La mentalidad de cierto número de personalidades está invadida por un colosal sofisma, según el cual, un país llamado Israel sería una realidad desde hace sesenta años y habría que ir acostumbrándose a él. Yo me pregunto por qué no van a aprender la lección de otras realidades que ocurren ante sus ojos. ¿Acaso los países de los Balcanes, el Cáucaso y el sudoeste de Asia no han recuperado sus identidades propias después de 80 años de dependencia y de haber quedado transformados en parte de la antigua Unión Soviética? ¿Por qué no debería Palestina, que es parte del mundo islámico, recuperar su identidad propia islámica y árabe? ¿Y por qué no podrían los jóvenes palestinos, que están entre los jóvenes árabes más inteligentes y resistentes, hacer realidad su voluntad frente a esa realidad injusta? La otra gran falacia se expone cuando se dice que la negociación es la única forma de salvar al pueblo palestino. ¿Negociación con qué interlocutor? ¿Con un régimen usurpador, opresor y desviado, que no cree en más principio que la fuerza? ¿Qué han ganado quienes se han contentado con ese instrumento de seducción y engaño? En primer lugar, el estatuto de Autoridad Autónoma que han logrado obtener de los sionistas —sin entrar en lo humillante y ofensivo que es— se pagó a un alto precio, como es reconocer al régimen usurpador como propietario de casi toda Palestina. En segundo lugar, incluso el ejercicio de esa pequeña autoridad ha sido pisoteado en distintas ocasiones con pretextos diversos. El encierro de Yaser Arafat en su oficina de Ramalá, así como las humillaciones y tratos denigrantes que se le impusieron, no serán olvidados con facilidad. En tercer lugar, tanto con Yaser Arafat como sobre todo después de él, los sionistas han estado tratando a los líderes de la Autoridad Autónoma como si fueran sus gendarmes, encargados de perseguir y arrestar a los combatientes palestinos, de imponer controles policiales y de información, y han sembrado las semillas del odio entre los grupos palestinos para oponerlos entre sí. Y, en cuarto lugar, ese pequeño logro finalmente alcanzado se debe a la Yihad de los combatientes y a la resistencia de hombres valientes y mujeres pacientes. Si no hubiera Intifadas, los sionistas jamás aceptarían ese pequeño logro, a pesar de la disposición de los presidentes palestinos tradicionales a hacer concesiones.