KHAMENEI.IR publica extractos de declaraciones del Líder de la Revolución Islámica de Irán, su eminencia el ayatolá Jameneí, sobre lo que en unas elecciones caracteriza al mejor candidato.
El próximo presidente debe tener las ventajas del actual y no sus debilidades
«Lo que necesitamos en el futuro presidente de la República son los aspectos positivos que existen hoy en día sin las debilidades que hay (…). Es decir, que en la serie de Gobiernos que se suceden tenemos que ir progresando y avanzando hacia la excelencia y el perfeccionamiento, escogiendo progresivamente a los mejores de entre nosotros» (21/03/2013).
Un candidato elegido con ayuda financiera de grandes compañías, como pasa en EEUU, adulterará la ley
«Si los candidatos están vinculados a los centros de la riqueza y el poder, las cosas saldrán mal, como es el caso hoy en día en las llamadas “democracias” del mundo, ya sea en Estados Unidos o fuera de Estados Unidos. Las grandes compañías y los ricos dan dinero a un candidato de las elecciones presidenciales o del Congreso, y él a cambio queda comprometido. El presidente que llegue al poder con el dinero de organismos diversos y centros de riqueza tiene un compromiso respecto a ellos. El representante parlamentario que llegue a la cámara con el dinero de tal empresa, tal gran compañía, tal potentado o cual multimillonario está obligado, allá donde ellos lo consideren necesario, a adulterar la legislación y quitar leyes, ampliarlas o restringirlas. Un representante así no le sirve a la gente para nada. No hay que estar vinculado ni a los centros de riqueza privada ni, para empezar, a la riqueza pública: que no vaya nadie a gastar dinero del tesoro público para hacerse con una representación parlamentaria. Esto es doblemente problemático; presenta aun más problemas» (08/04/2011).
¡Atención a los despilfarros y la propaganda excesiva!
«El comportamiento de los candidatos que hagan dispendios y gasten mucho más de lo necesario en propaganda puede ilustrarnos a nosotros y al pueblo entero, y ponernos alerta sobre lo que ha de venir después. Aquel que gasta del erario público o emplea dinero de algunos sospechoso de ser haram no puede merecer la confianza del pueblo. A estas cosas se les debe prestar mucha atención» (27/05/2013).
El mejor candidato es de vida sencilla y no busca el boato
«¿Quién es el mejor? (…) El mejor es aquel que comprenda el mal que aqueja al país, quien conozca el dolor del pueblo, quien sea uno e íntimo con el pueblo, quien esté alejado de la corrupción y no busque el boato. Nuestro gran flagelo es la fascinación por los lujos y el boato. Si un responsable político es dado a los lujos y los boatos empujará a la gente hacia la suntuosidad y el despilfarro (…). Lo primero que tenemos que hacer es elegir como responsables del país a personas de talante popular y vida sencilla, que conozcan las penas de la gente y sientan en sí mismos su dolor» (12/05/2009).
El afán del candidato electoral debe estar puesto en eliminar las privaciones
«Un servidor no sabe de partidos ni de personalidades. Lo que sé es que la persona que entre en el Parlamento debe ser temerosa de Dios. La primera condición es el temor de Dios: “En verdad, el más noble de vosotros ante Dios es quien posee mayor temor de Dios” (Sagrado Corán, 49:13). Y luego, debe ser partidario de los desposeídos. Que sepa que en el país hay privaciones, y que ponga su afán y denuedo en acabar con ellas» (08/01/2004).
Para el presidente no debe haber distinción entre las aldeas recónditas y la capital
«Lo que necesita el país es un presidente dinámico, resuelto, conocedor de su tarea, capaz, perseverante y paciente (…); un presidente para el cual no haya diferencia en el país profundo, con sus aldeas recónditas, y Teherán: que los derechos de la gente de las ciudades grandes y pequeñas sean para él los mismos; que pueda esforzarse y trabajar por eliminar las discriminaciones y cerrar la brecha entre ricos y pobres» (01/05/200).
¿Es más importante la formación especializada del candidato o su religiosidad?
«Si a propósito de las elecciones un servidor hace tanto hincapié en que se elija al mejor y otros temas, se debe a que a este país no le fue fácil conseguir su independencia. ¡No vayan a ir al Parlamento personas cuyos receptores estén pendientes de los potentes emisores de Estados Unidos y Occidente! No vayan a entrar al Parlamento personas con las antenas orientadas en esa dirección, ¡que recojan cualquier cosa que venga de allá y la publiquen y difundan dentro del país con otras palabras! Esa es toda mi inquietud.
»¡Queridos míos! La dependencia es el resultado de la dejadez en materia de religión. No es que todo aquel que no sea devoto depende del extranjero. No. Al fin y al cabo, hay motivaciones diversas. Pero el que es religioso tiene un freno adicional para no caer en la dependencia. Eso es muy importante. He oído que algunos han dicho, a propósito de la primera vuelta electoral, que qué más da esa religiosidad en la que tanto insisten fulano ―quizá no dijeran mi nombre― o algunos otros. “Lo importante es que vayan al Parlamento personas con formación especializada... ¡Que vayan al Parlamento doctores e ingenieros, y gestionen el país!”. Es un error. No es que no hagan falta especialistas en el Parlamento. Claro que sí: el Parlamento necesita especialistas. Pero hoy por hoy no tenemos escasez de ellos. Lo que digo es: ¡pueblo de Irán! Busquen entre esos ingenieros y doctores, entre esos especialistas y expertos, ¡y escojan a los religiosos! Y no se contenten con meras proclamas. La persona a la que hayan de escoger tiene que ser devota. Cuando lo es, uno puede ya respirar tranquilo» (16/04/1996).
La moral es una cuestión personal, pero no en el caso de un alto funcionario
«En las democracias occidentales se atiende a ciertos criterios de cualificación, entre los cuales la mayoría de las veces se tienen en cuenta las afiliaciones partidistas. Tanto quienes se postulan como quienes presentan a los candidatos y quienes los votan están votando en realidad a tal o cual partido. Luego, en los países en que hay dos partidos como Estados Unidos o Inglaterra, y en los países en que hay muchos partidos, se vota a uno de esos dos o más partidos. En el sistema de la República Islámica, además del conocimiento y la idoneidad política, es necesaria también idoneidad moral y de convicciones. Que no digan algunos que estas son una cuestión personal de los individuos. Sí, la moral y las convicciones son una cuestión personal, ¡pero no para los responsables políticos! Si yo accedo a un puesto de responsabilidad siendo de moral reprobable, poseyendo una mala comprensión de las cuestiones de la sociedad y teniendo la convicción de que me tengo que llenar los bolsillos, no puedo decir que esa es mi convicción y mi moral personal, y que mi moral y mis convicciones no son de la incumbencia de nadie. En el caso de un responsable, las convicciones y la moral no son asunto personal. Son un asunto público y colectivo. Se trata de regir los destinos de la gente. La persona que entra en el Parlamento o que accede a cualquier otro puesto de responsabilidad en la República Islámica, si es corrupta, si idolatra lo extranjero o si está al servicio de los estratos acomodados de la sociedad, no podrá ya desempeñar el papel que el pueblo y los estratos desfavorecidos quieren. Si esa persona es alguien dado a los cambalaches, los sobornos y las recomendaciones, si se lo puede intimidar o si es alguien que se echa atrás frente al griterío propagandístico y a las políticas del extranjero, no puede gozar de la confianza del pueblo e ir a sentarse allí a decidir qué hay que hacer con el país y sus bienes. Además de la aptitud y el conocimiento en sí, esa persona necesita también valentía moral, virtud religiosa y política y convicciones rectas. Claro está que esto que digo no debe ser causa de que se pongan en marcha interrogatorios ideológicos y se vaya preguntando a uno tras otro lo que se piensa sobre tal asunto. Yo no estoy de acuerdo con los interrogatorios ideológicos» (17/12/2003).
Quien tenga miedo de hablar en contra de las potencias extranjeras no merece ser elegido
«En mi opinión, en los electos deben darse las siguientes cualidades: (…) que sean valientes. El representante que tenga incluso miedo de hablar en contra de tal potencia extranjera no merece ir a representar al pueblo de Irán, con su dignidad y su coraje (…). Porque con temores, recelos y miedos no se puede hacer avanzar ninguna tarea. Hay que actuar con valentía y, por supuesto, con prudencia y raciocinio» (05/02/2020).
El representante que adule a la Arrogancia causará destrozos a la nación
«Si llega al Parlamento un representante sin apego a la Revolución ni al país, que no crea en la Constitución y para quien no sean importantes los intereses del país, que no entienda las hostilidades de la Arrogancia mundial, a quien le guste adular a la Arrogancia mundial y cuyo nombre aparezca en letras bien grandes en los periódicos y revistas vinculados a los sionistas, diciendo que fulano se ha opuesto a la política de la República Islámica, ese representante causará destrozos en el Parlamento, causará destrozos a la nación y causará destrozos al país, y por lo tanto no sirve de nada. Si se hace con el cargo un representante que antes de acceder al Parlamento haya incurrido en deuda con otros y esté obligado a pagar esa deuda desde la cámara ―que haya tomado el pan prestado y pretenda devolver el préstamo una vez llegado al Parlamento―, no sirve» (09/02/1996).
Si los responsables se dejan intimidar por EEUU y los sionistas, la nación perderá muchos recursos
«Lo que hacen fundamentalmente las potencias arrogantes ―esas potencias mundiales dominantes que están constantemente atacando a este país y al otro y sometiendo a su yugo gobiernos y naciones― es asustar. Su poder real no es tanto como dan a entender de palabra. Estando tan a malas como están con esta revolución y con este país, es obvio que si tuvieran ese poder esta revolución no habría crecido tanto ni hubiera permanecido así. ¿No muestra esto ya en sí mismo que los dominadores estadounidenses y los sionistas del mundo entero no tienen tanto poder como dicen tener? Estos la mayor parte de lo que hacen lo hacen mediante amenazas e intimidaciones. Y un representante debe ser alguien que no se deje intimidar. ¿Qué persona no se deja intimidar? Pues aquella cuyo corazón repose sobre Dios. Cuando un ser humano se encomienda a Dios, no se deja intimidar por nadie (…). Dios lo ayuda y no deja que el enemigo se imponga. Dejarse intimidar es una cualidad pésima. Hay veces en que una persona está sentada en su casa y le entra miedo ―es una sola persona―; pero otras veces uno está sentado en un puesto de responsabilidad ―en el Parlamento, en el Gobierno―, y si se deja intimidar ¡es una catástrofe! Que esa persona se deje intimidar supone la pérdida para la nación de mucho de sus recursos. Un representante no debe dejarse intimidar.
»Y por otra parte un representante no debe tampoco dejarse fascinar. Hay algunos que se dejan fascinar y engatusar, ¡y embobados quedan! Se trata de personas cándidas que, cuando se les presentan con muchos adornos y colorines imaginarias soluciones para la economía o la seguridad, les hacen perder el control. Tienen años de experiencia, pero al final llevan a la ruina a los demás y a sí mismos. De manera que tampoco hay que dejarse fascinar, sino buscar la solución correcta, la solución independiente que surja de las condiciones específicas de este pueblo y este país, y la solución que ofrezca el Islam. El Islam da soluciones en todos los ámbitos. Nosotros tenemos que ir y encontrarlas por nosotros mismos» (12/02/2000).