En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).

Alabado sea Dios, Señor de los mundos; la paz y las bendiciones sean para nuestro maestro Muhammad y su familia pura, y la maldición de Dios para todos sus enemigos.

Saludo a todos los honorables presentes, al excelentísimo señor presidente de la República, a los demás señores que están presentes en esta reunión y a quienes oigan estas palabras. Los informes que se han presentado ―en particular, el completo informe del señor presidente― eran necesarios y han sido positivos y esclarecedores. A todos nos hace falta conocer y escuchar estos informes y estas particularidades. El objetivo de un servidor al organizar este programa era, primeramente, alentar a los honorables encargados, a ustedes queridos hermanos que, como han señalado, hace tiempo que están ocupados esforzándose y trabajando día y noche, y asimismo expresar agradecimiento a Dios el Altísimo por la gran ayuda que ha prestado a la nación iraní y a los responsables del país.

Antes de comenzar mi exposición, considero necesario expresar mi pésame a todos los damnificados en estas circunstancias, a quienes han perdido a seres queridos. Recemos por los infectados con esta enfermedad y con otras, y pidamos a Dios el Altísimo su curación, así como misericordia divina para los fallecidos. En particular, pidamos a Dios el Altísimo un alto rango para quienes han alcanzado el martirio en un movimiento de Yihad en este campo.

Un grandioso esfuerzo de Yihad en una vasta variedad de campos

Algo por lo que verdaderamente debemos dar gracias es el éxito que Dios el Altísimo ha deparado al pueblo y a los responsables de Irán en esta vicisitud. Se ha hecho una gran labor; se ha producido en el país un inmenso Yihad ―un esfuerzo, un movimiento de Yihad en el verdadero sentido de la palabra―, y eso debe quedar registrado en la historia y releerse, como luego señalaré. Ese grandioso Yihad se ha producido en una vasta variedad de campos, tanto en el terreno de los tratamientos y de todo tipo de servicios médicos, de enfermería y del resto de atenciones sanitarias ―terreno en el cual realmente se ha hecho una labor inmensa y se ha luchado mucho― como en el de la prevención, el cribado, la higienización del entorno, la higiene pública y la desinfección de recorridos, calles y centros de reunión de la gente y similares, sobre lo cual diré algo al final de mi intervención.

En el campo de la producción de instrumental y equipamiento por parte de distintas empresas ―tanto por empresas basadas en el conocimiento, en particular, como por organismos diversos y por la población general de todo el país―, el trabajo que se ha hecho con el rápido suministro de los accesorios necesarios para la gente y la puesta a su disposición, en muchos casos, de manera gratuita es otro campo de actividad que llena también de orgullo. Asimismo, en el campo de los servicios sociales y la caridad, el piadoso movimiento que se ha iniciado en el país es realmente asombroso por su amplitud y su variedad. Del este al oeste y del norte al sur del país, en la mayoría de las ciudades y quizá en todas las provincias, este grandioso movimiento de ayuda lo ha iniciado la gente común junto a los responsables, las Fuerzas Armadas, el Basich y todos los diversos organismos competentes. Ya ven ustedes como se está mostrando este grandioso servicio que está prestando la gente en las mezquitas. Esa ha sido realmente una gran labor y, sin la voluntad y el poder divinos, no hubiera sido posible hacer que la gente entrara así en escena.

Está también la presencia de los voluntarios para realizar tareas difíciles y no exentas de peligro. A nuestros queridos enfermeros y médicos les hemos dado las gracias en repetidas ocasiones ―y hay que dárselas―, pero junto a ellos han intervenido también voluntarios: tal joven, tal basiyí o tal estudiante de ciencias islámicas acude a un hospital y se encarga de una colaboración voluntaria en esa tarea dura y peligrosa. Lo mismo se puede decir de algunos amigos que han informado de las penosísimas labores de amortajamiento y entierro. Cuando algunos proponían que se enterrase a los fallecidos en estas circunstancias sin mortaja y sin lavar los cadáveres, hubo quienes entraron en escena y se hicieron cargo de esa penosa y peligrosa gran labor. Del mismo modo, en el campo científico y de la investigación se ha trabajado en centros universitarios y en algunas empresas basadas en el conocimiento para conocer el virus ―ese virus cambiante tan difícil de conocer, según dicen los expertos― y hallar maneras de combatirlo. Yo espero que en este campo como en muchos otros podamos, si Dios quiere, mostrar al mundo el talento iraní y que nuestros jóvenes puedan conocer el virus cuanto antes y obtener la vacuna con que hacerle frente, así como fármacos para curar la enfermedad.

Registro de las glorias actuales como manifestaciones de la cultura islámica revolucionaria

Esas tareas se han llevado a cabo en numerosos ámbitos, pero, además, en el de la gestión y programación se ha actuado también muy bien. Este centro de ustedes y el Ministerio de Sanidad y Tratamientos han actuado de manera realmente excelente tanto en la gestión de la situación como en la programación. Es un orgullo para la nación. Esas cosas son un orgullo, en el verdadero sentido de la palabra, y han puesto de relieve ciertos aspectos de la cultura islámica revolucionaria. Esta maniobra general que se ha realizado en diversos sectores ha sido en muchos casos una verdadera acción islámica y divina. Estos orgullos deben quedar registrados y permanecer. La sensación de muchas personas activas en este amplio frente era la misma de la época de la Sagrada Defensa. Quienes lo han visto de cerca dicen que han vuelto a sentir ahora la dulce fragancia del servicio a los demás y de la ayuda que existía durante la Sagrada Defensa.

Lo que yo quiero decir ahora ―que es tanto una petición seria como un deseo que quiera Dios que se cumpla― es que ojalá haya personas que puedan narrar este grandioso Yihad general como hizo el mártir Mortezá Aviní, que fue capaz, con esa agradable, bella y poderosa elocuencia suya, de relatarnos los detalles del frente y hacerlos así imperecederos. Ojalá haya gente que haga esa labor, tanto por vía oral como por escrito y con obras de arte, piezas de teatro y fenómenos artísticos.

Temple, paciencia, serenidad y brillo del pueblo iraní

El pueblo iraní ha sido brillante también en otro aspecto. Lo que he dicho se refería a los espacios en que han estado presentes el pueblo y los responsables, pero hay otro aspecto en el que hay que reconocer que el pueblo iraní ha dado una buena imagen de sí mismo. Cuando se producen tales circunstancias, es natural que surjan ciertas preocupaciones por los gastos de la vida y por cuestiones generales de las que han visto ustedes ejemplos por televisión. En otros países se han visto ataques a tiendas, así como almacenes vaciados para llenar las despensas de las casas, mientras que en nuestro país no ha habido en absoluto cosas en ese sentido. La gente ha mantenido la serenidad, con temple y paciencia. No se ha alterado. Eso es muy valioso.

Por cierto, que en este periodo de permanencia en casa ―de la que puede decirse que ha sido casi generalizada― ha quedado claro el papel de la familia. La función de la familia y su presencia han mostrado aquí sus efectos. En esos países donde la familia no tiene una buena base ni se concibe bien, estas permanencias en casa no son iguales o, cuando menos, no son tan soportables, comprensibles y aceptables. Aquí, las familias se han reunido. Y hay que insistir en particular en el papel de la mujer y en la grandísima influencia que ejercen el temple, la paciencia, la laboriosidad y la benevolencia de la mujer de la familia en la buena administración de esta. Eso no debe en ningún caso perderse de vista.

Fracaso de los occidentales en esta gran prueba, en varios campos:
1) En la capacidad de gestión

En esta prueba internacional, los occidentales han fracasado verdaderamente. Este es un punto importante del que un servidor insiste en que no pase inadvertido ni deje de mencionarse. En esta gran prueba que ha tenido lugar en el mundo entero, del este al oeste, los occidentales han fracasado en varios campos: primero, han fracasado en sus capacidades de gestión. A pesar de que la infección llegó más tarde a los países occidentales ―es decir, los países europeos y más tarde Estados Unidos― que a nuestro país y que a algunos otros países ―en algunos casos, un mes más tarde o más―, con lo que tenían la oportunidad de tomar medidas y prepararse para hacerle frente, no han podido tomar medidas como hubieran debido.

Ya ven ustedes lo altas que son las cifras de fallecidos en Estados Unidos y en algunos países europeos, así como las cifras de infectados, y los problemas variopintos para la vida en esos países, pese a que en materia de riqueza y de capacidades diversas están en un nivel alto. Sin embargo, se han visto en muchos problemas por los apuros que pasa la gente en su vida: desempleo, infectados por la enfermedad, falta de sitio en los hospitales, gente tirada a las puertas de los centros de salud… Es decir, que los Estados occidentales han fracasado en su capacidad de gestión.

2) En la filosofía social

También ha fracasado su filosofía social. La filosofía social de Occidente ―que no es, en realidad, en cuanto a su espíritu y su contenido, sino la filosofía materialista que lo cuenta todo en dinero― los ha dejado marcados en el mundo por cómo miran a los ancianos, a los viejos, por cómo miran a quienes no suponen un beneficio económico para su país y su sociedad, los enfermos, los discapacitados o los retrasados. En algunos países, las residencias de ancianos se han descuidado de tal modo que parte de ellos han perdido la vida por falta de cuidados, o bien no han abierto las puertas a viejos, ancianos o discapacitados físicos. Esto pone de relieve el fracaso de la filosofía social que impera en esos países occidentales que tanta presunción tienen. En esos países, lo que cuenta es el dinero. Todo se mide en dinero. Lógicamente, cuando las cosas son así, al viejo que no produce dinero para la sociedad no hay que atenderlo, ni hay que atender a esa vieja decrépita de muy avanzada edad; y no los atienden. Esto ha sido el fracaso de esa filosofía social.

3) En la exteriorización de moral pública

Han fracasado también en la exteriorización de moral pública. Pese a tanta presunción como gastan y a las exageraciones sobre la moralidad occidental de algunos afectados por la occidentalización en países no occidentales ―incluido, por desgracia, el nuestro―, en eso también han fracasado. Ya vieron ustedes: el ejemplo son los supermercados vaciados. El Sr. presidente me contaba que en un país europeo ―él dijo cuál, pero yo no voy a nombrarlo ahora―, a primera hora de la mañana llega el camión y descarga el género a la puerta del supermercado y, una hora después, el supermercado está vacío. La gente llega en tropel y se lleva la mercancía. ¿Y a dónde la llevan? Pues a las despensas de sus casas, poniéndolo fuera del alcance del público general. Eso es una derrota moral y una muestra negativa de moral pública en esos países. Ya hemos dicho que los propios occidentales y las corrientes occidentalistas no quieren que eso se vea, pero es necesario. Es necesario que lo veamos y lo sepamos. Para los pueblos, elegir su destino en cuestiones importantes depende de que se sepan esas cosas.

Importancia de la Red Médico-Sanitaria

Bien, voy a poner fin a mi intervención. Para terminar, solo quiero decir dos cosas: primero, quiero decirles que le den importancia a la Red Médico-Sanitaria. Es un asunto que conoce bien el excelentísimo Sr. ministro, el Dr. Namakí, que pasó años trabajando en la red del Ministerio de Sanidad y Tratamientos Médicos. Esa red es muy importante. Si, como se augura y se ha dicho repetidamente, se da una nueva ola del virus en otro momento, la Red Médico-Sanitaria podrá sin duda aligerar el peso que soporte el país, igual que ha ayudado mucho en este episodio, aunque intervino a la mitad y también han ayudado el Basich y los distintos organismos. Esa red es una red importante. Debe dársele la importancia que tiene. Esa es una cuestión.

Estudio de la reapertura de las mezquitas y centros de oración en función de la necesidad de la población

El segundo asunto es que hay una cuestión sin resolver respecto a las ceremonias de plegaria, de las oraciones diarias y de la adoración. Por mi parte, yo no voy a trasladar ninguna propuesta sobre mezquitas, oratorios y similares al Centro Nacional de Lucha contra el Coronavirus. Acato su peritaje y estimación, si bien quiero decir que la plegaria y la adoración ―en particular, en el mes de ramadán y en las Noches del Destino que tenemos ante nosotros― son una de las necesidades perentorias y fundamentales de la gente. Desde cierto punto de vista, no son diferentes de las necesidades materiales de la gente, mientras que desde otro punto de vista están por encima de ellas. La gente, en particular ante las cuestiones importantes y en los momentos y acontecimientos importantes, necesita poder tener ese recurso a Dios, esa atención, esa relación y esa súplica a Dios. Hay que idear algo al respecto. Yo tengo incluso la convicción de que, si se establecen normas estrictas en ese campo, nuestra gente devota, los habituales de las mezquitas, cumplirán esas normas más que los demás. Si a la población devota se le dice seriamente, por ejemplo, que pueden acudir a las explanadas de las mezquitas, a los centros, a las mezquitas y a las husainiyas de tal manera, mi convicción es que quienes suelen ir a la mezquita lo respetarán escrupulosamente. Como he dicho, no tengo una propuesta y considero digna de confianza la opinión experta y basada en estudios del Centro, pero mi recomendación es que encarguen ese estudio a personas que comprendan la importancia de la existencia de plegarias, súplicas y cuestiones espirituales, en el verdadero sentido de la palabra. Que analicen la cuestión y decidan. Cualquiera que sea su decisión, nos corresponderá a mí y a toda la gente actuar conforme a ella, si Dios quiere.

Quiera Dios ayudarlos. Yo animo al excelentísimo presidente de la República a que continúe su trabajo, y aliento a todos los amigos presentes. Quiera Dios ayudarlos en esta tarea que han iniciado, para que la lleven a cabo de la mejor manera y, como he dicho, que inscriban ustedes, si Dios quiere, un duradero epígrafe histórico entre los orgullos de la nación iraní, y solucionen ustedes con las medidas necesarias, Dios mediante, los diversos problemas que se presentan al margen de esta cuestión, como los problemas financieros, etc. Les doy las gracias a todos ustedes, les agradezco su asistencia a esta reunión y agradezco también los informes que han presentado los amigos, que nos han sido provechosos.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

NOTAS
(1) En el inicio de la videoconferencia, presentaron sendos informes el hoyatoleslam Hasán Rohaní, presidente de la República Islámica de Irán; el general Baqerí, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas; el doctor Saíd Namakí, ministro de Sanidad, Tratamientos e Instrucción Médica; y el Sr. Abdorrezá Rahmaní Fazlí, ministro del Interior.