EN VÍSPERAS DEL GRAN CONGRESO DEL HACH DE ABRAHAM (1)

En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.

Toda alabanza sea para Dios, Señor de los Mundos, y las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mustafa Muhammad, así como para su familia excelsa y pura, en especial para el Imam del Tiempo.

Sean muy bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, tanto los felices y bienaventurados peregrinos del Hach cuyos ojos se iluminarán este año con la visión de la luminosa Kaaba y de las sepulturas del Nobilísimo Profeta del Islam (la paz sea con él) y de los imames del cementerio de Al-Baqí, como los organizadores de esta gran movilización nacional y popular. Un servidor da las gracias de corazón a los encargados de llevar a cabo el Hach. Sus esfuerzos son verdaderamente valiosos; organizar un Hach de manera intachable, fastuosa y espiritual, conforme a las buenas normas islámicas de la peregrinación es verdaderamente una gran suerte y llevarlo a cabo corre en gran parte a cargo de ustedes, los encargados del Hach. Quiera Dios aprobárselo y guardarlos a ustedes.

Sobre el Hach se ha hablado mucho. Han hablado las grandes figuras, han hablado los demás y también nosotros hemos expuesto algunas cosas, pero hay aún más que decir, más que hablar y más motivos de reflexión. Así, en un hadiz de uno de los Infalibles Imames (la paz sea con ellos), se transmite justamente esa idea. Alguien dice al imam: “Hace años que le preguntamos sobre el Hach y usted no deja de decir cosas nuevas”, y el imam asiente y da una respuesta adecuada.

Lo que yo quería exponerles hoy es que el Hach es un deber con múltiples niveles, múltiples dimensiones y múltiples significados. Tanto su aspecto espiritual como el material tienen distintas dimensiones, pero en mi humilde opinión en el Hach son dos las vertientes que sobresalen: una, relativa al interior del ser humano, su espíritu —generador del saber, el conocimiento y la voluntad—, y otra que tiene que ver con la vida social.

El aspecto que tiene que ver con el interior del ser humano, con la formación de la persona y con el cultivo en la persona de una fuerza de ánimo y una voluntad correctas reside en el zikr (2). En el Hach, el recuerdo de Dios es un elemento de importancia capital. Vean ustedes como, desde el inicio hasta el final de la peregrinación del Hach, desde el ihram (3) y los preparativos del ihram hasta la compleción de la umra (4), luego el ihram del Hach, luego el wuquf y el resto de los ritos del Hach… implica todo ello el recuerdo de Dios. Por eso, en el Noble Corán se manda hacer zikr en numerosas ocasiones relativas al Hach, como en esas aleyas que se han recitado ahora, tales como: “Y, cuando partáis de Arafat, recordad a Dios junto a Mashar al-Haram” (2:198); “recordad a Dios en días determinados” (2:203); “recordad a Dios como recordáis a vuestros padres” (2:200); “mencionad, pues, el nombre de Dios cuando estén en fila” (22:36). Todo ello, de principio a fin, es zikr y recuerdo de Dios. Tanto en el tawaf como en el say, en la oración del tawaf, en la parada de Arafat, en Mashar y en los ritos de Mina. De principio a fin, el Hach es recuerdo de Dios, atención a Dios, y ese recuerdo es fuente de vida. Eso es lo importante. Al estar en nuestros corazones el recuerdo de Dios, al apoderarse de nuestros corazones el sobrecogimiento divino como resultado del recuerdo de Dios, eso influirá en la dinámica de nuestras vidas, en nuestra voluntad, en nuestra resolución y en nuestras grandes decisiones. Cuando un pueblo necesita acometer grandes tareas de índole fundamental, todos sus miembros deben estar habituados al recuerdo de Dios.

A veces, sugerimos a nuestros queridos y respetados peregrinos que, en La Meca y en Medina, piensen en aquello que uno no encuentra más que en aquella tierra, no en las cosas que hay en todas partes. Centros comerciales hay en todas partes; mercancías y objetos sugerentes y vistosos hay en todas partes. Lo que no está en todas partes es la Kaaba; es la Mezquita Al-Haram; es el tawaf, es la peregrinación a la tumba purificada del Profeta. Es eso lo que sólo está allá. En esos pocos días que están allá, sean conscientes de ello; valórenlo. Hacemos hincapié porque, si hacemos zikr, si recordamos a Dios… “Recordad mucho a Dios, quizás así triunféis” (Sagrado Corán, 8:45 y 62:10). Tras el recuerdo de Dios, viene el triunfo, el falah. Ese triunfo no se reduce a la salvación espiritual. Falah significa ‘éxito’, significa ‘progreso’, significa que todo lo que se hace alcance su meta y objetivo. Eso viene del recuerdo de Dios. Ese es un componente fundamental del Hach que pertenece al interior de la persona, pero que edifica su vida.

En cuanto a lo relacionado con el entorno social, se trata de la cuestión de la unidad, de la solidaridad, de verse como uno, de la relación con el común de los musulmanes. Esta es una cuestión muy importante en el Hach. Hemos dicho repetidas veces que, a través del profeta Abraham (la paz sea con él), Dios Altísimo no [invitó al Hach] solamente a un número reducido de personas, sino a toda la gente: “Y llama a la gente a la peregrinación” (Sagrado Corán, 22:27). Dice: “Invita a la gente, a toda la gente, a toda la humanidad, para que vayan al Hach”.

¿Qué significado tiene la invitación divina a toda la gente en un día específico, en un lugar preciso, cada año? Lo que significa es que la voluntad de Dios —la voluntad legislativa de Dios— ha dispuesto que los musulmanes se acerquen los unos a los otros, que se conozcan, que reflexionen juntos, que tomen decisiones juntos. Eso es lo que hoy tanto nos falta: que tomen decisiones juntos. Que se reúnan en un lugar, de modo que esa reunión tenga un resultado favorable para el mundo islámico e incluso para la humanidad. Eso perseguimos nosotros. Por supuesto, primero va comprenderse, superar las nacionalidades, superar las divisiones entre sectas y escuelas religiosas. En el Islam hay distintas escuelas que [en el Hach están] unas junto a otras, todas igual, todas con la misma ropa, en un mismo movimiento, en un mismo punto. Esa reunión es celestial, es islámica. Ese es el aspecto político claro y patente del Hach.

En el Hach existen esos dos aspectos: tanto el aspecto del zikr, el recuerdo de Dios, como el aspecto de la unión y la unidad islámicas. Naturalmente, en el Corán y en los dichos del Nobilísimo Profeta del Islam y las grandes figuras del Islam, la cuestión de la ausencia de división no es específica del Hach: “Y aferraos a la cuerda de Dios todos juntos y no os dividáis” (Sagrado Corán, 3:103). Son muchas las aleyas del Corán que prohíben a los musulmanes dividirse, enemistarse entre sí, etc. Y hasta aquí, esos dos aspectos sobresalientes del Hach.

Me gustaría señalar que, cuando se habla del Hach, de ningún modo debe olvidarse el bendito nombre de Abraham (la paz sea con él). En el Corán se citan muchas enseñanzas suyas, una de las cuales es esa misma invitación al Hach: “Y llama a la gente a la peregrinación” (22:27). Igualmente, la orden a la gente “¡tomad el sitio de Abraham como un lugar de oración!” (2:125). “Recen allá donde él se paró; hagan de ese un lugar de oración”. O bien: “Y encargamos a Abraham e Ismael que purificasen Mi casa para los que la circunvalan, los que permanecen en ella en adoración, los que inclinan su cabeza y los que ponen su frente en el suelo” (2:125). Por esa purificación que les encomendó, uno siente que debió de haber algún problema en ese lugar antes del profeta Abraham, por lo que él, además de elevar los pilares de la Casa (4), estuvo purificándola también de impurezas que ahora en la historia y en nuestras tradiciones no queda claro a qué se debían. Conforme a esto mismo, permítanme decir que, este año, nuestro Hach es un Hach de rechazo (5), de acuerdo con las enseñanzas que nos transmitió el profeta Abraham. Por supuesto, ese rechazo existió desde los inicios de la Revolución Islámica. El rechazo [de los politeístas] ha estado y ha tenido lugar en el Hach desde el principio de la Revolución Islámica y debe continuar. Sin embargo, el Hach de este año es particularmente un Hach de rechazo.

Los sucesos que tienen ahora lugar en Gaza y ese extraordinario y grandioso acontecimiento, la revelación del rostro ávido de sangre de un complejo surgido de la civilización occidental, son cosas que no llamarán la atención solo hoy, en estos días, sino que quedarán en la historia. Lo que ocurre hoy en Gaza, en Palestina, esos brutales ataques, el perro rabioso sionista, los sanguinarios agentes sionistas, por una parte; y esa injusticia que sufre el pueblo musulmán de Gaza al tiempo que también resiste, por otra, son cada una de ellas una marca inmensa en la historia, un hito histórico que permanecerá. Se trata de hitos importantes que mostrarán el camino hacia el futuro de la humanidad. Observen ustedes como, hoy mismo, el reflejo de estos acontecimientos en las sociedades no musulmanes es en sí un acontecimiento asombroso y sin precedentes. Lo que está sucediendo ahora en las universidades de Estados Unidos y de algunos otros países (6) no solo carece de precedentes, sino que, si alguien hubiera dicho que era posible que algún día pasara algo así, nadie lo habría creído. ¡Nadie imaginaba que algo así pasaría! Esto indica que son hitos.

Ahora bien, ¿cuál es nuestro deber? Aprendamos del profeta Abraham. Observen ustedes que el profeta Abraham (la paz sea con él) se cuenta entre los profetas compasivos. Los profetas no eran todos iguales en cuanto a carácter. El profeta Abraham era muy compasivo. Por ejemplo, cuando los ángeles quieren ir a atormentar al pueblo de Lot, él discute con ellos para que, si puede ser, se compadezcan de ellos: “Discutió con Nosotros sobre el pueblo de Lot” (Sagrado Corán, 11:74). Lo que esto significa es que quería interceder ante los ángeles de Dios para que tuvieran piedad de ellos. Él era así. Con otros profetas, la situación era diferente, pero ahora quiero hablarles del profeta Abraham.

En una sublime aleya de la sura Ibrāhīm (Abraham), dice: “Quién me siga será de los míos y quien me desobedezca (…) En verdad, Tú eres perdonador, misericordiosísimo” (14:36). Aquellos que lo siguen… muy bien, lo siguen, son sus seguidores. Pero para aquellos que no lo obedecen, no va y dice: “¡Oh, Señor! ¡Corrígelos!”, o “¡guíalos!” o “¡castígalos!”. Lo que dice es: “En verdad, Tú eres perdonador, misericordiosísimo”, es decir, “perdónalos a ellos también”, “sé misericordioso con ellos también”. Así de bondadoso y compasivo era de corazón.

Respecto de los no musulmanes que no son hostiles al Islam, tenemos la sura Al-Mumtaĥina (La examinada): después de lo que se dice del profeta Abraham, están las siguientes aleyas, que se ve que también son relativas a él: “Dios no os prohíbe que tratéis con amabilidad y equidad a quienes no combaten vuestra fe ni os han expulsado de vuestros hogares. En verdad, Dios ama a quienes son equitativos” (60:8). En otras palabras, si tal persona no sigue la misma religión que ustedes, pero no les es hostil, trátenla de manera justa, con ecuanimidad. Trátenla bien —a la persona no musulmana que no les es hostil, que no tiene nada contra ustedes, que no los hostiga—.

Tal era la personalidad de Abraham: con los rebeldes, de esa manera; y con los no musulmanes, de esta otra. Ahora, vean cómo actúa ese mismo Abraham con otro grupo distinto: “Hay para vosotros un buen ejemplo en Abraham y en quienes estaban con él, cuando dijeron a su gente: ‘En verdad, nos apartamos de vosotros y de lo que adoráis en lugar de Dios. Descreemos de vuestra fe y comienza entre nosotros y vosotros la enemistad y el odio para siempre hasta que creáis en el Dios único’” (60:4). Vean cómo actúan ante ese otro grupo —un grupo de enemigos hostiles—. Ese mismo Abraham compasivo, indulgente y afectuoso que intercede por el pueblo de Lot, que pide perdón para los rebeldes y que tiene la convicción de que hay que tratar bien a los infieles que no sean hostiles… ese mismo Abraham, en otra situación, se mantiene así de firme y expresa rechazo: Inna bura’un minkum —“en verdad, nos apartamos de vosotros”—… Wa bada báynana wa báynakum ul-adáwatu wa-l-bagdá: “Entre ustedes y nosotros hay una enemistad palmaria; nosotros somos enemigos declarados de ustedes y les somos hostiles”. ¿Y qué gente es esa? Son aquellos que muestran hostilidad.

Vean entonces, en esa misma aleya de la sura Al-Mumtaĥina, la continuación de lo que he recitado antes, que se refiere también a la disposición mental del profeta Abraham. Dice: “Lo que, en verdad, Dios os prohíbe es que seáis amigos de quienes combaten vuestra fe y os expulsan de vuestros hogares o ayudan a que seáis expulsados” (60:9). Con aquellos que les dan a ustedes muerte, que les hacen la guerra, que los echan de sus casas y sus tierras o que ayudan a quienes los echan a ustedes de sus casas y sus tierras, no tienen derecho a establecer relaciones y trabar amistad. ¡No tienen derecho! Es decir, que entre ustedes debe haber hostilidad. Lo mismo que dijo el profeta Abraham: “Comienza entre nosotros y vosotros la enemistad y el odio” (60:4).

Pues bien, hoy en día en el mundo, ¿quién es hostil a los musulmanes, los combate, los mata —a sus mujeres, a sus hombres, a sus hijos— y los expulsa de sus casas y sus tierras? ¿Quién? ¿Acaso podía describirse con más claridad al enemigo sionista en el Corán? Y no se trata solo del enemigo sionista: “O ayudan a que seáis expulsados” (60:9). Aquellos que ayudan al otro. ¿Quién ayuda? Si no fuera por la ayuda de Estados Unidos, ¿tendría el régimen sionista el poder y la osadía de tratar con ese salvajismo a los musulmanes, a mujeres y hombres, a los niños, en ese espacio tan limitado? A ese enemigo no se lo puede tratar con amabilidad. No se lo puede tratar con gentileza, ya se trate del que gestiona la matanza o del que asiste a la matanza y la respalda; del que derriba las casas o del que apoya a quien derriba las casas: “Y quienes sean amigos de ellos, esos serán los opresores” (60:9). Si alguien traba amistad con esos, es un tirano, un opresor. Y “has de saber que la maldición de Dios es para los opresores” (11:18). Ese es el texto coránico; esas son las aleyas del Corán. De manera que, este año, el rechazo [de los politeístas] es más evidente que nunca. El Hach de este año es un Hach de rechazo.

Los peregrinos devotos —iraníes o no, de dondequiera que sean— deberían poder transmitir ese planteamiento coránico a todo el mundo del Islam. Eso necesita hoy Palestina: necesita el respaldo del mundo islámico. La República Islámica ni ha esperado ni se quedará esperando a este o al otro; ahora bien, si los fuertes brazos de los pueblos musulmanes y de los gobiernos musulmanes llegan de alrededor para colaborar, el efecto será mucho mayor; ese lamentable estado del pueblo de Palestina no quedará así. Se trata de un deber (7). Ya que ustedes están listos, quiera Dios hacer que se prepare el mundo del Islam, si Dios quiere.

Respecto a la situación de los estimados peregrinos, agradecemos los esfuerzos realizados tanto por la expedición, como por la Organización del Hach —cada uno en la función que le corresponde— y por el resto de organismos relacionados con la salud, la seguridad, el viaje, el transporte y el resto de los asuntos de los peregrinos, e insistimos en que hagan todos los planes que puedan para que los peregrinos iraníes estén cómodos y se lleve a cabo un buen Hach que resulte aceptado. Eso requiere planificación. Gracias a Dios, hay tareas positivas que se han llevado y se llevarán a cabo, pero, para llenar el espacio entre el trabajo que realizamos hoy y el que esperamos poder realizar, hay que planificar, Dios mediante, y Dios Altísimo los ayudará, si Dios quiere. Pedimos a Dios Sus gracias, Su misericordia, Su perdón para nuestro insigne imam [Jomeiní], para nuestros mártires y para nuestros fallecidos.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo del encuentro, hicieron uso de la palabra el hoyatoleslam Seyed Abdolfattah Navvab, representante del Líder para Asuntos del Hach y encargado de los peregrinos iraníes, y Seyed Abbás Hoseiní, presidente de la Organización del Hach y la Peregrinación.

(2) El acto de recordar a Dios.

(3) Una de las partes elementales del Hach: estado de pureza ritual del peregrino en el que este debe abstenerse de ciertos actos que en condiciones normales son permisibles, como perfumarse, mantener relaciones sexuales, adornarse o, para los varones, vestir ropas con costuras.

(4) La Kaaba.

(5) Se conocen como “aleyas del rechazo” los primeros versículos de la sura coránica At-Tauba (El arrepentimiento), también conocida como Surat al-Baraat (‘del rechazo’, ‘del repudio’ o ‘del distanciamiento’) debido a que anuncia el rechazo o distanciamiento de Dios (baraat) respecto de los politeístas.

(6) Alusión a las protestas antisionistas de los estudiantes de las universidades del mundo, entre otros lugares en Estados Unidos y Europa, que acabaron en palizas y detenciones de cierto número de ellos.

(7) Gritos entre los asistentes de “¡oh, magnánimo Líder! ¡Estamos listos! ¡Estamos listos!”.