En su extensa entrevista con la revista Masir, perteneciente a Khamenei.ir, Seyed Hasan Nasralá revela circunstancias hasta ahora inéditas de las relaciones entre el Hezbolá libanés y la República Islámica de Irán, además de comentar el dominio del imam Jameneí en cuestiones internacionales.
En la quinta y última parte de la entrevista, el secretario general del Hezbolá libanés trata aspectos nuevos de la dura guerra de Irán, el Líbano, Siria e Irak contra la banda terrorista Daesh, respaldada por Estados Unidos.
Ha hecho usted referencia a Irak. En los últimos años, hemos presenciado en ese país transformaciones de gran importancia, y puede decirse que en este periodo ha habido dos grandes acontecimientos: la ocupación extranjera posterior a la caída de Saddam y la formación del grupo terrorista Daesh, que tras su creación lanzó una intensa ofensiva contra Irak, con la que ocupó parte sustancial de distintas zonas de su territorio. Pero, en definitiva, tanto los ocupantes estadounidenses como los ocupantes de Daesh se vieron obligados a abandonar el territorio iraquí. ¿Cuál ha sido el papel de la República Islámica de Irán en los acontecimientos de Irak? ¿Cuáles han sido las líneas maestras de la política de la República Islámica en relación con esos acontcimientos, y qué papel ha tenido en la preservación de la unidad y la integridad de Irak? En los últimos años, han ocurrido también ciertos acontecimientos en la región del Kurdistán iraquí, de los que querría que nos hable también.
En primer lugar, desde el inicio de la ocupación de Irak por EE. UU. la postura de la República Islámica y del Seyed Guía (que Dios lo guarde) frente a los invasores estuvo del todo clara. La República Islámica de Irán condenó la invasión norteamericana de Irak, y lo hizo incluso antes del ataque de EE. UU. Tras la invasión, Irán reclamó de manera transparente la salida de los estadounidenses de Irak, y que el pueblo iraquí tomara las riendas de su país. Fue un posicionamiento de una gran importancia. En segundo lugar, tras la invasión estadounidense de Irak, la República Islámica hizo grandes esfuerzos para unir a los distintos partidos, corrientes y grupos iraquíes, a fin de que se mantuvieran unidos frente a los invasores. Por su parte, lo que intentaban los estadounidenses era aprovechar las diferencias internas existentes en Irak para consolidar su ocupación del país. De manera que lo segundo que hizo Irán fue esforzarse por coordinar las posiciones de los dirigentes, grupos y partidos iraquíes, con su diversidad ideológica, política, religiosa, clánica y regional. Para llevar a la práctica este objetivo, con la importancia que tiene para Irak la creación de unidad entre los distintos partidos, la República Islámica de Irán estableció buenas relaciones con todas las capas de la sociedad iraquí, incluidos árabes, kurdos, turcomanos, chiíes, sunníes, etc.
En tercer lugar, la República Islámica de Irán respaldó las posiciones de la autoridad religiosa de la Nobilísima Nayaf, el gran ayatolá Al-Sistani (que Dios lo guarde), referencia de altísimo nivel para los chiíes, por la gran importancia del posicionamiento de las autoridades religiosas de Nayaf y su influencia notable en el curso de los acontecimientos fundamentales. Por ejemplo, tras invadir Irak, los estadounidenses pretendían imponer una nueva Ley Fundamental a la que se opuso la autoridad religiosa, que proclamó que debían ser los iraquíes quienes determinaran y aprobaran su propia Constitución. Este es sólo un ejemplo de los asuntos en los que la autoridad religiosa intervino. Otro caso importante fue la fuerza y el espíritu que el apoyo de la República Islámica de Irán inspiró a los grupos resistentes iraquíes que se alzaron frente a los ocupantes estadounidenses. La posición de Irán era pública: consideraba la resistencia legítima y derecho natural de los iraquíes, y sostenía que estos tenían derecho a empuñar las armas y combatir a los invasores de su patria. Finalmente, los estadounidenses no pudieron alcanzar sus objetivos en Irak.
En otra etapa —de muchas—, la República Islámica de Irán se mantujo junto a las altas autoridades religiosas de Nayaf en un gran esfuerzo por impedir que en Irak se produjeran conflictos sectarios. En esa época, los takfiríes que se habían establecido en el país buscaban sembrar cizaña entre chiíes y sunníes perpetrando atentados suicidas en las zonas chiíes, en las husainiyas y mezquitas, en los mausoleos de los Inmaculados (con ellos la paz), incluido el del Imam Husayn (P) y el de los dos Imames Askaríes (con ellos la paz), en Samarra. La mayoría de esos atacantes suicidas tenían nacionalidad saudí, y los vehículos equipados con explosivos les habían sido suministrados por los servicios de inteligencia de Arabia Saudí. En resumen, Riad hizo esfuerzos ímprobos por crear en Irak división religiosa, pero la posición de la autoridad religiosa de la Nobilísima Nayaf y los numerosos esfuerzos de la República Islámica evitaron —por más que sí hubo conflictos y enfrentamientos— que se produjera en Irak una guerra de sectas o una guerra civil.
A resultas de la resistencia y los esfuerzos políticos, por un lado, y de la resistencia armada, por otro, los estadounidenses se vieron incapaces de permanecer en Irak. Siendo primer ministro Nuri al-Maliki, ellos pretendían firmar un acuerdo para salir del país y, finalmente, la firma de un acuerdo entre Bagdad y Washington llevó a la decisión norteamericana de replegar sus tropas de Irak. Claro está que los estadounidenses hubieran preferido permanecer allí más tiempo. Su objetivo en las negociaciones y con la firma del acuerdo era conservar, por ejemplo, 50 000 hombres de los 150 000 que tenían en Irak, pero los iraquíes no lo aceptaron. Washington fue satisfaciéndose con la permanencia de 30 000 hombres, luego 25 000, 20 000 y, finalmente, 10 000 militares. Aun así, los iraquíes se opusieron —por supuesto, no todos los iraquíes, pero era la postura del común de la gente—. El Gobierno iraquí rechazó conceder inmunidad diplomática a los soldados y militares estadounidenses. Por todo esto, siendo presidente Barak Obama, Washington llegó a la conclusión de que no tenía más remedio que abandonar Irak por completo.
Sí, es cierto que los estadounidenses conservaron en Irak su embajada y gran cantidad de tropas asignadas a la protección de la embajada, así como algunos consulados, pero su presencia militar abierta y sus cuarteles militares se terminaron, y se declaró el repliegue estadounidense del país. Esto fue una gran victoria para Irak y para su pueblo. Otro problema surgió con la aparición del dolor y la desgracia que trajo Daesh. Eso es algo conocido por todos, para lo cual Daesh aprovechó su presencia en Siria, al este del Éufrates y en el desierto. Recordará usted que ese grupo ocupó luego entre el 40 y el 45 % del territorio sirio. Los jefes de Daesh —los principales— eran iraquíes, y tenían un interés particular por Irak, por lo que se les asignó un papel allí. Detrás de lo ocurrido en Irak con Daesh están los Estados Unidos de América y ciertos países de la región, con Arabia Saudí a la cabeza.
Todos recordamos cómo, al llegar Daesh a Mosul, Diala, Al-Ambar y Saladino, muchos canales satelitales vinculados a Riad y a países costeros del golfo Pérsico se emocionaban y hablaban de ello como de grandes victorias. En un periodo de tiempo muy corto, Daesh se hizo con el control de gran número de provincias y recursos iraquíes. El Ejército iraquí se desmoronó, y Daesh estuvo a punto de entrar en Kerbala e, incluso, en Bagdad. Era una situación peligrosísima. Daesh llegó incluso a estar a sólo unos cientos de metros de Samarra, convirtiéndose en una amenaza para el mausoleo de los Imames Askaríes (con ellos la paz).
La República Islámica de Irán se apresuró a ayudar a Irak ya en los primeros días. Las autoridades religiosas iraquíes adotaron ciertas posiciones, y el ayatolá Al-Sistani emitió una fetua para llamar al Yihad en la medida de lo necesario. Los iraquíes se prepararon para alzarse, pero necesitaban ayuda de tipo administrativo, de mando militar, armas y recursos. En aquel momento, gran parte del armamento y los equipos bélicos del país había caído en manos de Daesh. Los iraquíes decían que muchos de sus arsenales estaban vacíos. Me acuerdo de que, ya en los primeros días, fue a Bagdad nuestro querido hermano Hach Qasem Soleimaní, junto con hermanos del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán, para organizar a los grupos resistentes iraquíes ya establecidos y coordinarlos con las tropas gubernamentales iraquíes. El Sr. Nuri al-Maliki actuó con mucha coordinación en ese terreno. Comenzó así la resistencia frente a Daesh. Después de unos días, Hach Qasem vino al Líbano y se reunió conmigo. Nos pidió que enviásemos a Irak a unos 120 miembros de Hezbolá para labores de mando operativo, y nos explicó que no necesitaban combatientes, ya que en Irak había muchos, pero sí comandantes que dirigiesen operaciones en distintas regiones. Nosotros enviamos a muchos de nuestros hermanos. La frontera entre Irán e Irak se abrió, a fin de emplazar armamento en las áreas fronterizas y que no hubiera necesidad de enviarlo hasta zonas remotas desde Teherán. Se procedió a introducir armamento de guerra y a armar al Ejército de Irak y a las Unidades de Movilización Popular, y comenzó la batalla.
Todos los iraquíes conocen lo ocurrido. Llegamos a que la República Islámica de Irán se apresuró a adoptar una posición categórica de ayuda a Irak y de rechazo del dominio de Daesh, y se implicó sin dudarlo y a las claras tanto en el combate contra los takfiríes como en el suministro de ayuda. Los mejores comandantes de la Guardia Revolucionaria fueron a Irak a ayudar a los iraquíes. Todos los medios de los iraníes se pusieron a disposición de los iraquíes. Todo el mundo sabe que la postura del Seyed Guía respecto a la ayuda a la nación iraquí y a las tropas iraquíes para derrotar a Daesh era que no había línea roja alguna que la República Islámica de Irán no debiera traspasar para socorrerlos. Gracias a Dios, con las bendiciones de las autoridades religiosas iraquíes, el amparo de la fetua de Yihad suficiente de la autoridad islámica, la contundencia de la posición del Seyed Guía, el valioso respaldo de la República Islámica de Irán, la presencia directa de los hermanos de la Guardia Revolucionaria —en particular, de la Fuerza Al-Quds—, la actuación de las Unidades de Movilización Popular y las tropas iraquíes, la unidad y solidaridad nacionales de los iraquíes contra Daesh —en particular entre chiíes, sunníes y kurdos—, tras varios años se consiguió por fin una grandiosa victoria frente a ese grupo. Tal logro no se habría alcanzado de no haber sido por el gran posicionamiento histórico de la República Islámica de Irán y el Seyed Guía, así como de las autoridades religiosas, y por la actuación de las Unidades de Movilización Popular, el Gobierno y las tropas iraquíes.
En fechas recientes ha alertado usted de la reconstitución y reactivación de Daesh.
Yo hablé de dos cosas. Por otra parte, también ha hablado del asunto el primer ministro iraquí, Adel Abdelmahdi. La cuestión de Daesh, al que se denominaba «el Califato», es algo de actualidad en Irak. Hoy por hoy, no existe ningún estado al que se conozca por esa denominación, pero ellos crearon un estado entre Siria e Irak, y era un estado grande. Llegaron a un punto en el que ese estado suyo era mayor que lo que quedaba de los Estados sirio e iraquí: el estado de Daesh. Eso se acabó.
Las fuerzas militares de Daesh —es decir, las grandes infraestructuras militares propias de un ejército que tenían— son algo del pasado. Sin embargo, el jefe del grupo sigue vivo y existen interrogantes sobre su paradero, así como sobre el papel de Estados Unidos al respecto. Muchos de los jefes de Daesh siguen vivos, tras haber salido sanos y salvos de la orilla oriental del Éufrates y de los distintos escenarios de conflicto. Daesh cuenta con pequeñas células en distintas zonas de Siria, Irak y el resto de la región, con el programa de atentar contra la seguridad, para lo cual cometen atentados suicidas, ponen bombas y matan a gente. Es una amenaza a la que hay que plantar cara. Lo que significa que, si no se destruye por completo la organización y las infraestructuras de seguridad de Daesh, este grupo seguirá constituyendo un peligro y una amenaza para Siria e Irak, así como también para Irán, el Líbano y toda la región.
Los datos con que contamos dicen que los estadounidenses han llevado a parte de Daesh a Afganistán, y la cuestión que se plantea es si atacarán allí a los Talibán o a los países de Asia Central. El dosier está abierto. Parte de Daesh se ha trasladado al norte de África, y en el futuro no sería una sorpresa si se usa a Daesh para ejercer presión sobre China, Rusia u otros países; son métodos a los que recurren los estadounidenses. Otra cuestión a la que he aludido tiene que ver con Trump, Estados Unidos e Irak. Trump insiste ahora en que las tropas estadounidenses permanezcan en Irak. El aviso que yo di era que Trump está cumpliendo sus promesas electorales. A veces lo consigue y a veces no.
Quizá no tenga éxito, pero en todo caso está actuando conforme a sus promesas. Por ejemplo, en campaña prometió trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Al-Quds (Jerusalén), y lo hizo; prometió reconocer Al-Quds como capital eterna de Israel, y lo hizo; prometió abandonar el acuerdo nuclear, y lo hizo; prometió intensificar los embargos contra Irán, y lo hizo. Es verdad que también hizo promesas que no ha logrado cumplir. Por ejemplo, no ha podido erigir un muro entre México y EE. UU., por chocar con los obstáculos de la aprobación del Congreso y la financiación. Aun así, sigue intentando cumplir esa promesa.
De modo que ese hombre se está esforzando por cumplir sus promesas. Pues bien, una de ellas —de la que además se habló mucho, no una ni dos veces— fue que decía que la salida estadounidense de Irak en tiempos de Obama había sido un error, y que EE. UU. debía permanecer allí. Esto quiere decir que él no desea salir de Irak, por más que la voluntad de los iraquíes sea otra. La segunda cuestión es que él dice que el petróleo iraquí es de EE. UU., por haber gastado Washington 7 billones de dólares en liberar Irak de las garras de Saddam Husein —según dicen ellos—, y que ese gasto debe reembolsarse. Dice que EE. UU. debe por lo tanto apoderarse del petróleo de Irak y venderlo para recuperar el dinero. Cuando se le preguntó cómo haría eso, dijo que enviaría el Ejército estadounidense a controlar las zonas petrolíferas, rodearía los campos de petróleo e impediría que los iraquíes los explotaran; EE. UU. usaría ese petróleo durante años y, a continuación, devolvería los campos a sus dueños. ¿Puede Trump hacer tal cosa? Quizá no, pero lo intentará. Por eso yo di el aviso de que los iraquíes deben mantenerse alerta respecto a los peligrosos complots de este señor, que tiene la vista puesta en su petróleo. Al igual que no se despega de los bienes de los saudíes, y los saquea, Trump también está concentrado pensando cómo saquear el petróleo iraquí. Lo que cierra el paso a Trump es la conciencia de los iraquíes, su voluntad y su responsabilidad.
Al parecer, a Trump lo irritó mucho su viaje nocturno a Irak.
Es normal. Lo que él dice es: «Enviamos a nuestros militares a Irak, derramamos nuestra sangre, gastamos mucho dinero, ¿y ahora tenemos que viajar a Irak de noche?». No le falta razón.
Desde que triunfó la Revolución islámica, los estadounidenses han estado muy enojados con Irán, como es natural. Al fin y al cabo, había desaparecido el régimen del sha, un régimen que dependía de ellos, con lo que perdieron su mayor centro de operaciones en la región. Desde hace cuarenta años hasta hoy, las palabras de Estados Unidos se encuentran con la oposición y la resistencia del Liderazgo de la Revolución y del pueblo iraní, así como de naciones musulmanas que adhieren a la resistencia frente a la arrogancia. Los estadounidenses están furiosos con Irán. Sin duda recuerda usted la célebre frase del mártir Beheshtí, tomada de una noble aleya del sagrado Corán, que decía: «¡Estados Unidos, enfádate con nosotros y muérete de ese enfado!». A todo esto, su eminencia el ayatolá Jameneí dice que EE. UU. atraviesa ya su etapa de declive en el oeste de Asia y los países islámicos, que es una potencia en vías de desaparición, y que las naciones de la región se alzarán con la victoria. Quisiera saber cómo ve usted ese análisis del ayatolá Jameneí y qué indicios hay de esa lectura.
Lo primero es que lo dicho por el Seyed Guía sobre esta cuestión reposa sobre la experiencia, los datos y las realidades objetivas de la región. Entre las señales que me pide, está la salida de EE. UU. de Irak, pese a que los norteamericanos entraron en Irak para quedarse allí, no para irse. Washington se vio, sin embargo, incapaz de permanecer, aunque luego aprovechó la excusa de Daesh para regresar. Pero EE. UU. no puede quedarse en Irak. Si los responsables y el pueblo de Irak resuelven con firmeza expulsar a las tropas estadounidenses, lo lograrán en unos días. Estados Unidos no es capaz de permanecer en Irak contra la voluntad de la población del país. Bien, ahí tiene el primer indicio. Pues EE. UU. también ha sido derrotado en Siria. Hace ocho meses, Trump anunció incluso la intención de retirar las tropas desplegadas al este del Éufrates, si bien otros responsables lo convencieron de que esas tropas permanecieran seis meses más. Recientemente quería de nuevo sacar a las tropas, pero le dijeron que no debía hacerse, porque ese repliegue equivaldría a una gran derrota y haría desplomarse la moral de los amigos de Washington en la región. Así pues, decidió que las tropas permanecieran, pero la posibilidad de que se vayan sigue ahí en todo momento. En una conversación telefónica con el Sr. Erdoğan, le dijo: «EE. UU. va a salir de Siria. Siria es suya, haga con ella lo que le parezca». Esto enfureció a los saudíes y a los emiratíes. Fue por ese motivo que Emiratos procedió muy rápido a reabrir su embajada en Damasco. Así que esa es la situación en Siria.
Del mismo modo, en Yemen no sólo ha sido derrotada Arabia Saudí, sino que también lo ha sido Estados Unidos, que en Yemen ha caído en la impotencia. Hoy en día, Washington no puede imponer su voluntad a los países de la región, a no ser en casos como el de los pusilánimes de los Al Saúd. Estados Unidos es incapaz de imponer sus deseos a muchos de los países de la región; no puede imponerles su voluntad. Washington no puede defender sus intereses. Usted recordará que, hace veinte años, los norteamericanos fueron a Somalia, donde no pudieron permanecer ni un año, y al final salieron humillados. La capacidad de EE. UU. de permanecer en la región y dominarla se ha reducido y se debilita día tras día. Esto ha ocurrido gracias a la lucidez y la confianza en sí mismas de las naciones. Una prueba clara de esa derrota es que Estados Unidos intenta desde hace cuarenta años hasta hoy cercar a la República Islámica y derrocar el sistema islámico, pero siempre ha fracasado. Ellos dicen que no pretenden derrocar a la República Islámica, que sólo quieren que Irán modifique su comportamiento y sus métodos, pero aun así han fracasado.
Después de cuarenta años, la República Islámica sigue fiel a sus valores, sus principios y sus posiciones, y su línea de acción está completamente clara, desde tiempos del imam Jomeiní (que en paz descanse) hasta hoy.
Pompeo vino al Líbano, se reunió con las autoridades libanesas y después, dijo en una rueda de prensa, dirigiéndose a los habitantes del Líbano, que debían ser valientes y enfrentarse a Hezbolá. No obtuvo ninguna respuesta positiva. Incluso aquellos que son rivales nuestros le dijeron: «No podemos enfrentarnos a Hezbolá, para nosotros es inaceptable que se produzca otra guerra civil en el Líbano». Esto quiere decir que los deseos y las decisiones de Washington no suscitan la aprobación ni de sus propios amigos. No le estoy hablando de nuestros amigos, sino de nuestros rivales. El motivo de esto es, primero, que nosotros somos fuertes; y, segundo, que nuestros opositores saben que llevar la situación hacia la guerra civil afectaría a todo el Líbano en general, y por ello se niegan a enfrentarse a Hezbolá.
Incluso ahora que Trump y su yerno Kushner buscan imponer el «acuerdo del siglo» a Palestina, vemos que el pueblo palestino en su totalidad lo rechaza. Se oponen a él desde Hamás y Yihad Islámica hasta Fatah, la Organización para la Liberación de Palestina y Mahmud Abbás. El Sr. Abbás, que acepta acomodarse, negociar y hacer concesiones, dice sin embargo: «Semejante acuerdo no puedo aceptarlo ni yo; es extremadamente humillante y ofensivo, y ningún palestino puede admitir la firma de tal plan». Es más, en la última cumbre de ministros de Exteriores de la Liga Árabe, pese a la hipocresía de muchos de los participantes, el comunicado final decía: «No podemos consentir métodos políticos ajenos a las resoluciones y el derecho internacional», lo que quiere decir que se oponen al «acuerdo del siglo». Lo dijeron abiertamente, ¿pero por qué? Porque saben que sus poblaciones no soportarán el «acuerdo del siglo», por más que lo promueva alguien como Trump.
En definitiva, las señales de la derrota de Estados Unidos son numerosas. Ahora estamos viendo cómo gobiernan los dirigentes actuales, es decir, Trump, Bolton y Pompeo, que carecen tanto de todo respeto por los demás como de interés por la diplomacia, y que personalmente son codiciosos, soberbios y presuntuosos. Por este mismo motivo, humillan a sus propios amigos y aliados, dañando sus relaciones con ellos. Ejemplos de ello son su conducta con los europeos y la creación de tensiones con Rusia y China. Nadie sabe hacia dónde llevan al mundo. Si pregunta usted la opinión común acerca de si el Gobierno norteamericano es digno de confianza, la respuesta que obtiene es negativa. Estados Uniods está saliendo ahora de todos los tratados y acuerdos, y pretende imponer sus deseos a la comunidad internacional. Este tipo de comportamiento ha ensuciado la posición de EE. UU. y lo ha debilitado. Por lo tanto, las señales de su derrota se ven con mucha claridad en muchos países.
Una de las señales de esa gran derrota estadounidense en la región es, en mi opinión, la posición que han alcanzado hoy en día Hezbolá y el propio Líbano. Hace dos días estuve en el sur del país, fui hasta la frontera con Palestina ocupada y observé la zona. Hubo un tiempo en que las fuerzas militares sionistas penetraban cuando querían en territorio libanés, y en el año 1982 llegaron incluso hasta Beirut, cometieron numerosos crímenes y mataron a mucha gente, incluidos muchos palestinos refugiados aquí. Hacían lo que fuera, cualquier crimen que les viniese en gana. En la Guerra de los Treinta y Tres Días de 2006, atacaron por aire y tierra. Lo que yo vi hace dos días es que la gente ahora vive en la zona en paz, tranquilidad y seguridad, sin preocupación alguna por un posible ataque del enemigo israelí. Vi también que ahora son los sionistas quienes han levantado muros para protegerse. Todo esto muestra que Hezbolá, que nació hace unos 35 o 40 años, ha ido creciendo hasta convertirse, en contra del deseo de los sionistas y los estadounidenses, en una gran fuerza, hasta el punto de dar al Líbano un prestigio especial, un poder y una autoridad particulares. En todo caso, esas escenas indican que, a lo largo de estos años, el plan de Estados Unidos de eliminar el movimiento de resistencia ha fracasado por completo, y los israelíes son conscientes a día de hoy de que han sido derrotados en la región.
Así es. Al menos desde 1982, cuando las fuerzas ocupantes sionistas invadieron el territorio libanés, aquello era parte del proyecto de los estadounidenses para el Líbano y para la región. Desde entonces, todos los planes y proyectos norteamericanos para el Líbano han fracasado. Esas derrotas se vieron en 1982, después en 1985, posteriormente en los años 2000, 2005 y 2006 y, por último, en el periodo actual. Ahora los estadounidenses no pueden imponer sus deseos al pueblo del Líbano, y sus esfuerzos, gracias a Dios, han fracasado. Los israelíes, igual. Como ha visto usted y nos ha dicho, el sur del Líbano vive en seguridad, paz y tranquilidad, algo que en los últimos 70 años, desde la creación del cancerígeno régimen usurpador que es Israel, no tenía precedentes. Usted sabe que el sur del Líbano y la zona fronteriza con Palestina ocupada siempre habían sido inseguros. Los israelíes invadían militarmente y bombardeaban; entraban y secuestraban a militares del Ejército, a agentes de seguridad y hasta a gente normal y corriente. Se reían de los libaneses. Por ejemplo, en la guerra de junio de 1967, cuando Israel envió contingentes militares al Sinaí, a Cisjordania, a la Franja de Gaza y al Golán, preguntaron al ministro israelí de defensa si había enviado un despliegue también al Líbano; y él respondió: «No, no hace falta. Para ocupar el Líbano basta con enviar una banda de música».
Hasta ese punto se reían del Líbano, pero por la gracia y la ayuda de Dios, esa época ha quedado atrás. Ahora, en el sur del Líbano, no se atreven ni a bombardear ni a secuestrar y matar ni a entrar en el país. Son extremadamente cautos y tienen siempre miedo, porque saben que, en caso de cualquier transgresión, la Resistencia les da una respuesta contundente, lo que desde nuestro punto de vista no es más que el respeto en el conflicto de unas reglas de juego.
Antes era el sur del Líbano el que vivía instalado en el temor, pero hoy es el norte de Palestina el que está así. Tienen miedo los colonos, los habitantes de los asentamientos ilegales y los israelíes del norte de Palestina, no la gente de nuestros pueblos y ciudades. Esta vez son los israelíes los que ponen muros y montan líneas de defensa, mientras que antes estaban siempre en posición de ataque; y nosotros, que estábamos siempre en posición de defensa, ahora estamos a la ofensiva. Somos nosotros quienes hoy en día los amenazamos con que un día, Dios mediante, entraremos en Palestina ocupada; de manera que, gracias a Dios, las tornas han cambiado, y eso se ha logrado gracias al triunfo de la Revolución islámica, al liderazgo del imam Jomeiní y del Seyed Guía (que Dios le dé larga vida) y al respaldo constante de la República Islámica de Irán, que se ha mantenido firme junto a Hezbolá y a los grupos de la Resistencia de la región.
En la mente de la mayor parte de la gente que no los conocen de cerca, la imagen de Hezbolá y de la Resistencia islámica del Líbano es la de una organización militar. Se imaginan que Hezbolá es sólo un grupo militar, pero, aparte de esa dimensión defensiva y militar, ¿qué servicios presta al pueblo libanés Hezbolá para defender el Líbano y cumplir las responsabilidades que tiene asumidas? Nosotros hemos oído cosas bastante interesantes sobre avances de Hezbolá en distintos campos científicos. También en la región se han logrado progresos en el ámbito académico y en el nivel de alfabetización, en particular si comparamos con antes de crearse Hezbolá. Sobre esto se ha dicho muy poco; háblenos de ello, por favor. Cuando el líder supremo de la Revolución islámica insiste en el progreso y la inversión en el ámbito científico, ¿se sienten ustedes concernidos por esos llamados?
Naturalmente que nos sentimos concernidos, creemos que es parte de nuestro deber y nos esforzamos en ese sentido. En Hezbolá, el interés por esa cuestión existió desde el principio, pero en la actualidad ha crecido y se le da más importancia. Hezbolá no es sólo una organización militar, sino que es también un movimiento popular. Más que un partido político, el grupo es un movimiento popular, aunque se llame Hezbolá, «Partido de Dios». Hezbolá actúa como una corriente nacional y un movimiento popular, y, además de la resistencia armada y las actividades militares, realiza también actividades de otros tipos. Ha mantenido actividad religiosa y tiene aún ulemas y predicadores en las escuelas de teología, implicados en labores de difusión en distintas zonas geográficas. Esto es de gran importancia. Si mira usted el número de estudiantes de ciencias religiosas que hay hoy en día en el Líbano, en comparación con el pasado, verá que su número en relación con la población del país es muy elevado.
Si contamos además a los hermanos que tenemos en la ciudad santa de Qom y en la Nobilísima Nayaf, la cifra es extraordinaria. Esto no tiene precedentes en la historia del país. En el campo de la actividad religiosa, en muchas ciudades y pueblos libaneses antes no había mezquita, pero hoy no hay un pueblo que no tenga la suya. Hay mezquitas también en los distintos barrios de las ciudades. Por ejemplo, en el extrarradio sur de Beirut, pese a tener cientos de miles de habitantes, había sólo 3 o 4 mezquitas, pero hoy, gracias a Dios, las hay en todas las zonas. Se pueden encontrar escuelas de teología femeninas, así como institutos culturales, académicos y religiosos para mujeres en las distintas zonas. Otra de las actividades religiosas de Hezbolá es la celebración de ceremonias, ya sea en los días de muharram o en el mes sagrado de ramadán, con sesiones de lectura del Noble Corán o en las procesiones por el Imam Husayn (P), y es un campo en el que cada año hay más actividad. El afán de la gente en las fechas señaladas, en el cumplimiento de los deberes religiosos de Ramadán o las Noches del Destino está creciendo; y, junto a la actividad religiosa, Hezbolá lleva también a cabo actividad científica y educativa. En las universidades tenemos la mayor organización estudiantil, la organización estudiantil universitaria de Hezbolá, compuesta por chicos y chicas, que está muy extendida en las universidades.
Son muy activos y dinámicos en las universidades, entre los catedráticos y entre los profesores de instrucción primaria y de bachillerato. Uno de los más potentes y extensos grupos de estudio y enseñanza de las escuelas del Líbano es el de Hezbolá, y en las universidades se realizan las mismas actividades de la organización estudiantil. Por lo tanto, sí que hay actividad cultural, intelectual, mediática, política, científica… En los exámenes oficiales, vemos que las chicas y chicos miembros de Hezbolá obtienen siempre las mejores notas, y en los exámenes oficiales y del Estado tienen éxito. Realizamos actividades culturales y sociales entre capas sociales distintas.
Por ejemplo, en Hezbolá tenemos una gran organización llamada Comités Femeninos, que está en todos los pueblos. Esa organización está en relación con todas las mujeres, organiza clases de tipo cultural y ceremonias en las fechas señaladas de carácter religioso o político, ofrece ayudas sociales y se ocupa de la situación de todas las mujeres de las distintas zonas. Igualmente tenemos una organización para adolescentes, Escultismo del Imam Mahdi (P), que por su número de miembros —chicos y chicas— es la mayor organización de escultismo del Líbano. Esto también puede considerarse una actividad cultural, intelectual, religiosa, social y, por supuesto, de ocio.
Tenemos escuelas, las Escuelas del Imam Mahdi (P), que abarcan desde el jardín de infancia hasta el primer ciclo de la enseñanza secundaria, y que cubren distintas zonas, como la Becá, Beirut y el sur del país. Hace unos años fundamos además una universidad, la Universidad Al Maaref, con facultades diversas. Tenemos además una emisora de radio, Al-Nour, que es de las más potentes del Líbano. El canal de televisión Al Manar es asimismo nuestro y, en este sentido, desarrollamos una actividad que va más allá de la televisión. En cuanto a las actividades sociales y los servicios, existen en el Líbano ciertas instituciones pertenecientes a Irán, pero que operan los hermanos de Hezbolá, como la Fundación de los Mártires, el Comité de Socorro del Imam Jomeiní… Estas instituciones ofrecen servicios a las familias de los mártires, a los heridos de guerra y a las familias necesitadas. Protegemos a muchas familias pobres y desamparadas, así como a gran número de huérfanos.
Otro campo relevante es el de la medicina; tenemos hospitales, centros de cuidados y clínicas, al igual que tenemos una gran organización de protección civil que presta servicios de urgencias. Todo esto está bajo la supervisión de Hezbolá, no del Estado libanés. Todas estas organizaciones ofrecen a la gente asistencia sanitaria, médica, social y financiera. Tenemos una gran institución llamada Instituto de Préstamo Benéfico Imam Kazim (P), conocido antes como Tesoro Público de los Musulmanes, pero que ahora se llama Instituto de Préstamo Benéfico Imam Kazim (P). Esta institución tiene sucursales en la mayoría de las regiones, ha hecho decenas de miles de préstamos a la gente sin percibir intereses, y sigue haciéndolo. Esta es otra de las cosas importantes que todos conocen en el Líbano.
Además de todos los centros de servicios mencionados, Hezbolá tiene otros, como la Yihad de la Construcción, que se dedica fundamentalmente a ayudar a la gente en el terreno de la agricultura. En este ámbito ofrecemos muchísima ayuda. Es posible que haya olvidado algunas cosas. Entre las importantes, está la participación de Hezbolá en las elecciones municipales. Hoy por hoy, Hezbolá está presente en la mayoría de los ayuntamientos, y muchos alcaldes son hermanos nuestros. Esos ayuntamientos, además, están centrados en prestar servicios a la gente, por lo que, si usted va hoy a distintas ciudades del Líbano, verá que la situación es completamente diferente a la que había hace diez, veinte o treinta años.
Bien. Llegamos a la participación de Hezbolá en las elecciones legislativas y a la presencia de sus representantes en el Parlamento. La verdad es que el número de representantes de Hezbolá en el Parlamento libanés no corresponde a las dimensiones reales del grupo, es decir, que ese número no guarda proporción con el tamaño real de Hezbolá. El motivo es que nosotros preferimos formar coaliciones y ceder parte de los escaños a nuestros aliados, para que ellos gocen también de una presencia parlamentaria robusta. Nuestros diputados sirven a la gente de sus regiones en el Parlamento.
Tenemos ministros en el Gobierno y, en esta ocasión, hemos accedido a Ministerios dedicados por naturaleza a ofrecer servicios, como el Ministerio de Sanidad. El actual ministro de Sanidad está entre los más activos del gabinete. Así que, aparte de la dimensión militar, Hezbolá tiene también presencia en las esferas mediática, política, social y cultural. Tenemos instituciones que se ocupan de actividades de difusión e incluso de las artes, como poesía, literatura, pintura, música y canto, pero los medios de comunicación normalmente se centran en el aspecto militar, puesto que la acción más importante que ha realizado Hezbolá desde 1982 es la derrota de los invasores israelíes y la materialización de la primera victoria árabe clara. Aquel fue un logro inmenso; por eso normalmente se resalta la dimensión militar de Hezbolá. Además fuimos a Siria a hacer la guerra a los takfiríes y combatir el proyecto de dominación extranjera de toda la región, por lo que esa dimensión militar ha sido muy extensa y de gran importancia. A pesar de todo, las demás actividades de Hezbolá prosiguen con afán, aunque a veces no se reflejen de modo adecuado en los medios de comunicación.
Estaba yo escuchando su discurso por el cuadragésimo aniversario del triunfo de la Revolución islámica, y vi que en algunos momentos hacía referencia a ciertos problemas del pueblo libanés, como la cuestión de la electricidad. A veces viene uno al Líbano y ve que el problema de la electricidad es muy serio, y que realmente es algo que perturba a la población. He oído, por otra parte, que uno de los obstáculos viene de Arabia Saudí. Háblenos sobre la necesidad de solucionar este problema de electricidad del Líbano, si el Gobierno no actúa con seriedad para resolverlo y si es una de las inquietudes de Hezbolá.
Seguimos la cuestión, pero no es sólo cosa de Arabia Saudí, el problema principal es Estados Unidos. Veamos, ¿quién entorpece la colaboración entre el Gobierno libanés y la República Islámica de Irán? Las amenazas de EE. UU. En el Gobierno libanés hay quienes temen a los norteamericanos y que estos puedan imponer embargos al país. De no ser por esto, hace unos años vino al Líbano una delegación iraní que propuso ofrecer ayuda, préstamos… pero quienes le digo tienen miedo. Temen los embargos de EE. UU. Son los norteamericanos quienes crean obstáculos. No sólo impiden al Líbano colaborar con Irán, sino que impiden también la colaboración con Rusia e incluso China.
Ahora, por ejemplo, el Gobierno libanés podría comprar armas, medios militares y equipamiento a Rusia, pero no lo hace, porque EE. UU. ha amenazado al Gobierno libanés, diciéndole: «Si les compráis armas a Rusia, cortaremos toda nuestra ayuda al Ejército del Líbano». De acuerdo. Pero también China tiene muchas capacidades y está dispuesta a colaborar con el Líbano. Entonces, ¿por qué no abre Beirut sus puertas a China? La razón principal es la amenaza de EE. UU. con imponer embargos. Ahora EE. UU. no amenaza con enviar tropas e invadirnos, porque sabe que si entra en el Líbano no podrá ocupar el país y dominarlo. Sabe que, si eso sucede, se repetirá la experiencia de Irak, esta vez en el Líbano, igual que ya han tenido esa experiencia antes en el mismo Líbano.
Pero ahora Estados Unidos recurre a embargos. Cuando amenazan a cualquier país con sanciones a los bancos, embargos financieros y boicot de la actividad comercial, la parte contraria se asusta y retrocede. Con todo, nosotros atendemos los asuntos del Líbano y los libaneses en el Gobierno, junto con las autoridades, en la medida y capacidad de las autoridades. E. UU. apoya a Israel en el sur hasta el día de hoy, e impide que los libaneses extraigan petróleo y gas en el sur de su territorio, por las amenazas israelíes. Claro está que, frente a ellos, nosotros también amenazamos, pero las compañías que vienen quieren garanías, y EE. UU. castiga a toda empresa que venga a explotar hidrocarburos en esa zona —y eso, si alguna se atreve a venir—. Por lo tanto, el problema principal es Estados Unidos, aunque es cierto que Arabia Saudí también ejerce presiones en este terreno para limitar una colaboración seria con el Gobierno libanés. Ahora, por ejemplo, el Líbano necesita a Siria, colaborar con Siria y mantener relaciones con ella; pero algunos responsables del Gobierno libanés tienen los ojos de manera particular en las relaciones con Estados Unidos y Arabia Saudí, y por eso no actúan en ese sentido, a pesar de que el interés del Líbano requiere que se haga.
Para quienes piensan que las relaciones con Estados Unidos pueden resolver los problemas y, en parte, critican a la República Islámica por no solucionar sus asuntos con el Gobierno norteamericano para que los problemas desaparezcan, el Líbano es un caso interesante. En la actualidad, el Líbano no tiene ningún problema político con EE. UU. y, de hecho, mantiene buenas relaciones políticas con ese país. Aun así, el principal obstáculo al progreso del Líbano es Washington. Yo lo he visto a usted decir en algún lugar que ustedes son superiores a los sionistas en tres ámbitos, siendo uno de ellos el de los servicios de inteligencia. Sin embargo, se suele decir que el sistema de inteligencia del régimen sionista es uno de los más avanzados del mundo; incluso el régimen anterior de Irán, cuando quería adquirir instrucción de alto nivel en materia de inteligencia, o bien enviaba agentes de la Savak a Palestina ocupada, o bien llevaba a Irán agentes de inteligencia israelíes para que impartieran sus enseñanzas y reforzaran los sistemas de inteligencia persas. Decía usted, sin embargo, que ustedes son superiores a Israel en sistemas de inteligencia. Teniendo en cuenta lo que he dicho, y que quizá haya quien no crea lo que dice usted, ¿qué explicación puede dar al respecto?
Yo no recuerdo haber dicho que seamos superiores. Vamos, no recuerdo haber dicho nada semejante a que nosotros seamos superiores a ellos. Lo que yo dije es que contamos con datos sobre la situación de Israel que nos ayudarán a derrotarlo. No podemos afirmar que seamos superiores a Israel desde el punto de vista de los servicios de inteligencia; no, eso no es así. Al fin y al cabo, ellos cuentan con ciertas capacidades, tanto desde el punto de vista técnico como por la organización de la que disponen. Actualmente, en el Líbano, los servicios de inteligencia de Estados Unidos, de los países europeos y árabes están todos al servicio de Israel. En materia técnica, también, ellos han sido siempre muy poderosos, y sus drones están siempre volando a través de nuestro cielo, por lo que no, no gozamos de tal superioridad. Lo que yo dije es que antes no teníamos información sobre Israel o, si la teníamos, era muy endeble, mientras que ahora nuestro punto fuerte es que tenemos buena información sobre Israel, conocemos sus centros, sus cuarteles, los puntos fuertes y débiles de su ejército y sus capacidades. Contamos con diversos métodos para recopilar esa información. Lo que necesitamos para poder asestar un buen golpe al enemigo en una guerra es un nivel de información que de hecho ya tenemos, pero superioridad no, no es correcto.
Entonces le haré una pregunta en consonancia con lo que nos acaba de decir, para que usted siga su explicación.
El simple hecho de que hayamos podido desatar una guerra psicológica adecuada contra el enemigo, y que hayamos podido influir sobre la población del enemigo, muestra que nuestra información y las noticias y puntos que estaba señalando son correctos y reales. Los israelíes decían: «¡Pero bueno! ¡Cuánta información tienen!».
Algo imprescindible en los enfrentamientos militares con el régimen sionista es, naturalmente, poder contar con capacidad de monitoreo del enemigo por los servicios de inteligencia, para utilizar la información obtenida en los distintos ámbitos, es decir, tanto en el de la defensa propia como en los planes de ofensiva. En la actualidad, ¿qué capacidad de vigilancia ha desarrollado Hezbolá?
Contamos con muy buena capacidad de vigilancia en materia de inteligencia, y eso no tiene precedentes. Hezbolá obtiene la información necesaria a través de distintos métodos. Lo importante es la información que necesitamos para cualquier guerra o enfrentamiento futuro, o para hacer frente a cualquier posible amenaza por parte de Israel. Contamos con muy buena capacidad de vigilancia, y seguimos todo lo que sucede en relación con el enemigo. Hacemos un seguimiento de de los acontecimientos relativos al mismo, tanto por vías de acceso público como por vías encubiertas. Pero lo importante es la parte del análisis de esos datos, es decir, valorar los datos obtenidos por todas las vías, incluidas las públicas, e investigar sobre esos datos para llegar a una conclusión. Eso es lo importante.
La fortaleza de Hezbolá reside en el constante análisis que realiza en los planos ideológico, cultural, de las tradiciones, las costumbres, los puntos débiles y fuertes, así como los acontecimientos relativos a Israel. Esto hace que Hezbolá esté siempre al corriente de lo que sucede en el interior del régimen sionista, por lo que que sabemos qué piensan, que les gusta y qué no, qué cosas ejercen influencia sobre ellos y a qué problemas se enfrentan. Sabemos igualmente qué fisuras y desavenencias políticas, de partido y religiosas existen dentro del régimen, y en qué se diferencian las distintas personalidades. Hacemos también un estudio de los dirigentes políticos y militares del enemigo, disponiendo de la información correspondiente. Hacer todo esto nos hace mucho más fuertes y nos ayuda a saber cómo hacer frente al enemigo por distintas vías.
Al hablar en diversas ocasiones ha señalado usted distintas características de su eminencia el ayatolá Jameneí. Ahora quisiera preguntarle, de manera algo más precisa y dado que usted ha estado en relación con él durante cerca de cuarenta años, ¿cuáles considera que son sus características más relevantes y distintivas? Lo planteo especialmente porque usted ha debido de tener relación con personalidades importantes, ¿qué es lo que lo distingue a él de las demás personalidades?
Lo primero es que, responda lo que responda yo a esta pregunta, es posible que me acusen de hablar así por el afecto y el amor que le profeso. Puede que se diga que tal persona dice tales cosas por amor al Seyed Guía. Pero, si me atengo a la realidad y dejo a un lado los sentimientos, debo decir que tras esta larga experiencia he visto que el Seyed Guía posee cualidades completamente extraordinarias. A veces habla uno de alguien y hace alusión a ciertas características positivas suyas, y entre esas características puede haber una o varias cualidades de excelencia o fuera de lo común, en número limitado; pero sobre el Seyed Guía hay que decir que los rasgos extraordinarios que posee son muchos, como su intensa devoción por Dios Altísimo, por el Islam, por los musulmanes, por los desamparados y por los oprimidos, que es una devoción fuera de lo común, extraordinaria. Quizá esta característica sea uno de los motivos de la aprobación divina de que goza. Esa devoción es intensa y realmente sorprendente. Cuando hablo de devoción, no me refiero sólo a un rasgo personal, de lo que tenemos muchos indicios, sino que esa devoción innata suya se extiende también a su liderazgo y a su autoridad como referencia religiosa, sin detenerse en ningún límite. Su eminencia siempre ha antepuesto a cualquier otra cuestión el bien del Islam, de los musulmanes y del común de la gente.
O, por ejemplo, otro de los grandes rasgos del Seyed Guía que saltan a la vista es su austeridad ascética, que es algo conocido y manifiesto. Estos días, la embajada de Estados Unidos en Bagdad y otros centros tratan de atacarlo personalmente, pero son tan tontos que se centran en una dimensión de su modo de ser que hace que nadie los crea. Han dicho, por ejemplo, que su fortuna personal asciende a 200 000 millones de dólares, cuando uno de los rasgos definitorios del Seyed Guía es su moralidad y su integridad ética. Cada vez que lo vemos, lo que observamos en su rostro es una gran humildad. Todos los libaneses que han ido a Irán y han visto al Seyed Guía, ya fuera en público o en privado, han quedado admirados por su humildad y su modestia, cuando aquí, en el Líbano, incluso el alcalde de un pueblillo de una zona apartada carece, cuando se presenta ante la gente o ante sus huéspedes, de la humildad del Seyed Guía (que Dios lo guarde).
El afecto, la cordialidad y lo que sentían los demás era como si estuvieran, más que ante un imam, un líder o un gobernante, frente a un padre cariñoso, tierno y lleno de amor. Sobre su humildad y su conducta paternal ya le he hablado a lo largo de la conversación, cuando le decía que, siempre que le planteábamos nuestra opinión sobre diversos asuntos, él decía: «Esta es mi propuesta, pero ahora ustedes vayan y hagan sus propios análisis». Esa es una muestra del comportamiento humilde, afectuoso y paternal del Seyed Guía; paternal, porque nos enseña a madurar y decidir; y afectuoso, porque no quiere hacernos reproches ni obligarnos a decidir. Otra de sus características es su vasto conocimiento de la política y la historia.
El Seyed Guía conoce nuestra región, a pesar de la extrema complejidad de la zona y de lo que en ella ocurre. Me refiero al oeste de Asia, al que se llama también Oriente Medio, y en particular al Levante mediterráneo, con el Líbano y Palestina, pero sobre todo al Líbano. Los asuntos de la región son complicadísimos, y hasta muchos políticos y pensadores de la región cometen errores al analizarlos. Y, sin embargo, vemos que todos los análisis del Seyed Guía, desde hace cuarenta años hasta ahora, son totalmente certeros y lógicos. Todas sus posiciones respecto a los distintos países de la región se han revelado correctas, cuando incluso los habitantes de esos países se ven incapaces de analizar la situación. Es algo asombroso. Entre los rasgos que en mi opinión lo caracterizan está su gran fe en Dios; y no estamos hablando de una persona que se haya recluido en una esquina para practicar sus devociones, ni tampoco de alguien empleado en la enseñanza o en la ciencia que diga tener gran confianza en Dios.
La auténtica prueba de la fe es que uno asuma una responsabilidad de las dimensiones de la responsabilidad de su eminencia el Seyed Guía, que dirige la República Islámica, el liderazgo de la Umma, el enfrentamiento con Estados Unidos y los impíos y arrogantes del mundo, que defienda a los desamparados y a los oprimidos, acuda a los más duros campos de batalla, después diga que tiene fe en Dios, y la tenga de verdad. Ahí está la direfencia, en esa confianza auténtica en Dios y en la capacidad de insuflarla a los demás. Lo que quiere decir es que no se trata de hablar de esa confianza, sino de despertarla en los corazones y mentes de los demás, como en el caso del Hezbolá libanés. Es gracias a esa confianza que se consiguen el progreso, la conciencia, el esfuerzo y la victoria. Es con esa confianza que la nación iraní y su juventud han resistido frente a Estados Unidos y frente a todos los retos existentes. Si el propio Seyed Guía no hubiera llegado a ese altísimo grado de confianza en Dios, no habría podido transmitirla a los demás.
En el campo del pensamiento, hoy día en el mundo islámico el número de pensadores es muy bajo. Un pensador no es lo mismo que una persona cultivada. Musulmanes cultivados que escriben gran cantidad de libros y dan numerosos discursos tenemos muchos, pero un pensador islámico es alguien que, como el mártir Motahharí o el mártir Sayid Muhammad Baqir al-Sadr, tiene su lugar en el pensamiento islámico. En la actualidad, el número de pensadores musulmanes es muy escaso en el mundo islámico, y no cabe duda de que quien escucha los discursos del Seyed Guía, lee sus libros o presta atención a sus comunicados y orientaciones, en especial en el mes de ramadán, cuando se reúne con gente de las distintas capas sociales, se da cuenta de que se trata de un gran imam y pensador musulmán. Quizá no haya ningún pernsador de su envergadura en el mundo islámico, es decir, no hay ningún pensador islámico del nivel del Seyed Guía en el mundo islámico.
Si hablamos sobre jurisprudencia islámica y trabajo académico, lo cierto es que la labor científica y teológica del Seyed Guía no se ha dado a conocer como debería. Yo no pretendo hacerme pasar por un erudito, pero conozco a muchos hermanos cultos, con capacidad para interpretar los textos sagrados, gente del mundo académico y del conocimiento, que han asistido a las lecciones de derecho del Seyed Guía y dan testimonios muy sólidos sobre el nivel de su capacidad de interpretación y sobre su solvencia en materia académica y de jurisprudencia. Cuando se da fe de su autoridad como clérigo de referencia, ese testimonio se hace basándose en pruebas, pesquisas y análisis académicos serios, no en una querencia sentimental o cosas de ese tipo.
Hoy en día, la lucha sigue, ¿y quién es el líder en esta batalla y en todo lo que esta requiere, ya sea la ciencia, el conocimiento, el pensamiento, el discernimiento cabal de las distintas cuestiones, con todas sus dimensiones, política, económica, social, cultural, militar y policial? ¿Quién es el líder en esta batalla, para lo cual hace falta un altísimo grado de lucidez y valentía?
Una persona puede ser lúcida, pero faltarle valor y espíritu de sacrificio para empeñar el alma, la vida y la sangre. ¿Qué líderes poseen todas esas características? Esas son en resumidas cuentas las características del Seyed Guía, y si alguien quiere ponerse a evaluar sus extraordinarias cualidades distintivas, encontrará que posee muchas, muchísimas de ellas.
Ha aludido usted a la valentía. En su opinión, ¿cuál es la decisión más valiente que ha tomado su eminencia el ayatolá Jameneí respecto a los asuntos de la región?
Usted sabe que, después de lo sucedido el 11 de sepiembre de 2001 en Estados Unidos, George W. Bush y los neoconservadores instrumentalizaron el momento de furia máxima alcanzado en el país norteamericano para violar todas las fronteras del derecho y todos los estándares internacionales. Aquel día, Bush dijo que el mundo estaba con ellos o contra ellos, y envió tropas a los países de alrededor de Irán. No estamos hablando de tropas desplegadas en Brasil, sino de militares enviados a Afganistán, Irak y los países del entorno de Irán y a los mares que rodean Irán. Bush hizo aquello para mostrar a las claras su férrea enemistad.
Quien quiera que se situara frente a él, era como si se estuviera esforzando por destruirse a sí mismo. Muchos entraron en pánico en la región, porque creían que Estados Unidos iba a venir e iba a hacerse con el control. Recuerdo que por aquel entonces se escribieron artículos en los que se decía que la región estaba entrando en un periodo estadounidense que iba a durar doscientos o trescientos años, y que nadie podría alzarse frente a los norteamericanos y derrotarlos. ¿Y quién se alzó frente a Estados Unidos? El Seyed Guía. Para ello, no se necesitaba sólo conocimiento de la historia, conciencia política, religiosidad y abnegación, sino que era preciso poseer un nivel muy alto de valentía. Él resistió frente a la única superpotencia soberbia de la arrogancia mundial, una superpotencia furiosa que no respetaba nada; y no sólo resistió, sino que se alzó en posición ofensiva. Quien ha liderado en los últimos años la lucha contra el proyecto estadounidense para la región es el Seyed Guía.
En una conversación que hemos tenido al margen de esta entrevista me decía usted que consideraba también la decisión de acudir a Siria como de una extrema valentía.
Claro, sin duda todas esas decisiones fueron valientes, pero usted me preguntaba cuál ha sido la más valiente. Su decisión más valiente fue alzarse solo frente al huracán de furia enloquecida de Estados Unidos, rechazando hincar la rodilla o rendirse en modo alguno frente a ese huracán, hasta finalmente salir victorioso frente a él.
Háblenos del libro Inna maa al-sabr nasran, al que aludió usted en un momento dado en los actos del aniversario del triunfo de la Revolución islámica, si recuerda algún punto o puntos de particular interés, tras haberlo leído.
Lo primero es que, cuando me llegó el libro, antes de la impresión, lo leí aquella misma noche. El libro me llegó al atardecer y esa misma noche lo leí con pasión. Primero leí el prefacio, escrito por el Seyed Guía de su propio puño y letra, en lengua árabe y, lógicamente, con caligrafía persa. Me sorprendió. Yo sabía que el Seyed Guía dominaba el árabe y lo hablaba con soltura, pero el texto que leía mostraba un altísimo nivel retórico y era de una gran elocuencia. No creo que hoy en día haya ningún arabohablante en el mundo que pueda escribir un texto con ese nivel de belleza retórica en lengua árabe. Eso fue lo primero que me llamó la atención en el comienzo del libro.
Me pareció también muy notable lo escrito en la introducción sobre la lengua y el modo de expresión del texto, porque ya había oído decir antes al doctor Azarshab que el texto—es decir, el texto árabe— era obra del Seyed Guía, y que él apenas había introducido algunas correcciones menores. Se trata de un gran texto muy importante para la literatura y la retórica árabes. Muchos literatos árabes —no digo ulemas, digo literatos— no podrían escribir un texto de esa elocuencia y belleza.
Otra cualidad del libro es la claridad y detalle con que se exponen los acontecimientos. El Seyed Guía repasa los hechos de modo inmensamente atractivo, y muchos de ellos son nuevos para el mundo árabe, aunque puede que no lo sean para los iraníes, porque lógicamente hay también una edición en persa. Yo ya había leído algunos libros sobre las memorias y la vida del Seyed Guía, muchos, pero esta era la primera vez que leía un libro en árabe, con texto de él mismo, en el que se trataba la materia con todo lujo de detalles.
El libro causa mucha impresión. En él la gente puede ver con nitidez el nivel de injusticia, dolor, penalidades y extrañamiento sufridos por el Seyed Guía y los demás hermanos —aunque en todo caso él habla de sus recuerdos personales, no de otros, como para que preguntemos qué pasa con los demás—. Es evidente que la nación iraní, los ulemas y los responsables, incluso aquellos que han accedido a cargos de responsabilidad tiempo después, pasaron grandes penalidades y se sacrificaron mucho para que triunfase la Revolución islámica.
Cuando se reúne usted con el ayatolá Jameneí, ¿en qué idioma hablan?
Yo en árabe y él en persa, pero a veces, al comenzar la reunión, él hace alguna pregunta en árabe, por ejemplo si estamos bien, o cómo está la familia o los hermanos. Él hace preguntas en árabe y habla en persa. Esto se acordó así desde el comienzo de su etapa como líder o incluso durante su mandato como presidente de la República, pero en realidad más ya siendo líder, porque yo entiendo el persa. Sin embargo, algunos de los hermanos del Consejo lo entienden sólo hasta cierto punto, cada uno en su medida, por lo que a las reuniones con el Seyed Guía este llevaba un intérprete. A partir de cierto momento, dijo que en adelante no llevaría intérprete. Al comienzo de una reunión en la que estaban él, algunos hermanos iraníes y nosotros los libaneses, dijo: «De ahora en adelante no traemos intérprete. Los iraníes deben aprender la lengua árabe y entender qué dicen ustedes, y los libaneses deben aprender igualmente el persa para no necesitar intérprete». Desde entonces, no hubo intérprete en ninguno de los encuentros con el Seyed Guía.
Como es lógico, usted tiene infinidad de recuerdos de sus reuniones con el ayatolá Jameneí. Esos recuerdos están relacionados con la política y las cuestiones defensivas, etc., que son asuntos sobre los que ya hemos dado algunas explicaciones; pero, si para finalizar esta conversación le pido que nos cuente, de entre esas decenas y centenas de recuerdos que tiene, uno que sea especial o tenga un valor afectivo para usted mismo, ¿cuál me contaría?
(Seyed Hasan se ríe) Tengo que pensarlo, ¡son todos buenos recuerdos! (Se ríe). Es difícil escoger.
Hay algo a lo que ya he apuntado antes en la conversación y que quiero retomar; es uno de mis más bellos recuerdos. Usted sabe que en la década de 1990, entre 1997 y 1998, estábamos exhaustos por las dificultades, los desafíos y los peligros a los que nos enfrentábamos, y por las duras etapas que habíamos pasado. Nuestra situación era muy difícil, tanto en el plano interno libanés como en el exterior, en lo relacionado con Israel y los alrededores. Por aquel entonces yo era joven; tenía la barba del todo negra. El peso que llevaba sobre mis espaldas era demasiado para mí, y estaba agotado. A veces viajaba a Irán. Estaba cansadísimo por tanto esfuerzo, tanta presión y tanta dificultad, y en un encuentro con el Seyed Guía le dije: «¡Seyed! ¿Qué tengo que hacer?». Él me respondió: «Tú aún eres joven y tienes toda la barba negra. ¿Me hablas a mí de cansancio, que tengo la barba completamente blanca?». Pero aun así me dio un consejo, del que en realidad ya había hablado antes en la conversación, pero que ahora voy a rememorar con más detalle. Me dijo: «Es natural que una persona se encuentre en su camino con problemas, dificultades y peligros, a veces en la relación con los enemigos y a veces con los amigos; y, en general, cuando son los amigos los que nos hacen daño, irrita y duele más que si son los enemigos. Al fin y al cabo, muy a menudo existen limitaciones, y uno a veces queda abatido anímicamente y necesita a alguien que lo guíe, que le indique el camino. A veces, uno necesita a alguien que lo lleve de la mano; a veces necesita a alguien que lo tranquilice y que le dé seguridad anímica y espiritual. En otras ocasiones, uno necesita a alguien que le dé fuerzas y determinación. Pues bien, en todas esas circunstancias de necesidad, tenemos a Dios el Altísimo y no necesitamos a nadie más.
Tenemos a Dios. Dios el Altísimo, en su bondad y misericordia, nos permite llamarlo y hablar con él en cualquier momento y lugar». Todo esto me dijo el Seyed Guía, sin ningún tipo de solemnidad. Luego dijo: «Por eso, cuando te sientas cansado o te abrumen las dificultades, te aconsejo que pruebes eso: métete en una habitación y quédate a solas cinco, diez minutos o un cuarto de hora hablando con Dios. Nosotros tenemos la creencia de que Dios está presente, oye, ve y sabe, es el que determina, es rico por sí mismo y es sabio, es decir, que Dios tiene todo cuanto nosotros necesitamos. Así que habla con Él y, así, no necesitarás ni recitar las plegarias del Profeta (PB) ni las de los Imames Inmaculados (con ellos la paz), etc. No. Di lo que tienes en la mente y en el corazón con tus propias palabras, en el lenguaje común y corriente, y Dios lo oirá y lo verá. Él es generoso, noble, clemente, afectuoso, dado a ofrecer y regalar, al perdón, a la guía y al conocimiento. Si haces esto, Dios el Altísimo te dará paz, seguridad y fuerza, te llevará de la mano y te guiará. Lo digo por experiencia. Prueba y verás el resultado».
Tras esto, le dije: «¡Así lo haré, si Dios quiere, Seyed!». Desde entonces, a veces lo he hecho y he visto las bendiciones resultantes de esta recomendación y de esta orientación del líder. Por más dificultades que haya, si uno recurre a este método, se le abren las puertas de grandes y notables bendiciones divinas. Lo más importante que hicimos durante la Guerra de los Treinta y Tres Días de 2006 fue esto mismo. Tanto yo como mis hermanos, cada uno en un rincón, nos encomendábamos a Dios el Altísimo y le pedíamos guía, ayuda, firmeza de voluntad, fuerza, valentía, etc. Dios es muy generoso.
Muchas gracias. Por último, quería pedirle, si lo tiene a bien, que nos diga unas palabras en persa para los iraníes.
Me resulta difícil. En las reuniones a puerta cerrada hablamos, pero siendo para un medio de comunicación debo ser precavido.
Bueno, de verdad no sabemos cómo expresarle nuestro agradecimiento. No tenemos palabras para agradecerle lo suficiente su amabilidad y generosidad al dedicarnos tanto tiempo, varias horas tanto ayer como hoy. Muchas gracias y ojalá que esta conversación sea positiva y haga llegar bendiciones al pueblo de Irán y a la Umma islámica. Rezaremos por su salud, es usted fuente de orgullo para los musulmanes.