EN EL SÉPTIMO DÍA DEL BENDITO MES DEL RAMADÁN DE 1446 (1)
En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.
Al-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salat wa-s-salam ala sayyídina wa nabíyina Abil-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa álihi-t-tayibín wa sahábahi-l-muntayabín wa man taábahu bi-ihsán ila yaumi-d-din (2).
Sean muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas. Esta es una reunión acogedora, grata y cordial y, a Dios gracias, uno ve rostros diversos. Dios mediante, espero que haya todo el acercamiento posible entre los corazones.
El año pasado, en esta misma reunión estuvo presente el mártir Raisí (Dios Altísimo esté satisfecho de él), que presentó un detallado informe sobre sus acciones, servicios y esfuerzos, y que hoy está, si Dios quiere, por la gracia de la Verdad, recibiendo la retribución por aquellos esfuerzos y beneficiándose de ella, a la mesa de la gracia y la misericordia divinas. Vean ustedes esos servicios, estimados gerentes, desde esa perspectiva. La duración de la vida está en manos de Dios. Dónde estaremos mañana, cómo seremos… no se sabe. Piensen que, si hoy cumplen ustedes con esas responsabilidades que han asumido, con lealtad, con fuerza y con aquel mismo tipo de motivación que expresaba y mostraba el excelentísimo señor presidente, la recompensa será tan grande que en este mundo no es posible pagarla. Dios Altísimo, al amparo de Su propia misericordia, en el cielo, en el otro mundo, les dará si Dios quiere a ustedes buena compensación. Y por supuesto, las buenas obras tienen también sus efectos en este mundo.
Un servidor agradece en primer lugar las palabras del excelentísimo señor doctor Pezeshkián, presidente de la República Islámica. Ha pronunciado palabras extensas, positivas y útiles. Lo que atrae mi atención, y se lo he dicho a él mismo muchas veces, es esa motivación que hay en él. Eso es muy valioso. Esa motivación, ese sentimiento de que «nosotros podemos», «sin duda lo haremos», «confiamos en Dios», «no confiamos más que en Dios»… ese talante suyo es muy valioso y, Dios mediante, con la ayuda de Dios podrá llevar a cabo esas tareas. Espero que, Dios mediante, pasado no mucho tiempo, se presente ante la multitud y alegre al pueblo con la buena noticia del cumplimiento de esos grandes deseos.
La plática que traigo aquí preparada para ustedes consiste en unas palabras sobre el mes del Ramadán, más unas palabras también que he preparado sobre los asuntos que afectan al país, en la medida en que conciernen a esta reunión.
Sobre el Ramadán, este mes es un mes de recuerdo, de dikr, un mes de Corán —siendo el Corán un libro de dikr—. Tenemos Inna nahnu nazzalna-d-dikr (3), en la sura Al-Ĥiŷr, o bien, en la sura Al-Anbiyā’ («Los profetas»), Wa hada dikrun mubárakun anzalnahu a fa-ántum lahu munkirún (4), así como muchas otras aleyas. El Corán es dikr, es fuente de dikr, es un libro de dikr. ¿Y qué quiere decir dikr? Dikr es lo opuesto al descuido y el olvido.
El olvido es uno de los grandes males que aquejan al ser humano —olvida una tarea importante, olvida algo útil—. Ahora bien, lo más pernicioso e irreparable son dos olvidos esenciales: uno, el olvido de Dios, que el ser humano olvide a Dios; y dos, el olvido de sí mismo, el olvido de uno mismo. Esos dos son olvidos que causan que causan al futuro de la persona un daño indescriptible. Dios Altísimo se refiere enfáticamente a ambos olvidos en el Corán. En un lugar, dice: Nasu-l-Laha fa-nasíahum (5). Olvidaron a Dios, de modo que Dios Altísimo los olvidó también a ellos. El olvido de Dios, que Dios olvide a alguien, tiene sentido metafórico, puesto que Dios no olvida nada ni a nadie. Y ese significado metafórico es que Dios Altísimo lo arroja fuera del círculo de Su misericordia y Su guía. Eso significa el olvido de Dios. Nasíahum quiere decir que deja de situarlos a la luz de Su mirada de gracia, los abandona, jádalahu-l-Lah. Una de las imprecaciones más importantes es esa, jádalahu-l-Lah. Jedlán significa abandonar a alguien a su suerte, no prestarle atención, no ayudarlo, no pensar en él. Eso es jedlán, y eso quiere decir nasíahum. Por eso, en las súplicas del Sahifa sayadiya, una de las cosas que se pide a Dios con vehemencia e intensidad en esa conocida plegaria, es wa la tursilni min yádika irsala man la jayra fihi (6). En árabe, en estos casos, irsal quiere decir «arrojar», «lanzar». Es decir, «no me deseches como algo sin valor, que no sirve». Wa la tursilni min yádika irsala man la jayra fihi. Así es el olvido de Dios, y el castigo por el olvido de Dios consiste en que Dios crea para uno un tal estado, una tal situación, la cual es la mayor de las pérdidas. El olvido de uno mismo está en la bendita sura Al-Ĥašr («El destierro»): Wa la takunu ka-l-ladina nasu-l-Laha fa-ansáhum anfúsahum (7). Hizo que se olvidaran a sí mismos. Ellos olvidaron a Dios, y Dios Altísimo hizo que se olvidaran a sí mismos. Cayeron en el olvido de sí mismos.
Bien, el ser humano está siempre lidiando con los asuntos cotidianos de la vida, que no olvida. Esa noción de insá’i nafs, que quiere decir que Dios hace que alguien se olvide a sí mismo, tiene un profundo significado tanto a nivel individual como colectivo. En el plano individual, que uno se olvide a sí mismo significa que olvida el propósito de su propia creación. Claro, nosotros creemos que Dios Altísimo obra con sabiduría. ¿Para qué nos creó? ¿Por qué nos creó? Esa es una pregunta importante. El propio Dios Altísimo, así como los santos de Dios, los profetas y los imames de la Guía, han dicho para qué nos creó Dios. Dios creó al hombre para elevarlo a los grados superiores de la virtud del ser y transformarlo en jalífatu-l-Lah, vicario de Dios. Ese es el propósito de la creación del hombre. Lo creó para engrandecerlo, para elevarlo a una alta posición. En el Corán, en los hadices, en las palabras de los Infalibles y los santos se repite una y otra vez. [El olvido de uno mismo] significa que uno pierde eso de vista y olvida para qué fue creado.
Olvidar el paso de la vida es también uno de esos olvidos de uno mismo. Al fin y al cabo, esta vida va pasando y uno se distrae. Todos nosotros tenemos un mismo final, eso está claro: Ínnaka máyitun wa ínnahum mayitún (8). En árabe, a ese fin se lo llama ayal. Todos tenemos un ayal. No nos olvidemos del ayal. Ese ayal, puede que sea en una hora, puede que sea en un día, puede que sea en un año. En definitiva, tenemos que prepararnos para él. Uno de los ejemplos de olvido de uno mismo es ese. En la sublime súplica de Abu Hamza, [recitamos] lam umahhidhu li-raqdati (9), que quiere decir: «Si me llevas de este mundo en mi estado actual, no me he preparado» —no me he preparado, no he preparado mi tumba—. Si me llevas de este mundo en este estado, ¡ay de mí! Que el hombre descuide prepararse, ver el futuro, prepararse para llegar al encuentro con Dios… Bien, esos son olvidos personales. Mediante la oración, mediante la imploración a Dios, mediante el ayuno y la abstención de deseos carnales que se da en el ayuno, uno puede crear ese dikr, ese recuerdo, esa atención a Dios y librarse del olvido de sí mismo. Y si se solventa ese olvido, le vendrá a uno a la mente la interrogación divina y nos haremos conscientes del cuestionamiento de Dios al que seremos sometidos. Dice la sublime aleya coránica: Fa-la-nas’alanna-l-ladina úrsila iláyhim wa la-nas’alanna-l-mursalín (9). Interrogaremos tanto a esa gente a la que enviamos profetas, que debe responder sobre qué hizo, cómo actuó, como también wa la-nas’alanna-l-mursalín —interrogaremos también a los propios profetas—. Tomen ustedes en consideración la grandeza de la posición de los profetas. Pues Dios Altísimo les preguntará ¿qué hicieron? ¿Cómo actuaron? Esa es la posición en que estamos.
Si el hombre recuerda esa condición, se producirá un cambio en su comporamiento. En la súplica de Abu Hamza, [decimos]: Irhamni ida-nqáta’at húyati wa kal·la ‘an yawábika lisani wa tasha ‘inda su’álika iyaya lubbi (11). Cuando en el Día del Juicio el hombre sea interrogado en el lugar de la presencia divina, pondrá excusas. ¿Por qué se realizó aquella acción? ¿Por qué dejó de realizarse aquella otra? El hombre debe responder y pone excusas, esas mismas excusas que nos damos unos a otros en este mundo: «No pudo ser por tal razón, no pudo ser por tal otra». Y nos harán responder que no, que esa excusa no es cierta, que ese argumento no es cierto. Allá es donde se cortarán los argumentos, los razonamientos, las excusas de uno: Ida-nqáta’at húyati wa kal·la ‘an yawábika lisani. La lengua se traba ante el cuestionamiento divino. Wa tasha ‘inda su’álika iyaya lubbi. La mente se dispersa y desmorona ante las preguntas. Pues bien, cuando se consigue el dikr, cuando se logra en el hombre ese estado de recuerdo, que es una responsabilidad que tenemos, eso tiene efecto en nuestra conducta. Y eso es el olvido de uno mismo. Bien, esto en cuanto al olvido de uno mismo a nivel individual.
Bien, tengo aquí anotada una consideración para compartir con ustedes. Este asunto del cuestionamiento divino, que incumbe a todo individuo —fa-la-nas’alanna-l-ladina úrsila iláyhim—, nos incumbe aún más a nosotros los responsables. Al haber asumido nosotros una responsabilidad por nuestra propia voluntad —se nos ha hecho una propuesta y nosotros hemos aceptado, hemos asumido esa responsabilidad—, para nosotros es mayor. Nosotros debemos tener más cuidado. Si ustedes ven que el común de la gente, de los jóvenes, de las personas religiosas están en tal nivel de abstención del pecado, por ejemplo, o están en tal nivel de atención al Corán o de actos de devoción, ustedes deberían poseer más de ese espíritu de abstención de lo prohibido y de disposición para lo obligatorio y para lo lícito. Ustedes deben tener más sentido de la responsabilidad.
Ahora, en cuanto al olvido de uno mismo en relación con la colectividad: en el plano social, el olvido de uno mismo reviste mayor importancia. Hay en el Corán una sublime aleya, en la sura At-Tauba («El arrepentimiento») —si bien la aleya se refiere a los hipócritas—, que cuando llego aquí y la leo atrae muchísimo la atención de un servidor. El fragmento que me interesa reza así: Fa-stámta’u bi-jaláqihim fa-stamtá’tum bi-jaláqikum kama-stámta’a-l-ladina min qáblikum bi-jaláqihim wa júdtum ka-l-ladi jadu (12). Esto lo conmueve a uno. Bien, antes de la República Islámica, este país tuvo unos gobernantes, tuvo unos dirigentes, tuvo unos gerentes que hacían ciertas cosas, incurrían en ciertas malas prácticas, cometían ciertos actos ilícitos. Y mediante todos aquellos esfuerzos, con todo aquel sufrimiento, con el milagro de alguien como el imam [Jomeiní], que Dios esté satisfecho de él —cuya presencia, cuya existencia en aquel momento fueron realmente algo así como un milagro—, gracias a numerosos sacrificios, con la pérdida de tantos buenos jóvenes preciados y sobresalientes… con todo aquello, esta revolución triunfó y se mantuvo, y se creó este sistema de la República Islámica. Pues bien, si nosotros vamos gradualmente en aquella misma dirección, aquella situación, aquellas prácticas, aquel mismo camino de los directivos de tiempos del Tagut, eso será un gran crimen. Eso es lo que dice esa aleya. Fa-stámta’u bi-jaláqihim: aquellos que vinieron antes de ustedes pensaron que les correspondía una cierta parte, un beneficio, y los tomaron. Fa-stamtá’tum bi-jaláqikum: también ustedes pensaron que les correspondían una parte y un beneficio y los tomaron. Kama-stámta’a-l-ladina min qáblikum bi-jaláqihim: ustedes actuaron como ellos, wa júdtum ka-l-ladi jadu. Fueron ustedes por el mismo camino que ellos. Si eso sucede, será muy preocupante. Supondría una pérdida inaudita si eso se produjese. Claro, que Dios Altísimo, en Su gracia, Su favor y Su guía, no ha permitido hasta ahora que la República Islámica caiga en tal situación, pero debemos temer [que eso se produzca] y tener cuidado.
Olvido de sí mismos en lo colectivo significa que olvidemos nuestra propia identidad, que olvidemos la filosofía de la existencia de la República Islámica. No debemos actuar como se actuó antes de nosotros en este país en política exterior, en política interior, en la administración de los asuntos del país, en la distribución de privilegios y recursos. El camino de aquellos era uno y el nuestro es otro; nuestra identidad es distinta. Si olvidamos eso, lo que habrá será ese olvido de uno mismo a escala colectiva, con la gran pérdida que eso supondría: dependencia del extranjero, vida basada en la agresión, en la corrupción, en los privilegios, en explotaciones malsanas. La forma de la civilización y el sistema islámicos al que aspiramos y aspirábamos es totalmente contrario a eso. No podemos imitar a los demás [en esto].
Bien, permítanme ahora decir unas palabras sobre esto mismo. Esa es la naturaleza del sistema islámico: que se basa en los principios e ideales coránicos. El Corán no omite nada. Al interpretar el Corán, al explicar los conceptos coránicos, nuestros hadices, las palabras de los Infalibles o el propio Cumbre de la elocuencia no dejan nada fuera. Un sistema islámico, un país islámico, una colectividad islámica tienen una definición específica basada en los criterios, los ideales y los objetivos que se delinean en el Libro y la tradición. Nosotros debemos avanzar hacia esos ideales. Se han definido unos valores, se han definido ciertos qué hacer y qué no hacer. Debemos avanzar hacia esos qué hacer y qué no hacer; en esa dirección hemos de dirigir nuestros esfuerzos.
Nosotros no podemos, en nuestros distintos asuntos políticos, económicos y demás, regirnos por los principios de la civilización materialista occidental. Por supuesto, la civilización occidental presenta ciertas ventajas; de eso no hay duda. Toda ventaja que haya en cualquier parte del mundo —en el Occidente o en el Oriente, próximo o lejano— , allá donde haya una ventaja que podamos aprender y aprovecharla, hemos de hacerlo. De esto no cabe duda, pero lo que no podemos hacer es basarnos en los principios de esa civilización. Los principios de esa civilización son falsos, son contrarios a los principios islámicos. Los valores de esa civilización son valores diferentes. Por eso ven ustedes la facilidad con que ellos llegan, en cuestiones legales, sociales o mediáticas, a cosas que a ustedes —ustedes que son musulmanes o están familiarizados con el Corán— les da vergüenza siquiera pensar. Por tanto, no debemos caer en el fa-ansáhum anfúsahum en este aspecto de regirse por la civilización occidental.
Por otra parte, afortunadamente, la civilización occidental ha revelado a lo largo del tiempo su verdadero ser. Ese atractivo que tuvo la civilización occidental en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX d. C., con aquel brillo que proyectaba desde lejos en los ojos de quien la miraba, no existe ya hoy. La civilización occidental, con el colonialismo, con la imposición de su voluntad a los demás países, con la apropiación de las riquezas de los demás países y pueblos, con las matanzas masivas, con los dobles raseros, con las pretensiones irreales sobre los derechos humanos, con las pretensiones irreales sobre los derechos de la mujer… [se ha desacreditado]. Esas cosas han cubierto de oprobio a la civilización occidental, revelando su verdadero ser. Han abolido las barreras morales entre hombre y mujer. Pretenden ser indiferentes a los valores, confiriendo esa facultad a cada uno. En fin, ¡eso es el secularismo! Secularismo quiere decir que tal Estado, tal gobierno no está sesgado hacia ningún valor. Otorga a todos la facultad de vivir conforme a su propia opinión y valores. ¡Mienten! Atacan a una mujer en chador en un país europeo, resulta herida y acude a los tribunales. El tribunal comienza a juzgar su caso y, en la misma sesión del juicio, la persona que la había atacado la vuelve a agredir ¡y la mata! Y no pasa nada. Realmente, los dobles raseros de Occidente son una auténtica ignominia para la civilización occidental. Los desacreditan.
Presumen de libre circulación de la información. ¿De verdad es así? ¿Hay ahora libre circulación de la información en Occidente? ¿Pueden ustedes, en el ciberespacio occidental, mencionar el nombre de Hach Qasem? ¿El de Seyed Hasan Nasralá? ¿El del mártir Haniyeh? ¿Pueden protestar por los crímenes que están siendo cometidos en Palestina, en Líbano y demás por parte de los sionistas? ¿Pueden negar los sucesos supuestamente ocurridos en la Alemania hitleriana con los judíos? ¿Es eso la libre circulación de la información? Esa civilización ha mostrado hoy en realidad su verdadero ser. Ya ven ustedes las cosas que dicen los dirigentes occidentales. Y está claro —no es mi opinión, es la de personas occidentales con conocimiento sociológico profundo y preciso— que la civilización occidental se encamina cada día más hacia su declive. Es así.
En fin, nosotros no tenemos derecho a regirnos por los principios de esa civilización, a seguirlos. Nosotros tenemos nuestra identidad propia y, afortunadamente, esa identidad gana mayor prestigio en el mundo día a día. Y eso, pese a tanta propaganda contra ella… ¡tanta! Un ejemplo de esos dobles raseros se da a propósito del libre flujo de la información. Fíjense ustedes, ¿en qué medio de comunicación extranjero dicen algo sobre Irán que se ajuste a la realidad del país? Obtienen ustedes progresos científicos, y no se refleja; hay concentraciones populares, y no se refleja; logran grandes éxitos en distintos campos, y no se refleja; pero en algo sufren un fracaso, ¡y se retransmite multiplicado por diez! Ese es el «libre flujo de la información». Su modo de tratar las distintas cuestiones, a personas distintas no es el mismo, es diferente.
Por tanto, es importante que nosotros, responsables de la República Islámica, conozcamos la identidad fundamental del sistema islámico, no la olvidemos y nos atengamos a ella. Esas mismas cosas que ha dicho el señor presidente son confirmadas por todos aquellos que conocen el Corán, la Sunna, la Cumbre de la elocuencia, etc. Todo está ahí. Eso debe planificarse, dársele seguimiento y llevarse a la práctica. Eso elevará al país, hará que la nación iraní sea más querida de lo que ya es. Con eso se podrá poner un modelo a seguir ante los pueblos e incluso ante los dirigentes de muchos países, a condición de que podamos llevar a cabo bien ese movimiento y avanzar. Ahora, quisiera hacerles dos o tres breves consideraciones sobre ese movimiento y ese avance, que ahora diré. Esto, en cuanto a las cuestiones relativas al mes del Ramadán.
En cuanto a los asuntos del país, lo que importa en primer lugar es la cuestión de la economía. Todos sabemos que hoy, en estos últimos años, en estos pocos años, desde principios de la década de 2010 hasta hoy, el país se ha visto afectado por problemas económicos, y la cuestión de hoy es la cuestión económica. Es una cuestión importante. Tengamos en cuenta que las amenazas que ejercen los enemigos van fundamentalmente dirigidas contra las condiciones de vida de la gente. En su mayoría, las amenazas a la seguridad, las amenazas de inteligencia van dirigidas contra las condiciones de vida de la gente. La intención, el plan general consiste en hacer que la República Islámica no sea capaz de administrar las condiciones de vida de la gente y que de eso se deriven las consecuencias correspondientes. Eso es lo que buscan. Por tanto, la cuestión de las condiciones de vida es verdaderamente importante y hay que tratar de corregir el problema diligentemente. Los organismos competentes deben centrar en esa cuestión la mayor parte de sus esfuerzos. Por supuesto, uno de los factores son los embargos extranjeros. No cabe duda de que los embargos impuestos por las potencias tienen efecto sobre nuestra situación económica actual y sobre las condiciones de vida de la gente, pero eso no es todo. Los embargos son parte de los factores. Hay otras cosas que no guardan relación alguna con el embargo. Ahora iré señalando algunas de ellas según hablo.
Bien, ¿qué debemos hacer? Una de las primeras cosas que han de conseguirse es cohesión interna entre los diversos organismos. Los organismos internos del Poder Ejecutivo han de estar totalmente conectados y colaborar, igual que deben colaborar entre sí los tres poderes del Estado, el uno junto al otro, así como las Fuerzas Armadas junto a ellos. La cohesión es la condición primera. Si queremos que las cosas avancen, debe darse esa cohesión en el verdadero sentido de la palabra. Bien, por fortuna, hoy en día es así en gran medida. En los niveles superiores es así, y en los niveles centrales e inferiores debe haber también esa misma cohesión y esa colaboración.
Otro aspecto importante que influye de manera fundamental en nuestra labor, incluida la cuestión económica, es la rapidez de acción. Actuamos con parsimonia, actuamos con lentitud. Nos viene a la mente, por ejemplo, una idea constructiva que hay que poner en práctica, como puede ser la Ruta Norte-Sur. Pues, desde que se nos ocurre esa idea hasta que decidimos llevarla a cabo, hay un gran lapso, cuando a veces ese lapso podría reducirse a una décima parte. Decidimos tarde y luego, una vez hemos decidido, hasta que empezamos a implementar, se produce de nuevo un lapso. En fin, si hemos decidido, ¡actuemos! Una vez que hemos entendido, hemos decidido y sabemos ya que una tarea debe llevarse a cabo. Empecemos pues a actuar de inmediato. Y luego, desde que empezamos a actuar hasta que se obtienen los resultados, hay un lapso más. La razón es principalmente la falta de seguimiento. Una de las recomendaciones que he dado normalmente en estos años a los distinguidos responsables, a los distinguidos directivos, a los distinguidos presidentes de la República Islámica, ha sido esa misma: que dieran seguimiento a los asuntos. Ustedes toman una decisión, adoptan una medida, encomiendan una responsabilidad a un responsable y él les dice «sí, señor». ¡Y no miente! También él lo encarga a la persona siguiente, pero en todo eso la tarea queda parada. Hay que ir y ver de cerca; no hay que dejar las cosas. Esos lapsos se tienen que reducir. El lapso entre la idea y la decisión, entre la decisión y la puesta en práctica, entre la puesta en práctica y el resultado… es muy grande. Eso debe hacerse con rapidez de acción. Este era otro punto.
Lamentablemente, ha llegado a verse que algunos de nuestros directivos pensaran que lo más seguro era no tomar una decisión, ya que la toma de decisiones implica la posibilidad de errores y riesgos, y luego de regañinas, amonestaciones, etc. Así que lo más seguro es no tomar decisiones, no ocuparse de las cosas. Ahora bien, imaginarnos, por nuestra propia comodidad, que [es mejor] no angustiarnos, no agobiarnos, no ir detrás de las cosas; si sale, sale… [y si no, no]… es una idea de las más peligrosas. Dios Altísimo preguntará también por las acciones omitidas. La interrogación divina no se reducirá a las acciones, sino también a las omisiones.
Algo que decir sobre la economía es que los responsables públicos deben conocer las capacidades y aptitudes que existen en el país. Nuestras capacidades son abundantes, y lo decimos una y otra vez: «Capacidades, talentos, condiciones», sin profundizar en ello.
Una de nuestras capacidades son fundamentalmente nuestros jóvenes, que a veces hacen cosas que de verdad lo asombran a uno —en el terreno de los asuntos económicos, en el de las cuestiones científicas, en el de la investigación, en el de la innovación y la creatividad—. Ahí está una de nuestras capacidades más importantes.
Otra son nuestros recursos naturales. Nuestros recursos naturales están entre los mejores y más ricos del mundo, como están entre los mejores del mundo nuestros recursos petroleros, nuestros recursos rocosos, las minas de todo tipo, los metales de esas minas, etc. Dije una vez, basándome en una estadística (15) —ahora no lo recuerdo, pero en aquel momento había visto datos precisos—, que nuestra población era la centésima parte de la población mundial. En otras palabras, de un total de ocho mil millones, pongan ustedes que nosotros somos ochenta millones de personas, mientras que muchas de nuestras minas fundamentales constituyen dos, tres, cinco u ocho centésimas partes de las existencias globales. Por tanto, en materia de recursos naturales, estamos por delante de muchos países. Esos recursos hemos de conocerlos. Nos llegan informes según los cuales hay ciertos recursos que los responsables competentes aún no han descubierto, todavía no saben que en tal parte del país tenemos tales y cuales recursos. Esto es muy importante. Tanto el tipo de recursos como la cantidad. Y esta es otra de nuestras aptitudes.
La tercera aptitud es el progreso científico y tecnológico. En relación a nuestra situación, estamos en buena posición en términos de progreso científico y tecnológico. Claro que, hace unos años, esa posición era mejor. Hace diez o doce años, las fuentes extranjeras decían que la rapidez del crecimiento de Irán en cuanto a progreso de la ciencia y la investigación era trece veces mayor que el promedio mundial —la velocidad de crecimiento—, y un servidor dijo entonces que no debíamos permitir que esa velocidad se redujera, porque quedaríamos atrás. En definitiva, el mundo avanza. Ahora quizá no sea tenga aquellas dimensiones, pero el nuestro es un muy buen progreso.
Otro de los verdaderos problemas de nuestra economía es el contrabando. Contrabando en ambos sentidos: unas cosas se sacan de contrabando de acá al exterior, lo cual es cien por cien perjudicial para el país, y otras se introducen de contrabando acá desde el exterior, que para el país también es perjudicial cien por cien.
En fin, de estas cosas que estoy diciendo, ninguna tiene nada que ver con el embargo. Si no estamos actuando con rapidez, si no corremos tras los asuntos aplicando los criterios y baremos necesarios, eso no tiene nada que ver con el embargo; tiene que ver con nosotros mismos. Por ejemplo, si no actuamos con diligencia, con seriedad respecto del contrabando, eso no guarda relación con el enemigo, no guarda relación con aquel que embarga. Somos nosotros quienes no debemos permitirlo; no debemos, y hay maneras. Impedir el contrabando no es imposible. Por supuesto que es una tarea difícil —ya lo sabemos—, pero es una tarea viable. Esa tarea viable debe llevarse a cabo. He oído que hace mucho tiempo que se ha eliminado la retribución por descubrimiento del delito de contrabando. En fin, eso reduce el incentivo para descubrir contrabando. Igual que está también la cuestión de los mercadillos de frontera y cosas similares.
Un tema importante relacionado con la economía es la reforma del sistema monetario del país. En primer lugar, se trata de reformar la divisa nacional. En cuanto a las directrices, el programa y el modo de realizar esa labor, elegirlos corresponde a los especialistas. La divisa nacional debe fortalecerse. Eso influirá tanto en la realidad de la vida de la gente como en la reputación del país. Incluso si vienen y dicen, por ejemplo, que «hay una fórmula que, si la aplicamos, se reducirá la inflación, que hasta puede que llegue a ser de un solo dígito, pero el tipo de cambio subirá tanto», eso no es correcto. Porque, si con el aumento del tipo de cambio se reduce el valor de la divisa nacional, por más que baje la inflación, esa divisa no tendrá valor y no se creará poder adquisitivo para la gente pobre y débil. Si quieren que aumente el poder adquisitivo de la gente, tienen que centrarse en la divisa nacional. Esa es una de las tareas fundamentales.
En lo relativo a la divisa, es muy importante que regresen [al país] las divisas de quienes reciben ingresos en divisas por exportaciones. He oído que, en tiempos del mártir Raisí (con él la misericordia de Dios), se dijo que algunas grandes empresas —empresas importantes y de gran envergadura del Estado, de propiedad estatal— realizaban exportaciones y obtenían ingresos en divisas que no regresaban al banco central. Él había pensado algo, había elaborado un remedio, que era que esas empresas se comprometieran a realizar cada una una gran obra dentro del país. Pongamos, por ejemplo, el suministro de agua potable o de agua de riego de tal región con escasez de agua, la construcción de tal refinería o de una central eléctrica con una producción de 200 o 300 megavatios, por decir algo. Y lo habían prometido. Dos o tres meses después, le pregunté qué había pasado con aquello que iban a hacer esas empresas y no estaba informado. Dijo que preguntaría y me respondería. Una o dos semanas más tarde, me entregaron un informe que, según me dijeron, habían entregado aquellos. Miré y vi que el informe era ridículo… ¡Un disparate! Ese informe no refleja acción alguna, tan solo han puesto una serie de cifras, una tras otra. Él se estaba ocupando. Bien, pues esas son de las labores que hay que realizar. Si los ingresos en divisas son de una empresa que pertenece al Estado, ¿cómo es que no las ponen a disposición del gobierno? ¿O no las ponen a disposición del banco central? ¿Por qué? Para eso hay que pensar algo, hay que tomar medidas fundamentales. Son cosas que influirán en ese alivio en las condiciones de vida de la gente.
Es muy importante la cuestión de la producción, como ha subrayado un servidor reiteradamente. A la producción hay que darle protección jurídica, hay que asignarle recursos, eliminar los obstáculos a la producción —obstáculos absurdos; a veces existen obstáculos organizativos y regulativos que no son en absoluto necesarios—, satisfacer las necesidades internas con la producción nacional. ¿Quién ha de satisfacer sus necesidades con la producción nacional? La gente. ¿Y el Estado? El Estado consume más que la totalidad de la gente. Es el Estado el que consume gran parte de la producción. Los organismos estatales han de ser constreñidos a no importar y consumir nada del extranjero que se produzca dentro del país. Una labor es esa. Es importante también, en el ámbito de la producción, la mejora de la tecnología y la innovación.
Otro asunto importante para la economía del país es la inversión, que ha sido un problema para nosotros durante muchos años. Hay que decir que uno de los objetivos de los embargos es impedir la inversión extranjera, pero hay maneras —el señor presidente acaba de hacer una alusión en su intervención—. Hay maneras de que podamos invertir. Es importante que se invierta dentro del país. Hay que facilitar esa tarea al inversor, que el inversor sienta que eso le reportará beneficios, que es rentable y puede hacerlo. Eso hará que el país avance, así como otras cosas similares. En definitiva, las cuestiones económicas son importantes, y los responsables económicos —tanto dentro del gobierno como fuera de él— son sensibles, son conscientes de esta cuestión. Estos puntos que he señalado son a mi juicio puntos dignos de consideración que deben ser atendidos.
Unas palabras también sobre cuestiones de política exterior. Bien, gracias a Dios, nuestro Ministerio de Exteriores está activo, se cuenta entre los Ministerios de Exteriores activos. Esa cuestión de la vecindad que se ha mencionado es un tema importante. Los demás países que no son vecinos, también. Ahora bien, hay una o dos consideraciones que hacer. El que algún gobierno prepotente —un servidor verdaderamente no conoce término mejor para algunas personalidades y dirigentes extranjeros, más que esa palabra, prepotente— insista en que haya negociaciones se debe a que sus negociaciones no son para resolver los asuntos, sino para avasallar. Negociemos, dicen, para imponer lo que queremos a la otra parte negociadora, la que está sentada al otro lado de la mesa. Si acepta, tanto mejor, y si no, armamos un alboroto diciendo que se han distanciado de la mesa de negociaciones, ¡se han levantado de la mesa! Eso es avasallar. Para ellos, negociar es un modo, una vía para plantear nuevas reclamaciones. No se trata solo de la cuestión nuclear, de hablar sobre los asuntos nucleares. Plantean nuevas reclamaciones, que definitivamente no serán satisfechas por parte de Irán. [Por ejemplo] a propósito de los medios defensivos del país, de las capacidades internacionales del país: «No actúen de tal modo», «no vean a tal persona», «no vayan a tal sitio», «no fabriquen tal cosa», «que el alcance de sus misiles no sea superior a tal medida»… ¿Acaso puede alguien aceptar eso? Las negociaciones son para esas cosas. Y por supuesto, hablan repetidamente de negociaciones para crear una presión en la opinión pública en el sentido de «pues sí, la otra parte está dispuesta a negociar… ¿por qué no están dispuestos ustedes?». Eso no son negociaciones, es avasallamiento, es imposición. Aparte de otros aspectos, que no ha lugar a discutir aquí y un servidor no tiene intención de abordar hoy. Es posible que en algún momento los discutamos. Pero, en resumen, la cuestión es esa.
Ahora, esos tres países europeos publican una declaración y proclaman que Irán ¡no ha cumplido sus compromisos nucleares conforme al PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPoA por sus siglas en inglés)! Que alguien les pregunte de este lado, y ustedes, ¿han cumplido? Dicen ustedes que Irán no ha cumplido sus compromisos según el PAIC. Muy bien, ¿y ustedes han complido sus compromisos conforme al PAIC? Ustedes lo incumplieron desde el primer día. Luego, cuando Estados Unidos lo abandonó (17), prometieron compensarlo de alguna manera, pero rompieron su promesa (18). De nuevo, dijeron otra cosa más y también incumplieron esa segunda promesa. En fin, la desvergüenza tiene límites. Uno que incumple sus compromisos, ¿le va a decir luego al otro que por qué no cumple? El gobierno de entonces (19) aguantó un año (20); luego, intervino la Asamblea de Consulta Islámica con la aprobación de un proyecto de ley (21). No había otro camino, y ahora es igual. Ahora, también, ante la coerción, ante la prepotencia, no hay más camino [que la resistencia].
¡Oh, Dios! Por Muhammad y por la familia de Muhammad, ¡haz que nos beneficiemos de la gracia del Ramadán! ¡Dios! ¡Haz que estén satisfechos de nosotros los espíritus purificados del gran imam [Jomeiní] y de los buenos mártires que abrieron para nosotros este camino, lo mantuvieron abierto y se sacrificaron en él! ¡Dales alta jerarquía! ¡Oh, Dios! ¡Provee Tú el bálsamo espiritual y material, real y divino, y aplícalo sobre las heridas infligidas a los cuerpos de los muyahidines resistentes de la región! ¡Oh, Dios! Por Muhammad y por la familia de Muhammad, ¡frustra y humilla a los enemigos de la República Islámica! ¡Haz que el pueblo de Irán, el pueblo musulmán de Irán alcance su verdadera dignidad y posición! ¡Llena de orgullo a la Umma! ¡Haz que gocen de Tu gracia todos los desheredados del mundo, todos los oprimidos y todos los desposeídos! ¡Extiende a nosotros Tu satisfacción! ¡Haz que todo lo dicho y oído por nosotros sea por Ti y en Tu camino, y responde a nuestras plegarias! Y en estas noches benditas y días honorables, extiende a nosotros Tu perdón y perdona a nuestros padres, a nuestras madres, nuestros muertos y nuestros antepasados.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
NOTAS
(1) Al inicio del encuentro presentó un informe el excelentísimo señor presidente de la República Islámica, Masud Pezeshkián.
(2) Alabado sea Dios, Señor de los mundos; sean las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Muhammad, su familia excelsa, sus compañeros selectos y quien los siga en benevolencia hacia el Día de la Recompensa.
(3) «En verdad, Nosotros hacemos descender el Recuerdo» (Sagrado Corán, 15:9).
(4) «Y éste es un recuerdo bendecido que Nosotros hemos hecho descender. ¿Acaso lo rechazaréis?» (Sagrado Corán, 21:50).
(5) «Se olvidaron de Dios, así que Él se olvidó de ellos» (Sagrado Corán, 9:67).
(6) «Y no me abandones lejos de Tu favor, como se abandona a aquel en quien no hay bien alguno». Sahifa sayadiya, plegaria 47.
(7) «Y no seáis como quienes olvidan a Dios y, por tanto, Él hace que se olviden a sí mismos» (Sagrado Corán, 59:19).
(8) «En verdad, tú morirás y ellos morirán» (Sagrado Corán, 39:30).
(9) Misbah al-mutahayid wa silah al-muta’abbid, vol. 2, pág. 591.
(10) «Sin duda, interrogaremos a quienes les fueron enviados profetas y, sin duda, interrogaremos a los profetas mismos» (Sagrado Corán, 7:6).
(12) Misbah al-mutahayid wa silah al-muta’abbid, vol. 2, pág. 592.
(13) «Y disfrutaron de su parte. Disfrutad vosotros de la vuestra como disfrutaron los que os precedieron de la suya. Os habéis dado a la frivolidad como ellos se dieron a la frivolidad» (Sagrado Corán, 9:69).
(14) Alusión a la muerte de Marwa El-Sherbini en el año 2009 d. C. en un juzgado en Alemania, apuñalada en repetidas ocasiones por su asesino durante el juicio.
(15) Discurso del encuentro del 14 de junio de 2016 con responsables y encargados de la República Islámica de Irán.
(16) Entre otras ocasiones, en el encuentro del 25 de junio de 2010 con miembros basiyíes del profesorado universitario y de centros de enseñanza superior de todo Irán.
(17) El 8 de mayo de 2019, Donald Trump, entonces presidente de los Estados Unidos de América, proclamó oficialmente la salida de Estados Unidos del PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPoA por sus siglas en inglés) y la imposición de nuevos embargos a Irán.
(18) Cuando Estados Unidos salió del acuerdo, los gobiernos europeos propusieron, tras unas negociaciones, una vía llamada Instex a través de la cual Irán podría acceder a sus propios fondos. Irán entregaría el dinero que se le adeudaba en otros lugares a los europeos —por ejemplo, Francia o Inglaterra— y ellos comprarían el género que estimaran conveniente y lo enviarían a Irán. Tras una larga demora, esta vía alternativa tampoco se hizo efectiva correctamente.
(19) El XII gabinete de la República Islámica de Irán, presidido por Hasán Rohaní.
(20) Tras el abandono del PAIC (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPoA por sus siglas en inglés) por Estados Unidos, el XII Gobierno de la República Islámica de Irán redujo sus compromisos con el acuerdo en cinco etapas, la última de las cuales se hizo efectiva en enero de 2020.
(21) La Ley de Acción Estratégica para la Anulación de los Embargos y la Preservación de los Derechos de la Nación Iraní fue aprobada por la Asamblea de Consulta Islámica de Irán el 2 de diciembre de 2020.