Recibí, a través de sus familias, cartas de algunos presos de guerra (de la guerra de Saddam contra Irán) (…). Las familias nos las traían cuando se dieron cuenta de que venían dirigidas a mí. Respondí muchas de ellas. Nos escribían para decir que no debíamos dejarnos chantajear y pagar un rescate por su libertad.
Eso es lo que escribían los cautivos. Es de extrema importancia para una nación que aquellos que están presos del enemigo escriban a su Gobierno diciéndole que quieren ser liberados con dignidad, en lugar de actuar como descreídos, suplicándonos una y otra vez que hagamos algo para que los suelten.
Nos escribían diciendo que no querían que nos humillásemos ante el enemigo por su libertad. Tales situaciones hemos tenido; son parte del registro de nuestro honor nacional, y quedarán a salvo para siempre. Por parte de las familias y del pueblo era igual. Aunque los padres, madres, esposas e hijos sufrían, nunca crearon problemas a las autoridades ni las presionaron.
Sabían que las autoridades estaban trabajando con ahínco para que los presos fueran liberados con dignidad y honor; algo que Dios Todopoderoso nos ayudó a conseguir. Fue voluntad divina. Todo logro que realizamos se debe al deseo y la voluntad de Dios.
Nosotros hacemos poca cosa (sin Él). Evidentemente, los hermanos de la Administración se esforzaron mucho, pero fueron la gracia y la voluntad de Dios las que prepararon el terreno e hicieron que sucediera. Fue voluntad de Dios, y así seguirá siendo en el futuro.
Imam Jameneí, 26 de agosto de 1990