«En el ejercicio de su responsabilidad, que es crear seguridad, las fuerzas del orden personifican la soberanía de la República Islámica. En otras palabras, uno de los deberes de la República Islámica es crear seguridad en la sociedad. La seguridad moral y la seguridad en sociedad ―en los términos en que se ha explicado― son uno de nuestros deberes. Son uno de los deberes de la República Islámica. Son cosas que no podemos abandonar. Y la personificación y el agente implicado directamente en esa seguridad es la fuerza policial, de manera que deben ustedes tener poder y deben poder actuar con fuerza y rotundidad. Ahora bien, la cosa está en que el poder no debe confundirse con opresión, con desconocer los límites ni con actuar de manera descontrolada. Por ejemplo, en algunos países como Estados Unidos, la Policía es muy poderosa. Muestran por cámara a personas fornidas que aparecen como agentes de policía, entrando en acción y deteniendo gente. Sí, claro que son poderosos, pero van y matan a personas inocentes. Le pueden meter quince o dieciséis balazos a alguien, destrozarlo y acabar con él diciendo que es que quería sacar un arma. Ese no es un poder deseable. Es un poder acompañado de opresión, que en definitiva no crea seguridad, sino inseguridad. Él mismo es un factor de inseguridad. Luego, cuando van a juicio, los tribunales los absuelven, como habrán oído ustedes. Lamentablemente, estos sucesos son muy frecuentes en el mundo del descuido de los valores espirituales, como ya ven. Y lo gracioso es que en Estados Unidos, donde tal como dicen el presidente es un negro, al mismo tiempo a los negros los traten de esa manera. Celebran que un día un individuo, un presidente, abolió la esclavitud, cuando además eso mismo es objeto de discusión y se le oponen objeciones fundamentales; es decir, que cuando dicen que Abraham Lincoln abolió aquello, si se observa con precisión histórica como han hecho algunos, la realidad no fue así. No se trataba de abolir la esclavitud. De lo que se trataba era de la cuestión Norte-Sur y de las largas guerras con sus profundas causas entre el norte y el sur de Estados Unidos, con el conflicto entre los terratenientes y su agricultura, por un lado, y la industria, por otro. El conflicto era en torno a esas cosas. En realidad, no se trataba de una cuestión de sentimientos filantrópicos. En todo caso, los negros son oprimidos, descuidados y humillados, y sus vidas corren peligro. Un poder policial semejante no es algo deseable para el Islam ni para nosotros. No, a nosotros no nos gusta ir y darle a la labor de nuestra Policía una forma y un aire cinematográficos y hollywoodienses. Lo que queremos es que la labor se realice de verdad; es decir, con fuerza y firmeza, y al mismo tiempo con justicia, magnanimidad y misericordia. Hay sitios donde debe ir acompañada de misericordia. Esa es la manifestación del Islam. Por un lado, el sagrado ser del Creador es clemente y misericordioso; por otro, el suyo es un castigo doloroso. Las dos cosas deben tenerse en cuenta la una junto a la otra, y eso debe descender hacia la base de la pirámide y llegar hasta nuestras vidas, nuestro comportamiento y nuestras obras. También debe darse en el caso de la Policía» (26/04/2015).