Explicación de un hadiz sobre:
Las condiciones para aceptar una responsabilidad.

01/12/2019

«Hay una tradición de Abu Dar (con él la paz de Dios), según la cual el Profeta (las bendiciones de Dios con él y su familia) dijo: “¡Abu Dar! Lo que yo aprecio para mí mismo lo aprecio también para ti, y te veo débil, de manera que jamás des órdenes a dos personas ni te hagas cargo de los bienes de un huérfano»[1].

―«dijo: “¡Abu Dar! Lo que yo aprecio para mí mismo lo aprecio también para ti».

Es el propio Abu Dar quien refiere esa indicación del Mensajero de Dios, y es una lección también para nosotros; una enorme lección. El Profeta le dijo que todo lo que quería para sí lo quería también para él, es decir, que lo que le iba a decir estaba inspirado por un amor pleno, porque el ser humano se profesa a sí mismo amor pleno. Bien, ¿y qué quería decirle el Profeta a Abu Dar?

«y te veo débil».

Le dice: «En materia de dirección, te veo débil. Eres una excelente persona, te esfuerzas, haces yihad en la vía de Dios, eres franco y nadie más sincero que tú ha caminado bajo el sol ni sobre la tierra. Todo eso es así, pero eres una persona débil».

―«de manera que jamás des órdenes a dos personas».

«Y, puesto que eres una persona débil, ten cuidado de no regir ¡ni a un par de personas siquiera!». Aquí se ve que esa debilidad de la que habla el Profeta es una debilidad en la capacidad de dirección. Es decir, «eres una persona sin capacidad de dirección y, si te ves al frente de dos personas o más, no podrás llevar sus asuntos a buen puerto». Aquí hay una lección para nosotros, que ―quizá no todos, pero algunos sí somos así―, en cuanto vemos quedar vacío o que pueda quedar vacío un puesto, un lugar, de inmediato fijamos nuestra atención en ir a colocarnos allí. De manera que, primero, mira si puedes o no. La cuestión del momento es la inscripción de candidaturas para las elecciones parlamentarias. Dicen que ha empezado y ¡venga a inscribirse, sin pensárselo! Pues, si usted quiere ir ahí, hay que hacerse preguntas. Cada capacidad que nos otorga Dios, a usted o a mí, lleva aparejada una responsabilidad. Lo que estoy diciendo me concierne a mí mismo en primer lugar, más que a nadie. A ustedes también, es decir, también a aquellos que ostentan alguna responsabilidad. Toda responsabilidad, todo cargo y toda capacidad lleva aparejada una responsabilidad. Implica un compromiso. ¿Puede usted cumplir ese compromiso o no? Esa es la gran lección que hay aquí.

«ni te hagas cargo de los bienes de un huérfano».

«No te hagas cargo de la propiedad de ningún huérfano». Y no porque exista la posibilidad, Dios no lo quiera, de que esa persona vaya, por ejemplo, a sustraer algo. Al fin y al cabo, la estatura de Abu Dar es demasiado elevada para tal cosa, cercana como está a la infalibilidad. Por lo tanto, esa posibilidad no existe en él. Cuando se le dice «no aceptes tutelar la propiedad de ningún huérfano», se debe a que no es capaz de dar al huérfano lo que en justicia le corresponde. Vendrán otros con las manos largas y él, siendo débil, no tiene la disposición necesaria ni es capaz de cerrarles el paso. Estas son características prominentes del sistema islámico y del sistema de valores islámico: en primer lugar, tanto unos como otros somos responsables de ver si debemos aceptar una tarea. ¿Aceptamos? ¿No aceptamos? ¿Podemos? ¿No podemos? Es una cuestión de extrema importancia.

 

[1] Del Kitab al-Amali del sheij Muhammad ibn Hasan Tusí, sesión 13, página 384.