En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso

Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salam ala sayyídina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharini-l-muntayabín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-arazeyn (1).

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Permítanme decir una palabra o dos sobre Gaza. Ya dijimos que la Resistencia estaba viva y seguiría estándolo. Gaza venció. La Resistencia demostró que sobrevivirá. Lo que está sucediendo ante los ojos del mundo es como de leyenda. De verdad que, si lo leyéramos en libros de historia, le pondríamos pegas; no nos creeríamos que una inmensa maquinaria bélica como la de Estados Unidos hubiese ido en ayuda de un gobierno tiránico y sanguinario como el régimen sionista; que ese régimen fuera tan atroz y despiadado que no tuviese reparos, en cerca de un año y unos meses, en matar a quince mil niños, y que la otra potencia fuese tan indiferente a las nociones de humanidad elemental como para proporcionar bombas antibúnker a ese régimen atroz a fin de que bombardease las casas de esos niños y los hospitales donde los atienden. Si eso lo pusiesen en los libros de historia, tengan por seguro que no lo creeríamos; diríamos que sin duda ahí había ahí algo que no cuadraba. Pues eso ha ocurrido hoy ante nuestros ojos. Estados Unidos puso todos sus medios en manos del régimen sionista —el cual, si no se los hubieran dado, habría hincado la rodilla ya en las primeras semanas—, y ellos estuvieron un año y tres meses cometiendo todos los crímenes de que fueron capaces, atacando hospitales, mezquitas, iglesias, casas, mercados, lugares de reunión, todo lo que podían. Y eso, ¿dónde? En una pequeña porción de tierra como es Gaza; en una porción de tierra tan reducida como es Gaza. Cometieron tantos crímenes como pudieron. Se habían fijado además un objetivo. El jefe del régimen sionista, ese miserable deshonrado, dijo que querían aniquilar a Hamás, que tenían que ser aniquilados. Hasta habían hecho planes para la administración de Gaza después de la guerra. Así de confiados estaban. Y ahora ese mismo régimen sionista, tiránico y despiadado, se ha sentado a negociar con el mismo Hamás al que querían aniquilar y ha aceptado sus condiciones para que se lleve a la práctica el alto el fuego. Es eso lo que va a suceder. De eso hablamos cuando decimos que la Resistencia está viva. De eso se trata cuando decimos: wa lau qatalakumu-l-ladina káfaru lawál·lawu-l-adbara zumma la yayiduna waliyan wa la nasiran (2); que no se refiere solo a aquella época, porque luego dice: Súnnata-l-Lahi-l-lati qad jalat min qablu wa lan táyidu li-súnnati-l-Lahi tabdilan (3). Es norma y costumbre de Dios. Tenían que vencer ellos y vencieron. Dondequiera que haya resistencia por parte de los buenos siervos de Dios, la victoria es segura. El iluso delirante aquel proclamó que Irán había quedado debilitado. Ya mostrará el futuro quién es el debilitado. También Saddam lanzó el ataque creyendo que Irán estaba debilitado. También Reagan brindó tantísima ayuda al régimen de Saddam creyendo que Irán estaba debilitado. Y tanto ellos como decenas de ilusos más ardieron en el infierno, mientras el régimen [la República] islámico crecía día a día. Pues déjenme decirles, por la gracia de Dios, que esa experiencia volverá a repetirse esta vez.

Y con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.

(2) «Y, si los que no creen os combaten, darán la espalda. Luego, no encontrarán quien los proteja ni quien los auxilie» (Sagrado Corán, 48:22).

(3) «Es la costumbre de Dios, que también existió en el pasado. Y no encontrarás cambios en la costumbre de Dios» (Sagrado Corán, 48:23).