Demos a la sociedad seguridad, salud mental y vitalidad mediante la oración
El Líder de la Revolución Islámica se ha dirigido a la XXVIII Conferencia Nacional de Oración de Irán mediante un mensaje en el que ensalza el valor del rezo como «una de las mayores y más atrayentes bendiciones que causan admiración», señala que el ser humano «queda absorto ante ese fenómeno divino» y llama a aprovechar ese don del Altísimo para purificar el alma, llenar de espiritualidad las relaciones humanas y dotar a la sociedad de seguridad, salud mental, paz, alegría y vitalidad.
Sigue a continuación el mensaje del ayatolá Jameneí, leído en la mañana de este jueves por el representante del Líder en la Conferencia, celebrada en la ciudad de Gorgán:
En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso,
Las bendiciones de Dios con Muhammad y su excelsa familia.
Entre las grandes bendiciones divinas ―que nadie es capaz de enumerar―, algunas sobresalen por características que saltan a la vista y sumen en la perplejidad a quienes son propensos a meditar. Entre las más atrayentes de esas bendiciones portentosas está la oración.
La composición de las fórmulas que se repiten en la oración, los movimientos que se ejecutan, el orden de las horas de las oraciones obligatorias y las deseables, la insistencia en la concentración y en la presencia de corazón al rezar, la insistencia en que se haga en la mezquita, la insistencia en que se haga en grupo, la necesidad de pureza en la oración, tanto en el cuerpo y la ropa, manteniéndolos separados de suciedad, como en el corazón y el espíritu, con las abluciones y lavados; la exigencia de que, sea cual sea el punto del mundo en el que se realice, se haga de cara a un punto central, la Noble Kaaba… Son muchos los detalles sutiles, minuciosos y llenos de significado de ese deber sublime y único que lo dejan a uno admirado y absorto ante ese fenómeno divino. Dios nos ha otorgado esa gran bendición. Con ella, podemos purificar nuestra alma.
Podemos alejarnos de los pecados. Podemos dotar las relaciones humanas de nuestra sociedad de espiritualidad y, de esa manera, proporcionarle seguridad, salud mental, alegría y vitalidad, y liberarla de enfrentamientos llenos de animadversión. Ese regalo adopta la forma de un deber para que la sociedad no se vea privada de él, al menos en un grado mínimo. Un regalo de tan inmensas dimensiones y que apenas requiere un mínimo gasto de dinero y tiempo merece realmente un agradecimiento sin fin.
¡Respetables asistentes! Ante la necesidad de ese agradecimiento, nosotros no estamos a la altura o bien somos negligentes. Hay muchas tareas por hacer, que espero nos recuerde a todos el ulema luchador que es el excelentísimo hoyatoleslam Qeraatí.
Con ustedes la paz y la misericordia de Dios.
Seyed Alí Jameneí
11 de diciembre de 2019