En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso

El momento del Hach es la primavera de la espiritualidad y el brillo del monoteísmo en los horizontes del Universo; y los rituales del Hach son una fuente cristalina que puede purificar al peregrino de todas las manchas del pecado y negligencia y devolverle a su corazón la luz de su esencia divina.

Despojarse de la ropa de la arrogancia y privilegios en el miqat[1] del Hach y vestirse con la misma ropa que todos visten es la señal y símbolo de la identidad de la Ummah islámica y el mandato simbólico de la unión y solidaridad de los musulmanes en todas partes del mundo.

La consigna del Hach, por un lado es: "Fa ilahukum ilahun uahed, falahu aslimu ua bashiril mujbitin" («...Vuestro Dios es un Dios Único, por tanto, someteos a Él y transmite la buena nueva a los humildes.» [Corán, 22:34]), y por otro: "Ual masyidil haram alladhi ya'alnahu linnasi saua'anil ‘akifu fihi ual bad." («...Y la mezquita sagrada, la cual dispusimos para toda la gente, tanto para los residentes como para los de afuera...» [Corán, 22:25)]

Y es así que la Kaaba además de representar la palabra del monoteísmo es la representación de la unidad de la palabra y la fraternidad e igualdad islámica.

Los musulmanes de los cuatro rincones del mundo que se han reunido aquí - con el entusiasmo de circunvalar alrededor de la Casa de Dios y visitar el santuario del gran mensajero de Dios (PB)- deben aprovechar esta oportunidad para fortalecer los vínculos de hermandad entre unos y otros que es la curación de muchos de los dolores de la comunidad islámica.

Hoy, claramente vemos que la mano de los enemigos del Mundo Islámico, más que en el pasado, están fomentando la discrepancia entre los musulmanes mientras que la comunidad islámica de hoy en día más que nunca necesita de unión y solidaridad.

Hoy, la ensangrentada garra de los enemigos, claramente, está creando catástrofes en todo el Mundo Islámico.

La Palestina, bajo el dominio de la maldad de los sionistas está sometida a un dolor y congoja que crece día a día.

La Mezquita Al Aqsa está en un serio peligro. El oprimido pueblo de Gaza, luego de las masacres de generaciones sin antecedentes, sigue en las más difíciles condiciones.

Afganistán, bajo las botas de los ocupantes, todos los días padece un nuevo infortunio. La inseguridad en Irak ha arrebatado la tranquilidad y comodidad de la gente. La matanza entre hermanos en el Yemen ha puesto una nueva agonía en el corazón de la comunidad islámica.

Los musulmanes de todo el mundo tienen que reflexionar en cómo y dónde se organiza y se diseñan las discordias y guerras; las explosiones, atentados y las masacres ciegas e indiscriminadas que en los últimos años han surgido en Irak, Afganistán y Pakistán. ¿Por qué antes de la entrada forzosa y dominadora de los ejércitos occidentales -comandados por Norteamérica a esta zona- los pueblos no eran espectadores de tantos infortunios y penurias?

Los ocupantes, por un lado, denominan terrorismo a los movimientos de resistencia populares de Palestina, Líbano y otros puntos, y por otro, organizan y lideran el salvaje terrorismo sectario y étnico entre las naciones de esta zona.

Las zonas del Medio Oriente y el Norte de África, en un largo periodo y durante más de un siglo, fueron explotadas, ocupadas y menospreciadas a manos de los gobiernos occidentales de Inglaterra, Francia y otros.

Sus recursos naturales fueron saqueados y su espíritu de libertad fue sofocado; sus pueblos fueron rehenes de las codicias de los violadores foráneos y, luego de que el despertar islámico y los movimientos de la resistencia de los pueblos, hicieran imposible la continuación de aquella situación para los opresores internacionales y la cuestión del martirio y la elevación hacia Dios y en el camino de Dios apareciese nuevamente como un factor sin igual en la escena de la lucha islámica, los agresores inactivos se volcaron a los métodos de engaños y artimañas, y reemplazaron el colonialismo por el neocolonialismo.

No obstante, hoy día, el monstruo multifacético del colonialismo ha traído a la escena todas sus fuerzas y poderes para doblegar al Islam. Desde la fuerza bélica, el puño de hierro y la clara ocupación, hasta la cadena satánica de las propagandas y la utilización de miles de programaciones de divulgación de mentiras y creación de rumores.

Y desde la organización de grupos terroristas y asesinatos impiadosos, hasta la expansión de instrumentos de corrupción, el aumento de propagación de las drogas y la destrucción de la voluntad, espiritualidad y ética de los jóvenes.

Y desde la ofensiva política y multidimensional a los núcleos de resistencia hasta fomentar las arrogancia étnicas y fanatismos sectarios entre los pueblos y la enemistad entre hermanos.

Si el afecto, la confianza y la solidaridad entre las naciones musulmanas y entre los diferentes grupos de musulmanes y pueblos musulmanes, tomasen el lugar de las conjeturas y el pesimismo -que es el deseo de los enemigos-, se desbarataría gran parte de los complots y estrategias de los enemigos y esterilizarían sus nefastos planes de dominio creciente a la comunidad islámica.

El Hach es una de las más elevadas oportunidades para este exaltado objetivo. Los musulmanes, a través de su colaboración mutua y respaldándose en los principios comunes -que el Corán y la tradición del Profeta (sunnatu rasul) nos enseñan- obtendrán el poder para enfrentarse a este demonio multifacético hasta derrotarlo frente a su voluntad y fe.

El Irán islámico que sigue las lecciones del gran Imam Jomeini es un claro ejemplo de esta resistencia victoriosa. Ellos han fracasado en el Irán islámico después de treinta años de conspiración y enemistad, desde la fragua de golpes de estado o a través de la guerra impuesta de 8 años, de embargo y confiscación de bienes y por medio de la guerra psicológica y propagandística, la alineación de los medios de comunicación, y el esfuerzo por impedir la evolución científica y por ende que no se llegue a alcanzar nuevas ciencias resultantes de ella como la ciencia atómica, hasta la intriga e intervención manifiesta en cuestiones esplendorosas y significativas durante las últimas elecciones.

Completamente todo volvió a la escena de la derrota, inactividad y extravío del enemigo. Y la aleya: «Por cierto, la artimaña y astucia del demonio es débil» (Corán 4:76) ante los ojos de los iraníes se hizo nuevamente una realidad.

También, en cualquier otro punto -en el que la resistencia erigida desde la voluntad y fe llevó a los pueblos a enfrentarse con los arrogantes jactanciosos- la victoria fue destinada a los creyentes y el fracaso e ignominia fue el destino final de los opresores.

La brillante victoria de la guerra de los treinta y tres días en Líbano, y la lucha ilustre y victoriosa de Gaza en los últimos tres años es un vivo ejemplo de esta verdad.

Mi enfática recomendación a todos los felices peregrinos, en especial a los sabios y oradores de los países islámicos que han asistido a esta cita divina, así como también a los Imames de la oración del día viernes de las dos sagradas mezquitas, es que con una correcta concepción de la cuestión, reconozcan la responsabilidad actual e inmediata; repitan con toda su fuerza el complot de los enemigos del Islam a sus oyentes, convocando a la gente hacia la solidaridad y unión; eviten, seriamente, todo lo que lleva a los musulmanes hacia las conjeturas y esparzan cualquier motivación y grito que tengan en contra de los arrogantes y enemigos de la comunidad islámica y de la cabeza de las discordias, es decir, el sionismo y Estados Unidos y que manifiesten el odio hacia los asociadores en la práctica y en la teoría.

Ruego a Dios, Altísimo, humildemente, la guía, el éxito, la ayuda y misericordia para vosotros y para mí.

Seyed Ali Jameneí