Sobre el Diecinueve de Dey (1), hemos de reflexionar y aprender de él. Aunque ustedes, hermanos y hermanas que están aquí presentes, no estuviesen allí para ver lo que pasó, la memoria de aquel día sigue viva, y debemos aprender las lecciones de esa memoria viva. El pasado debe siempre ser un faro que guíe el camino del futuro. Lo del 19 de dey consistió en que el pueblo de Qom salió en defensa de una gran autoridad religiosa de alto rango, que no estaba en Irán en ese entonces, y se enfrentaron a los despiadados agentes armados del despótico régimen idólatra. La gente no tenía nada salvo sus manos vacías. ¿Y qué es lo que los empujó a salir a la palestra? La fe y el celo religioso. Fíjense, porque se trata de dos palabras clave: fe y celo religioso. Cuando aquella gente ―un grupo de gente de Qom― salió a la calle, se enfrentó a la policía del régimen y alcanzó el martirio cierto número de ellos, resultando heridos otros ―de hecho, los agentes de la idolatría se figuraban que los habían machacado―, ni los alzados de Qom ni los otros se imaginaban qué inmensa transformación iba a originar aquella acción, no solo en Irán, sino en el mundo entero. ¿O acaso no fue así? Aquella iniciativa que había llevado a cabo la gente de Qom por mera fe y celo religioso fue bendecida por Dios el Altísimo, tuvo continuidad, los sucesivos arbaínes sacaron a la gente a la palestra y el insigne imam Jomeiní asumió el liderazgo, desembocando aquello en el inmenso alzamiento de febrero del año siguiente, el 1979. Aquella iniciativa de un grupo de gente devota de Qom desencadenó una revolución inmensa como fue aquella. Por supuesto, influyeron numerosos factores, pero lo importante es que el inicio del movimiento estuvo en esa acción popular inspirada por la fe y el celo religioso. Eso debemos recordarlo siempre. Se pueden hacer grandes cosas con la bendición de la fe y el celo religioso, igual que se hizo en aquella ocasión. Tuvo lugar un gran acontecimiento, se produjo una revolución que sacudió al mundo y creó una transformación que cambió la historia, la trayectoria de la historia del país y la región y, quizá, la trayectoria de la historia mundial, que es algo que se podrá juzgar más adelante, con la ayuda de Dios. Mirémoslo así y veamos la guía divina y la mano del poder divino de esa manera en todos los sucesos de nuestras vidas.

Aquel día, la gente tenía las manos vacías, pero hoy, gracias a Dios, nuestras manos no lo están; están llenas. El pueblo iraní está hoy equipado frente a los prepotentes del mundo, pero ese apoyo no es la herramienta militar. Esta es útil cuando se apoya en esa misma fe y ese celo religioso. Es entonces cuando la herramienta militar resulta efectiva y resuelve los problemas. Eso debemos tenerlo siempre presente ante el amplio frente enemigo actual. Dios el Altísimo dice: «¡Cuántas veces un grupo reducido ha vencido a un grupo numeroso, con el permiso de Dios!» (Sagrado Corán, 2:249). El ejemplo lo tenemos ahí mismo: a veces, por el poder divino, un grupo reducido vence a un amplísimo frente, si se apoya en la fe y en el celo religioso.

¡No dejen que se olvide esa lección, queridos míos! Ni los responsables de propaganda del país, ni los grandes ulemas que hay en Qom o en otras regiones del país ni los jóvenes activos en el ámbito de la cultura deben dejar que se olvide esa lección sin igual que vimos materializarse ante nuestros ojos: la lección de una acción humilde y pacífica, basada en la fe y el celo religioso, y la bendición que concede Dios el Altísimo a ese tipo de acción, con los enormes acontecimientos que se suceden unos tras otros.

Dios el Altísimo repite en distintos lugares del Corán, hablando de los pueblos del pasado, esa llamada a no dejarse llevar por el olvido: «No sean como aquellos a quienes se les entregó la Escritura anteriormente» (Sagrado Corán, 57:16). Los Hijos de Israel alcanzaron un día tal poder ―poder espiritual― que, a pesar de estar sometidos a las torturas del Faraón sus hombres, mujeres y niños, lograron vencerlo; lograron mantenerse firmes y resistir hasta que Dios el Altísimo les abrió el camino y les concedió tan inmensa alegría ahogando al Faraón y dándoles cuanto era del Faraón. Esos mismos Hijos de Israel, poco después, «el tiempo se cobró su impuesto sobre ellos y endureció sus corazones» (Sagrado Corán, 57:16). Cuando transcurrió un tiempo, salieron de ese estado inicial, sus corazones se petrificaron, se hicieron pesados y rígidos, y perdieron aquella devoción, aquella confianza en Dios, aquel avance por el camino de Dios, aquella paciencia y aquella perseverancia que tenían. ¿El resultado? «Fueron golpeados por la humillación y la miseria, e incurrieron en la ira de Dios» (Sagrado Corán, 2:61). Esa aleya es una de las muchas más que hay. El profeta Moisés dijo a los Hijos de Israel: «¿Acaso os pareció demasiado larga la espera?» (Sagrado Corán, 20:86). Ustedes hasta ayer estaban oprimidos por el Faraón, pero ha pasado tanto tiempo que lo han olvidado y dicen: «¡Tráenos un dios semejante a los dioses que ellos tienen!» (Sagrado Corán, 7:138). Esto son lecciones que un servidor siempre repite. A Dios gracias, tanto la cantidad como la calidad de los jóvenes devotos, fieles e inquietos que hay hoy en el país es muy superior a la que había antes de la Revolución. Hoy por hoy es así. No estamos insatisfechos, pero deben ustedes estar atentos a que el camino que se sigue sea el correcto. No olvidemos la gran lección coránica, profética y divina: Dios el Altísimo ayuda. «Y quien confíe en Dios tendrá suficiente con Él» (Sagrado Corán, 65:3). Debemos mantenerlo en mente.

08/01/2020

 

 

(1) Día del calendario persa coincidente en 1978 con el 9 de enero, cuando se produjeron en la ciudad santa de Qom protestas populares que tuvieron un papel determinante en el triunfo de la Revolución islámica.