En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1).
Wa-l-hamdu li-l-Lah Rabbi-l-Alamín wa-s-salatu wa-s-salamu ala sayídina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa álihi-t-tayibina-l-atharina-l-muntayabina-l-hudati-l-mahdiyín sáyama Baqíati-l-Lah fi-l-Ardain (2).
Sean ustedes muy bienvenidos, queridos hermanos, queridas hermanas. Este encuentro anual con los honorables maestros y con los responsables del sistema educativo del país tiene como objetivo expresar nuestra devoción por los docentes. En otras palabras, este humilde servidor quisiera manifestar, a través de esta reunión y de las palabras que hoy se pronuncien aquí, su gratitud y su admiración por la comunidad educativa. Por supuesto, este acto es también una oportunidad para abordar algunos temas relacionados con la educación, y de hecho, a Dios gracias, el señor ministro ha expuesto ya los que, a mi juicio, son los asuntos más cruciales del sector. Debemos estar agradecidos por que, en esta etapa, especialmente el excelentísimo señor presidente (3), haya demostrado un compromiso excepcional con las cuestiones de la educación. En repetidas ocasiones he señalado que toda inversión que se haga en educación no es un gasto, sino una auténtica inversión; como sembrar una semilla que dará múltiples frutos. Afortunadamente, el presidente comparte esta convicción; y el señor ministro, por su parte, es uno de los gestores más destacados del ámbito educativo, de cuyas problemáticas tiene conocimiento cabal. Todo esto son oportunidades; espero que sepamos aprovecharlas.
De acuerdo con lo que él ha dicho, algunas de las tareas se han comenzado, y otras están por comenzarse. Lo que yo recalco, lo que recomiendo es que se considere un principio fundamental el seguimiento dado a las tareas; siempre hago esta recomendación a los administradores y responsables del país. Muchos responsables vienen aquí, dicen buenas palabras, hacen buenos discursos, pero el resultado de esas palabras no se ve. Den seguimiento, para que esas buenas ideas, esas consideraciones correctas y precisas respecto a la educación se lleven a la práctica, una por una, y se hagan realidad. Por supuesto, en el campo de la educación, no se buscan resultados en el corto plazo; no es esa la naturaleza de la educación, pero el movimiento, el proceso debe mostrar qué estamos haciendo y hacia dónde nos dirigimos.
Permítanme apuntar dos o tres ideas sobre los maestros, y algunas ideas también sobre la educación en sí que traigo anotadas para compartirlas con ustedes.
A propósito de los maestros, algo a tener en cuenta es que todos los organismos del país tienen el deber de honrarlos. Esto no es cosa baladí ni meramente protocolaria; es algo que afecta a la dinámica general del país. Honrar y enaltecer a los maestros es algo necesario; y ese enaltecimiento va desde las ayudas para el sustento, económicas y cosas así —como se ha mencionado—, hasta la construcción de la opinión pública; en lo relativo a la opinión pública, debemos adoptar iniciativas para que el maestro sea para el común de la gente una figura atractiva, dinámica y querida, de tal forma que si a alguien, a un joven, le preguntan qué profesión elegiría de entre una lista de oficios, no deje la de maestro en último lugar; porque a veces es así. Cuando [la docencia] carece de atractivo, quien busca empleo ni siquiera piensa en hacerse maestro, a menos que se vea obligado. Eso debemos invertirlo; ese enaltecimiento debe hacerse de tal modo que, en la opinión pública, el amor al maestro y la imagen del maestro sean tales que lo hagan atractivo; la gente debe ver al maestro como un ser activo, trabajador, alegre, exitoso, honorable, digno; y hay maneras de hacerlo. Estas son cosas que no se resuelven con solo decirlas o lanzar una advertencia; los expertos deben dedicarse a ello. Hace falta trabajo en los medios de comunicación, hace falta trabajo artístico; que se hagan películas, que se escriban libros. Igual que, por ejemplo, publicamos libros sobre mártires, que cuando uno los lee se enamora de ese mártir, publiquemos también libros sobre peripecias de maestros —en forma de novela, por ejemplo—, que cuando uno los lea quede prendado del personaje. Animación, películas, series, trabajos diversos de ese tipo… —trabajos para medios de comunicación—, todo eso es responsabilidad de organismos estatales, de la televisión pública, de las instituciones artísticas, del Ministerio de Cultura y similares; son cosas que tienen que hacerse. ¿Y quién debe darle seguimiento? El Ministerio de Educación. Una de las tareas del Ministerio de Educación es ocuparse de eso, con el objetivo de dar una imagen digna del maestro. Esto, lo primero.
Si conseguimos hacer eso bien, en primer lugar, el propio maestro que está impartiendo clase en el aula se sentirá orgulloso y no experimentará ya desgaste; en segundo lugar, como ya hemos apuntado, la docencia estará entre las primeras opciones que vendrán a la mente de ese joven talentoso en busca de empleo. Así, ingresarán al campo de la enseñanza personas talentosas, lo que elevará el nivel de la labor docente. Este es un punto importante respecto a los maestros.
El siguiente punto es la comprensión que el propio maestro tiene de su actividad, de la labor que desempeña; aquí, a quien nos dirigimos es a ustedes, queridos asistentes, y a los maestros de todo el país. El docente debe ser consciente de que lo que transmite al alumno dentro del aula no es solo el contenido del libro de texto; consciente o inconscientemente, el maestro influye en el estudiante de maneras diversas. Ustedes ejercen un impacto y una influencia sobre los alumnos con su moral, con su conducta, con su manera de presentarse en el aula, con su trato hacia el alumnado, con la calidad de su enseñanza, con su humildad o su soberbia, con su entusiasmo y dedicación o su apatía y desinterés. Uno de los factores que moldean la personalidad del joven o adolescente es precisamente el maestro; así como influye la madre e influye el padre, en ciertos casos y en una etapa determinada, el docente deja una huella más profunda que los propios padres. Entren en el aula sabiendo eso, entendiendo eso. Sean conscientes del efecto que ejercen sobre sus alumnos. Esto, naturalmente, los llevará a ser más cuidadosos en su conducta, su lenguaje y su desempeño. Esta es otra idea.
La última reflexión sobre los maestros es el tema de la Universidad Farhangian y los centros de formación del profesorado. [El excelentísimo ministro] ha dado ya algunas explicaciones y señalado algunos puntos, y un servidor cuenta también con información dispersa sobre los asuntos de esa universidad. La Universidad Farhangian es importante. En primer lugar, pertenece al Ministerio de Educación; a veces se ha hablado en algunos círculos sobre la posibilidad de anexarla a tal o cual otra universidad, pero eso no es conveniente; pertenece al Ministerio de Educación y debe permanecer bajo su control. La Universidad Farhangian es el lugar donde se forma ese elemento [el maestro] que tanta influencia ejerce. Durante la presidencia del mártir Raisí (Dios esté complacido con él), se establecieron ciertas limitaciones y criterios para la selección de estudiantes; no dejen que se debilite su aplicación. En esa universidad, el trabajo ha de ser de tal calidad que resulte posible y se logre formar maestros modelo, los maestros que se necesitan. De ahí su gran importancia. Esa universidad debe ser un lugar frecuentado por los mejores profesores en lo académico, lo espiritual, lo moral y lo conductual; deben frecuentar esa universidad personalidades destacadas en lo científico, lo moral, lo intelectual y lo cultural. Esa universidad es un lugar sumamente importante. Durante muchos años, un servidor ha insistido en repetidas ocasiones en este tema, y lo hago y lo recalco también ahora: no permitan que esa universidad se debilite. Hagan todo lo posible por corregir y mejorar el funcionamiento de la Universidad Farhangian. Pues bien, esto en cuanto a los maestros.
Respecto a los temas de Educación, traigo anotados algunos puntos. Por supuesto, hay más cosas que decir y aspectos que merecen ser señalados, pero por ahora compartiré con ustedes algunos de los puntos que he registrado aquí.
El primer punto es que Educación es una institución del Estado, y es deber del gobierno islámico formar a los jóvenes y adolescentes, al menos hasta cierto nivel —pongamos, hasta el final del bachillerato— en ciencia, en tecnología, en oficios, en las enseñanzas islámicas, en la fe. Eso es un deber. Que en algunos rincones, incluso dentro del propio sistema educativo —según tengo entendido de antes—, surjan murmullos de que hay que delegar partes de la educación a tal o cual grupo, es decir, dividir la educación en reinos de taifas, carece por completo de sentido. La formación intelectual y cultural de la nueva generación corresponde al gobierno; es deber y derecho del gobierno. Son los gobiernos quienes deben llevar a cabo esa tarea; basándose en las normas, en los valores, en los principios, deben ponerse a construir el sistema educativo y guiar a los jóvenes del país. Que nosotros impongamos tal o cual preferencia, tal o cual motivación… [no es correcto]. En años anteriores, venían repetidamente a verme algunos altos funcionarios e insistían [en ello]; su argumento era que, dado que el presupuesto de Educación es cuantioso, supone una carga demasiado pesada para el gobierno. Ahora bien, para el gobierno la educación es un orgullo; debe enorgullecerse de gastar todo lo que pueda en ella. ¿O vamos a sacar la educación de las manos del gobierno porque los costos educativos son altos? Me insistían para que diera mi aprobación, pero yo me negué rotundamente. Si en los centros de toma de decisiones dentro del sistema educativo hay quienes sostienen esa idea, definitivamente deben cambiar de opinión. Educación pertenece al gobierno, es suya, está bajo su control. El gobierno tiene el deber de rendir cuentas —y debe hacerlo—, y es un orgullo para el gobierno poder establecer y desarrollar un buen sistema educativo en el país. Este es el primer punto.
El segundo punto se refiere a la estructura del sistema educativo. Queridos míos, hay millones de niñas y niños, de los seis a los dieciocho años de edad, a cargo del sistema educativo, que los tiene bajo su tutela. Si esa nueva generación, si esa inmensa población de millones de personas no recibe una formación adecuada, ¿qué podremos responder a Dios y a las generaciones futuras? La estructura del sistema educativo debe estar diseñada de tal manera que los forme verdaderamente desde el punto de vista científico —de ciencias útiles—, así como desde el cultural, el de la fe y el del desarrollo integral. Por otra parte, aquí hubo una exposición, que organizaron los señores responsables, y yo antes de venir a este encuentro eché un vistazo y vi que, afortunadamente, algunos de esos aspectos necesarios dentro de esa estructura han sido atendidos. A este asunto hay que darle seguimiento con meticulosidad. La actual estructura anticuada del sistema educativo es insuficiente. En el Séptimo Plan de Desarrollo, una de las responsabilidades asignadas al gobierno es diseñar una nueva estructura organizacional para el sistema educativo; esa es una de sus obligaciones, y, de hecho, se han realizado avances y el trabajo continúa. Aprovechen esta oportunidad. El sistema educativo del Irán islámico necesita una estructura propia que tenga en cuenta todos los aspectos. Busquen ustedes de la mejor de las maneras esa forma apropiada, ese marco necesario, esa estructura necesaria y necesitada, que sin duda debe ser transformadora y acorde a las necesidades.
Cierto es que, según he oído, está actualmente en el orden del día una versión modificada del Documento de Transformación Educativa y se está trabajando en ella, lo cual es muy positivo. Además de enmendar genuinamente ese documento, no dejen que quede a medio hacer la implementación de su hoja de ruta —hoja de ruta que se comenzó durante el gobierno del mártir Raisí, sobre la cual se advirtió, se le dio seguimiento, se trabajó—, no dejen que quede parada. Hay que actuar con pericia y con compromiso. En otras palabras, las personas que están diseñando la nueva estructura educativa deben ser: primero, expertos conocedores del sistema educativo; segundo, personas comprometidas —comprometidas con la fe religiosa y con la independencia del país—. Esa nueva estructura debe ser capaz de formar a nuestros jóvenes y adolescentes como individuos instruidos, piadosos, patriotas, laboriosos y esperanzados en el futuro. Eso es lo que debe poder materializar.
Otro punto es el referido a los libros de texto. Esos dos elementos, el maestro y el libro de texto, constituyen los pilares fundamentales del sistema educativo. Los libros de texto son muy importantes. Un servidor ha hecho recomendaciones y recalcado ciertas cosas sobre los libros de texto en múltiples ocasiones, tanto en público, en estas reuniones con los docentes y los funcionarios de Educación, como en reuniones a puerta cerrada con antiguos responsables del Ministerio. Y se han hecho algunas cosas —pensemos, por ejemplo, en la inclusión en los libros de algún científico islámico o de algunas páginas de los documentos del Nido de los Espías, como había recomendado yo—. Pero esas cosas no bastan; son necesarias, pero no bastan. Un libro tiene que poder formar al alumno, hacer que crezca. En primer lugar, el libro debe ser atractivo; si ustedes van a preguntar a los alumnos, jóvenes y adolescentes —tanto de primaria como de secundaria—, verán que los libros de texto no les resultan algo placentero ni estimulante. El contenido debe ser atractivo, en el sentido de que incluso los temas científicos más complejos pueden presentarse con el lenguaje más ameno —es así—. En fin, yo he pasado años de mi vida enseñando, diciendo, escuchando, y los temas científicos más complejos pueden transmitirse con claridad, de modo ameno y adaptado al receptor. Esto, respecto al contenido; y en cuanto al formato: la forma del libro, su apariencia externa, debe estar hecha con gusto, ser innovadora, bella y conforme a los principios de la estética. Actualmente no es así: la forma de nuestros libros de texto no es atractiva. Por tanto, esta cuestión de los libros de texto es un asunto importante; un asunto es este de los libros. Aquellos que confeccionan los libros, la institución encargada de diseñar y elaborar los temas, deben definitivamente gozar de fe religiosa, de fe política y del compromiso necesario con los principios, fundamentos y valores del Islam y de la Revolución. Tienen que ser personas así las que vayan y elaboren los libros. Este es otro punto.
Hay dos o tres puntos más, en los que no quiero entrar en excesivo detalle. Respecto a las carreras técnicas y los oficios, que son de las cosas que siempre recomendamos, ahora han mencionado que quieren llevar la cifra al cincuenta por ciento. Está bien, pero ocúpense ustedes todo lo que puedan de eso y de las personas que trabajan en áreas técnicas, que las estudian, que se esfuerzan, que llegan antes al mercado de trabajo; son más útiles para ese mercado, contribuyendo a prevenir el desempleo juvenil.
Otra cuestión es la de la justicia educativa, que, gracias a Dios, es muy recurrente en el discurso de los responsables del país. Un servidor cree también firmemente en la justicia educativa, pero tengan presente que la justicia educativa no implica descuidar los talentos superiores. Algunos malinterpretan ese concepto de justicia educativa. Algo como el Sampad (4) es una necesidad del país; ese tipo de iniciativas son indispensables. Deben ustedes identificar a los jóvenes talentosos y, en función de sus aptitudes, darles apoyo para que puedan alzar el vuelo y crecer. Hay quienes, al fin y al cabo, pueden avanzar más; pueden absorber mayor conocimiento en menos tiempo. A esos no se los puede abandonar; no se los puede obligar a seguir el ritmo general. Y no, esto no es en absoluto contrario a la justicia educativa. Justicia significa colocar cada cosa en su lugar; eso es lo que quiere decir. Enseñar más a quien tiene mayor capacidad de aprendizaje es justicia. Si ustedes enseñan menos a quien tiene mayor capacidad de aprendizaje, habrán actuado de manera injusta.
Y el último punto es sobre la cuestión del [Viceministerio de] Educación, que figura siempre entre lo que recalcamos de manera constante. Quienes, en un momento dado, desatendieron, eliminaron o ignoraron ese viceministerio, por negligencia, por indiferencia, cometieron un descuido; y lo hicieron esgrimiendo argumentos erróneos sobre la cuestión que fueron refutados. Bien, afortunadamente, hoy he visto como el excelentísimo ministro daba explicaciones sobre las cuestiones de Educación, del Viceministerio de Educación, etc. Dios mediante, den ustedes seguimiento para que eso se lleve a cabo de manera óptima. Deben seguirse con determinación, y ojalá se implemente de la mejor manera. Y esto, en cuanto a las cuestiones relativas a la instrucción y la educación.
Permítanme añadir unas palabras sobre las declaraciones políticas que se han difundido estos días en el ámbito regional e internacional. Algunas de esas declaraciones que se han hecho en el viaje a la región del presidente de Estados Unidos no merecen siquiera respuesta. Son de un nivel tan bajo que avergüenzan a quien las pronuncia y al pueblo estadounidense. Sobre eso, nada. Ahora bien, hay una o dos frases a las que debemos prestar atención. Trump dijo que quería utilizar la fuerza para la paz; mintió. Él y las demás autoridades estadounidenses, los gobiernos de Estados Unidos, han usado la fuerza para cometer masacres en Gaza, para provocar guerras allá donde han podido y para brindar apoyo a sus esbirros. Ese es el uso que le han dado a la fuerza. ¿O cuándo han usado la fuerza los estadounidenses para generar paz? Y sí, se puede usar la fuerza para la paz y la seguridad, y es por eso mismo que nosotros, mal que les pese a los enemigos, incrementaremos día tras día nuestra fuerza, la fuerza de nuestro país, Dios mediante. Pero ellos no han hecho eso. Ellos han usado su fuerza para darle bombas de diez toneladas al régimen sionista, que las viertan sobre los niños de Gaza, sobre los hospitales, sobre las casas de la gente, en Líbano y dondequiera que puedan hacerlo. Esto, por una parte.
El presidente estadounidense propone a esos países árabes un modelo con el que, según sus propias palabras, esos países no podrían sobrevivir sin Estados Unidos ni tan siquiera diez días. ¡Eso dijo! De no ser por Estados Unidos, dijo, esos no podrían mantenerse ni diez días. Es Estados Unidos quien los mantiene. Y ahora, es ese mismo modelo el que les está volviendo a ofrecer e imponer en sus transacciones, en su comportamiento, en sus propuestas; algo tal que no puedan sobrevivir sin Estados Unidos; pero, con seguridad, ese modelo ha fracasado. Gracias a la determinación de los pueblos de la región, Estados Unidos debe irse de esta región y se irá. Sin duda, en esta región, el foco que genera corrupción, que genera guerra, que genera divergencias, es el régimen sionista. El régimen sionista, que es un peligroso y letal tumor cancerígeno en esta región, debe sin falta ser extirpado, y lo será.
La República Islámica tiene unos principios claros y un sistema de valores definido. A pesar de todos los altibajos ocurridos a nuestro alrededor, ha avanzado firmemente apoyándose en esos fundamentos y ha impulsado al país hacia delante. El Irán de hoy no es el Irán de hace treinta, cuarenta o cincuenta años. Hoy, con la ayuda de Dios, por la gracia de Dios y mal que pese a los enemigos, en contra de lo que otros hubieran querido, Irán ha progresado y, Dios mediante, avanzará muchísimo más todavía. Eso lo verán todos; lo verán de la mejor manera nuestros jóvenes, que, Dios mediante, colaborarán en la construcción del Irán islámico que todos anhelamos.
Notas
(1) Al comienzo del encuentro, presentó un informe el señor Alireza Kazemí, ministro de Educación de la República Islámica de Irán.
(2) Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro Abulqásim al-Mústafa Muhammad, así como para su familia excelsa, purísima y selecta, en especial para el Imam de la Época.
(3) El presidente de la República Islámica de Irán, el doctor Masud Pezeshkián.
(4) Acrónimo persa de la Organización Nacional para el Desarrollo de Talentos Brillantes de Irán.