En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso

Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y la paz y las bendiciones sean sobre el señor de todas las criaturas, Muhammad, sobre su familia purificada, sobre sus nobles compañeros y sobre sus seguidores hasta el Día del Juicio.

Salutaciones a la Sagrada Kaaba, sede de la unicidad de Dios, el lugar de circunvalación (tawaf) de los creyentes y el enclave de los ángeles, y salutaciones a la Mezquita Prohibida [para los incrédulos] (Masyid Al-Haram), al Monte Arafat, a Mash'ar y a Mina. Salutaciones a los corazones que se prosternan ante Dios, a las lenguas orantes, a los ojos intuitivos y a los intelectos receptivos. Salutaciones a vosotros, peregrinos bienaventurados que habéis tenido el honor de responder al llamado divino y reuniros en este bendito ágape.

La primera responsabilidad es meditar sobre esta respuesta mundial, histórica y eterna, al llamado divino: «Ciertamente, la alabanza y las bendiciones Te pertenecen, así como el reino. No hay nadie que comparta la gloria contigo. Aquí estoy, respondiendo a Tu llamado.

Todas las alabanzas son de Él y para Él, todas las bendiciones provienen de Él y toda posesión y poder Le pertenecen»

Esta es la visión que se le otorga al peregrino al dar sus primeros pasos en esta obligación significativa y el elocuente; y la continuación de estos ritos toma forma en consonancia con ellos. A partir de ahí, se presenta como una lección permanente e inolvidable ante él y se le pide organizar su vida en adelante sobre estos pilares.

Asimilar esta gran lección, y actuar de acuerdo a ella, es una fuente llena de bendiciones que puede aportar a la vida de los musulmanes su frescura, vitalidad y dinamismo y liberarlos de todas las afecciones que en esta época y en toda época han de soportar.

El ídolo del egoísmo, de la soberbia, de la incontinencia; los ídolos de la dominación y la sumisión, así como el ídolo de la arrogancia mundial, el de la pereza y el de la irresponsabilidad y todos los ídolos que degradan la elevada naturaleza del ser humano, serán quebrantados con la proclama de Abraham -siempre y cuando salga de lo más profundo del corazón y sea incorporado al plan de vida- y la libertad, la grandeza y el bienestar sustituirán la dependencia, la dificultad y el sufrimiento.

Hermanos y hermanas peregrinos de todas las naciones y países, reflexionad sobre las palabras de esa proclama portadora de la sabiduría divina y contemplad con mirada atenta y precisa los problemas del Mundo Islámico, particularmente aquellos que afectan a Asia Occidental y el norte de África; y prestad a tención a la capacidad y recursos personales y del entorno, deducid vuestras obligaciones y responsabilidades y esforzaos en cumplir con ellas.

Hoy, las malvadas políticas de Estados Unidos en la región, que han provocado guerras, derramamiento de sangre, destrucción y exilio de las poblaciones, así como pobreza, subdesarrollo y enfrentamientos étnicos y religiosos, por un lado, y por otro, los crímenes cometidos por el régimen sionista, que ha llevado al extremo su conducta tiránica y usurpadora en Palestina, además de profanar continuamente la Mezquita Al-Aqsa y de atentar contra las vidas y propiedades del oprimido pueblo palestino, son el primer problema de todos vosotros sobre el que debéis deteneros a pensar y asumir vuestra responsabilidad como musulmanes.

Los ulemas y las personalidades de la política y la cultura tienen una responsabilidad mucho mayor, que lamentablemente, a menudo ignoran.

Los ulemas, en vez de avivar las llamas de las diferencias doctrinales; los políticos, en lugar de adoptar una actitud pasiva ante los enemigos, y las personalidades de la cultura, en vez de distraerse en el debate de cuestiones secundarias, deben percatarse del gran dolor que está soportando el Mundo Islámico, y cumplir con sus responsabilidades de las que tienen que responder ante la justicia divina.

Los impactantes y lamentables acontecimientos de la región, en Irak, Siria, Yemen, Bahréin, Cisjordania, Gaza y otros países de Asia y África, forman parte de los problemas que afectan a la comunidad islámica, en los que se puede ver la mano de las conspiraciones de la arrogancia mundial y para los que hay que buscar un remedio. Los pueblos se lo tienen que reclamar a sus gobiernos y los gobiernos deben ser leales a esa pesada responsabilidad que han contraído.

La peregrinación mayor a La Meca (Hach ) y sus espléndidas asambleas son la mejor ocasión para hacer visible y se intercambie esta responsabilidad histórica.

Y la oportunidad para expresar el odio a Satanás y los ídolos (Bara'at), tiene que darse con la participación de todos los peregrinos en todos los lugares y tiene que ser aprovechada, ya que es uno de los rituales políticos más expresivos que se lleva a cabo en este deber colectivo.

Este año, los trágicos y penosos hechos ocurridos en la Mezquita Sagrada (Masyid Al-Haram) han dejado un gusto amargo en la boca de los peregrinos y sus pueblos. Es verdad que las víctimas de este terrible acontecimiento, han retornado a su Señor mientras estaban rezando y circunvalando la Kaaba. Han alcanzado, Dios mediante, una gran felicidad y descanso y se encuentran en los recintos seguros de la satisfacción y la bendición divinas, lo cual supone un gran consuelo para los sobrevivientes, pero no puede mitigar la responsabilidad de aquellos que están comprometidos a garantizar la seguridad de los invitados de Dios Misericordioso.

Exigimos categóricamente el cumplimiento de este compromiso y el que asuman esta responsabilidad.

Y que la paz sea sobre los siervos rectos de Dios,

Sayyid Ali Jameneí

04/12/1436

18/09/2015