En la estrategia de presión máxima, que formaba parte de la política de EE. UU., también fracasaron ―han fracasado ya―. Se imaginaban que si se concentraba una presión máxima sobre Irán ―fundamentalmente en la economía y también en algunas otras cuestiones marginales―, se pondría a Irán de rodillas y la República Islámica se vería obligada a mostrar algún tipo de flexibilidad. Con la ayuda de Dios, con el favor de Dios y gracias al poder divino, ya han entendido que no, que esa presión máxima les ha creado contratiempos, molestias y problemas a ellos mismos. Hace poco, para mantener las apariencias y crear un semblante simbólico de rendición de Irán, obligando al presidente de nuestro país a aceptar un encuentro, habían acabado suplicando y pusieron a sus amigos europeos de intermediarios. Estuvieron todos yendo y viniendo, pero finalmente no lo lograron. De manera que, en estos momentos, la presión máxima ha fracasado, y yo les digo a ustedes con rotundidad que esa presión máxima seguirá fracasando hasta el final.

Esta es nuestra situación respecto al conflicto internacional. Gracias a Dios, hemos seguido nuestro camino con brío y poderío. Ellos insisten en que la República Islámica abandone la actitud revolucionaria ―eso mismo que nosotros le aconsejamos que conserve―. Dicen que nos convirtamos en un país normal, queriendo decir con «país normal» un país adaptado al sistema mundial de dominación, sobre el cual un servidor ya ha dado explicaciones en repetidas ocasiones. El sistema de dominación consiste en que el mundo entero se divida entre dominadores y dominables, es decir, como es ahora: unos Estados son dominadores y otros dominables. Los dominables no son todos necesariamente serviles, pero han aceptado la dominación y, estando sometidos a ella, si en un momento dado les dicen que tienen que hacer tal cosa, la hacen. Ese es el actual sistema de dominación.

Quieren que la República Islámica entre en ese sistema, es decir, que acepte la dominación. Ahora bien, la República Islámica ha actuado desde la primera hora de su existencia, de su materialización, contra ese sistema de dominación. ¿Cómo podría perder eso? ¡No! Nosotros estamos en contra del sistema de dominación. Estamos en contra de dividir el mundo en dominadores y dominables. Nos enfrentamos a eso. En modo alguno nos someteremos a sus imposiciones. Hemos podido ya avanzar mucho en este terreno, hemos conseguido que se unan a nuestra vía muchas personas de todo el mundo ―de la opinión pública mundial, los intelectuales del mundo, colectivos populares del mundo―, y continuaremos de manera categórica ese camino: el de la revolución y del enfrentamiento con el sistema de dominación.

2/10/2019