«Lo ocurrido en Siria contiene lecciones, supone un aviso para nosotros —para todos y cada uno de nosotros, para nuestros responsables—. Y debemos aprender la lección. Una de esas lecciones es la cuestión del descuido y la distracción —distraerse del enemigo—. Cierto es que, en estos sucesos, el enemigo actuó velozmente, pero ellos hubieran debido entender antes de los hechos que ese enemigo actuaría y que lo haría con celeridad (…). Otra consideración es que el Frente de la Resistencia no debe ni envanecerse ni desesperar por los fracasos. Hay triunfos y hay fracasos. En la vida personal de alguien es igual; en ella hay triunfos y hay fracasos. Pues la vida de los colectivos es también así: en ella hay triunfos y hay fracasos (…). El peligro de la pasividad es a veces mayor que el del propio suceso. Pasividad es que uno mire y llegue a la sensación de que no puede hacer nada y, por tanto, se rinda. Eso es la pasividad. Por tanto, en los avances y en los éxitos, el envanecimiento es veneno. En los reveses y problemas, el veneno es la pasividad. Hemos de tener cuidado con ambas cosas» (