En nombre de Dios, el Clemente y Misericordioso

Alabado sea Dios, Señor de los mundos; la paz y las bendiciones sean para nuestro señor Muhammad y su familia purificada, en especial lo que queda de Dios en la tierra. La paz sea con Al-Husain, con Ali ibn al-Husain, con los descendientes de Al-Husain y con los compañeros de Al-Husain, que dieron su sangre antes de Al-Husain (con él la paz).

Sean ustedes muy bienvenidos, queridos jóvenes, ustedes que son la esperanza para el futuro de nuestro país. Me alegra que Dios el Altísimo nos haya dado este año también la gracia de poder organizar esta reunión, estar con ustedes y escucharlos. Las ponencias que se han hecho han sido muy buenas. Esa es mi valoración de las disertaciones: muy buenas. En lo que se ha expresado hay puntos que merecen atención. Quizá un servidor no esté de acuerdo con algunas partes, pero me es muy placentero un joven de los nuestros se pare a pensar en un asunto que le importa para hablar sobre él, trabaje sobre el tema y lo exprese con tan buena oratoria. Realmente, hay que ver a estos jóvenes y sus cualidades. Sepan que, si fuera posible que de este grupo suyo fueran hablando todos, uno a uno, yo me sentaría a escucharlos, pero por desgracia no es factible. Aun así, mucho de lo dicho ha sido positivo.

Bien. Se han dicho varias cosas que deben ser objeto de seguimiento. Yo voy a pedir a mi despacho y a los señores que están al cargo del despacho que lo hagan. Eso no consiste, sin embargo, en una orden que yo pueda dar a los distintos organismos. La responsabilidad es de los organismos, que están al cargo y deben llevar a cabo su tarea. La nuestra no es dar órdenes, sino recomendar, orientar, insistir y dar seguimiento. Dios mediante, estas cosas se harán. Una o dos de las intervenciones han sido relativas a asuntos del Ministerio de Sanidad. Que se ocupen de ello, con la ayuda de Dios. Otra, al Consejo Superior de la Revolución Cultural, cuyo ilustrísimo secretario general está aquí presente. La cuestión de la firma de esas resoluciones debe atenderse sin falta. Otra concierne a una firma de resoluciones del Consejo Superior de Enseñanza. Está aquí el excelentísimo señor ministro; ocúpese sin falta de ello. Otra cuestión es la de la vacuna de la hepatitis, a la que se ha referido ahora al final ese estimado joven. Eso debe atenderse sin falta, y al resto de las gestiones les daremos seguimiento nosotros para que se lleven a cabo.

El avance científico iraní debe continuar

Lo importante, queridos, es que el avance científico que ha empezado en el país desde hace unas dos décadas a esta parte continúe. En algunas disciplinas científicas nuevas estamos en los primeros puestos a nivel mundial: entre los diez primeros ―quinto, sexto, etc.―. Esto es un honor, pero no debemos contentarnos en modo alguno. Es cierto que vamos adelantados, por ejemplo, en nanotecnología, en biotecnología y en algunos otros campos, pero no basta. El progreso de la ciencia lleva un ritmo acelerado, y nosotros llevamos muchos retrasos acumulados del pasado. Por lo tanto, debemos seguir esa aceleración que existe en el avance científico. Es cierto que hasta ahora se ha trabajado bien. En estos 16 o 17 años en que hemos estado ocupados y entretenidos encargándonos de estas tareas, uno ve que se ha avanzado en la ciencia, en las tecnologías derivadas del progreso científico y en ese ciclo al que me he referido varias veces en distintas reuniones, que llega hasta la producción de riqueza, es decir, la comercialización. En eso también se ha avanzado. Ayer hubo aquí una exposición. Yo fui dos horas a ver los trabajos que se han hecho, y vi las empresas basadas en el conocimiento que estuvieron aquí, el entusiasmo y la confianza en sí mismos que se desprendía de sus palabras, de sus movimientos y de los trabajos que habían realizado. Es algo muy afortunado. Son entusiastas y confían en sí mismos, están convencidos de su capacidad y de que van a avanzar, y tienen la motivación necesaria para hacerlo. Además, ahí había treinta empresas, de varios miles de empresas basadas en el conocimiento que tenemos; conforme a los datos que me dan, unas cuatro mil y pico empresas de ese tipo. Es poco. El país debe llegar, de esas cuatro mil, a cuatrocientas mil o más en un período limitado y predeterminado. Eso requiere ciertas condiciones, claro está, y especificidades a las que ahora me voy a referir en parte.

Primero, debe disponerse la infraestructura jurídica de esas empresas basadas en el conocimiento. Hoy por hoy mucha de esa base jurídica no está clara, según se desprendía de lo que han dicho algunos aquí. Esto es tarea del Gobierno, el Parlamento y los responsables competentes; que se ocupen y lo aclaren. En palabras del hermano que ha hablado, hay empresas orientadas a la rentabilidad y empresas orientadas a un cometido. Hay que definirlas, determinar qué debe hacerse y aclarar sus contornos y sus límites.

Hay que retirar los obstáculos, algunos de los cuales se han mencionado. Ayer me plantearon aquí mismo a mí ese asunto de los seis meses del que se ha hablado ahora. Los de una de estas empresas basadas en el conocimiento me dijeron que habían construido un producto que tenían allí ―un producto muy destacado, excelente― en ocho meses, que es un plazo extremadamente corto para un producto semejante. Tardaron ocho meses en construirlo y seis en obtener el permiso. Esto quiere decir que un permiso que debería emitirse, por ejemplo, en una semana, tarda seis meses. Eso hay que eliminarlo. Son estas cosas las que obstaculizan el emprendimiento económico. La reforma del entorno empresarial en la que ha insistido una y otra vez un servidor implica que se retiren esos obstáculos al trabajo y que no tengan lugar esas duplicidades impropias. Del mismo modo, debería acabarse con los monopolios; en lo dicho por esos señores estaba también la cuestión de los monopolios.

Bien, traigo varios asuntos anotados de los que les voy a hablar.

El documento estratégico para asuntos relativos a los talentos selectos del país

Uno es que tenemos un documento estratégico para asuntos relativos a los talentos selectos del país que ha sido ratificado por el Consejo Superior de la Revolución Cultural. Es un documento excelente y de gran importancia que debe llevarse a la práctica con celo y hacerse realidad. Por ahora se ha hecho realidad una parte del documento, no todo él. Si se implementa en su totalidad, se eliminarán muchos de los problemas a los que se ha hecho referencia en el ámbito del progreso científico, en el de la comercialización de los productos científicos y tecnológicos y demás.

De la aplicación de ese documento debería ocuparse la Fundación de Talentos y, lo digo aquí y ahora, la debería reclamar también el Consejo Superior de la Revolución Cultural. Se trata de una institución de consulta eminente en la que están presentes los presidentes de los tres poderes. Están también en ella varios ministros y personalidades de peso e influyentes. Deben reclamar que ese documento se lleve a la práctica. A nuestro juicio, muchos de los problemas señalados se deben a que no se haya aplicado. Con todo, el documento tiene ya unos años y debe ponerse al día. Sin duda, dados los nuevos negocios que han surgido en la actualidad y los avances científicos que han tenido lugar en el mundo ―y en gran medida también en nuestro país―, el documento requiere una puesta al día. Debe refrescarse y renovarse. Ese era un punto.

La negación y el sabotaje del progreso científico en el interior del país

La segunda cuestión es que en el país existe por desgracia una corriente que mira el fenómeno del progreso científico con mala intención. Esa corriente existe, y se lo estoy diciendo para que ustedes, que forman parte de esa corriente de progreso científico, tengan en cuenta que tienen enfrente una corriente malintencionada y malévola. No desesperen; eso es lo que les quiero decir. Esa corriente, a la que yo denomino «corriente malintencionada» o «malevolente» respecto al progreso científico, una de las cosas que hace es negar de raíz ese progreso. Dicen que tal cosa no existe siquiera. Lo dije en una reunión que hubo hace unos meses ―ahora no recuerdo bien cuándo fue exactamente―, en la que planteé lo sucedido con la Universidad Stanford: tienen la determinación de decir con insistencia que no, que no ha sucedido tal cosa. Es decir, que a la vez que ustedes lo están viendo suceder delante de sus propios ojos ―y que ustedes mismos están realizando ese progreso científico―, ellos lo niegan y dicen que tal cosa no existe. Lo que dicen ustedes de que se cree un eslabón intermedio entre la Universidad y la gente, como ha planteado ahora uno de ustedes, cuando la gente duda… Nosotros estamos aquí venga a insistir en que la labor científica está en marcha y hablando de progreso y de salto científico ―que son una realidad―, y hay unos cuantos que vienen y dicen que no, que eso no ha ocurrido. Por desgracia, esos cuantos realizan esa labor malevolente desde dentro de la Universidad. Claro, a la gente le entran dudas. De manera que una de las labores que hacen es la de negar.

Otra de las labores malévolas que realizan es intervenir para llevarse a los grandes talentos nacionales, que es algo que están haciendo. Disuaden a tal persona brillante de permanecer en el país diciéndole que para qué quedarse, que no pierda el tiempo sin motivo y que no desperdicie su vida, cuando ese individuo es de aquí, es parte de este lugar; cuando el país crece, él crece, y, cuando crece él, crece el país. Él cumple con su deber, pero lo hacen desesperar respecto a la permanencia aquí atrayendo su atención con algo del exterior ―ya sea económico, no económico o incluso imaginario―. Le encuentran un lugar para que se vaya de la universidad en la que está a otro lugar. Esta es otra de las cosas que están haciendo.

Es tarea del Ministerio de Ciencias y del Ministerio de Sanidad cuidar las universidades, limpiarlas, estar alerta, no hacer desesperar a los jóvenes. Luego, cuando se les dice algo, responden que las noticias que reciben fulano o las autoridades en general, en los distintos niveles de la Administración del Estado, están orientadas; que solo se les dicen los aspectos positivos y no los negativos. ¿Cuáles son esos aspectos negativos? Por ejemplo, los plagios científicos o la falta de calidad de muchos artículos. Pues sí, eso sí se dice, y además no es necesario. Ya lo sabemos nosotros. Muchas de esas lacras diversas las ha señalado este mismo servidor en charlas para estudiantes, grupos científicos y universidades: la cuestión de la falta de calidad, la de los plagios científicos, la de la ciencia sin utilidad… Son todo ello problemas que ya habíamos señalado antes nosotros mismos. La mayor parte de ellos los conocemos, pero cuando uno mira los aspectos positivos, se ve que son muchísimo mayores que los negativos. Sí, esos aspectos negativos existen. Tenemos problemas. Ahora estos mismos jóvenes nuestros han estado aquí hablando de algunos de ellos. Este tipo de cuestiones llega mucho a oídos de las autoridades. No es cierto que no lleguen, pero la verdad y la realidad es que la tendencia fundamental del país es positiva y correcta. Hay que ver dónde estábamos en ciencia hace veinte años, y dónde estamos hoy. La diferencia es enorme. Tengo estadísticas de las que daré algunas, si el tiempo lo permite. Y ha sido la maestría de la Revolución la que ha sabido crear esta capacidad en el país y ha dado valentía a hombres y mujeres, a jóvenes y viejos, para adentrarse en territorios difíciles. Esa valentía existe hoy en día. Nuestros jóvenes se atreven sin problema alguno a entrar en campos científicos difíciles y complejos, realizan trabajos importantes y los demás elogian esos trabajos importantes, incluso los enemigos.

Recuerdo que, hace unos años ―también ha pasado hace poco, pero ahora no quiero poner ejemplos recientes―, un escritor y científico sionista escribió algo en una publicación sionista. Me trajeron el artículo tal cual, en momentos en que acabábamos de probar un misil. Decía que él era enemigo de Irán, pero se inclinaba en señal de respeto ante el hombre que había construido ese misil, realizando una obra maestra a pesar del bloqueo, de todos los problemas y del cierre de las puertas a los intercambios científicos. Ese es el juicio de nuestros enemigos, pero esos otros niegan lo evidente.

Según esto que tengo aquí apuntado, hay más de 200 investigadores y científicos iraníes entre el 1 % de los mejores científicos del mundo. Eso es un honor, aunque el terreno, el talento, y la capacidad de los iraníes es muchas veces superior a lo que hemos visto hasta hoy. Con toda certeza, dentro de cinco años lo será mucho más, y aun mucho más dentro de diez.

Y tengan en cuenta este dato, que es importante: aumento de los artículos muy referenciados ―no un único artículo, sino artículos que se citan a menudo como referencia por el mundo―: aumento de los artículos muy referenciados de los científicos iraníes. Si en el año 2010 fueron 72 artículos, en 2018 llegaron 461. Se han multiplicado varias veces en unos años. Esto son cosas importantes, pero ellos lo niegan. Nosotros constituimos más o menos un 1 % de la población mundial, un 1 % de la geografía mundial y un 1 % del espacio construido, pero nuestra producción científica es el 2 % o está cerca del 2 % de la mundial, es decir, que producimos el doble de ciencia de lo esperable del país.

En definitiva, hasta la fecha se ha venido empleando la capacidad de conocimiento para hacer avanzar el país. Tengo varios ejemplos anotados aquí ―y no son más que unos ejemplos, en realidad hay muchos más―: se ha usado la ciencia en el incremento del poder defensivo del país, en la medicina y en terapias avanzadas. Hoy en día, nuestra medicina es claramente sobresaliente en la región. En control de enfermedades, en asuntos técnicos y de ingeniería, en construcción y en las grandes obras de ingeniería que se realizan hoy en el país; en biotecnologías, en producción de artículos nano consistentes; en tecnología nuclear civil, y en muchos otros campos. En la actualidad, hemos podido poner la ciencia al servicio de los intereses y el progreso del país en los ámbitos que he señalado y quizá en decenas de campos más. Todo esto es gracias a la República Islámica.

Este es otro punto que quería señalar. Esa corriente malintencionada y, no sé por qué, contraria al avance científico ―aunque uno se hace una idea, pero no podemos afirmarla con certeza―, niega de esa manera, denigra, si puede pone palos en las ruedas y crea problemas. Hace un tiempo me informaron de que en un centro de decisión sensible detenían con distintos pretextos las labores científicas importantes que se emprendían. Estas cosas deben eliminarse. Claro está, la responsabilidad de ello incumbe a los excelentísimos señores presidentes competentes, algunos de los cuales nos honran hoy aquí con su presencia, y yo les digo esto a ustedes para que prosigan su actividad con entusiasmo redoblado, con fuerza, frente a esa corriente desviada.

Necesidad de aplicar grandes talentos del país a las humanidades

La siguiente cuestión concierne a la Fundación de Talentos y a todas las instituciones que se ocupan de los talentos selectos, y que se ocupan de distintas ciencias. Yo insisto y recalco que deben ocuparse también de las humanidades: ocúpense de economía, de derecho y de dirección y administración. Necesitamos todo eso, y que haya talentos presentes. Ayer, cuando visitaba la exposición aquí, una joven promesa de nuestro país había construido un aparato de una ingeniería muy compleja. El constructor decía que ese aparato existía solo en Estados Unidos; que, fuera de allí, no lo tenían en ningún lugar del mundo, y que ellos habían podido construirlo. Se trata de algo importante. Ese joven brillante que es capaz de trabajar en los campos de la técnica y la ingeniería, y desarrollar tales labores prominentes ―las que hemos visto, las que conocemos y algunas que la gente no conoce, trabajos de gran importancia que se han llevado a cabo―, puede trabajar en el campo de las cuestiones sociales o económicas del país. Puede pensar y proponer soluciones. Algunos de los problemas del país en el ámbito económico tienen su raíz en las carencias de la investigación científica.

Nuestros jóvenes deben entrar en acción. Por ejemplo, en cuestiones económicas como la inflación, la pérdida de potencia de la divisa nacional, el empleo, la vivienda, las cuestiones sociales, el matrimonio, las lacras sociales, la adicción y otras son todas cuestiones para las que, con el conocimiento que genera el talento y la actividad de nuestros jóvenes brillantes, pueden encontrarse muy buenas soluciones. Si eso se hace, la formación del cuerpo científico del país se hará de manera apropiada, y podrá hablarse de un cuerpo proporcionado ―es decir, que no haya un desarrollo científico extraordinario en un sector concreto, mientras otro es débil, endeble y flojo. No; habrá un cuerpo proporcionado, como está previsto en el plan científico del país. De manera que vuelvo a insistir en que el plan científico del país que se ha diseñado ya es una tarea de inmensa importancia, un documento extremadamente valioso, y debe trabajarse en él. Ese era otro punto.

La bomba atómica y la necesidad de la cultura en la ciencia

Otro es, queridos míos, que, si la ciencia llega a alejarse de la cultura correcta, caerá en el error. A la bomba nuclear llevó una ciencia compleja de gran utilidad, como es la ciencia atómica, por no ir acompañada de la cultura correcta, la cultura del amor a la humanidad, sino de la cultura falsa de la ambición de poder; y hoy en día la bomba nuclear sigue amenazando al mundo y a la humanidad: como un día esa amenaza se llevó a la práctica, ahora todo el mundo la teme y carece de seguridad.

Nosotros, a pesar de que hubiéramos podido avanzar por ese camino, dijimos con rotundidad y valentía, conforme a los preceptos del Islam, que no lo emprenderíamos. Está mal construirla y está mal guardarla, porque usarla es haram. Si el ser humano fabrica un producto que no puede usar, sino que debe quedarse ahí, eso apunta sin duda a que es haram. Incluso aunque, en un momento dado, nosotros tuviésemos armas nucleares, estaría claro que jamás existiría la posibilidad de que las utilizásemos en ningún lugar, porque son categóricamente haram conforme a los preceptos islámicos. De manera que algo que es haram ¿para qué se van a hacer gastos en fabricarlo? ¿Por qué gastar en guardarlo? Porque guardarlo también es muy costoso; los que las tienen gastan muchísimo solo para guardarlas. 

Tengan en cuenta, por tanto, que fue la ciencia sin cultura lo que arrastró la utilísima y sensible ciencia nuclear, que es una industria de gran utilidad para el ser humano, por una vía no pacífica y errada, y de ahí salió la bomba atómica. La ciencia es así. Si no va acompañada de una cultura y una línea de pensamiento correctos, se convierte en algo peligroso. Por este mismo motivo, nosotros tenemos la convicción de que, en los colectivos de talentos selectos, deben tenerse en cuenta con seriedad tanto la religión como la patria, es decir, que se siga la religión con seriedad y se honre la patria con seriedad. El científico iraní, cuando está imbuido de la cultura islámica y persa, se convierte en parte sustancial de la vida de la nación, insuflándole espíritu y capacidad.

Nosotros no queremos que nuestras universidades sean un remedo o reproducción de tal o cual universidad de Estados Unidos. Eso no lo queremos. Queremos ciencia y estamos dispuestos a hacer de aprendices para cultivarnos. No nos avergüenza en absoluto hacer de aprendices, pero no queremos que nuestras universidades sean un remedo que reproduzca, en Teherán o en cualquier otra ciudad del país, lo que hace tal o cual universidad de EE. UU. No queremos que se imite aquí esa cultura. El entorno académico del país debe ser un entorno académico iraní e islámico. Por suerte, ahora mismo es así en gran medida. Los avanzados equipos científicos de alto nivel que uno ve ―como esos de los que ahora se habla: células madre, nanociencias, biotecnologías, ciencias nucleares, etc., la mayoría de los sectores― son grupos de motivación religiosa, porque la religión considera yihad la actividad científica. En definitiva, están realizando una labor de yihad. Esto debe predominar en el entorno académico de las universidades del país. Nuestras circunstancias son distintas a las de tal o cual país que tiene también una universidad avanzada y de alto nivel. Nosotros debemos vivir con nuestra propia cultura, vivir iraní. Debemos pensar iraní y respetar imperativamente el modelo de progreso islámico iraní, también en el ámbito de las cuestiones científicas. Ese era otro punto, pero déjenme decirles que, si pretendemos solo imitar la cultura de las mejores universidades del mundo ―las de Estados Unidos, Canadá y otros sitios―, desaparecerá la innovación científica. Ténganlo en cuenta. Si se siguen los pasos de tal o cual, desaparecerán la innovación, el progreso y la iniciativa en la ciencia.

El papel de los científicos iraníes en la diplomacia pública frente a la decadencia occidental

Quinto punto. Una de las tareas importantes que puede desempeñar la comunidad de los talentos selectos es asumir un papel en la diplomacia pública. Ha hablado alguien aquí, lo tengo anotado, que ha hablado de la diplomacia pública, y de que ustedes pueden desempeñar un papel en esos ámbitos: reunir a grandes talentos del área cultural iraní en sentido extenso ―el vasto dominio de la cultura persa de los siglos pasados, si bien ahora ha cambiado hasta cierto punto―. Quizá se pueda reunir a grandes talentos de esa área cultural, que abarca algunos de nuestros países vecinos. Reunir talentos de Asia Occidental, en cuyos demás países hay muchos grandes talentos. Reunir talentos del mundo islámico. Reunir talentos del Eje de la Resistencia. En la actualidad existe un fenómeno en esta región nuestra y en el norte de África al que se conoce como Eje de la Resistencia. Ahí hay grandes talentos. Reunirlos, establecer vínculos con ellos, reunir incluso talentos de personas buscadoras de justicia de todo el mundo, en el país que sea: en Europa, en el propio Estados Unidos y en los demás lugares hay personas que reclaman justicia, que buscan la voz de la verdad y la rectitud, y que creen en lo que ustedes dicen. Si pueden ustedes colaborar, entenderse y establecer vínculos con ellos, podrán transmitir a través de esos vínculos y de las raíces que se creen con ellos el conocimiento puro y noble y el pensamiento correcto.

Gracias a la bendición del Islam, nosotros hemos propuesto al mundo una tercera vía, que no es ni la del socialismo en economía y en lo que se deriva de la economía, ni la de la democracia liberal de Occidente, con las consecuencias y las características que trae consigo. Nosotros disponemos de una tercera vía, por la que está avanzando nuestro país hoy en día, aunque en distintos aspectos hemos tenido cierto retraso y deficiencias, pero es que no hace mucho tiempo. Cuarenta años, después de todo, no es un tiempo excesivo para la actividad de un sistema o para llegar a una civilización. Los países occidentales, que hoy en día tienen una civilización supuestamente consolidada, se enfrentaron a problemas durante cuatro o cinco siglos. En nuestro caso, cuarenta años no es gran cosa. Hemos incurrido en negligencias en algunos ámbitos, pero podemos presentar bien esa tercera vía, recorrerla y avanzar bien, y atraer los corazones, con nuestros actos y con palabras razonables, hacia esa dirección; no necesariamente hacia nosotros mismos ni hacia nuestro país, no; sino hacia ese inmenso e importante movimiento que puede beneficiar a la humanidad y salvar a los países de la influencia cultural occidental, que se hace más decadente cada día.

La cultura occidental optó por un camino errado desde el principio, pero en sus inicios no era tan decadente. Al comienzo no era así; muchas de las depravaciones y excentricidades que hay hoy en esa cultura no existían en los países occidentales hace cien o incluso cincuenta años. No han dejado de aumentar más y más esas cosas de las que a uno realmente lo ruboriza tener que hablar. En la actualidad, en los países occidentales, se propaga lo rechazable por ilícito y se acaba con lo conocido como lícito. No lo decimos nosotros por estar en contra de ellos, sino que lo dicen y lo escriben muchos de sus propios sabios, muchos de quienes entre ellos buscan el bien y muchos de quienes tienen sus esperanzas puestas en ellos. Aun así, una corriente de gran poder capitalista y ambiciosa, en la que hay una mezcla de sionismo, colonialismo y arrogancia, impulsa esa corriente en Estados Unidos y, a la zaga, en Europa y en los países que los siguen. Si nosotros somos capaces de hacer las cosas bien, podríamos salvar a muchas sociedades de la influencia, la penetración y el dominio de esa cultura.

Generar esperanza para proseguir el progreso científico posrevolucionario

El último punto que tengo anotado, el sexto, es la generación de esperanza. Yo insisto mucho en esto, tanto ustedes como a los profesores y a quienes están en la vanguardia del progreso científico. No dejen que la esperanza en el avance científico del país que se ha creado pueda, Dios no quiera, verse perturbada. No debemos plantear los problemas de manera unidireccional, en sentido único, y no ver los grandes éxitos. Bien, sí en el país hay problemas. Algunos se figuran que nosotros no estamos al corriente. No, señor. Conocemos los problemas mucho mejor que mucha gente. Los problemas existen, pero además hay también grandes éxitos. Cuando miramos los problemas desde un solo lado, a veces incidimos mucho en un problema particular que no reviste especial importancia, lo repetimos una y otra vez, hablamos de él, nos mesamos los cabellos y en el corazón de los jóvenes la esperanza se debilita y pierde brillo. Eso es un error.

Gracias a Dios, hoy en día el país está continuando un progreso importante. Nosotros éramos un país estancado, esclerotizado, supeditado y sin movimiento. Antes del triunfo de la Revolución, países que estaban más atrasados que nosotros nos adelantaron. Las instituciones que regían, corruptas y subordinadas a Estados Unidos, frenaban al país. El talento que ven ustedes ahora en el país no ha surgido de la noche a la mañana; el talento iraní es algo natural. ¿Por qué antes de la Revolución no había tanta producción científica como ahora? ¿Por qué antes de la Revolución no había tanto progreso científico como ahora? Me han dado datos, aunque no los anoté para decírselos, que eran algo asombroso. Habían registrado la producción científica de las universidades como la Universidad de Teherán, la Universidad Sharif o la Universidad de Shiraz, qué porcentaje de esa producción era anterior a la Revolución y qué porcentaje posterior. Es algo portentoso. Fue el inmenso movimiento revolucionario y el dominio del pensamiento revolucionario islámico lo que movilizó el país y lo llevó adelante hasta llegar aquí. Si Dios quiere, estamos aún en el principio del camino y, si Dios quiere, llegaremos a la cúspide, experimentando grandes saltos adelante. Los jóvenes deben actuar con esa esperanza, porque es muy diferente.

La labor científica, al fin y al cabo, no es fácil, aunque, claro está, para quien busca el saber es entusiasmante, pero es ardua y penosa. Es difícil hacer avanzar el trabajo, pero si esa labor se realiza con esperanza sale adelante. Yo en este sentido insisto, como uno de los fundamentos importantes de la esperanza, en la confianza en Dios el Altísimo. «El triunfo final es de los temerosos de Dios» (Sagrado Corán, 7:128). Si ustedes son temerosos de dios, virtuosos y observantes del requerimiento del bien y la prohibición del mal, Dios estará con ustedes. Y cuando Dios está con uno, eso quiere decir que lo acompañan el triunfo y el éxito, la buena ventura y la felicidad espiritual. Yo les aconsejo con vehemencia a ustedes, que gracias a Dios son jóvenes, puros y bien constituidos, y aún no tienen los problemas que tenemos la gente como un servidor: aprovechen todo lo que puedan esa pureza, esa frescura y esa luminosidad. Tengan siempre presente a Dios el Altísimo en sus corazones, en sus mentes y en sus actos, y si Dios quiere progresarán.

Yo, hace unos años, dije que nuestro progreso debía ser tal que, en cincuenta años ―y de esos cincuenta ya han pasado cinco o seis―, si alguien quería ponerse al día en cuestiones de ciencia, tuviese que aprender persa. Es ese el punto al que debemos llegar, igual que hoy en día si uno quiere ponerse al día en ciencia está obligado a aprender inglés o, pongamos por caso, en algunos campos, como puede ser el derecho o similares, tiene que aprender, por ejemplo, francés. Nosotros debemos obrar de tal modo ―es decir, ustedes deben hacer avanzar las cosas― que lleguemos hasta el punto que he señalado, de manera gradual: que cualquier persona del mundo que quiera ponerse al día en las distintas materias científicas no tenga más remedio que aprender persa para utilizar los escritos de ustedes. Ese día, los jóvenes de hoy serán los responsables consolidados del país, pero ustedes deben preparar el terreno de manera que los jóvenes de dentro de veinte y veinticinco años, que serán sus hijos ―para quienes estén casados y tengan hijos― puedan, si Dios quiere, hacer lo mejor. Espero, Dios mediante, que el Altísimo les depare el éxito a todos ustedes.

Con ustedes la paz, la misericordia de Dios y sus bendiciones.