En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso (1). 

Al-hamdu li-l-Lahi Rabbi-l-Alamín, wa-s-salatu wa-s-salamu ala sayídina wa nabíyina Abi-l-Qásimi-l-Mústafa Muhámmad wa ala álihi-l-atyabina-l-atharina-l-muntayabín, al-hudati-l-mahdiyina-l-maasumín, sáyama Baqíati-l-Lahi fi-l-Ardain (2).

Quisiera expresar mis condolencias por el martirio del gran benefactor del universo, y en especial de nosotros los iraníes: el Imam Compasivo Alí ibn Musa Al-Reza (con él sean las bendiciones y la paz). También esta congregación es, además, una gracia de aquel eminentísimo hombre que ha propiciado la oportunidad para nosotros de poder celebrar esta reunión, este encuentro, de formar este cálido y fervoroso círculo. Diré unas palabras sobre el Imam Compasivo, el honorable Abu-l-Hasan al-Reza (con él sean las bendiciones y la paz), y también unas palabras en relación con los asuntos de actualidad en curso.

En la vida de Alí ibn Musa al-Reza (la paz sea con él), ocurrieron una y otra vez grandes acontecimientos, uno de los cuales fue su venida desde Medina a Tus y a Merv, a Jorasán, igual que hubo también otros acontecimientos diversos en la vida de aquel gran hombre. El resultado de aquel viaje a Jorasán fue un conjunto de beneficios y ventajas para la escuela de la Ahlul Bayt (la Familia del Profeta); es decir, que si bien el viaje fue forzado y aquel gran hombre no se dirigió a Jorasán por su propia voluntad, Dios Altísimo bendijo el periplo, y los acontecimientos que ocurrieron —tanto durante el propio viaje como después del martirio del imam— fueron de gran envergadura; señalaré dos casos.

Uno de ellos es la extraordinaria difusión de la escuela de la Ahlul Bayt, que estaba aislada; estaba oprimida. Tras el martirio del imam Husain (la paz sea con él), cualquiera que fuese el punto del mundo islámico de aquel entonces en que se encontraran, la vida de los chiíes se veía afectada por numerosos problemas: problemas físicos, problemas de subsistencia, problemas espirituales. Gradualmente —un poco en tiempos del imam Baqir, más en la época del imam Sadiq más, y más aún en la época del honorable imam Kadim—, aquel estado de aislamiento se redujo, pero en tiempos de Alí ibn Musa al-Reza (con él sean las bendiciones y la paz), la escuela chií se difundió por el mundo islámico.

La sensación que uno tiene a partir de los hechos históricos es que, con aquel viaje, con aquel acontecimiento, los chiíes y seguidores de la escuela de Ahlul Bayt adquirieron una fortaleza de espíritu tal que pudo preservar el chiismo. Han pasado desde entonces unos mil doscientos años; día tras día, los seguidores de la escuela de la Ahlul Bayt han crecido en número —tanto chiíes como no chiíes que creen en las enseñanzas de la Familia del Profeta, ya que hay muchas personas así, que no son formalmente chiíes, pero creen en las enseñanzas y los principios intelectuales de la Ahlul Bayt (la paz sea con ellos). Eso es gracias al viaje de Alí ibn Musa al-Reza. Un punto es ese: que ese es un beneficio y una de las consecuencias del venturoso viaje del imam Reza (la paz sea con él) de Medina a Jorasán. Tanto la presencia de aquel gran hombre como los hechos que se produjeron, las negociaciones que tuvieron lugar, los debates que se sostuvieron, el comportamiento del imam con Al-Mamún, con la gente, con los responsables del país en aquel entonces… cada uno de todos esos elementos dejó una influencia que engrandeció el chiismo a ojos de la gente y elevó la escuela de la Ahlul Bayt.

La segunda consecuencia en la que deseo hacer hincapié es que la difusión en el mundo islámico de la causa de Ashura y del imam Husain se debe a Alí ibn Musa al-Reza. En otras palabras, que los hechos de Ashura se produjeran entre los seguidores de la escuela de la Familia del Profeta hizo que el chiismo haya sido reconocido como abanderado de la lucha contra la injusticia a lo largo de la historia. Lo sucedido en Karbala fue un acontecimiento que debía echar raíces en los corazones de la gente, y quien pudo iniciar ese movimiento con un salto cualitativo fue Alí ibn Musa al-Reza (con él sean las bendiciones y la paz). Es de gran importancia ese célebre hadiz de Ibn Shabib —Rayyan ibn Shabib— en que [el imam] dice al principio de la narración, que es muy extensa: In kunta bákian li-shay'in fa-bki li-l-Husain alayhi-s-salam (3): «Si vas a llorar por algo, llora por Husain». Ahí se muestra la importancia de lo ocurrido en Karbala. Y luego están las grandes promesas a quienes hacen el peregrinaje del imam Husain, quienes hacen duelo o quienes derraman lágrimas por él: en el Día de la Resurrección, os reuniréis con nosotros, estáis junto a nosotros, etc. Eso está en el hadiz.

Pues bien, al plantearse la cuestión de Karbala, al plantearse el martirio de Husain ibn Alí (con ellos sea la paz de Dios), surge naturalmente esta pregunta: ¿por qué alcanzó el martirio aquel gran hombre? Esa pregunta es la clave de muchas de las enseñanzas sociales del Islam: ¿por qué alcanzó el martirio? ¿Qué suceso fue el que provocó que, unos cincuenta años después del fallecimiento del Profeta, ocurriera tan gran calamidad que alcanzase el martirio un descendiente suyo? ¿Cuál fue ese suceso? Esa es una pregunta fundamental, que puede revelar la relación de los corazones con los acontecimientos de la historia de la humanidad y con los deberes de los musulmanes.

El imam Husain luchaba contra la opresión; el imam Husain no toleraba la injusticia; el imam Husain no aceptaba el dominio de los depravados y libertinos sobre la sociedad islámica, no se sometía. Esos son asuntos muy importantes que surgen de manera natural al plantearse la cuestión de Karbala. Esto, en cuanto al honorable Alí ibn Musa al-Reza (con él sea la paz de Dios): la explicación de lo sucedido en Karbala, en Ashura, se debió a la exposición del imam Reza (la paz sea con él), y eso es de gran importancia.

En cuanto a los asuntos actuales del país, pues bien, se han producido ciertos choques y se le han impuesto a la nación iraní sucesos importantes; se le impuso una guerra [por parte de los sionistas]. Y la nación resistió con toda su fuerza, con todo su poder, captando así la atención del mundo. Con esos sucesos, Irán adquirió a ojos de las gentes del mundo una grandeza particular, una nueva dignidad. Esto, respecto de lo sucedido.

Aquí se plantea una cuestión: ¿cuál es la razón de la hostilidad de Estados Unidos a Irán? Parece una pregunta sencilla, pero es compleja; y la respuesta a esa pregunta es importante, además de ser una respuesta compleja también. Esta enemistad tampoco es de hoy: cuarenta y cinco años hace que los gobiernos de Estados Unidos —de todos los tipos y clases de individuos, personas y partidos diversos estadounidenses que han llegado al poder— han mantenido esta misma hostilidad, estas mismas sanciones, estas mismas amenazas a la República Islámica y al amado pueblo de Irán. ¿Cuál es la causa? En el pasado ocultaban esa razón con diversos pretextos: el terrorismo, los derechos humanos, la cuestión de la mujer, la democracia… Con esas cosas. O bien, si hablaban de ello, lo hacían de una manera aparentemente presentable: «Queremos que cambie el comportamiento de Irán». Antes hablaban así; pero ese señor que está hoy en el poder en Estados Unidos (4) dejó las cosas al descubierto; esclareció su verdadero objetivo: nuestro enfrentamiento con Irán, con la nación iraní, dijo, ¡es para que Irán obedezca las órdenes de Estados Unidos! Y nosotros, pueblo de Irán, debemos entender eso bien; es una cuestión importante. Por supuesto, la expresión que él empleó quizá fuera algo distinta de esto que he dicho yo; puede, por ejemplo, que dijera «que Irán sea obediente». Es decir, que ha aparecido en el mundo un gobierno, una potencia que tiene la pretensión respecto a Irán —¡a Irán, con esa historia, con esta dignidad, con este pueblo!— de que este país, esta historia, esta gran nación con todas sus glorias ¡los obedezca a ellos! Esa es la razón [de la enemistad]; a eso se deben las hostilidades.

Quienes dicen: «¡Señor! No lance consignas contra Estados Unidos, que se enojarán y se convertirán en enemigos», son superficiales, como son superficiales a mi juicio aquellos cuyo análisis es «¿por qué no negocian directamente con Estados Unidos y resuelven sus problemas?». El fondo del asunto no es ese. Este problema no tiene solución. Lo que él exige es que Irán obedezca las órdenes de Estados Unidos, pero el pueblo iraní se siente profundamente ofendido por tan gran insulto y resistirá con toda su fuerza frente a quienes albergan tan errónea expectativa respecto de él. Esta última guerra fue por eso. Impulsaron al régimen sionista, lo instigaron, le mostraron su aprobación y lo ayudaron para que atacara a Irán y, en su imaginación, ¡acabaran con Irán, acabaran con la República Islámica! No se figuraban que, ante esa acción suya, Irán les daría tal puñetazo que los dejaría arrepentidos. Eso, ¡ni se lo imaginaban!

Se figuraban que, con ese ataque, Irán estaba acabado. Vean ustedes, el día 13 de junio Irán fue atacado. Pues un día después, el 14 de junio, un grupo de agentes de Estados Unidos se reunió en una capital europea y empezaron a discutir ¡sobre un reemplazo para la República Islámica! He oído que esto se dijo en televisión hace dos o tres días, [pero] a nosotros nos informaron de ello en el mismo momento. ¡Así de confiados estaban en que ese ataque sacudiría los cimientos de la República Islámica en el país! Estaban confiados en que pondrían al pueblo en contra de la República Islámica; y tan seguros estaban que, un día después de empezar el ataque, se juntaron y discutieron quién, qué gobierno y de qué manera iba a gobernar Irán ahora, después de la República Islámica. ¡Incluso designaron un rey! Designaron un rey para Irán: «¡Fulano será el rey de Irán! Esas ilusiones se hacían sobre sobre Irán. Se imaginaban que, con ese ataque, se crearía una brecha entre el sistema y el pueblo; que el sistema se debilitaría y podrían hacer prevalecer sus ruines y malintencionados objetivos, centrarse en ello y llevar a cabo esa tarea. Sin embargo, el pueblo de Irán —esto lo he dicho muchas veces e insisto en repetirlo—, el pueblo de Irán, manteniéndose firme junto a sus fuerzas armadas, junto al gobierno, junto a la República Islámica, les dio a todos ellos un buen puñetazo en la boca.

Entre ese grupo de necios que se juntaron para buscar un reemplazo para la República Islámica en Irán, había además un iraní; ¡Qué vergüenza de ese iraní que participa en reuniones y actúa en perjuicio de su propio país, en beneficio de los judíos, en beneficio de Estados Unidos! Por supuesto, eso fue antes de que nuestras fuerzas armadas mostraran todo su poder; el primer y el segundo día. Luego, gracias a Dios, las fuerzas armadas pudieron realizar grandes hazañas por las que el pueblo iraní entero debe darles las gracias, y se las agradecemos; y también en adelante, si Dios quiere, la fuerza y capacidad de la nación iraní se incrementará día a día en las fuerzas armadas.

Bien, aquí hay otro punto que también debiera mencionar. La conclusión a la que llegaron los enemigos tras esos acontecimientos es que a Irán no se lo puede poner de rodillas mediante la guerra, con ataques militares; a la República Islámica no se la puede hacer retroceder con esos instrumentos, por esos medios violentos. Cuarenta y cinco años vienen haciendo esas cosas, y la República Islámica se ha fortalecido día tras día. Vieron que la manera de hacerlo es sembrar cizaña en el interior, crear discordia; por supuesto, tienen además agentes dentro del país: los agentes del sionismo, los agentes de Estados Unidos existen en el país, acá y allá. Por medio de ellos, o bien por medio de personas que no prestan atención a lo que dicen y lo que escriben, tratan de crear discordia entre la gente y crear una algarabía en el país. Hoy, gracias a Dios, el país está unido; hoy la gente está unida; hay diferencias de estilo, existen diferencias de opinión en materia política y social, pero en la defensa del sistema, en la defensa del país, en la resistencia frente al enemigo, hoy la gente está unida. Esta unidad los perjudica a ellos; esta unidad obstaculiza sus ataques y sus agresiones, y quieren acabar con ella. Tengan cuidado con esto.

Los buenos oradores, las gentes de la pluma, quienes hablan, quienes escriben, quienes investigan, quienes tuitean… que sean conscientes de lo que hacen. Esta unidad sagrada, esta gran comunidad, este escudo de acero formado por los corazones y la voluntad de la gente no debe ser socavado. Hoy, gracias a Dios, la unidad existe. La gente debe preservarla; deben preservarla los responsables del país, en especial los responsables de los tres poderes que, a Dios gracias, hoy colaboran con la máxima unidad y concordia; la gente debe apoyar a los servidores públicos, apoyar al presidente de la República Islámica. El presidente es trabajador, se esfuerza mucho y es persona perseverante; a elementos así, que tanto trabajan, se esfuerzan y perseveran, hay que valorarlos. La unidad entre la nación y el gobierno, entre los diversos responsables del sistema, entre las fuerzas armadas y la gente, entre el propio pueblo, es algo que debe preservarse con toda el alma; y este es mi consejo irrevocable.

Yo tengo la sensación, por ciertos señales e indicios, de que hoy el mayor esfuerzo del enemigo va dirigido a socavar esta armonía, esta unanimidad, esta concordia, esta colaboración; y eso lo está haciendo hoy el enemigo por distintas vías. ¡Que la gente esté atenta! Por supuesto, es posible que algunos tengan distintas opiniones sobre temas diversos; no hay ningún problema en ello, [pero] que la gente que reflexiona tenga presente que plantear una idea nueva que complemente el acervo de la nación iraní no es lo mismo que socavar, que denigrar. ¡Que no socaven los fundamentos de la República Islámica! Son esos fundamentos los que han hecho que esta nación crezca de este modo, los que han elevado así a este país, los que han dado esta fuerza a este pueblo; esos mismos fundamentos. ¿Quieren dar compleción a esos fundamentos, añadirles algo, mejorarlos? No hay problema, pero no deben socavarse. Que se socaven es lo que quiere el enemigo. Y esa cooperación entre los tres poderes, la cooperación entre la Asamblea, el Gobierno, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y demás debe continuar.

Hoy, nuestro enemigo, ese enemigo que tenemos frente a nosotros —el régimen sionista— es el régimen más odiado del mundo; es el gobierno más odiado del mundo. A los pueblos, el gobierno sionista les resulta abominable, lo odian; y los gobiernos condenan a ese estado, el estado sionista. Vean ustedes cómo los jefes de gobierno de Occidente, que siempre han apoyado al régimen sionista, hoy lo condenan. Por supuesto, es una condena verbal; eso no basta. Una condena verbal no sirve de nada. El crimen que están cometiendo hoy los jefes del gobierno sionista carece, en mi opinión, de precedentes en la historia. ¡Matar niños de hambre y de sed! ¡Asesinar a niños mediante el hambre y la sed! Acribillar a balazos a niños que han ido a un lugar a buscar comida, hasta donde un servidor tiene conocimiento de la historia mundial, es algo sin precedentes. Esos crímenes han horrorizado a los pueblos; hay que oponerse a ellos, y oponerse no solo de palabra, no diciendo los gobiernos «¡estamos en contra, los condenamos!». Incluso el gobierno de Francia, el gobierno de Inglaterra y otros los han condenado; eso no sirve de nada. Habría que cerrar las vías de ayuda al régimen sionista; cerrar las vías de ayuda al régimen sionista. Lo que hoy lleva a cabo el valiente pueblo de Yemen es correcto; es eso lo correcto. Frente al crimen que cometen los líderes del régimen sionista, no hay otro camino que bloquear por completo las vías por las que les llega ayuda, por todos lados.

Nosotros, por supuesto, estamos totalmente dispuestos a acometer cualquier acción que para la República Islámica resulte posible, cualquier acción que sea viable, y tenemos la esperanza de que Dios Altísimo bendiga el avance del pueblo iraní, el avance de quienes en el mundo quieren justicia; que extirpe de raíz de este abismo ese penetrante y mortífero cáncer que es el sionismo y que despierte a las naciones musulmanas y las una, Dios mediante.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones.

Notas

(1) Al comienzo de la ceremonia, dos recitadores de elegías religiosas hicieron la alabanza del imam Reza (la paz sea con él).

(2) «Alabado sea Dios, Señor de los Mundos, y que la paz y las bendiciones sean con nuestro maestro y profeta, Abulqásim al-Mústafa Muhammad, y con su familia, los más excelsos, los más puros, los elegidos, guía de bien guiados, inmaculados y, especialmente, con el Imam de la Época».

(3) Sheij Saduq, Kitab al-amali, vigésimo séptima reunión, pág. 130.

(4) El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.