«Hach Qasem se había expuesto a la posibilidad del martirio en infinidad de ocasiones, sin temer a nada ni a nadie en el camino de Dios, en el cumplimiento de su deber y en el Yihad», ha dicho en la visita el ayatolá Jameneí, ensalzando la abnegación y el espíritu de sacrificio del mártir.

El máximo dirigente persa ha valorado como una marca de distinción para el general Soleimaní su martirio a manos de «las personas más ruines de la Tierra», en referencia a los estadounidenses, así como el hecho de que estos se jacten de su crimen, y ha declarado que «su Yihad era un gran Yihad, y Dios ha hecho igualmente de su martirio un gran martirio». «Quiera esa inmensa bendición serle agradable a Hach Qasem, que la merecía. Es justo así como Hach Qasem tenía que recibir el martirio», ha agregado.

El ayatolá Jameneí ha rogado por que el Altísimo infunda paciencia y calma divina tanto en los corazones de los familiares del general Soleimaní como en los de todo el pueblo iraní, ha llamado la atención sobre las multitudes plenas de determinación que se han formado este viernes en las calles de las distintas ciudades del país, y ha añadido: «Ya verán ustedes las honras fúnebres. Tenemos todas esas bendiciones ante nuestros ojos para que comprendamos el valor del martirio. ¡Afortunado Hach Qasem, que ha alcanzado su deseo! Tenía la pasión del martirio, por el que derramaba lágrimas, y llevaba consigo el duelo por sus camaradas mártires».

El Yihad externo se basa en el Yihad interno, ha recalcado el Líder de la Revolución, antes de dirigirse a la hija del mártir para decirle: «El pueblo entero está de luto y agradecido a su padre, y ese reconocimiento se debe a la gran abnegación que había en ese hombre, porque los corazones están en manos de Dios y, sin abnegación, los corazones de la gente no tienen esa conciencia. Que Dios nos compense con un bien a todos nosotros y a toda la nación iraní».