Con ocasión de la Semana del Gobierno y el aniversario del martirio de los mártires Rayaí y Bahonar (1)
En nombre de Dios, Clemente y Misericordioso.
Wa-l-hamdu li-l-Lah rabbi-l-alamín wa-s-salat wa-s-salam ala sayyídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-t-tayibini-l-atharín sáyyama Baqíati-l-Lah fi-l-Arazeyn (2).
En primer lugar, celebramos y enaltecemos los días de Arbaín con todo nuestro ser y todo nuestro corazón, y damos gracias por la movilización popular de Arbaín, pidiendo la ayuda de la gracia de Dios Altísimo.
Los felicitamos a ustedes, queridos hermanos y hermanas, por la Semana del Gobierno, y esperamos que, Dios mediante, esta semana sea en todos los largos años de su mandato una semana de esperanza, de buenas nuevas y de informes que causen júbilo.
Rendimos homenaje a la memoria de nuestros queridos mártires, el mártir Rayaí y el mártir Bahonar, en cuyo honor fue nombrada la Semana del Gobierno. En esa denominación se oculta un secreto particular, y es que el Gobierno honra a los mártires y el camino de los mártires, como más o menos ha ocurrido de hecho, a Dios gracias.
Rendimos homenaje a la memoria de nuestro querido mártir, el llorado Mártir de la República, el Sr. Raisí, y pedimos para él a Dios Altísimo que haga perenne y duradero ese buen y distinguido nombre que Dios le dio. Quiera Dios mantenerlo en alto grado, a él y a sus acompañantes, incluido su ministro de Exteriores (3).
A Dios damos gracias porque, gracias a Dios, con el esfuerzo del excelentísimo presidente y la valiosa ayuda de la Asamblea, el Gobierno se ha constituido. Esta es una gran bendición. En algunos Gobiernos anteriores, a veces no pudo constituirse el Gabinete hasta pasar cerca de un mes o más, y no todos los ministros obtenían el voto de confianza de la Asamblea. Aquí, Dios los bendijo a ustedes, a nosotros y al país entero, y gracias a Dios, confiando en ellos la Asamblea, todos los ministros salieron de la cámara sanos y salvos. Aquellos que han ejercido influencia en estas elecciones y en la formación de este Gobierno —después de aquel grave y amargo incidente— son todos ante Dios Altísimo merecedores de retribución. Los encargados del anterior Gobierno, la radiotelevisión IRIB, los diversos responsables que ayudaron a que, tras ese grave y trágico incidente sobrevenido, el país pudiera entrar en la contienda electoral con energía y que las elecciones presidenciales se celebraran con total seguridad e integridad, que luego se eligiera a los ministros… realmente debemos darles las gracias a todos ellos. También a Dios Altísimo hemos de estar verdaderamente agradecidos. Ahora, haré unas consideraciones, y este punto del agradecimiento lo trataré también luego otra vez.
En este terreno, el excelentísimo Sr. presidente ha acometido también la tarea con mucho trabajo y gran esfuerzo para escoger a los ministros que deberán colaborar con él. Me consultó también a mí, que aprobé a algunas personas a las que conocía y de cuya aptitud sabía por vías fiables, e insistí en otras. De un número mayor de personas a las que no conocía, dije que no tenía opinión sobre ellas. Pues bien, gracias a Dios, ha logrado realizar la selección y convencer a la Asamblea, lo que constituye un gran éxito por el que damos gracias a Dios.
Hoy, todos estos excelentísimos ministros y ustedes, hermanos y hermanas en quienes han confiado el presidente de la República Islámica y la Asamblea, son altos funcionarios de este país. Es debe de todos nosotros apoyarlos a ustedes, ayudarlos —si tienen necesidad de ayuda— y esforzarnos por que, Dios mediante, tengan ustedes éxito en su trabajo.
He anotado varias cuestiones que quisiera plantearles. La primera es la cuestión del agradecimiento a Dios. Han llegado ustedes hoy a una posición en la que pueden ejercer influencia sobre el progreso del país, sobre la administración de los asuntos del país. Una tal posición les ha dado el ministerio. Eso es una bendición divina. Que uno pueda servir a la gente es una gran bendición. Muchos quieren servir, pero no se les presenta la oportunidad. Pues Dios les ha dado esa oportunidad a ustedes. Agradézcanlo a Dios, den gracias, sean reconocidos, pidan ayuda a Dios Altísimo. Consideren esta responsabilidad un depósito confiado por Dios y como un depósito confiado por la gente, y custodien esa responsabilidad y gran misión. Por otra parte, cuatro años es una parte de la vida de un ser humano que pasa como una centella. Un servidor, a mis ochenta y cinco años de edad, al mirar hacia atrás, veo que estos ochenta y cinco años han transcurrido a la velocidad del rayo. Es así. Cuatro años pasan rápido, pero en ese mismo fugaz plazo pueden hacerse grandes cosas. Amir Kabir gobernó el país tres años y fundó grandes obras. Nuestro querido Raisí gobernó y presidió él mismo tres años, hizo buenas labores e instituyó algunas labores cuyo fruto, Dios mediante, verá más adelante el país. Pueden ustedes por tanto trabajar; pueden en estos cuatro años hacer grandes cosas, si Dios quiere, con salud y bienestar.
La segunda consideración es que uno de los requisitos de la eficacia de los agentes del Gobierno es que conozcan sus activos, que conozcan las riquezas que tienen en su haber, que conozcan sus talentos y potenciales con capacidad de realización. En estos largos años, un servidor ha tratado con responsables que no tenían ese conocimiento. No conocían los recursos humanos del país, no conocían los recursos naturales del país. Un responsable me dijo una vez que, para construir autopistas, ¡debíamos utilizar ingenieros extranjeros! Hoy hay autovías, autopistas, etc., construidas por todo el país por sus jóvenes, sin que hubiera esa necesidad. Esa ignorancia es un gran defecto. Tengo en mente muchos otros ejemplos diversos que no hay necesidad de decir.
Conozcan lo que tienen. Nuestras riquezas actuales son muchas y son muchas veces más de lo que tenemos en acto. Tenemos varios géneros de activos y recursos, en acto y en potencia. Uno de esos géneros son los recursos naturales. Tenemos grandes capacidades en materia de recursos subterráneos: tenemos petróleo, tenemos gas, tenemos toda clase de recursos valiosos. Según me dijeron una vez los eremólogos, en ese mismo desierto que ven ustedes existen recursos inmensos, riquezas de valor superior al de los hidrocarburos. Tenemos cosas así. Tenemos una ubicación geográfica única en esta región. Desde el punto de vista del territorio, estamos situados en el cruce entre el este y el oeste, el norte y el sur. Es un emplazamiento de grandísima importancia. En lo que respecta al clima, la diversidad climática es una enorme oportunidad que tenemos también. En cuanto a vastas costas ante aguas internacionales, tenemos también esa oportunidad. Nuestras islas, nuestro litoral… son todo oportunidades. Esa misma región de Makrán —de la cual afortunadamente estaba hablándome el Sr. presidente, mencionándola varias veces y mostrando sensibilidad al respecto— es una gran oportunidad. Oportunidades de este tipo tenemos muchas. Y estas son oportunidades naturales.
Otro tipo de oportunidad es el de las oportunidades humanas, los recursos humanos; los jóvenes con estudios. En este país, tenemos millones de jóvenes con estudios ansiosos por trabajar. Si podemos aprovecharlos, conocerlos, aprovechar sus energías y su pensamiento, aparecerá para el país un mundo de trabajo. Jóvenes con estudios, talentos brillantes, capacidades científicas y académicas, la capacidad de generar genios. Vean ustedes, cuando pensamos por ejemplo en Mulá Sadra o en el resto de sabios eminentes que hubo en el país hasta nuestra época, eso nos muestra lo alto que es el techo de nuestro vuelo intelectual y científico, y que podemos llegar hasta allá. Los libros de Avicena siguen siendo pertinentes en el mundo después de mil años. Esto es muy importante; es un fenómeno importante. Nosotros tenemos la capacidad de generar genios. De entre nuestros jóvenes pueden surgir genios. Esas son nuestras oportunidades humanas, nuestros activos humanos.
Entre los recursos está la fe de nuestra gente. Esa fe que tiene la gente —fe religiosa y fe política— es muy valiosa. También ella es de algún modo un recurso. Otro tipo de recurso son las capacidades políticas del país, como nuestra profundidad estratégica. Hubo un tiempo en que a Irán se lo conocía por las alfombras y el petróleo. Hoy, a Irán lo conocen en el mundo por su ciencia, por sus progresos militares, por su potencia regional, por su profundidad estratégica. Esto es una oportunidad que tenemos a nuestra disposición. La capacidad de influir sobre los países del mundo, sobre la región, no es poca cosa. Es algo muy importante. Es también una de nuestras oportunidades.
Otra oportunidad que hay entre las oportunidades de mayor valor son las experiencias. Debemos ser conscientes del valor de esas experiencias: La razón es la preservación de las experiencias. Es un dicho del Príncipe de los Creyentes. El Príncipe de los Creyentes (la paz sea con él) considera el aprovechamiento y preservación de las experiencias señal de sabiduría. Wa jairu ma yarrabta ma wáadak (4): una experiencia que pueda enseñarle y allanarle el camino. Nosotros poseemos buenas experiencias. Distintos gobiernos llegaron e hicieron cosas que han pasado al acervo de nuestra experiencia. Hay cosas que no hubieran debido hacer, las hicieron y sufrimos perjuicios. Hay cosas que hubieran debido hacer, pero que no hicieron, y sufrimos perjuicios. Hay cosas que debían hacer, las hicieron y nos beneficiamos de ello. Todo ello es experiencia y puede aprovecharse.
La siguiente consideración: la elección de los colaboradores. En definitiva, ustedes van a elegir colaboradores. Mi recomendación es que se valgan ustedes sobre todo de colaboradores que posean las siguientes características: jóvenes, devotos, revolucionarios, comprometidos, motivados. Son esos los que pueden ayudarlos. Nosotros nos hemos valido de jóvenes así en distintos ámbitos científicos y de investigación, como el nuclear, el de la nanotecnología, el de las células madre, en diversos ámbitos que se contaban entre las grandes complejidades de la ciencia y la investigación en el mundo, y avanzamos. A Dios gracias, se han realizado grandes avances. Son esas las características. Válganse de jóvenes así, que resolverán esas complejidades. Además, cuando se lleva a los jóvenes de abajo a los distintos puestos directivos, se está formando para el mañana a una generación de directivos llenos de motivación. En otras palabras, cuando ustedes incorporan a los jóvenes a su organismo, ellos adquieren experiencia y justedes habrán producido para el día de mañana una generación sobresaliente de directivos motivados, lo que a mí me parece algo muy valioso. Cuando hablábamos con el Sr. presidente, se planteó este mismo asunto. Si él es capaz de preparar, pongamos, a cien jóvenes devotos motivados, revolucionarios y comprometidos, y dejar a esos cien jóvenes en el país al término de su mandato, a mi juicio se habrá realizado una inmensa tarea. Esto, en lo referente a la cuestión de la elección de los colaboradores. El mártir Raisí consiguió buenos logros en este terreno. Quiera Dios que los logros de ustedes sean muy superiores a los de él.
La cuarta consideración se refiere a la cuestión de los expertos. En la propaganda del doctor Pezeshkián y en las declaraciones realizadas, han sido repetidas las alusiones a los expertos. Un servidor cree firmemente en esto de remitirse a los expertos; un servidor cree que los gobiernos, cuando trabajan conforme al peritaje de los expertos, su acción de gobierno será una acción de gobierno sabia y reflexiva, no una acción de gobierno sectaria, nepotista y de enchufes. La particularidad del trabajo conforme a peritajes es que hay ocasiones en que uno hace ese tipo de labores en contra de los deseos de varios camaradas, amigos, conocidos, personas influyentes, etc. Descontentan ustedes a esos, pero contentan al pueblo y hacen avanzar al país. Así es el trabajo basado en peritajes. Un servidor aprueba e insiste en que se trabaje de acuerdo con los especialistas. Ahora bien, en la elección de los expertos hay un punto a tener en cuenta: a veces, en algunos casos, ideas erróneas que tiene un experto como sustrato mental se presentan con el lenguaje de los especialistas, con los ropajes del peritaje especializado, y entonces causan problemas y se les imponen a ustedes esas ideas erróneas que rigen la mente de ese experto o sus particularidades de carácter. El Príncipe de los Creyentes (la paz sea con él) hace una recomendación a este respecto: La tudjilanna mashwirátika bajilan (…) wa la yabanan. No consultes al tacaño. ¿Qué significa eso? Significa que tu experto no ha de ser tacaño. ¿Por qué? Porque, si quieres ayudar a alguien, ese tacaño te lo impedirá diciendo que tus bolsillos quedarán vacíos. No consultes a la persona miedosa; no pidas un juicio de especialista a una persona cobarde, porque ante cualquier gran acción que quieras acometer, ante cualquier buena acción y cualquier gran paso que quieras dar, te asustará diciendo que, si lo haces, pasará esto o lo otro. Wa la harisan (5). No consultes a una persona codiciosa —no le pidas consejo especializado—, porque la persona codiciosa te transmitirá esa codicia. Esto son ejemplos. Lo que significa es que ese carácter moral de una persona a la que consultamos puede influir su juicio de perito y meternos en líos. Por tanto, tengamos cuidado de servirnos de expertos que sean creyentes, que sean leales, que crean en la capacidad interna y nacional del país, que conozca los capitales de la nación. No empleemos a expertos que vayan detrás de invalidadas recetas extranjeras. En ocasiones, hay una receta económica o social o, pongamos por caso, política que se planteó en el extranjero hace cincuenta o setenta años y después quedó invalidada, y luego nosotros vamos, ¡traemos esa receta y la planteamos acá! Tengan cuidado de que el experto no sea así. Por lo demás, el principio del peritaje es muy necesario.
La siguiente idea concierne a la presencia entre la gente. Si por hacer viajes provinciales dicen que fulano es populista, etc., no hagan caso. No es posible enterarse de lo que sucede en la vida de la gente a través de carpetas e informes escritos. Deben ir y ver y oír a la propia gente. Cuando uno va y escucha, ve que hay muchas diferencias con lo que le ha llegado en el informe. No quiero decir que todos los informes estén equivocados, que sean erróneos. No, hay también buenos informes, pero un informe no muestra la realidad. Ahora, cuando queríamos venir aquí, le dije a alguien que había vuelto de la marcha de Arbaín que cómo había sido, si había estado bien, y dijo que, aunque se juntaran todos los ulemas, todos los poetas y todos los sabios no podrían describir ni una milésima parte de lo que allá sucede. Esto me lo ha dicho una persona ahora, hace un rato. Ver las cosas, que uno las vea de cerca, es distinto. Vayan entre la gente. Vayan y traben conversación con la gente, discutan. En algunos lugares, en alguna provincia, en algún pueblo, cuando sea apropiado, vayan a las casas de la gente. En zonas afectadas por terremotos o riadas, vayan a las tiendas de la gente. Vayan a ver, escuchen lo que dicen y decidan entonces conforme a eso. En definitiva, que la presencia entre la gente es algo muy bueno, que son muy buenos los viajes provinciales y que tengan ustedes éxito, Dios mediante.
La siguiente consideración atañe a la justicia. Claro, «justicia» es algo que se repite entre las palabras de todos nosotros. También el doctor Pezeshkián, tanto durante las elecciones y en la propaganda electoral como después o en esta misma reunión nuestra de hoy, ha hablado de la justicia y de su importancia. Y es así. Un servidor no quiere disertar sobre la necesidad de justicia, que para el sistema político, para el sistema islámico y para la Revolución es una obviedad. No es eso de lo que se trata. De lo que se trata es de cómo conseguir esa justicia. ¿Cuál es la manera? Bien, todos nosotros queremos que haya justicia; constantemente se aprueban, se discuten y se aplican leyes, normas, reglamentos, planes, etc. ¿Qué tienen que ver esas cosas con la justicia? ¿Cuánto pueden garantizar esa justicia que queremos y de la que hablamos sin cesar? Hace unos años, yo propuse el «anexo de justicia» (6). Dije que, para cada ley y en cada decisión que quisieran tomar —decisiones importantes, leyes importantes—, elaboraran un anexo de justicia. El mártir Raisí avanzó algo en esta cuestión; también él hizo algunas cosas, pero quedó a medias. Quiero hacerles esta recomendación a ustedes: el anexo de justicia es necesario. El anexo de justicia no es un trámite administrativo ni una formalidad, sino algo real. Centros como la Organización de Planificación —por ejemplo—, que elaboran el Plan, dan forma a las decisiones, deciden, preparan las leyes, escriben los proyectos de ley del Gobierno, regulan…, deberían hacer una supervisión —ya sea por parte de ellos mismos o de personas designadas por el presidente de la República Islámica— y ver cuánto efecto tiene esa ley o ese plan sobre la brecha social, si la reduce o la incrementa, si tiene efecto sobre ella o no, si hace que disminuya la diferencia de clases o que aumente. Deberían supervisar eso y, si ven que tal plan hace que la diferencia de clases aumente, eliminar el plan o esa parte del plan. El anexo de justicia es eso, no que anexemos un papel a nuestra ley para poner unas condiciones. No, ha de estar en la propia ley. No es tarea fácil; es una tarea difícil, es un trabajo arduo. Por otra parte, he sabido que un grupo de virtuosos y entendidos jóvenes universitarios ha preparado un software para esta tarea, al que si quiere pueden remitirse y pedírselo y, si es aceptable para ustedes, usarlo. De todos modos, la justicia es algo que no puede hacerse realidad con palabras, requerimientos, solicitudes, repeticiones, amenazas y cosas así. La justicia requiere acción, requiere motivación, requiere meterse en harina. Afortunadamente, la motivación existe. Yo veo que él (7) posee la motivación para acometer esta tarea. Pues muy bien, encuentren la manera. Ocúpense de ver cómo se puede implementar la justicia. Actúese de manera que ningún directivo ni responsable gubernamental pueda obrar en contra de esa manera que conduce a la justicia.
Siguiente punto a considerar: respetar las prioridades. Disponemos de poco tiempo y de poco dinero, pero tenemos mucho trabajo. Vean ustedes cuáles son las prioridades. Son de dos tipos: prioridades en obras de infraestructuras, obras básicas, y prioridades que son tareas urgentes. Algunas de las prioridades tienen que ver con tareas urgentes, y esas deben resolverse adecuadamente de alguna manera dentro de la sociedad: la carestía, la inflación, etc. Otras cuestiones son cosa de infraestructuras. Si no las hacemos hoy, tendremos que empezar dentro de diez años. Que algunos alberguen dudas a propósito de la energía atómica y de su utilidad es debido a falta de atención. En definitiva, este país no puede privarse de ese avanzado medio científico y técnico del mundo. Si no empiezan ustedes hoy, tendrán que empezar dentro de diez años, con diez años de retraso.
He apuntado, por ejemplo, a la ubicación geográfica. El Gobierno tiene ahora planes respecto a los corredores Norte-Sur y Este-Oeste, de los que el Norte-Sur es por otra parte el más importante. Esto es trascendental. Nuestro norte está conectado a un conjunto de países que conducen a Europa y a otros lugares, y en nuestro sur está el mar, el océano Índico y el conjunto de Asia con su grandeza. Nosotros estamos aquí en medio. Esta es una prioridad; una prioridad infraestructural. No puede ignorarse, hay que ocuparse de ello. De este tipo son las prioridades infraestructurales que tenemos.
Entre las prioridades más considerables está también la cuestión de la seguridad alimentaria. En relación con la seguridad alimentaria, es muy relevante la cuestión de la autosuficiencia en trigo, es muy importante el modo de uso del agua en la agricultura. Algunos poseen métodos nuevos. He oído que algunos han ido a plantearlo al doctor Pezeshkián. Es posible que al principio presente ciertos problemas y que salga caro, pero con toda certeza es prometedor. Esas cosas debemos perseguirlas; se trata de obras de infraestructura. Son estas nuestras prioridades.
En este orden de cosas está el desarrollo del petróleo, ya sea en los sectores de abastecimiento, en los que se encuadran los pozos y los nuevos métodos de extracción de crudo que se presentan a nivel mundial —campos en el que nosotros estamos rezagados y debemos aprovechar nuestros medios tanto como sea posible y hacernos con esos métodos—, o en los sectores de transformación, como las refinerías o como la obtención del producto final. Hoy, nuestro producto final en el petróleo es por ejemplo la gasolina o el gasóleo, cuando el producto final no es ese. Hay otras cosas, según se dice, que podemos obtener. Estas son prioridades a las que haría falta, Dios mediante, que se preste atención.
La siguiente consideración que he anotado —que es la octava— se refiere al ciberespacio. Es un mundo nuevo, el ciberespacio —ustedes sin duda lo saben mejor que yo—. El espacio virtual ya no es virtual; hoy es una realidad en la vida de la gente, que día tras día avanza. Lo importante es que en el ciberespacio haya una administración regulada por leyes. Por eso ha dicho a veces un servidor que el ciberespacio está dejado, desatado. Administración conforme a la ley. Si no tienen ustedes una ley, créenla y tomen las riendas conforme a esa ley. En todo el mundo hacen eso. ¡Ya lo ven! Como a ese pobre joven al que los franceses… [han detenido] (8). Es tanto y hasta tal punto llegan el rigor y la severidad que atrapan al tipo, lo encarcelan y lo amenazan con aplicarle una pena de veinte años. Eso es porque ha atentado contra su administración. Atentar contra la administración no es aceptable. Tienen a su disposición un país, respecto del cual tienen ustedes deberes, respecto del cual tienen ustedes una misión. No se puede atentar contra su administración; no se puede vulnerar. La cuestión es esa. A propósito del ciberespacio, yo ya he hablado y he dicho en qué me baso, y lo había dicho ya. Algunos lo explican o lo entienden de otra manera, o no lo quieren entender, pero lo que yo digo es esto: el ciberespacio del país debe regularse, y entonces se convertirá en una oportunidad. Si conseguimos ejercer una administración regulada por leyes en el ciberespacio, este se convertirá en una oportunidad para el país. De lo contrario, puede convertirse en amenaza.
En relación con esto, déjenme que saque a colación la cuestión de la inteligencia artificial, a la que ya hice una alusión otra vez en una de estas mismas reuniones (9). Vean ustedes hoy la asombrosa velocidad [en el avance] de la inteligencia artificial. Queda uno asombrado por la velocidad que ha tomado en el mundo esta extraordinaria tecnología y cómo está avanzando. Bien, nuestros distintos organismos —militares como civiles— están utilizando y beneficiándose de inteligencia artificial, pero que eso no nos lleve a engaño. En materia de inteligencia artificial, ser usuario no es una ventaja. Hay capas en profundidad en esa tecnología que deben dominarse. Esas capas están en manos de otros. Si no logran ustedes asegurar las capas profundas y diversas de esa tecnología de la inteligencia artificial, estos crearán mañana para la inteligencia artificial una agencia del tipo del Organismo Internacional de la Energía Atómica, para lo cual están ahora haciendo los preparativos, y les dirán que si llegan ustedes a tal estadio deben ustedes pedir permiso para utilizar tal parte de la inteligencia artificial ¡y que no tienen derecho a acceder a tal otra parte! Es así. Detrás de esas cosas andan los listillos del mundo, los oportunistas y quienes aspiran al poder en el mundo: crearán una agencia de la inteligencia artificial, y entonces ya no les permitirán franquear tal área. Ustedes mismos deben alcanzar las técnicas profundas de este campo. Deben ustedes ir en pos de esas capas infraestructurales de la inteligencia artificial dentro del país. Dios mediante, aquellos que son responsables de estas cuestiones deben ocuparse de ello. En el decimotercer Gobierno se creó un organismo llamado Organización Nacional de Inteligencia Artificial, supervisado por el presidente de la República Islámica. Fue una labor positiva que, en fin, ahora a quedado a medio hacer. Si ese mismo organismo prosigue su labor bajo la supervisión del propio Sr. presidente, hay grandes esperanzas, Dios mediante, de que esa labor siga avanzando de la misma manera, como se ha dicho.
La consideración siguiente concierne a la economía, campo este del cual yo no tengo ya mucho que contar. Lo que me dicen numerosos expertos dignos de confianza sobre la economía es que la clave de la resolución de los problemas económicos del país está en la producción, del lado de la oferta. Si conseguimos impulsar la producción, se resolverá la cuestión de la inflación, se resolverá la cuestión del empleo, se resolverá la cuestión del valor de la divisa nacional. La producción hay que tomarla en serio. Si queremos que el país avance en producción nacional, se necesita la ayuda del Estado. Sin la ayuda del Estado no se puede. Esa misma mejora del entorno empresarial y esas cosas que se dicen siempre se tienen que poner en práctica. Hace unos meses vino a reunirse conmigo un grupo de empresarios de estos y dijeron algunas cosas (10). Cuando uno escucha lo que dicen, las capacidades que hay a disposición de estos empresarios nuestros son verdaderamente asombrosas. Pueden trabajar bien. A veces han hecho cosas aparentemente imposibles. Se han lucrado, se han beneficiado y han beneficiado también al país. Y todos ellos repiten que necesitan la ayuda del Estado, que el Estado debe ayudarlos.
Otro punto es la importante cuestión de la demografía, del envejecimiento prematuro del país, que es tan [importante]. Hace cuarenta años, nuestra tasa de crecimiento democráfico era del 3,5 %, que es una tasa muy elevada. Bien, algunos se azoraron y establecieron ciertas regulaciones, crearon ciertas restricciones. Ahora, aquella tasa nuestra no es ya que no sea del 3,5 % —aunque no lo sé con precisión, no tengo datos nuevos—. Será como un 0,5 %, un 1 %, algo así ¡y nosotros pretendemos seguir aplicando aquellas regulaciones! ¡Eso no puede ser! Las reglas han de ser flexibles. Hay momentos en que la población crece sin control y se la frena; bien, pero en otro momento la población se detiene o empieza a retroceder y el país comienza a envejecer. Ahí tienen que cambiar inmediatamente las regulaciones, conforme a lo que necesita el país. Yo ruego encarecidamente al doctor Zafarqandí, excelentísimo ministro de Sanidad, que personalmente insista en esta cuestión, que se ocupe de este asunto. Ocúpense de verdad de este asunto y no dejen que persistan los obstáculos a la reproducción y la natalidad, que lamentablemente son numerosos; háganse con el completo dominio de estas cosas. Muchos de ustedes hicieron en su juventud cosas avanzadas que es posible que hoy no puedan hacer. Pues bien, en el país necesitamos jóvenes. Si, Dios no lo quiera, el país sufre ese destino amargo y penoso que es el envejecimiento de la población, no habrá ya remedio alguno. Hoy son muchos los países que se ven afectados. Esto, sobre la cuestión de la demografía.
Otra cuestión es no temer los obstáculos. Quería yo decirles esto a los señores y señoras: no hay ninguna tarea sin obstáculos. No encontrarán ustedes ningún plan sin escollos que se interpongan en el camino. Obstáculos hay siempre. Hay quienes, cuando se topan con un obstáculo, optan en primer lugar por la retirada. Es un error. Intenten superar el obstáculo; intenten rodearlo. Una vez que lo hayan intentado todo, a veces uno tiene que hacer una retirada táctica —nada que objetar—, pero no debe suceder que nos topemos con un obstáculo e inmediatamente reneguemos de nuestra palabra, de nuestro parecer, de nuestro plan. No teman los obstáculos. Y esta era mi siguiente recomendación.
No pongan esperanzas en el enemigo. Ya ha hecho una alusión el Sr. presidente, y ayer o anteayer la hizo al parecer también el excelentísimo Sr. ministro de Exteriores (11). No debemos poner esperanzas en el enemigo. No esperemos conformidad con nuestros planes por parte de los enemigos y de quienes nos son hostiles. Esto no contradice que en alguna cosa interactuemos con ese mismo enemigo. Nada lo prohíbe, pero no pongan esperanzas en él; no confíen en el enemigo.
Lo último que quisiera decirles para este período de su mandato es que presten toda la atención que puedan a su espiritualidad. Queridos míos, todos estamos necesitados de un corazón lleno de fe, de actos de adoración y de mayor familiaridad con el Corán y con la súplica a Dios. Verdaderamente necesitamos todo eso. A lo que yo los invito de modo especial es a orar con humildad, a orar a primera hora, a orar dentro de lo posible en congregación. Si pueden, recen en su entorno laboral, recen con sus empleados; es mucho mejor. Son ustedes un modelo para cierto grupo de gente. En primer lugar, para sus propios empleados, y además la gente los observa. Su conducta, su indumentaria, su rostro son tomados como modelo por mucha gente. Ténganlo en cuenta. Ustedes deben hacer y atenerse a ciertas cosas que quizá una persona corriente no tenga necesidad de respetar. Esta recomendación no se la hago a todo el mundo, pero a ustedes sí, porque son un modelo, porque a ustedes los observan, de ustedes aprenden y su comportamiento da forma a una serie de comportamientos en el país. Pidan a Dios y suplíquenle que los ayude. Si pueden y tienen la suerte de hacer rezos supererogatorios —en particular el de la noche— y de levantarse al alba, es mucho mejor. El alba es muy buen momento para estar a solas con Dios Altísimo, para hablarle y para pedirle. Están entrando ustedes en el ámbito del servicio, en el campo del servicio. Propónganse, formulen la intención de acercarse a Dios. Luego, eso de que quizá digan que si fulano es un gazmoñero son insidias del demonio. Hay algunos que, en cuanto uno les dice algo, responden que, si hacen eso, dirán que son unos gazmoños, que simulan. Bueno, ¡pues que digan! En mi opinión no hay que sucumbir, no hay que quedar preso de esas insidias. Encuéntrense con Dios, establezcan un pacto, cúmplanlo y Dios preservará su reputación, si Dios quiere, les dará honor, los hará ascender y les dará prestigio.
Quiera Dios Altísimo bendecir la suerte de todos ustedes. Se ha hecho un poco largo, pero Dios mediante habrá sido útil y efectivo y podremos todos trabajar juntos para este país, para esta gente y para el Islam, Dios mediante.
Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.
Notas
(1) Al comienzo de la reunión, intervino el doctor Masud Pezeshkián, presidente de la República Islámica de Irán.
(2) Alabado sea Dios, Señor de los mundos, y vayan las bendiciones y la paz para nuestro maestro y profeta Abulqásim al-Mústafa Muhammad y para su familia excelsa y purísima, en especial para el Imam de la Época.
(3) El Sr. Hosein Amir Abdolahián.
(4) La cumbre de la elocuencia, epístola XXXI.
(5) La cumbre de la elocuencia, epístola LIII.
(6) En el discurso del primer encuentro con el XIII presidente de la República Islámica y su gabinete (28/08/2021).
(7) El presidente de la República Islámica.
(8) Referencia a la detención por la policía francesa de Pável Dúrov, director general del medio social Telegram, acusado de no cooperar con las autoridades judiciales y no actuar frente a acciones criminal de algunos usuarios de dicha plataforma.
(9) Discurso del 28 de julio de 2024, en el acto de ratificación del XIV mandato presidencial de la República Islámica de Irán.
(10) Encuentro del 30 de enero de 2024 con productores y actores económicos.
(11) El Sr. Seyed Abbás Araqchí.