Desde el inicio del auge de la industria del cine en Estados Unidos, Hollywood diseñó un marco orientalista para retratar a las mujeres y hombres latinos.
Tras la victoria de Estados Unidos en la guerra de 1848 con México y la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, los inmigrantes europeos que se dirigían a las tierras recién conquistadas en el oeste y suroeste —Texas, Nuevo México, Alta California, Arizona, Nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming— adoptaron una actitud profundamente racista hacia los latinos e inmigrantes mexicanos que vivían en esas tierras. Hasta 70 años después de la guerra, los inmigrantes y la población latina seguían sufrieron ataques racistas, y miles de ellos fueron linchados[1]. Una de las ejecuciones más famosas fue la de Josefa Segovia, una mujer de ascendencia mexicana, que en los relatos históricos se la describe como una mujer “habladora” y “deshonrada”. Su linchamiento fue solo la punta del iceberg de la actitud despectiva que Estados Unidos tenía y sigue teniendo hacia las mujeres latinas.
El estereotipo de la mujer latina, como una persona lujuriosa e imprudente
Este es un diálogo entre un hombre blanco estadounidense y Dolores del Río, la actriz mexicana de Hollywood, en la película Volando a Río de 1933. Desde el inicio del auge de la industria del cine en Estados Unidos, Hollywood diseñó un marco orientalista para retratar a las mujeres y hombres latinos. Las mujeres latinas, como Dolores del Río, Lupe Vélez y muchas otras, eran vistas como mujeres lujuriosas y exóticas, que salvaban a los hombres blancos de la monotonía de la vida cotidiana y les traían emoción nuevamente. Estas mujeres, generalmente, provienen de las clases bajas de la sociedad, y el hombre blanco de la película las salva de la miseria y las pone al servicio de sus propios deseos. La mirada instrumental del cine y la cultura estadounidense hacia las mujeres latinas ha continuado desde esa época, hasta el presente.
Los personajes femeninos latinos en estos años han sido retratados con una apariencia excesivamente sexual[4] y de personalidades atrevidas. Esta mirada en la mujer latina se extendió también a la música, las revistas e incluso las novelas, y más de 100 años de construcción cultural han tenido un impacto significativo en las mujeres latinas, dentro y fuera de Estados Unidos. Esto ha llevado a la creación de una imagen ideal de la mujer latina en la mente de la gente estadounidense, y de las propias mujeres y niñas latinas. Este ideal no fomenta la educación, la formación de una familia, las actividades sociales útiles, etc. Más bien, presenta a la mujer latina como una mujer hermosa y semi-desnuda, que busca disfrutar de su juventud y una vida independiente.
Cuando el feminismo desafía a Hollywood
Los movimientos feministas y de defensa a los derechos de la mujer, tanto en Estados Unidos, como en Latinoamérica, han contrarrestado a esta imagen retratada de la mujer latina en el cine y cultura estadounidenses. Hay cientos de libros, artículos, documentales en Internet que intentan defender la “identidad de la mujer latina” frente a las olas de la publicidad. El análisis de algunos textos y videos críticos del feminismo nos ofrece resultados interesantes. La crítica principal del feminismo se centra en la sexualización de la mujer latina, y en cómo podría ser privada de oportunidades educativas y laborales por este estereotipo negativo. Esta crítica, que es legítima, a menudo alienta a las mujeres latinas a alejarse de la institución familiar, a desarrollar un gusto excesivo por la independencia financiera y, finalmente, por la libertad sexual. Resulta impactante cómo el feminismo, que se presenta como defensor de los derechos de las mujeres plantea su objeción a la sexualización de las mujeres con la pregunta de, por qué solo un modelo específico de mujeres se considera bello y seductor, mientras que las mujeres latinas, ya sean gordas, delgadas o con el cabello rizado, no son sexualizadas de la misma manera en sus producciones. Y parece que no hay ningún problema en cuestionar la dignidad de muchas mujeres latinas y representarlas simplemente como objetos sexuales, y lo único que es rechazado es la discriminación en la sexualización. Resulta interesante que una de las principales críticas del feminismo hacia la representación excesivamente sexualizada de las mujeres, sea la pregunta de por qué Hollywood y los gigantes mediáticos capitalistas solo representan a la mujer latina como heterosexual, sin mostrar a la mujer latina homosexual. ¿Ha contribuido el pensamiento feminista en la representación de las mujeres latinoamericanas a mejorar su imagen pública, o solo ha llevado a intensificar y complicar aún más la opresión que sufren estas mujeres?
La opresión multifacética
En la película Votando al Río, la actriz Dolores del Río, le dijo a Gene Raymond que la costumbre en su país era que las mujeres y los hombres se casaran para estar juntos. Casi 90 años después de esa película, los medios occidentales capitalistas que en este siglo habían producido cientos de películas, videos, series, novelas y revistas, cosecharon los frutos de su inversión y cambiaron esa costumbre. En muchos países latinoamericanos, especialmente en Colombia, Chile, México, y otros, los jóvenes no solo no se casan para estar juntos, sino que ni siquiera lo hacen para tener hijos. Según las cifras, más del 75 % de los niños en siete países de América Latina nacen fuera del matrimonio. Este número alarmante es el resultado de los profundos choques culturales que ha sufrido la sociedad latinoamericana. Muchas mujeres y jóvenes latinoamericanas han optado cada vez más por un estilo de vida solitario, siguiendo el modelo hollywoodense de la mujer latina o se han alejado de su identidad familiar y nacional influenciadas por el feminismo. Una identidad que estaba arraigada profundamente en familias numerosas y madres sacrificadas. Muchos de los abuelos y abuelas latinoamericanos aún ven a la familia como la principal fuente de su identidad, y en México, la gente compara a sus familias grandes con Muégano, un dulce tan entretejido que separarlo en pedazos es muy difícil.
El alejamiento de las mujeres y jóvenes latinas de su identidad cultural ha llevado a que cada vez más mujeres tengan que cuidar a sus hijos solas, mientras trabajan en uno o más empleos. En este estilo de vida, tanto las mujeres como sus hijos, sufren mucho. Investigaciones han mostrado que la violencia doméstica es mucho mayor en familias monoparentales que en familias biparentales, y América Latina tiene algunas de las peores estadísticas de maltrato infantil dentro del hogar. Los niños que viven solo con sus madres tienen más probabilidades de cometer delitos durante su adolescencia y adultez, y hoy en día, muchos de estos países enfrentan problemas con grupos criminales.
Los gigantes mediáticos occidentales están ahora cosechando los frutos de años de propaganda en América Latina. Muchas jóvenes, siguiendo su ejemplo, se han distanciado excesivamente de sus familias, han tenido hijos sin casarse y, probablemente, han creado una vida amarga, tanto para ellas como para sus hijos. Quizás una de las razones principales de la expansión de las bandas criminales y la alta tasa de criminalidad en Latinoamérica sea la ausencia del padre en la vida de los niños. Los capitalistas también han aprovechado al máximo a esta situación, acumulando y acumulado enormes ganancias mediante la creación de cárteles de drogas y trata de personas. Este triste destino no es exclusivo de los niños. Dada la situación económica caótica en muchos de estos países esas mismas mujeres, hacen todo lo posible para llegar a Estados Unidos, donde realizan los trabajos más duros, con los salarios más bajos, solo para sobrevivir.
El ataque a la identidad y la imagen de la mujer latina ha sido muy rentable para los capitalistas y políticos estadounidenses. En esta línea, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Jameneí, dijo que los capitalistas no tienen otro motivo para intervenir en los asuntos de las mujeres que no sea la expansión de su influencia y la apropiación política. Con esta estrategia, han dado un gran paso para debilitar el espíritu de independencia y lucha de las comunidades de América Latina. Un continente que, en el pasado, se levantaba inspirado por la teología de la liberación para enfrentar al imperialismo de Estados Unidos, ahora debe lidiar con las enormes olas de criminalidad. Los empresarios estadounidenses también se enriquecen aún más explotando a los trabajadores migrantes a bajo costo.