Narración de hadiz

Asunto:

Primacía y superioridad respecto a los compañeros del Profeta

22/12/2019

Dijo Abdulá ibn Muhayriz: «Pedí a un hombre de entre los compañeros del Profeta ―del que Abdurramán al-Auzaí (un recopilador de hadices) decía creer que tenía por kunya Abu Yumua― que me contase un hadiz del Mensajero de Dios que hubiese oído él en persona, y él respondió: “Le voy a contar un buen hadiz. Un día estaba desayunando con el Mensajero de Dios, estando con nosotros Abu Ubayda ibn Yarrah, y preguntamos: ‘¿Hay gente mejor que nosotros, teniendo en cuenta que hemos aceptado el Islam ante ti y hemos luchado a tu lado?’. Y él respondió: ‘¡Sí! Después de vosotros llegará un grupo de mi Umma que tendrá fe en mí (sin haberme visto)’”».[1]

Pedí a un hombre de entre los compañeros del Profeta (con él y su familia las bendiciones de Dios) ―del que Abdurramán al-Auzaí (un recopilador de hadices) decía creer que tenía por kunya Abu Yumua― que me contase un hadiz del Mensajero de Dios (con él y su familia las bendiciones de Dios) que hubiese oído él en persona.

A una persona (Abdulá ibn Muhayriz) se le presenta la oportunidad de verse frente a uno de los compañeros del Profeta ―del que Auzaí dice creer que la kunya por la que era conocido era Abu Yumua―, quiere aprovecharla y le dice: «Relátame algún hadiz del Profeta que hayas oído».

Respondió: «Le voy a contar un buen hadiz. Un día estaba desayunando con el Mensajero de Dios, estando con nosotros Abu Ubayda ibn Yarrah, y preguntamos: “¿Hay gente mejor que nosotros, teniendo en cuenta que hemos aceptado el Islam ante ti y hemos luchado a tu lado?”».

Aquel compañero del Profeta le respondió que le iba a transmitir un buen hadiz y le dijo que un día, ya fuera en el desayuno o en el almuerzo, estaba comiendo en compañía del Mensajero de Dios, estando también allí Abu Ubayda, que es una de las personalidades conocidas del entorno del Profeta, y le preguntaron si conocía a alguien mejor que ellos, teniendo en cuenta, primero, que ellos habían aceptado la fe escogiendo el Islam, e igualmente que habían ido con él a la guerra. ¿Qué podía haber mejor que eso? ¿Conocía el Profeta a alguien mejor que ellos?

Y él respondió: «¡Sí! Después de vosotros llegará un grupo de mi Umma que tendrá fe en mí (sin haberme visto)».

El Profeta (con él y su familia las bendiciones de Dios) dijo: «Aquellos que encuentran la fe en mí sin haberme visto son mejores que vosotros». En la plegaria de Samat, se dice «wa amanna bihi wa lam narahu sidqan wa adlan»[2], que quiere decir: «Hemos llegado a la fe en el Profeta ―sidqan wa adlan complementa a amanna―, aun sin haber visto al Profeta». Esas personas que no han visto aquella presencia luminosa, ni aquellos milagros ni aquel influjo personal, que no han visto aquella encarnación de la unicidad divina, de la moral, de la virtud y de todos los deseos que pueden formarse en la mente de los mejores seres humanos, como era el Nobilísimo Mensajero (con él y su familia las bendiciones de Dios), y aun así hallan la fe en él, cumplen sus deberes conforme a la ley religiosa y luchan por Dios… ¡pues claro que son mejores que ustedes! Eso es así, y así lo dicta la razón y el orden de las cosas.

El imam Jomeiní (Dios esté satisfecho de él) dijo que las personas que viven hoy día son superiores a los compañeros del Profeta o, al menos, no les son inferiores[3]. Realmente es así. Ese joven creyente y abnegado que renuncia a todos los placeres de la vida, a todos los deseos de juventud, a todos los apetitos y anhelos, a la vida cómoda, a sus padres, su cónyuge y sus hijos y va y lucha por Dios ―y da igual que sea en los frentes de la Defensa Sagrada, como en aquella época, en el frente de la defensa de los santuarios, como en nuestros tiempos, o en la defensa de la seguridad― es superior a aquellos otros. Hay que ser consciente del valor que tiene eso. Y esa consciencia se ve cuando realmente, de verdad, actuamos como se espera de nosotros. Tenemos que atenernos a la religión en particular nosotros, los que llevamos turbante, que al fin y al cabo tenemos la consideración de referencia religiosa de la gente, y esta espera hacernos sus preguntas sobre la religión a nosotros. Si nos imponemos a nosotros mismos esa disciplina respecto a la piedad, la continencia, la abstinencia de lo haram, la indiferencia ante los aspectos materiales y las bellezas del mundo, etc., y nos forzamos en ese sentido, seremos sin duda mejores que ellos.

 

[1] Del Kitab al-Amali del sheij Muhammad ibn Hasan Tusí, sesión 14, página 391. 

[2] Misbah al-Muchtahid, vol. 1, pág. 419.

[3] Sahife-ye Emam, vol. 21, pág. 410 (con alguna diferencia de detalle).