incansable esfuerzo.

Estas particularidades son algunas de las más importantes importantes que la nación de Irán exige a sus elegidos y cuando identifica a alguien con estas cualidades le brinda su corazón y aprovechando la bendición de libertad -que es el regalo de la Revolución Islámica a esta nación- lo eleva al poder.

En vísperas de un nuevo aniversario del nacimiento del Salvador de la humanidad (Imam Mahdi), el gran vicario de Dios en la tierra e Imam de los benevolentes, su Eminencia, la Evidencia (de Dios) e hijo de Hasan -que mi alma se sacrifique por él- y que Dios apresure su reaparición, elogio esta gran fiesta y doy mis parabienes a la reelección del Sr. Doctor Mahmud Ahmadineyad en la décima elección presidencial, y siguiendo a la noble nación de Irán apruebo su voto y asigno a este hombre valiente, perseverante e inteligente a la presidencia de la República Islámica de Irán y le pido a Dios el Altísimo que le otorgue tanto a él como a sus colaboradores el éxito al servirle al pueblo, y al luchar por exaltar la palabra del Islam, así como al realizar grandes e inolvidables medidas dignas del pueblo y de este querido país y también al caminar hacia el desarrollo y la justicia. Y es evidente que el voto de la gente y mi aprobación sigue vigente mientras él permanezca en este camino correcto.

Por último, honrando y venerando el nombre y el recuerdo del noble Imam (Jomeini) y los enaltecidos mártires -a quienes nuestra nación les debe sus grandes éxitos- pido a Dios Altísimo les otorgue la posición que se merecen y que haga descender Su divina misericordia sobre sus inmaculados espíritus.

Y la paz sea con los piados siervos de Dios

Seyed Ali Jameneí

03 de agosto de 2009