En el encuentro, celebrado en vísperas de que empiecen a partir peregrinos hacia la Sagrada Casa de Dios, su eminencia ha descrito el Hach como «una pequeña muestra de la más excelsa sociedad islámica», en la que se aúnan «la elevación moral, intelectual y espiritual, la imploración, la modestia y el progreso material».

Entre los distintos aspectos del Hach, el ayatolá Jameneí ha resaltado igualmente «valores de la vida social del Islam como la unidad, la hermandad y la igualdad» y ha evocado distintas etapas del peregrinaje, como las congregaciones en Arafat, en Mashar al-Haram y en Mina, y las procesiones, circunvalaciones e idas y venidas ceremoniales, en todo lo cual ha señalado «una regia exhibición de moral, fraternidad y tolerancia».

Sobre las dimensiones políticas del gran evento anual, el líder de la Revolución ha expresado su disconformidad con quienes llaman a no politizar el Hach y ha recalcado que esas dimensiones forman parte de «la voluntad y los preceptos del Islam». «La unidad, la defensa de los oprimidos, como los pueblos palestino y yemení, y el rechazo de la idolatría son todas cuestiones políticas conformes con las enseñanzas islámicas, por lo que las dimensiones políticas del Hach no son sino deberes religiosos y componentes de la adoración», ha insistido.

En particular, el ayatolá Jameneí ha hecho hincapié, como deber religioso y «tarea necesaria», en la necesidad de marcar las distancias con los idólatras. «Por este motivo insistimos en que ese deber se cumpla año a año de la mejor de las maneras posibles», ha explicado.

Por otro lado, su eminencia ha aclarado que tales dimensiones positivas del Hach no son la única manera de politizar, sino que hay también modos de politizar el peregrinaje «irreligiosos e incluso diabólicos», como justamente proscribir la expresión de disgusto respecto a EE. UU. en el encuentro de los musulmanes del mundo, o que de manera similar se manifieste el rechazo a los idólatras.

El Hach, ha insistido el ayatolá Jameneí, debe servir para crear afecto y fraternidad entre los musulmanes, para lo cual los peregrinos iraníes deben, ha señalado a los organizadores persas del peregrinaje, «además de exhibir un comportamiento razonable, juicioso, respetable, digno y decoroso» que honre a la nación y la identidad iraníes, así como a la República Islámica, participar junto a sus hermanos y hermanas en los rezos colectivos de la gran mezquita de La Meca y la mezquita del Profeta. «Al aprovechar la valiosa y excepcional oportunidad del Hach, los peregrinos deben, a la vez que prestan atención a las dimensiones sociales, políticas y morales del evento, respetar su propia dignidad de fieles que reconocen la importancia de esos ritos abrahámicos», ha recalcado.

Por otro lado, el líder de la Revolución ha hecho referencia a la grave responsabilidad que tienen las autoridades saudíes de garantizar la seguridad de los participantes en el Hach «sin crear una atmósfera de represión policial y respetando la intimidad y dignidad de los devotos».

Pasando a comentar la situación actual de las naciones musulmanas, el ayatolá Jameneí ha observado que la «brutal ofensiva de los tiranos del mundo» contra ellas se extiende a una pluralidad de ámbitos, entre los que ha citado el político, el social, el cultural, el económico y de la seguridad, y ha considerado que esa ofensiva «refleja la profunda hostilidad a la sabiduría islámica» de las potencias tiránicas.

Sin embargo, «la fidelidad de las sociedades islámicas a los fundamentos y la Sharía del Islam, así como su rechazo a rendirse a la intimidaciones, llevarán a la victoria, el progreso, el bien y la salvación de la Umma islámica», ha prometido el líder de la Revolución.

«En el plano interno es igual: allá donde, fuera cual fuera la cuestión, hemos sido más fieles a los fundamentos y términos del Islam, más se ha beneficiado nuestra situación de la ayuda divina; y allá donde hemos descuidado esos principios, ese descuido se ha vuelto contra nosotros», ha recordado.

Por fin, el ayatolá Jameneí ha vinculado el progreso y dignidad futuros de los musulmanes a su propio esfuerzo y colaboración mutua. «Por la gracia de Dios, los bestiales y feroces enemigos de la nación iraní y de la Umma islámica acabarán por hincar la rodilla frente al Islam», ha vaticinado.