Con ocasión de la Semana del Trabajador (1)

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso

Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y la paz y las bendiciones sean para nuestro maestro Muhammad y su familia pura, en especial para el Imam del Tiempo.

Este programa que los amigos han organizado hoy ha sido muy placentero y atractivo, y un servidor expresa su agradecimiento tanto a quienes lo han preparado, por sus esfuerzos, como a los honorables responsables y demás estimados por los informes que han presentado, que han sido muy buenos y yo insisto en que se publiquen. Les ruego que no se limiten a publicar lo que diga yo, y que se difunda lo que han expuesto los amigos, los honorables responsables, los honorables trabajadores, los directores de los órganos ejecutivos y los presentadores, para que esté a disposición de la gente y esta pueda aprovecharlo; porque sin duda tendrá efecto en la opinión pública respecto al futuro del trabajo y de los esfuerzos que se hacen en el país.

Afán por solventar los problemas de la esforzada clase trabajadora

En primer lugar, felicito la Semana del Trabajador a todos los trabajadores, y espero que los planteamientos que se han hecho y las medidas que se han adoptado esta semana y estos días, así como las que se van a adoptar, resuelvan parte de los problemas de la esforzada clase trabajadora, Dios mediante. Existen ciertos problemas y una de las tareas importantes que tenemos es solucionar los problemas del colectivo trabajador, tarea a la que debemos dedicar nuestro afán. Voy a tratar aquí dos puntos: diré unas palabras sobre las cuestiones de los trabajadores y el trabajo, y luego hablaré algo de la cuestión del salto en la producción, que es la divisa de este año.

El concepto del trabajo en el Islam en su acepción general y en la particular económica

En el Islam se concibe el trabajo y la actividad en dos aspectos: el general, que incluye la actividad espiritual, la mundana, la relativa a la otra vida, la económica, la intelectual, la corporal y, de manera general, toda actividad; y el trabajo en el sentido particular económico, tal como se plantea en el mundo actual la cuestión del trabajo y los trabajadores. En esos dos sentidos se aborda el trabajo en el Islam.

Respecto a esa primera acepción, que es el sentido general, tenemos que «nada pertenece a la persona excepto aquello por lo que se esfuerza» (Sagrado Corán, 53:39), que se ha recitado al inicio de esta preciosa reunión. También está lo que dijo el Príncipe de los Creyentes, «al-ámala-l-ámala zumma-n-niháyata-n-nihaya»: «trabajo, trabajo» o «acción, acción» (2). Eso sí es una divisa. Tal consigna daba el Príncipe de los Creyentes: «trabajo, trabajo», «acción, acción», y luego: «hasta el final», es decir, seguir lo que se hace hasta acabarlo. Uno de nuestros problemas es que, en ocasiones, empezamos una tarea, pero queda a medias. Hoy en día, en el país, uno de nuestros problemas son los planes que tenemos a medias. No seguir lo que se hace hasta terminarlo es uno de los defectos de cómo trabajamos. Ahí, el Príncipe de los Creyentes dice: «trabajo… y terminar el trabajo». Estamos hablando de trabajo y de acción en sentido general, no de trabajo en su acepción económica, y esto incluye tanto el trabajo o la acción práctica como la acción religiosa, la mundana, la colectiva, la política, la acción de Yihad y todo tipo de acción. Vean ustedes cuánto se repite en el Corán ámilu salihat, «hacer buenas acciones»: «A quienes creen y actúan rectamente» (Sagrado Corán, 5:9, entre otros versículos). Tratándose de la acción, vemos repetirse en el Corán wa ámila salihan una y otra vez.

Reclamar como resultado de haber trabajado y evitar el parasitismo

Al insistirse aquí en esta idea del trabajo estamos en el extremo opuesto del parasitismo. Prestemos atención a no esperar que nos den algo a cambio de nada. Hay que actuar, ya se trate de cuestiones religiosas, de la retribución en la otra vida, o de asuntos mundanos, de las cuestiones relevantes del país o de asuntos políticas y sociales. Hay que estar en busca de acción y reclamar el fruto del trabajo. Aprovecharse y consumir a cambio de nada está mal. Esa es la razón de que se insista en la acción de esa manera.

Y en cuanto al tratamiento del trabajo en la segunda acepción, de tipo económico, también se encuentra en el Islam. Que el Más Noble Profeta tome la mano de un trabajador y la bese es algo de gran importancia, como lo es cuando el Más Noble Profeta dice: «Wa lakinna-l-Laha yuhibbu abdan ida ámila ámalan ahkamah». Dios el Altísimo ama a quien actúa, a quien trabaja y hace su trabajo con firmeza y solidez, con sentido de la responsabilidad. De manera que, en el Islam, se aborda el tema del trabajo en los dos sentidos, si bien yo hoy de lo que voy a hablar un poco es de la segunda acepción.

El objetivo de la economía del país es producir riqueza y distribuirla justamente entre toda la población

Ahora bien, ¿cuál es el objetivo de la economía nacional? Pues consiste en producir riqueza y distribuirla de forma justa. Una economía sana es la que puede producir la riqueza en el territorio y distribuirla de manera justa, de manera correcta, entre toda la población del país. Eso es una economía sana.

Los trabajadores son uno factor de primer rango en la producción de riqueza

Para llegar a esa economía sana existen dos o tres pilares principales, uno de los cuales son los trabajadores, que son uno de los factores de primer rango en la producción de riqueza del país. Por supuesto, cuanto más cualificado, más innovador y más creativo sea el trabajador ―y hoy ya hemos visto en un informe como los trabajadores están demostrando creatividad, innovación y destreza―, mejor será naturalmente el fruto del trabajo. Por eso, uno de nuestros deberes en materia laboral es conseguir mejorar el conocimiento y la cualificación de nuestra mano de obra, que es una de las tareas a las que ahora he visto que algunas empresas están prestando atención, como muestran sus informes. Uno de los deberes de las empresas es incrementar y mejorar el conocimiento y la cualificación de su fuerza de trabajo, de la fuerza de trabajo existente. Eso puede dar buenos resultados.

Y al otro lado está que el obrero trabaje con más pericia, con más sentido de la responsabilidad ―que es ese mismo fáhkamah o fátqanah de las tradiciones―, esforzándose por obtener un resultado más sólido y firme, bien hecho, sin negligencia. Se trata de un deber conjunto del trabajador y el patrono.

Que la producción aumente depende de que la mano de obra y el inversor cooperen de verdad

Una auténtica cooperación mutua entre la fuerza de trabajo y el inversor o el patrono puede incrementar la producción y el valor añadido; pues que la mano de obra y el trabajador incrementen su pericia, su sentido de la responsabilidad y su precisión, trabajando de manera más responsable, y que el patrono incremente la parte que corresponde a la fuerza de trabajo de las ganancias de la empresa. Esa es una de las cosas que hacen falta.

He visto que algunos amigos se quejan de algunas disposiciones en las que no se han tenido en cuenta las opiniones de los trabajadores. Muy bien. Es imperativo que esas estipulaciones se regulen de forma justa y que los responsables de las empresas lo tengan presente.

Ya lo dijimos al hablar de la política económica de resistencia, cuando hablamos de la cooperación entre esos dos elementos, el trabajador y el patrono, que en ese caso constituyen conjuntamente el pilar principal del crecimiento y el progreso económicos.

Un aspecto relativo a los trabajadores que es bueno recalcar con motivo de la Semana del Trabajador es el respeto de los derechos de la fuerza de trabajo. Deben respetarse los derechos naturales de la fuerza de trabajo, es decir, un salario justo, pagos regulares y sin retrasos y estabilidad o seguridad laboral, algo en cuya gran importancia insistí hace ya años. Algunos de los señores que han hablado han hecho referencia a que en este período no han despedido a ningún trabajador. Es una muy buena acción, un método excelente: seguridad en el empleo. El seguro, la formación, los servicios sociales y la atención médica forman parte de los derechos de los trabajadores y son un deber natural del patrono. Si además se presta una mayor atención al trabajador, ocupándose por ejemplo de las necesidades de su familia, de la instrucción de los hijos, del matrimonio y cosas similares, naturalmente eso tendrá mayor efecto en la mejora de la relación entre el trabajador y el patrono, lo que es algo positivo y afortunado.

La formación, necesidad imperiosa de las empresas industriales, agrícolas y económicas

Por ese motivo, advierto de que en el mundo actual las transformaciones tecnológicas son instantáneas, aunque la expresión pueda ser algo exagerada: esas transformaciones se están produciendo con rapidez. De manera que, dado que existe esa constante transformación tecnológica, una de las necesidades para las empresas industriales y agrícolas y para las empresas económicas es el aprendizaje continuo, tanto en forma de instrucción como de experiencia. Hay veces en que las personas que tienen la experiencia de un trabajo son incluso más útiles a la generación posterior que la instrucción nueva. Si miramos el ejemplo de la familia de agricultores de Jorasán que ha presentado antes su informe, el beneficio que ha obtenido la tercera generación del conocimiento nuevo no es mayor, con toda seguridad, que el obtenido de la experiencia de sus padres y las dos generaciones previas. Así que debe aprovecharse tanto el conocimiento como la experiencia de los trabajadores experimentados.

La mejora en la calidad del trabajo y la expansión económica dependen de que se mejore la productividad de la mano de obra

Debe tenerse en cuenta es que, si aumenta la productividad de la mano de obra, lo hará también la calidad del trabajo. Si se lleva a la práctica eso que hemos dicho sobre la formación ―que por fuerza conllevará una mayor productividad de la mano de obra―, se reducirá el costo final del trabajo, con lo que naturalmente mejorará la calidad. Cuando esta aumenta, la competitividad se incrementa y la economía fluye y se expande ―en particular, en el campo de la exportación―.

Vínculo permanente entre el sistema de la República Islámica y los trabajadores

Otra cuestión relativa a los trabajadores es que estos han sido influyentes en la esfera política, en los dos últimos siglos en todo el mundo. Tanto en Europa como en los demás países, los trabajadores han sido influyentes en la esfera política. También lo han sido en nuestro país, y de verdad. Como se ha dicho al principio de la sesión, los trabajadores ―en particular los de la Compañía Nacional del Petróleo y de algunas otras regiones― fueron realmente influyentes en el triunfo de la Revolución y en cómo esta progresó.

Después, ya en el período de la República Islámica, los trabajadores han sido uno de los sectores que mejor han ayudado a los objetivos del sistema político. Tanto durante la Sagrada Defensa como en etapas posteriores, ante las diversas peripecias, los trabajadores iban siempre delante, se esforzaban, trabajaban en beneficio del Estado y se ponían al servicio del sistema político. El vínculo entre el sistema de la República Islámica y los trabajadores es por tanto un vínculo permanente que esperamos, si Dios quiere, que se mantenga. Y eso, por cierto, incrementa los deberes respecto a los trabajadores de los responsables gubernamentales, que tienen todos innumerables deberes respecto al colectivo trabajador, ya se trate de los diversos responsables de los tres Poderes del Estado, de la población general en su conjunto, de los patronos o de los dueños de industrias y tierras agrícolas.

Buena ocasión para llevar a la práctica el Salto en la Producción

Respecto al salto en la producción, este año en curso lo designamos Año del Salto en la Producción, y ahora estamos en mayo, aún a principios de año en el calendario persa, por lo que todavía tenemos la oportunidad y la posibilidad de que este mismo año tenga lugar el auténtico salto en la producción. No vamos apretados de tiempo. Tenemos una excelente ocasión ―diez u once meses de tiempo― en que los distintos organismos pueden llevar a cabo las tareas que lleven a ese salto; por lo tanto, voy a decir varias cosas al respecto.

La producción como sistema defensivo y de seguridad de la economía

Sobre la producción hemos hablado mucho: ha hablado mucho un servidor y han hablado también responsables con empeño e interés. Lo que yo quiero decir ahora es que la producción es comparable al sistema inmunitario que defiende el cuerpo. Y estos días, en que está candente la cuestión del coronavirus, es importantísimo el papel del sistema inmunitario para hacer frente a virus, microbios y agentes que agreden la salud. Este mismo coronavirus ha penetrado sin duda en muchos cuerpos sin que estos enfermaran. ¿Por qué? Porque tenían un buen sistema defensivo sano que ha podido defender el cuerpo y mantenerlo a salvo. Pues, si comparamos la economía del país al cuerpo de una persona, el sistema defensivo que garantiza la seguridad de la economía es la producción, es decir, que lo que puede neutralizar los virus y microbios que atacan la economía y mantener esta sana es la producción nacional. Si en el país mantenemos siempre una producción buena, adecuada y en crecimiento, podremos resistir frente a esos virus que existen naturalmente, porque por desgracia nuestra economía está expuesta a numerosos microbios y virus naturales, si bien también hay virus artificiales, como los embargos y la cuestión del precio del petróleo, que son vicisitudes que dañan la economía.

La cuestión de la producción tiene así una influencia extraordinaria cuya importancia debe, naturalmente, reconocerse y tenerse en cuenta. Si logramos asegurar ese sistema defensivo e inmunitario del cuerpo económico del país y mantenerlo listo en todos los aspectos, no cabe duda de que esos problemas ―esos diversos ímpetus internacionales y económicos― no podrán causar al país un daño fundamental o importante.

Papel vital de la producción en la economía y en la autoestima nacional

La producción puede hacer que cobre forma en el país una economía nacional fuerte. En la construcción de una economía fuerte, la producción desempeña el papel principal y tiene una influencia vital e innegable en la administración del país. Tal como yo lo concibo y estoy convencido de ello, la cuestión de la producción no atañe además solo a la economía. Claro está que para la economía la producción es vital. La producción interna es vital para que el país tenga una economía sana. Pero no es solo eso. Desde el punto de vista político, la producción da confianza en sí mismo a un país y autoestima a la nación. Para una nación, sentir que el país satisface sus propias necesidades internas es una gran fuente de dignidad y orgullo, comparado con que vea que tiene que tomar lo que necesita de otros, suplicándoles; y esos otros a veces lo den y a veces no lo den, o que lo den de distintas clases, a veces de la buena y a veces de la mala. Que una nación pueda producir y satisfacer ella misma sus necesidades le da confianza en sí misma y sentimiento de dignidad. Fíjense ustedes por tanto en como la cuestión de la producción tiene dimensiones que van más allá de la mera economía, aparte de que la producción puede influir en la totalidad de los índices económicos del país. Puede influir en índices diversos, tales como el producto interno bruto, el empleo ―que es una cuestión importantísima―, la oferta de bienes y servicios, el bienestar general de la población y las exportaciones, más la influencia intelectual y cultural que estas pueden ejercer. Además, como he dicho, la producción interna es fuente de orgullo nacional, da confianza en sí mismos a los individuos de la población y demás. ¿Qué más se puede decir sobre la importancia de la producción? La producción interna es realmente vital para el país.

Así las cosas, hemos hablado de salto de la producción. ¿Por qué? Porque, desde el punto de vista de la producción, estamos atrasados. Las tareas a cuya realización han aludido los amigos son importantes y positivas, pero no son suficientes. Necesitamos desarrollar, reforzar y hacer progresar más la producción, sobre lo cual haré ahora unas observaciones.

Que se mueva el motor de la economía del país depende de que la gente participe

La primera es que sepamos que ni el más potente de los Gobiernos es capaz de poner en marcha el motor de la economía sin la participación de la gente. Ningún Gobierno puede ordenar la economía del país si la gente no participa. Algunos sistemas ideológicos, políticos y económicos, como cierto tipo de socialismos ―no todos ellos― pensaron que podrían poner la economía en manos del Estado, pero fracasaron. No puede ser y, sin la participación de la gente, ningún Gobierno puede organizar y poner en marcha la economía nacional. Por eso, una de las tareas importantes que debemos hacer es introducir en el escenario de la economía del país los talentos, la inventiva y las diversas capacidades de la gente.

Deberes del Gobierno para el salto en la producción:
1) Respaldo y eliminación de obstáculos

Ahora bien, aun siendo esa tarea de la gente, al Gobierno le incumben también deberes importantes. Al decir «Gobierno» me refiero a los tres poderes del Estado, no solo al Ejecutivo: tanto a este como al Legislativo y al Judicial les atañen, en su calidad de Gobierno de la República Islámica, deberes que son importantes y que, de no cumplir con ellos el Gobierno y los responsables del país, el salto en la producción no se producirá. Entre ellos está que el Gobierno apoye la producción y a los productores.

En dos palabras: apoyo gubernamental. Ahora bien, ¿cómo debe entenderse ese apoyo? Cuando decimos «apoyo», algunos se figuran que hay que inyectar liquidez. De acuerdo, sí, en algunos lugares es posible que sea necesario también inyectar recursos financieros, pero en otros es perjudicial. Al hablar de apoyo, no se trata solo de inyecciones de recursos financieros, sino de despejar el terreno. Si pensamos en la mano de obra popular, el inversor, el ingeniero, quien pone la idea y el trabajador como si fueran un veloz corredor, no hace falta que se le enseñe qué debe hacer; él mismo tiene el impulso y el deseo de moverse. Despejen ustedes el terreno, eliminen los obstáculos, allanen la pista y permítanle moverse por sí mismo. Si el Gobierno hace eso ―y se trata de una tarea importantísima, de la que ahora pondré unos ejemplos―, ese movimiento se realizará de forma correcta. Por tanto, cuando hablamos de apoyo, se trata de eliminar obstáculos. ¿Como cuáles? Como regulaciones molestas. Hay regulaciones que no sirven para nada, sino que además son dañinas. Su existencia impide que el sistema productivo y el sistema económico activo y útil pueda realizar su trabajo.

2 y 3) Lucha contra el contrabando y prohibición terminante de importaciones descontroladas

Una ayuda de enorme importancia es combatir el contrabando, que es realmente una plaga para el país y debe combatirse, en el sentido real de la palabra.

Otra tarea necesaria es prohibir con seriedad las importaciones sin ton ni son. ¡Cuánto no habrá insistido un servidor en la cuestión de las importaciones! Y aun así uno las ve de ese tipo en algunos lugares, con pretextos diversos. Nos escriben cartas para quejarse. Tal complejo dice, por ejemplo, que con mucho esfuerzo ha conseguido producir tal instrumento a mitad de precio o una tercera parte, pero que determinado organismo gubernamental que lo necesita va y firma un contrato con un productor extranjero y lo importa. Pues eso no puede ser. Si eso se produce en ciertos sectores importantes, hay que considerarlo un crimen y una traición. Cierto es que no siempre es así y que a veces hay descuidos, pero también hay ocasiones en que se trata realmente de crímenes y traiciones.

4) Lucha contra la corrupción administrativa y financiera

Una manera más de apoyar es una lucha diligente contra la corrupción financiera. No pierdan de vista que los organismos que han presentado hoy informes ―y cientos más como ellos― están desarrollando actividades económicas en el país de forma limpia. Si quieren ustedes que esas personas que están desarrollando actividades económicas limpias puedan alcanzar sus objetivos, hay que combatir seriamente a quien saca adelante su actividad por medio de corrupción, sobornos y malversaciones. Hay que combatir la corrupción, tanto la administrativa ―es decir, la de quien está en un organismo gubernamental y tiene relación con cuestiones económicas― como la de quien hace trabajo productivo y realiza actividades económicas.

Otra cuestión es la de plantar cara con seriedad a los sabotajes administrativos. Un servidor tiene conocimiento casos así. A lo largo de todos estos años, he visto en repetidas ocasiones como el responsable de un organismo o un alto directivo con mucho interés y lealtad quería hacer algo, pero no salía. Las órdenes se dan, se celebran reuniones y las decisiones se adoptan, pero el resultado es nulo. La razón es que, en medio, se produce un sabotaje. A eso se refería el Príncipe de los Creyentes cuando dijo «zumma-n-niháyata-n-nihaya»: a que no basta con que usted dirija un organismo y tenga interés por lo que hace. Hay que dar seguimiento a la tarea para evitar sin falta esos sabotajes de medio camino.

5, 6 y 7) Respetar el derecho de propiedad, evitar negocios deficitarios, exenciones e imposición fiscal

Una cuestión importante es que se respeten los derechos de propiedad, que es tarea del Poder Judicial. Otra es abstenerse de contribuir a la especulación y a negocios deficitarios, lo que requiere legislación y corresponde a la Asamblea de Consulta Islámica, que en las leyes que promulgan deben tener cuidado de no facilitar especulación de ese tipo, sino, por el contrario, ayudar a las actividades íntegras. En ciertos casos hacen falta exenciones fiscales, del mismo modo que, por el contrario, en otros hace falta imponer tributos, como en el de las fortunas infladas. Yo no quiero ponerme aquí a hacer cuentas, pero hay muchos casos y muchas ocupaciones en que se obtienen fortunas exageradas sin pagar además impuestos. Para esos hay que crear tributos. Por el otro lado, hay casos en los que hay que eliminar o reducirlos. En muchos casos relativos a la producción, hay que dar ese tipo de ayudas. Por lo tanto, cuando hablamos de ayuda de verdad a la producción y de que el Gobierno debe ayudar, nos referimos a este tipo de cosas.

Y ya han visto ustedes como, afortunadamente, en esta cuestión del coronavirus, el Gobierno ha apoyado a la gente despejando el terreno. Si el Gobierno hubiera dicho que quien quisiese producir tal tipo de mascarilla, por ejemplo, tenía que ir a pedirles autorización, hubiera sido suficiente, tan solo con ese pequeño gesto, para que no se produjeran mascarillas en el país. Pero no: despejaron el terreno y dijeron que quien quisiera producir mascarillas que las produjera. Los organismos produjeron, produjeron las fábricas, produjo el Comité para la Aplicación de las Órdenes del Imam, produjo la Fundación de los Desheredados, produjo la gente en sus casas y produjeron las mezquitas, de tal manera que ahora tenemos en el país más mascarillas de las necesarias y podemos darlas a otros. Eso se debe a que el Gobierno eliminó los obstáculos. Si se actúa de esta manera en otros sectores, sin duda será de ayuda.

Mejora del marco empresarial

El tercer punto es la cuestión de la mejora del marco empresarial, cuestión en la que este servidor ha insistido muchas veces (3). En realidad, esas mismas cosas a las que he hecho referencia en la segunda parte del apoyo, la reducción de la legislación y similares son ejemplos de mejora del marco empresarial. He visto los análisis y peritajes que se han hecho llegar a mi oficina desde el Ministerio de Economía. En esos estudios se dice que en el terreno económico, con adoptar dos medidas, se elevará entre cuarenta y cincuenta puestos la clasificación del país en cuanto a facilidad para hacer negocios. Eso es lo que dicen los expertos del Ministerio de Economía.

Una de esas dos medidas es la creación de la ventanilla única para la emisión de autorizaciones. Hace dos o tres años ―no recuerdo exactamente―, un servidor dijo en una reunión con los amigos de este mismo Gobierno que quien quería obtener el permiso para una actividad económica debía, al parecer, acudir a treinta o cuarenta sitios distintos para conseguir la autorización, de manera que una labor que debía realizarse en un día duraba seis meses o, a veces, no se realizaba en absoluto. La primera de esas dos medidas es por tanto crear una ventanilla única para la emisión de permisos; que todos los organismos se reúnan en un solo punto y la persona que quiera una autorización pueda obtenerla en la mitad de un día, acortando los plazos, y seguir con su proyecto.

La segunda es formar tribunales comerciales de resolución de conflictos económicos, lo que una vez más corresponde al Poder Judicial. Dicen que, con esas dos medidas, la clasificación del país en el ranquin de facilidad para hacer negocios mejorará cuarenta o cincuenta puestos, de manera que es algo importante.

Prohibición de las importaciones descontroladas

El cuarto punto es la prohibición de las importaciones a la que he aludido antes. Por supuesto, no me opongo a las importaciones en general; eso todo el mundo lo sabe y lo entiende. A lo que me refiero es a la importación de lo que o bien se produce en el país o puede producirse. Eso es lo que quiero decir: no solo lo que se produce, sino también aquello que existe la posibilidad de producir. Es decir, que impidiendo importaciones podemos ayudar a empezar a trabajar a la fuerza activa e inventiva de dentro del país. Si eso se hace, en mi opinión, les ayudará muchísimo.

A veces, un órgano ejecutivo abre la vía a importaciones innecesarias con alguna excusa; por ejemplo, la competencia. Es un ejemplo. Cuando se pregunta por qué han permitido que entren automóviles extranjeros de esta manera, dicen que para que haya competencia. Yo digo, pues bien, si lo que ustedes quieren hacer con la competencia es incrementar la calidad, pongan su empeño en incrementarla por otra vía. Que vengan ustedes, por el contrario, e inflijan un perjuicio mayor a la producción interna porque quieren, por ejemplo, incrementar la calidad no es correcto en modo alguno. Salto en la producción quiere decir también salto en la calidad. El salto en la producción implica un salto tanto en la cantidad como en la calidad. Cada uno tiene sus vías, y eso no pueden ustedes conseguirlo mediante importaciones. Por otra parte, hay quienes tienen otros objetivos, y a veces el resultado es que la producción acaba devastada por las importaciones descontroladas. Los ejemplos abundan. Hay quienes acuden a nosotros y, claro está, los redirigimos a los diversos organismos y les damos seguimiento para que, si Dios quiere, la cosa salga. Por lo tanto, este último punto era la prohibición de que se importen mercancías que se producen en el país o pueden producirse.

Requisitos para el salto en la cantidad junto al salto en la calidad

La cuestión siguiente es la del salto cualitativo al que he hecho alusión. También es un principio importante. Si conseguimos un salto cuantitativo sin que la calidad siga, no avanzaremos. Si no hay salto cualitativo quedaremos impotentes en cuestión de consumo interno. Cuando el consumidor nacional ve que al producto propio le falta calidad, se ve arrastrado de manera natural hacia el extranjero y, al existir el consumidor, necesariamente y sin duda el importador existirá también, sin que esté claro que el Gobierno pueda impedirlo. Debemos hacer algo para que el consumidor interno se convenza de que esa calidad es la esperada. Afortunadamente, hoy en día con muchos de nuestros productos es así; la calidad de nuestros productos industriales en distintos sectores ―que ahora no quiero nombrar, pero lo sabemos y conocemos esos distintos sectores― es mejor que la extranjera. Pues, aun así, en algunos casos se importan. Por lo tanto, el salto en la calidad es también muy importante. Influye en el consumo interno y, más aun, en el consumo de exportaciones. Si queremos que nuestra mercancía sea competitiva en el extranjero, debemos incrementar la calidad, y eso es muy importante.

Necesidad de incrementar la esperanza en el trabajo y el esfuerzo

Debemos también incrementar en el país día a día la esperanza en el trabajo y el esfuerzo. Cuando digo que se emita este programa y lo vea la gente es porque hay algunos que constantemente están susurrando al oído de la población, de manera peligrosa y nociva, que es inútil, que no podemos y que es imposible, cuando sí se puede. Nosotros podemos realizar muchas grandes obras. Fíjense: lo que quiero decir es que, cuando podemos fabricar una lanzadera espacial con calidad como para propulsarla a esa velocidad de 7500 metros por segundo ―es decir, en un segundo, siete kilómetros y medio― y podemos poner nuestro propio satélite en la órbita que queremos, hay muchas otras cosas que tenemos que poder hacer. La persona que hoy produce esa lanzadera y manda al espacio ese satélite ―esa misma persona, esa misma intención, esa misma mano― podrá dentro de poco colocar ese mismo satélite en la órbita de 36 000 kilómetros que tenemos en mente. Nosotros queremos un satélite en una órbita a 36 000 kilómetros y eso rotundamente se hará. Esa posibilidad existe con toda seguridad.

Es decir que la misma intención, la misma resolución y la misma mano que hoy envían el satélite a una distancia de 400 o 450 kilómetros podrán enviarlo mañana a 36 000 kilómetros. Eso es lo que sucede cuando hay esperanza y sentimiento de progreso y de poder. Es de eso que estoy hablando lo que les quiero decir. Luego hay algunos que dicen cosas como: «¡Oiga! Que usted se alegre por haber lanzado un satélite y tal, bien, pero con satélites, armas y esas cosas no se puede dar seguridad al país; lo principal es la economía». Vale, eso ya lo sabemos, estamos al corriente, no lo ignoramos. Pero lo que yo digo es que, cuando somos capaces de llevar a cabo algo tan grande en el campo militar o, pongamos por caso, en el campo del lanzamiento de satélites espaciales, ¿por qué no vamos a poder producir un automóvil que consuma, por ejemplo, cinco litros de gasolina en cien kilómetros? Nos detenemos siempre en un automóvil que consume, pongamos, doce, diez u ocho litros. Pero, cuando tenemos en nosotros esa capacidad y ese espíritu de iniciativa, existirá en el país en todos los terrenos, tanto el industrial como en otros diversos, como la agricultura y los servicios. Eso es lo que estoy diciendo.

Dar prioridad a los sectores impulsores

Otro asunto es que, en este salto de la producción, hay sectores que hacen de impulsores y a los que debe darse prioridad. He señalado algunos aquí: en la industria del petróleo, por ejemplo, está el desarrollo de la capacidad de refino, como es el caso de la refinería de condensados que se inauguró en Bandar Abbás y que tiene fases posteriores que naturalmente darán al país mayor riqueza; o la planta de refino de Siraf, que se ha mencionado y es un complejo importante que tendrá muchísimos efectos. También están los proyectos petroquímicos de los que han dicho que, si se llevan a cabo ―según me han informado―, los 50 millones de toneladas producidas pasarán primero a ser 100 millones y después 130 millones de toneladas, triplicándose el valor. Es un asunto importante y, en particular, en las circunstancias actuales del país, con la necesidad de divisas que existe, será naturalmente algo muy valioso.

Igualmente están los proyectos agrícolas destinados a incrementar la autosuficiencia en productos básicos. En la agricultura, una de las tareas que deben realizarse sin falta es la búsqueda de la autosuficiencia en productos básicos. Sí, es posible que en ocasiones compense comprar el trigo ―aunque actualmente no es así, sí hubo un momento en que el precio de compra del trigo en el exterior le salía al país más barato que producirlo―, pero incluso en esas circunstancias es prioritario producirlo, tal como se hace también en el mundo, que no dejan que su país se vea en la necesidad de recurrir al extranjero en cuestión de trigo, como, por ejemplo, ahora, que esos sujetos ruines de Estados Unidos han prohibido algunas cosas y, al ir por ellas, la contraparte las veta. ¡Eso es lo que hacen! Mientras tanto, uno debe poder administrar el país. Por lo tanto, los productos básicos deben sin falta producirse dentro del país y obtenerse la autosuficiencia. Eso sí, gracias a Dios, hoy por hoy no tenemos problema de agua. Durante un tiempo no paraban de decir que no había agua, que teníamos un problema de agua y que había sequía. Afortunadamente, hoy no tenemos escasez de agua ni para los cultivos de secano ni para los regadíos. Por lo tanto, hay que procurar los productos básicos, como el trigo, las oleaginosas, las plantas medicinales, el forraje o la acuicultura. Son cosas que deben trabajarse imperativamente. Igualmente, en la agricultura, son sectores notables que se consideran sectores impulsores el riego moderno, el manejo de cuencas hídricas y acuíferos y similares.

Un sector más que forma parte de los que hacen de impulsores y al que es necesario atender de modo particular es el de las infraestructuras. Gracias a Dios, el país ha avanzado sin duda mucho en esa materia. Hoy en día, en cuestión de infraestructuras tales como puertos, carreteras, autopistas, embalses y similares, nuestra situación no puede compararse en absoluto con la anterior a la Revolución. El progreso ha sido formidable. Sin embargo, aún tenemos necesidades, aún se precisan infraestructuras como puertos, electricidad, transporte y, en particular, transporte ferroviario, que es de inmensa importancia.

Otro de los sectores impulsores es el de fabricación de piezas, que, afortunadamente, ha estado presente en los informes de hoy. A veces sucede que se paraliza una máquina de grandes dimensiones por una pequeña pieza que, por ejemplo, tenemos que importar del extranjero. Tenemos que trabajar la cuestión de la fabricación de piezas en los distintos sectores. Según me parece, el informe que se ha presentado era relativo en lo fundamental a las piezas de automóvil, pero la fabricación de piezas es un asunto importantísimo en toda la maquinaria y grandes aparatos.

Está también el sector de la minería, en el que estamos muy retrasados y es uno de los sectores que hace falta atender sin falta. Igualmente, el sector de los fármacos y vacunas, a propósito del cual he oído que afortunadamente se han hecho cosas positivas en cuanto a la producción de medicinas para este nuevo virus, o bien se está investigando la vacuna. Cierto es que, en la propaganda que se hace en el mundo, se dice que no puede haber una vacuna en tal plazo ―antes de un año o seis meses, otros dicen otros tiempos―. No se sabe. Que nuestros buenos científicos, nuestros científicos jóvenes y nuestros eficaces investigadores se pongan a trabajar sobre la vacuna de este virus y a producir distintas vacunas, ¡y quién sabe si no hallarán la vacuna y podrá utilizarse mucho antes! Otro de los sectores importantes es ese.

Así mismo, está la cadena de la industria textil, el calzado y los enseres del hogar, que es también un sector impulsor y, afortunadamente, en ese terreno el país cuenta con numerosas capacidades, pero aun así, pese a que desde muy antiguo nuestro país ha estado en la vanguardia en el campo textil y teníamos muchas y muy buenas capacidades, que en el sector del calzado igual y que en el de los enseres del hogar se han hecho muchos progresos a lo largo de estos años, por desgracia, las importaciones son aquí también un fenómeno nocivo. En mi opinión, en esos sectores hay que ser serios impidiendo las importaciones y prestar atención a ese sector como el importante sector impulsor que es. Por fortuna, vemos que en este último año o dos, en 1398 y también en 1397, que nos hizo falta cierta cantidad de abrigos para chico y chica, para niños, yo dije que no se compraran en el mercado, sino que los encargaran hacer, producir y coser, y fueron, adquirieron el material, consiguieron sastres y produjeron una cantidad. La calidad era sin duda mejor que la extranjera: más bonitos, más resistentes y mejores. Bien, pues si en el interior se está produciendo y podemos producir dentro del país, ¿por qué importarlos del extranjero? Yo mismo tenía dos abrigos que usaba a veces cuando íbamos a la montaña. Eran extranjeros, me los habían traído de regalo. Los di, me deshice de ellos y dije que me consiguieran de esos nacionales.

Voy a decir esto aquí. Por desgracia, nuestra producción textil nacional, que es una producción antigua y con raíces y, gracias a Dios, es muy buena, tiene el gran defecto de que sobre la ropa se ponen falsas marcas extranjeras. Eso está mal. Sobre ese mismo abrigo que digo que me compraron, vi que habían puesto algo para indicar que era de producción extranjera, siendo mentira. Conocíamos al sastre, sabíamos quién lo había hecho y cuándo, y dije que arrancaran aquello. De manera que otro sector impulsor es este del textil.

Uso de jóvenes inventivos y trabajadores para el salto y la actividad redoblada

Por lo tanto, gracias a Dios, el movimiento de producción del país está comenzado. Sin embargo, quiero decir algo: con un movimiento normal, no llegaremos a ninguna parte. Hace falta un salto, una actividad redoblada. Y, afortunadamente, en el país existe el terreno propicio para ello. Tenemos en el país muy buen material humano con inventiva, jóvenes dispuestos a trabajar, ansiosos por trabajar, a los que podemos emplear y dar así un verdadero salto a la producción, y el salto en la producción podrá revitalizar la economía del país.

Vuelvo a dar las gracias a todos los amigos que se han dado la molestia de organizar hoy este programa, a las personas que han hablado y expuesto informes y, asimismo, a todos aquellos que realizan actividades de tipo económico. Espero que, gracias a las buenas plegarias de nuestra querida gente en el venturoso mes de ramadán, se produzcan, si Dios quiere, transformaciones fundamentales en los sectores que necesita el país, incluida la economía. Y con esta situación acaecida con el coronavirus, el impulso que ha dado a la gente y la situación nueva y extraordinaria que se ha producido ―con estos paros, estas necesidades, esta atención a las necesidades, y estas colaboraciones, que tan valiosas han sido, en el verdadero sentido de la palabra―, espero que se trate, si Dios quiere, del comienzo de nuevas tareas y transformaciones en distintos campos, incluido el económico. Que Dios ayude, dé bendiciones y responda las plegarias. En cuanto a nosotros, pedimos por todos los responsables, encargados y personas activas en los distintos sectores del país, ya sean los económicos, los culturales u otros diversos. Quiera Dios darles el éxito a todos ellos y depararles a todos Su gracia, Su misericordia y Sus bendiciones. Vuelvo a darles las gracias a todos ustedes, y ofrezco mi saludo al espíritu purificado del gran imam Jomeiní y a nuestros queridos mártires.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

NOTAS

(1) En el inicio del programa, se estableció una comunicación por videoconferencia con siete centros productivos iraníes activos, cuyos directivos y trabajadores plantearon sus consideraciones.

(2) Cima de la elocuencia, sermón 176.

(3) Por ejemplo, en las Declaraciones ante un encuentro de empresarios del país del 07/09/2010.