Tras la publicación por el Líder de la Revolución Islámica del mensaje en vídeo del 27 de febrero de 2020 para agradecer los esfuerzos de los médicos y enfermeros de Irán en el combate contra el coronavirus COVID-19, el portal KHAMENEI.IR ha entrevistado al doctor Alireza Marandí, exministro de Sanidad y médico del imam Jameneí, a propósito de las inquietudes de Su Eminencia en el ámbito de la salud pública del país y de su estilo de vida en relación con las cuestiones médicas.
Quisiéramos que nos hable usted del mensaje en vídeo dirigido por el Líder de la Revolución Islámica a los médicos a propósito del coronavirus.
Cuando llegué a ver a Su Eminencia en la mañana del jueves, me ordenó, antes de hacer ninguna otra cosa, que fuéramos a su despacho. Quería emitir un mensaje dirigido a los médicos. Lo acompañé allí, donde había preparada una cámara y, como todos han visto, ese mensaje se emitió en su lugar de trabajo.
En su calidad de médico, ha mantenido usted una relación estrecha con el ayatolá Jameneí en su etapa como presidente de la República, después de asumir el Liderazgo de la República Islámica y hasta hoy. ¿Qué inquietudes tiene el Líder de la Revolución en el ámbito de la salud y la medicina, y de qué manera contempla la cuestión de la salud, la higiene y los tratamientos médicos, tanto en el plano individual como en el social?
La conducta, las recomendaciones y las inquietudes de Su Eminencia deben ser examinadas a la luz de sus fortísimas convicciones religiosas. Leí hace poco el libro Sangre de corazón que se hizo rubí, que expone memorias suyas, y creo que todos deberían leerlo. Su Eminencia manifestó desde la infancia unas fortísimas bases doctrinales y un temor de Dios de gran elevación, y quien posee tales convicciones da también, naturalmente, gran importancia a la salud. Dios considera la vida dada a un ser humano igual que la vida dada al conjunto de la humanidad, y Su Eminencia da también una importancia extraordinaria a la salud de la sociedad.
Tanto mientras fui viceministro como en mi etapa de ministro, Su Eminencia facilitó la construcción de la red sanitaria, tratamiento médico, vacunación infantil y necesidades sanitarias de la sociedad. Por ejemplo, en el punto álgido de los problemas y de la guerra de Saddam contra Irán, cuando se dio cuenta de que no teníamos dinero ni ingresos, y que para la vacunación y los servicios de salud necesitábamos vehículos, me facilitó el dinero necesario para comprarlos.
O, cuando decidimos lanzar el plan del Basich para la Salud Infantil, siendo Su Eminencia presidente de la República, asistió a la inauguración del plan y pronunció un discurso.
Fue también él quien administró las primeras gotas para la poliomielitis, que fueron en realidad el primer paso que dimos juntos en el campo de la vacunación.
Su Eminencia muestra una sensibilidad especial respecto a las mujeres y los niños, y hace siempre recomendaciones en ese sentido. Recuerdo que, en el año 1985, en una provincia, el gobernador y un rector universitario habían llegado a la conclusión de que las señoras debían ser atendidas por una dentista de sexo femenino y los caballeros, por un dentista de sexo masculino. Yo no estaba de acuerdo. Fui a ver a Su Eminencia y se lo transmití. Él dijo que aquello no estaba bien y que debíamos formar el número de especialistas necesario para que, si una señora quería que la atendiera una mujer, no hubiera ningún problema; pero no impedirlo si quería acudir a un dentista hombre. Su Eminencia tiene una gran amplitud de miras; no es una persona dogmática, sino realista. Ahora está extremadamente contrariado por la difusión del coronavirus entre la gente, y lo enoja mucho el costo del tratamiento de algunas enfermedades, por el que la gente debe pagar mucho dinero.
Háblenos usted de algunos ejemplos de acciones y consejos de Su Eminencia en relación con el progreso en el ámbito médico, sanitario, de los tratamientos y del movimiento nacional para la erradicación de la poliomielitis.
Siendo Su Eminencia presidente de la República, nos hacían falta médicos, pero en el país teníamos médicos indios, paquistaníes y bangladesíes en número suficiente. Cierto es que no eran médicos; la mayoría eran apenas graduados en Medicina. Hacía falta potenciar la instrucción médica en el país, pero el Ministerio de Ciencias nos dijo que no teníamos medios; de manera que preparamos un proyecto de ley para separar la facultad del grupo de Medicina y fusionarla con el Ministerio de Salud Pública, para crear el Ministerio de Sanidad. Cuando Su Eminencia se dio cuenta de qué se trataba, lo apoyó con decisión. Fue entonces cuando se instituyó el Ministerio de Sanidad y se fundó el centro universitario para la instrucción.
Y, sobre la erradicación de la poliomielitis, cuando yo le planteé la idea a Su Eminencia, le dije a continuación que el número de empleados con que contábamos era poco para tal labor, y que, de ser posible, aprovechásemos las capacidades de la Organización de la Resistencia Popular, el Basich. Él aceptó mi propuesta e incluso escribió una carta al comandante del Basich de aquel entonces, lo que llevó a que se presentaran voluntarios seiscientos mil basiyíes y a que, en menos de doce horas, nos dirigiésemos a doce millones de hogares y comenzásemos la vacunación.
Ahora, también, para luchar contra el coronavirus, Su Eminencia ha colocado a disposición para este asunto todos los medios de instituciones como el Centro de Ejecución de las Órdenes del Imam o la Fundación de los Desheredados, a fin de satisfacer las necesidades y poner los medios sanitarios de que se carece. No hace falta que se haga todo público, pero él se inquieta por todos los problemas que aquejan al país y, en esta cuestión, se ha implicado del todo, y se preocupa por lo que está sucediendo.
En la vida personal, cuando se produce una contradicción entre su modo de vida personal islámico y las apreciaciones y evaluaciones de los médicos, ¿qué medidas adopta Su Eminencia?
Siempre que el grupo médico presenta al Líder de la Revolución una apreciación o una evaluación, a él le gusta oír también su explicación, dado que, en ocasiones, es posible que se produzca alguna incompatibilidad con algunos de sus deberes religiosos. Si nuestra explicación le resulta convincente, como sucede en la mayoría de los casos, nunca se opone.
Por ejemplo, a nosotros no nos satisfacía algún tipo de alimento que consumía Su Eminencia al principio de su Liderazgo, como pan con yogur o pan con queso, y le decíamos que estaba llegando a una edad en la que necesitaba alimentos más adecuados; o bien, hasta hace apenas u nos meses, Su Eminencia, por vivir como las clases bajas de la sociedad, no comía fruta, pero finalmente lo convencimos de que la comiera, por motivos de salud. (Luego oí que) había preguntado a sus guardaespaldas cuál era la fruta más barata y la había comprado.