La independencia política puede considerarse el grado más elevado de independencia de un país, y es en realidad su culminación, ya que muchos países alcanzan la independencia económica y cultural, pero en la esfera política se conforman con subordinarse a otros Estados. De hecho, existen pocos países en el mundo que tomen sus propias decisiones tanto sobre cuestiones interiores como internacionales con un nivel de independencia máximo y lleguen a la independencia política.

Tampoco Irán ha escapado ni escapa a esta regla. Hasta la Revolución islámica y, en particular, durante la época pahlaví, se seguía la línea de la subordinación en política interior y exterior, y el país no tenía gran cosa que decir en materia de independencia política. Acaso pueda decirse, con mayor precisión, que la subordinación fue el pilar fundamental de la dinastía Pahlaví, línea seguida en la práctica en casi todas sus dimensiones tanto por Reza Jan como por Mohammad Reza Shah respecto a potencias extranjeras como los Estados Unidos de América o Inglaterra. La propia manera de acceder al poder de ambos fue en sí la base de que se formaran gobiernos subordinados a extranjeros en Irán: ambos llegaron al poder apoyándose en el respaldo extranjero, no por medio de la adquisición de legitimidad y popularidad interna entre la población. Cuando unos gobernantes se apoyan en potencias extranjeras en lugar de hacerlo en su propia gente, poca independencia política se puede esperar de su gobierno.

Reza Jan llegó a reinar sobre Irán con el respaldo de Inglaterra, por lo que, pese a la poderosa apariencia de su política interna, en política exterior, Irán —o más bien, la parte de la política interna relacionada con los intereses de las grandes potencias— se mantuvo en la práctica subordinado y careció de independencia política. Las causas fundamentales del derrocamiento de Reza Jan pueden buscarse en que pasara por alto los intereses de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial y se acercara a Alemania. En cuanto intentó atribuir a su gobierno una porción de independencia política, fue despojado del trono y desterrado a la isla Mauricio de la manera más humillante.

Tras Reza Jan, el gobierno de Mohammad Reza Shah se inició con la ayuda de las mismas fuerzas que habían derrocado a su padre, con lo que, en la práctica, también él llegó al poder sobre la base del apoyo de potencias extranjeras y la subordinación a estas. Así, pedirle a él independencia política resultaba inútil. Incluso, cuando el pueblo iraní reclamó a través de sus representantes en el Parlamento la nacionalización de la industria del petróleo iraní, un golpe de estado angloestadounidense hizo fracasar la democracia popular de Irán y mantuvo en el poder como agente subordinado en Irán. Ese grado de subordinación a las potencias mundiales en el reinado de Mohammad Reza Shah no podía, por principio, llevar a la independencia política. Las memorias de Asadolá Alam, primer ministro y ministro de la Corte de Mohammad Reza Pahlaví, expone el verdadero rostro de esa subordinación y de la penetración extranjera: «Hace tiempo protesté por la penetración de agentes extranjeros en el Gobierno, el Banco Central, el Instituto de Planificación y muchos ministerios. El rey, pese a todos los informes de los servicios de inteligencia que recibe, ignora esa realidad» (1).

A pesar del deseo y el esfuerzo del pueblo iraní por gozar de independencia política, el gobierno pahlaví frustró durante mucho tiempo ese sueño persa, a causa de su subordinación intrínseca. Tras décadas en que el pueblo iraní estuvo acumulando frustración, las consignas, promesas y personalidad del imam Jomeiní anunciaron a ese pueblo la buena nueva de la obtención de la independencia política, y la Revolución islámica del año 1979 tomó forma en torno a sus mensajes de aspiración soberanista. Esa revolución fue en lo fundamental un esfuerzo colectivo para liberarse de la subordinación y alcanzar la independencia política (2).

Puesta en marcha la Revolución islámica, absolutamente todas las consignas empleadas reflejaban esa reivindicación popular, siendo la más importante el célebre «¡Independencia, libertad, república islámica!», que anunciaba un sistema político que traería consigo a la población la independencia, viejo anhelo del pueblo de Irán. De esa manera, la nación iraní planeó un sistema que acabara con su subordinación y les aportara independencia política, conforme a sus intereses nacionales. Y así es como cobró forma la definición de los objetivos y los intereses nacionales sobre la base de ese deseo popular fundamental.

Sin embargo, dado que esa redefinición se hizo sobre la base de los intereses nacionales de Irán, al contrario de lo que se hacía hasta entonces, entró en contradicción con los intereses y las ambiciones excesivas de países extranjeros —en particular, de EE. UU. e Inglaterra—. Por ello, la hostilidad a Irán entró en el orden del día, con el resultado de más de 40 años de planes hostiles destinados a que Irán renunciara a su independencia política y procediera a seguirlos y obedecerlos a ellos. Fue así como, tras dar luz verde EE. UU. a Saddam, comenzaron 8 años de guerra contra Irán. Tras aquello, se impusieron además a la nación iraní los más duros embargos de la historia económica y política, además de presiones diplomáticas de todo tipo. Pero el esfuerzo por preservar la independencia política y hacer frente a las injerencias extranjeras, además de acabar con el éxito de EE. UU. y sus aliados dentro de Irán, se contagió a toda la región del oeste de Asia y el entorno de Irán, en lo que ahora se ha hecho célebre como el Eje de la Resistencia.

Cuarenta años después de su establecimiento, la República Islámica de Irán no solo ha aportado a la nación iraní la independencia política, sino que, atrayéndose a una gran parte de las naciones vecinas deseosas de libertad, convirtió el ideal de la liberación de la subordinación y la adquisición de la independencia política en un anhelo generalizado en la región. Esa capacidad de inspiración es en la actualidad el mayor motivo de la oposición de los enemigos de la nación iraní a los logros de la Revolución de 1979 del país, y la fuente de los diversos complots tramados en distintos ámbitos contra él para cambiar la naturaleza de su sistema político, lo que hasta la fecha ha fracasado y, con la dinámica actual de fortalecimiento de la independencia política del Eje de la Resistencia, seguirá fracasando en el futuro.

Notas

(1) https://www.magiran.com/article/3702519

(2) Ruholá Ramezaní, Charchub-i tahlilí barâ-ye barresí-e siâsat-e jâreyí-e Yomhurí-e Eslâmí-e Irân (Marco conceptual para el análisis de la política exterior de la República Islámica de Irán). Teherán: Ney, 1380 (2001-2002). Traducido al inglés como An Analytic Framework for Examining the Foreign Policy of the Islamic Republic of Iran.