«Cuando gobernaba el shah, no teníamos tantas mujeres brillantes de primer nivel. Eso lo digo yo y lo recalco. Hoy en día, tanto en cifras absolutas como relativas, hay muchísimas más investigadoras, catedráticas, científicas en distintas ramas, pensadoras y escritoras que piensan en disciplinas diversas, que son expertas y producen obras ―literatas, poetisas y artistas mujeres, ya sea en el campo del relato, de la poesía o de la pintura― que durante la tiranía del sah, es decir, durante aquel periodo en el que, en nombre del apoyo a la mujer habían eliminado por completo el hiyab, la castidad y las distancias entre hombres y mujeres, propagando cada vez más las relaciones sin compromiso, actuando en ocasiones de manera aun peor y más extrema que en los países europeos. Hoy en día, en el sistema de la República Islámica y bajo el resguardo del hiyab, con el chador, con el maqnaé, tenemos un número inmenso de mujeres de primer nivel intelectual, científico, práctico, en la actividad política y entre los expertos del ámbito cultural y artístico. En aquella época no teníamos ni una mínima parte, ni una fracción de todo esto. Eran casos muy limitados. Esto da fuerza justo a la teoría contraria de la que pretendían hacer creer, y es que no solo aquel modo de fomentar las relaciones sin compromiso no lleva a hacer crecer a las mujeres, su espiritualidad y sus talentos, sino que entretener a la mujer en los accesorios de cierta calidad de vida ―afeites y atuendos varios, con los embrollos que ello supone― es en sí un obstáculo que impide a las mujeres avanzar hacia la perfección y la elevación». (05/07/2007)