«La operación Tormenta de Al-Aqsa acontecida el pasado 7 de octubre era exactamente lo que necesitaba la región. Nuestra región necesitaba esa operación (...). Un vasto plan general diseñado por Estados Unidos, junto con elementos sionistas, con sus secuaces y con algunos gobiernos de la región, conforme al cual iban a cambiar las relaciones y ecuaciones regionales; se ajustaría la relación del régimen sionista con los Estados de la región de acuerdo con los deseos del propio régimen sionista, lo que implicaría el dominio del régimen sobre la política y la economía de toda Asia Occidental, e incluso todo el mundo islámico. Habían diseñado un vasto programa que daría ese resultado y habían impulsado ese plan con muchos preparativos. Estaba detrás del plan Estados Unidos, estaba Inglaterra, estaba la comunidad de los sionistas del mundo (...). No faltaba nada para que ese plan y el plan de largo plazo llegaran a la fase de puesta en práctica. En tan delicado momento comenzó el ataque de la Tormenta de Al-Aqsa, echando por tierra todos los planes del enemigo (...). Cuando ustedes ven al régimen sionista atacar con esa intensidad y esa crueldad a la gente indefensa de Gaza, se trata de una reacción de cólera del régimen por la cancelación de ese plan» (